EST EXEMPLVM NOVICIVM

Corría el otoño de 1988. En un contexto en que la música popular en Europa estaba dominada por los experimentos discotequeros alemanes como Modern Talking o C. C. Catch o los nórdicos, como A-Ha, y España -colmados ya los primeros pasos de la "movida", y ya con Mecano vendiéndolo casi todo con su Descanso dominical, de ese mismo año- descubría a los zaragozanos Héroes del Silencio que, en 1988, precisamente, habrían lanzado su primer LP, El Mar no Cesa, se consolidó en la escena musical española -en realidad había irrumpido apenas un año antes con su imperecedera "Wonderful life"- el cantante británico Colin Vearncombe, más conocido como Black. Seguramente resultó chocante y fresco para el momento su estilo elegante, melódico, arrebatadoramente "pop" -al estilo de la sobriedad del Roxy Music, por ejemplo o de los, menos conocidos, suizos, Double, también de la época-, muy british y absolutamente encantador en términos melódicos, sonoros y vocales. Fue en ese año cuando Black publicaba su segundo álbum, Comedy. El cantante, tras ese disco, y aunque aun editaría cinco más y varios álbumes recopilatorios no tuvo demasiado éxito si bien quienes crecimos en esos años vincularemos por siempre su también inmortal "I can laugh about it now", segundo corte de Comedy, a los anuncios televisivos de la campaña primaveral de El Corte Inglés de 1989 tema éste acaso, junto con "You're a big girl now", de los dos más conocidos del disco. Hace apenas unos años, en enero de 2016, Black, con tan sólo 53 años, perdía la vida tras las heridas causadas por un grave accidente de automóvil pasando desde entonces al Olimpo de la música popular especialmente con su emblemática "Wonderful life", como se ha dicho acaso la canción más conocida de este singular artista, también poeta y escritor y una de las que mejor encarna los rasgos del "pop" británico de los últimos años 80.

Quizás, al lector de Oppida Imperii Romani que haya llegado hasta aquí le sorprenderá el cariz de esta entrada, que casi recuerda a las, magníficas, que -un buen egresado del Grado en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra- Jesús Mari Igal, hace en su sensacional blog Historia y Música. A pesar de que nos confesamos "fans" de esa música con la que crecimos y de los méritos artísticos de Comedy, que no corresponde aquí juzgar y sobre los que existen reseñas tanto en castellano, de Fernando Neira en su imprescindible Un Disco al Día, como en inglés, completísima, por parte de Andrew Keeling, a ese álbum, a Comedy le cabe también el singular honor de ser uno de los pocos discos de música popular reciente -quizás el único, hasta donde he podido comprobar- en contar en su portada, como motivo principal, con una inscripción romana. Es por eso que, desde hace tiempo, merecía un post en este blog de reivindicación del mundo clásico en general y romano en particular.

Así, volviendo a Comedy y a su portadajunto a la -como no puede ser de otro modo, negra- elegante y espigada figura del propio Black, aparece una inscripción romana, una inscripción que, además, tiene una particular historia que, muy probablemente, Black no conocía cuando -acaso amparándose en su formación en una escuela británica de cierto arraigo en Clásicas, la Prescot Grammar School, que reza en su lema "futuram ciuitatem inquirimus", es decir "buscamos la ciudad del mundo que ha de venir" o bien, sencillamente, por el hermoso contraste entre el amarillo de la piedra local y el negro de su atuendo- eligió ese motivo para la cubierta entre las varias fotografías que, realizadas por un entonces poco conocido Perry Orgden -que luego, sin embargo, ha acumulado no pocos galardones- se tomaron, como indican los créditos del álbum, en la Catedral de Guadix, en la española provincia de Granada. La elección del emplazamiento era acorde con el toque español -y flamenco- de alguna de las canciones del álbum, especialmente "Let me watch you make love", y abría, además, el paso a una serie de colaboraciones posteriores de Black con músicos patrios, no en vano su voz de aparecería en los coros de dos igualmente eternas canciones del que, probablemente, sea el mejor álbum del grupo donostiarra español Duncan Dhu, Autobiografía (1989), "Rozando la eternidad" y "Amarga", con una estrofa de Black como solista, en castellano. Lo cierto es que, como decíamos, la inclusión de una inscripción romana en una portada de un disco de música popular es toda una rareza, constan -en los catálogos de portadas más extrañas y, también, artísticamente mejor valoradas de la Historia del "pop" al uso- abundantes revisiones de obras de arte, sobre todo pintura, del XVIII y del XIX, arquitecturas de cierto aire clásico e incluso claramente grecorromanas o egipcias, cabezas y rostros inspirados en Jano o en otros personajes de la mitología clásica, arquitecturas de apariencia flamígera -que vendrán, con ejemplos concretos a la mente de los lectores más melómanos- etcétera pero nunca, hasta donde sabemos, inscripciones romanas. Usando el término que, en Epigrafía romana, empleamos para designar a un fenómeno onomástico o epigráfico único, podría decirse que la portada del Comedy de Black es un auténtico hápax.

Como podrá ver quien esté mínimamente versado en la Epigrafía Romana (para quien esté aun aprendiendo, recordamos una antigua entrada de este blog que llevaba a nuestros tutoriales, en vídeo, y en abierto, sobre Epigrafía Romana), la inscripción que figura a la izquierda de la espalda de Black, en la portada del álbum, en seis renglones, dice: AVRELIO / VERO CAES / AVG FIL / COS II / COLONIAE / ACCIS, que, debe leerse del siguiente modo: Aurelio / Vero Caes(ari) / Aug(usti) fil(io) / co(n)s(uli) II / coloniae / Accis. El titulus, como puede verse en esta fotografía, tomada de su ficha en Hispania Epigraphica Online, pero también en la que cierra esta entrada, es hermoso por cuanto ofrece algunos fenómenos curiosos de la paleografía epigráfica romana: una I inclusa -¡con punto encima!- en la L en la primera línea; una S en menor tamaño ante la proximidad de la moldura al final de la línea 2; y un nexo NI y AE en la línea quinta. De igual modo sorprende la referencia a la antigua Guadix, la colonia Iulia Gemela Acci de Plinio (Nat. 3, 3, 25) -vinculada al conuentus Cartaghiniensis-, de Ptolomeo (2, 5, 51) o de los itinterarios (It. Ant. 404) como Accis, como inequívocamente se lee en la línea sexta (sobre las fuentes y la importancia de la colonia, aun sigue siendo válido el trabajo de SANTERO, J. Mª., "Colonia Iulia Gemella Acci", Habis, 3, 1972, pp. 203-222 y sobre la Arqueología se recopilan algunos de sus monumentos en la web Patrimonio de Guadix). Se trata de una pieza (CIL II, 3392) que centró la atención de, entre otros, PASTOR, M., Corpus de Inscripciones Latinas de Andalucía. Volumen IV: Granada, Sevilla, 2002, pp. 168-169, nº 124, con foto (y, antes, en PASTOR, M., y MENDOZA, Á., Inscripciones latinas de la provincia de Granada, Granada, 1987, pp. 136-137, nº 69). Por la alusión al segundo consulado de Marco Aurelio debería fecharse entre el 146 y el 160 d. C. A juzgar por el texto, habría sido la ciudad de Acci la que habría dedicado el homenaje a Marco Aurelio en ese momento, antes, por tanto, de su ascenso al trono imperial lo que encajaría con otra honra, también reutilizada en otro rincón del casco antiguo de Guadix, en el Real Pósito, dedicada a Faustina, la madre de Marco Aurelio y esposa de Antonino Pío, (de actualidad en estos días en que la Junta de Andalucía ha incorporado al Museo de Málaga un busto de este emperador, hasta la fecha en colección particular) también fechada entre el 147 y el 161 d. C. (CIL II, 3391). La pieza puede verse hoy, en el exterior de la capilla de San Torcuato, junto a la Puerta de Santiago, es decir, en el lateral de la catedral que da a la calle Santa María del Buen Aire. 

Varias cosas, como se ha dicho, llamaban la atención en el ductus, en el modo cómo está escrita la pieza que nos ocupa. Algunas de ellas son compatibles con la epigrafía romana clásica, pero dos de ellas no, el punto sobre la I inclusa de la línea primera y la versión Accis por Acci -que también aparece en el homenaje a Faustina arriba consignado- que, como dijimos, resultaba aberrante para el modo cómo se alude a Acci en las fuentes clásicas. Lo cierto es que en la primera versión que se conoce de ese documento, transmitida por uno de los grandes anticuaristas del siglo XVIII, Enrique Flórez en el año 1747, se dice "hállase también el nombre de la ciudad con el dictado de colonia en otra inscripción que está en la Cathedral de Guadix, y es dedicación hecha a Aurelio Vero en su segundo consulado, la cual no está publicada" y, ya llama la atención, a la lectura Accis "efecto de no estar bien conservada la piedra en esa parte" (España Sagrada: teatro geográfico-histórico de la Iglesia de España... Tomo VII, Madrid, 1747, p. 13-14). De él, y de algún otro dato autor que no cita, Emile Hübner, concluyó (Corpus inscriptionum Latinarum. II. Inscriptiones Hispaniae Latinae, Berlín, 1869, p. 460) que se trataba de un exemplum nouicium, es decir, de una "copia nueva" de la inscripción antigua, no en vano, en la praefatio sobre Acci en el citado volumen ya anotaba que se le había hecho constar qui titulos antiquos duos denuo incidendos curauit in lapidibus nouiciis (p. 458) es decir -y ponía como ejemplo la inscripción 3392, que nos ocupa- que dos de las inscripciones del repertorio accitano habían sido regrabadas "en nuevas piedras". Ya en anteriores posts de este blog hemos hablado del valor que este tipo de cronistas antiguos tienen para la investigación epigráfica y hemos recogido algunos de ellos, disponibles en red y aquí esa utilidad vuelve a demostrarse. Este dato de Enrique Flórez es ya un terminus post quem claro. Con arreglo a él ya para 1747, cuando se escribió la España Sagrada, la inscripción había sido copiada y se conservaba en la Catedral quizás embutida en el lugar donde puede verse hoy una vez que en los años 30 del siglo XVIII la Capilla de San Torcuato estaba, todavía, en proceso de reforma y construcción. El hecho de que en la inscripción de Faustina, de hecho, en una letra ligeramente diferente, pero con tendencia a la capital cuadrada romana e incluso con nexos varios, se escribiera en su séptima y última línea INVENTVS A(nno) MDCCLIX, algo así como "encontrado en el año 1759", y cuya fotografía, tomada de la web de Patrimonio de Guadix, colocamos más abajo, como cierre de este post, permite pensar en que, muy probablemente, fue en ese momento -o, acaso, por el dato transmitido por Enrique Flórez, como se ha dicho, algo antes- en que se realizó, también, la copia tanto de esta inscripción como del titulus en honor del todavía César Marco Aurelio que aparecía en la portada del Comedy de Black y del que traemos una buena foto -tomada del tuitero Prolegómenos- también al final de la entrada. 

Fue, por tanto, en el siglo XVIII en que, quizás engrandeciendo el pasado romano de Guadix, que, sabemos, fue también sede episcopal, se copió esa inscripción -aparecida de antiguo en algún lugar indeterminado de Guadix- para dar realce y abolengo a la obra sede del episcopado accitano, exactamente lo mismo, probablemente, que dos siglos más tarde buscó hacer Colin Vearncombe al incluirla como motivo central, casi axial, de su álbum de 1988, dar prestigio, y un cierto aire evocador y elegante a la portada de su segundo álbum. Sobre paredes de catedrales o sobre portadas de discos, las inscripciones siguen resultando arrebatadoras. La Historia se repite. Roma es, efectivamente, como decíamos hace algunos meses, a partir de una de nuestras buenas alumnas de la asignatura de Mundo Clásico que impartimos en la Universidad de Navarra, pasado y proyección. 

 



QVOD IN HISPANIA NASCITVR

Quienes, lectores de Oppida Imperii Romani, seguís los perfiles sociales de las ciudades romanas de Los Bañales de Uncastillo o de Santa Criz de Eslava os tropezaríais, a final del año que acabamos de despedir, en concreto el pasado 29 de diciembre, con la viralización de un artículo, publicado en la edición digital del diario La Razón ese mismo día -aunque también apareció en papel, como se ve en la fotografía que corona este post- titulado "La Hispania Romana: la 'cogobernanza' que el Gobierno expulsa del plan educativo" y firmado por quien desde 2008 sostiene este blog. El título original del artículo, "La Hispania romana: el centro en la periferia", fue el que se mantuvo en la versión en papel del artículo, que aquí os comparto. En él -aunque muy limitados por las 800 palabras que equivalen a una página en prensa convencional- se reivindicaba lo que la Hispania Romana, sobre todo a efectos de gestión administrativa, municipal y provincial, sigue enseñando hoy a cualquiera que a ella, y a su estudio, se acerque. En definitiva, se trataba de una simple reivindicación de tantas cosas como en Hispania surgieron -y se practicaron, además, en términos políticos, por primera vez- por hacer honor a la expresión latina que da título a este post, tomada de un pasaje de Varrón (Rust. 3, 12, 6). A ese artículo, nuestra primera colaboración en prensa de alcance nacional le ha seguido otro, publicado hace apenas unos días -el 17 de enero- titulado "Objetivo: cancelar las mayores gestas de Hispania con la nueva ley de Educación" (con el mismo título en la edición digital, disponible aquí aunque vaya por delante que el título no es nuestro si bien se entiende por el carácter de cabecera que el artículo tendrá respecto de los que le seguirán) que ha aparecido también en versión digital y, a doble página, en la edición impresa, cuya imagen se recoge al final de esta entrada. Como sabéis los lectores más asiduos de este espacio esa labor de reivindicación del legado de las civilizaciones clásicas en nuestra construcción cultural ha resultado fundamental en Oppida Imperii Romani en los últimos años inspirando un buen número de entradas, todas recogidas en la etiqueta Disputationes de este blog

Sin embargo, a diferencia de los dos artículos en cuestión, casi todas esas reflexiones publicadas en Oppida Imperii Romani habían sido, en cualquier caso, entradas de carácter proactivo, que simplemente trataban de recordar el valor y la vigencia de los clásicos y promocionar su perenne sentido y su inmutable utilidad ante las preocupaciones de la sociedad actual. A ese respecto, y como ejemplos, destacaremos las recientes "Romanitas", "Oratores boni uiri", "Praecepta ex Historiae corde" , "Rerum gestarum memoria" o "Antiqua tempora?", entre otras, varias surgidas de conferencias o, simplemente, de disertaciones espontáneas derivadas de nuestra constante admiración por la perennidad del legado clásico como hacíamos constar -en un generoso elenco de temas- en la muy reciente "Flexamina oratio". Las reflexiones que recogía La Razón, sin embargo, nacen en una coyuntura pedagógica y política muy concreta -tan concreta como lamentable- que nos parece oportuno explicar en este post. Somos conscientes de que esta reflexión no dejará a nadie indiferente, habrá quienes defiendan los planteamientos que aquí se censuran a partir de una, a nuestro juicio idílica, de los niveles de abstracción y de aprendizaje o a partir de una defensa de "lo reciente" frente a "lo antiguo" pero lo que está claro es que los datos que este post aportan resultan preocupantes para quienes amamos ese legado clásico que, decididamente, está ahora en peligro. Lo están poniendo en peligro, quizás más que nunca pese a que haya padecido, y mucho, en años anteriores. 

En este pasado mes de diciembre, el Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España aportaba, en el denominado Educagob/Portal del Sistema Educativo Español, una pestaña relativa al proyecto de la LOMLOE, la nueva ley de Educación. Con unos tan hermosos como genéricos principios y fines y unas bien argumentadas novedades es en la sección Currículo/Documentación del Ministerio para el debate público de dicho site donde pueden encontrarse, detallados, los objetivos y detalles curriculares de las materias de la Educación Secundaria Obligatoria y, especialmente, del Bachillerato según se les trata en esa nueva reforma que el diario El País glosó en los elementos básicos relacionados con la "Historia de España" ya el pasado mes de octubre. En relación a la Educación Secundaria Obligatoria, en los cursos 1º y 2º de dicho tramo educativo se contempla (pp. 160-164) cómo va a atenderse a "las culturas y civilizaciones que se han desarrollado a lo largo de la historia Antigua, Medieval y Moderna" y, en concreto, a los acontecimientos de la Historia Antigua término que, por cierto, aparece sólo una vez en el citado documento curricular, ninguna en el que reglamentará el Bachillerato. Respecto del Bachillerato, en este sentido, no hay alusión alguna, en la materia de "Historia de España", que se cursa en 2º curso de ese tramo, a los acontecimientos previos a la abolición del Antiguo Régimen como el lector de este blog podrá comprobar si, entrando en el documento arriba enlazado, recorre, al menos, entre las páginas 252 y 263 donde, precisamente, en la lista de "saberes básicos" que persigue esa asignatura no hay ninguna alusión al  mundo antiguo ni a nada de la Historia de España que sea anterior a 1812 y al nacimiento de las sociedades burguesas contemporáneas. El asunto resulta muy grave, a nuestro juicio, y desde una óptica objetiva e indiscutible que deberá reconocer cualquier historiador honesto. Grave por varias razones: en primer lugar porque en el Artículo 7, apartado h) de dicho documento (p. 5), cuando se explican los objetivos de la formación del alumno en Bachillerato, se dice textualmente que se pretende que éste llegue a "conocer y valorar críticamente las realidades del mundo contemporáneo, sus antecedentes históricos y los principales factores de su evolución". En segundo término porque, más adelante, ya en la caracterización de la materia de "Historia de España" se anota, como octavo objetivo (pp. 259-260),  "valorar el patrimonio histórico y cultural como legado y expresión de la memoria colectiva, identificando los significados y usos públicos que reciben determinados acontecimientos y procesos del pasado, por medio del análisis de la historiografía y del pensamiento histórico para el desarrollo de la iniciativa, el trabajo en equipo, la creatividad y la implicación en cuestiones de interés social y cultural". Es decir, a partir del análisis de estos dos objetivos y teniendo en cuenta los contenidos que se espera adquieran los estudiantes para nuestro Gobierno, nada tiene que ver el legado hispanorromano, o el andalusí o el medieval, con las realidades del mundo contemporáneo y ni si quiera se considera a éstos un "antecedente histórico" o un "factor" que explique la evolución posterior de la sociedad de lo que hoy llamamos España. De igual modo, tampoco parece que el legado romano, ni siquiera en su parte material, forme parte de ese patrimonio al que se define "como legado y expresión de la memoria" de nuestro pasado. Muy esclarecedor, ciertamente aunque nada alentador para el futuro de nuestro patrimonio arqueológico sobre el que ya hemos denunciado demasiadas cosas en posts anteriores de este mismo espacio. Además, en ese mismo documento (p. 262), cuando se enuncia la "competencia específica 6" de la materia de "Historia de España" se insiste en que el estudiante pueda "reconocer el valor geoestratégico de la península Ibérica, identificando el rico legado histórico y cultural generado a raíz de su conexión con procesos históricos relevantes". Más difícil todavía. ¿No es un proceso histórico relevante la Romanización? ¿Acaso ese valor geoestratégico peninsular no fue percibido, por primera vez, por los pueblos colonizadores que llegaron al solar hispano en la Antigüedad generando un proceso de aculturación y de mezcla cultural que alcanzó su cénit con esa Romanización, de la que, precisamente, y a propósito de sus méritos históricos, hablábamos hace poco en este mismo blog? ¿Sólo en la edad contemporánea se supo ver ese valor geográfico de nuestro suelo? ¿sólo en la contemporaneidad la península, España, estuvo conectada con "procesos históricos relevantes"? Por seguir con esta particular lista de atropellos -si, atropellos, pues no pueden llamarse de otro modo- de la propuesta legislativa, avanzando en ella (p. 264), se conecta la materia de "Historia de España" con algunos de los "retos del mundo actual", como se les denomina, y, a propósito de estos se cita "la cuestión nacional: conciencia histórica y crítica de fuentes para abordar el origen y la evolución de los nacionalismos y regionalismos en la España contemporánea". ¿Tampoco se ha sido consciente, en la elaboración de este proyecto -que suponemos asesorado por destacados intelectuales e historiadores-, del recurso constante de muchos de los actuales movimientos nacionalistas y regionalistas a argumentos procedentes del ámbito de la Historia de la Antigüedad de donde, de hecho, algunos arrancan tanto en su conciencia histórica como en la utilización política de la misma? Que el apogeo de esos movimientos se haya dado, efectivamente, tras el hundimiento de la sociedad estamental no exime al estudiante, y más en una asignatura que busca, expresamente, según se declara algo más arriba, que el alumno tenga argumentos ante los debates actuales (p. 263, cuando se dice  se busca alumbrar los "usos públicos de la historia: las interpretaciones historiográficas sobre determinados procesos y acontecimientos relevantes de la historia de España y el análisis de los conocimientos históricos presentes en los debates de la sociedad actual") de tener conocimiento profundo sobre los argumentos históricos han contribuido a esa construcción de discursos identitarios esencialistas. Una crítica semejante, poniendo el acento en que las competencias que se pretende que adquieran los estudiantes deben ensayarse, también, sobre otros periodos de la Historia que vayan más allá de la Historia Contemporánea ha sido publicada hace apenas unos días en la Tribuna de El Mundo por Gutmaro Gómez Bravo, de la Universidad Complutense de Madrid en un artículo que compartimos plenamente.

Obviamente, y aunque esto pueda resultar doloroso para algunos de nuestros lectores, otro elemento que hace la reforma especialmente preocupante para quienes amamos el legado clásico y la Historia de la España antigua y creemos en su potencial educativo, es el retroceso que supone respecto a la presencia que la Historia Antigua de la Península Ibérica tenía en la denostada y criticada Ley Wert que obra aun en la web del Ministerio como marco normativo actual, una presencia calificada a veces de anecdótica a efectos de la programación en el aula, es cierto, pero presente (podría decirse, incluso, que generosamente presente, con cuatro bloques de los ocho de que se compone el temario, dedicados a las Historias Antiguas, Medieval y Moderna), en cualquier caso, y no ausente -insolentemente ausente, podríamos decir- como lo estará, si nadie lo remedia, en esta denominada Ley Celáa. En relación a la "Historia de España" de 2º de Bachillerato, esa ley, que actualmente rige, glosaba en sus Anexos (p. 321) los contenidos concretos que la materia tendría diciendo "se dedica un primer bloque a los comienzos de nuestra historia, desde los primeros humanos a la monarquía visigoda; el segundo se refiere a la Edad Media, desde la conquista musulmana de la península; los dos siguientes estudian la Edad Moderna, hasta las vísperas de la Revolución Francesa; y los ocho restantes, la Edad Contemporánea". Pues bien, todos esos contenidos -detallados en las tablas de pp. 321-323- relativos al periodo comprendido entre la Prehistoria y 1812, quedan ahora totalmente borrados de las enseñanzas de "Historia de España" en el curso eminentemente preuniversitario, acaso el de mayor madurez de todo el ciclo educativo y el que condiciona en menor medida el bagaje con que nuestros estudiantes no sólo llegan a las aulas universitarias sino, incluso, eligen estudios superiores. De poco sirve mimar a las Facultades de Filosofía y Letras con grandes proyectos de reforma de sus espacios y regándolas con dinero público como hacen algunas autonomías del mismo signo político que nuestro Gobierno si, de facto, se las condena, en un par de generaciones, a estar vacías de alumnos o, si no vacías, sólo con estudiantes con interés por los dos últimos siglos de nuestro riquísimo -y envidiado en Europa y en el mundo- devenir histórico del que, sin embargo, en este país parecemos avergonzarnos. Es, sencillamente, tan increíble como doloroso y sonrojante y llena de pena a quienes creemos, de verdad, en el legado clásico como vector capital de nuestra propia identidad cultural española y, sí, también europea. De poco sirve el éxito comercial que tienen en nuestras librerías trabajos sobre la Antigüedad Clásica si ésta se borra de un plumazo de los planes de estudio y, además, en el curso, seguramente, más decisivo en la formación de nuestros futuros universitarios. El mismo Gobierno que pregona -en todo momento y ante cualquier eventualidad- no querer dejar a nadie atrás deja sin Historia, y sin futuro, a las próximas generaciones de jóvenes de nuestro país. Descorazonador.

Lógicamente, al margen del sesgo ideológico que tenga -y es evidente que lo tiene- el diario La Razón, la campaña que este periódico ha puesto en marcha nos parece -por todo lo dicho- que está más que justificada. Aun más, nos parece oportunísima especialmente si tenemos en cuenta que los documentos que ha puesto en circulación el Gobierno de España han sido compartidos, como más arriba recogíamos, para estimular el debate público aunque, mucho nos tememos que esa alusión al "debate público" es, como tantas otras de este Gobierno, una afirmación exclusivamente para la galería. El tiempo lo dirá, en cualquier caso. En este sentido, resultó demoledora la declaración de intenciones no confesables de la citada reforma, escrita por David Hernández de la Fuente, de la Universidad Complutense -que abría la serie- bien complementada por la reflexión que, justo un día después, firmaba el Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alcalá de Henares Luis A. García Moreno -en la que evidenciaba de qué modo poner el acento sólo en los acontecimientos posteriores a 1812 lo único que hacía era obviar los grandes siglos del desarrollo cultural de "lo hispánico", si se permite la expresión- o la escrita por Alfredo Alvar Ezquerra, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que sentenciaba que la reforma buscaba, sencillamente "laminar la Historia para demoler el Estado" o "borrar la Historia de Occidente", como afirmaba con acierto en otro artículo de estos días Alejandro Rodríguez de la Peña, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Se podrá estar de acuerdo o no en esta interpretación de las intenciones de la reforma, es cierto, pero lo que es indiscutible es que va a privar a nuestros jóvenes preuniversitarios de conocer a fondo casi veinte siglos de nuestra Historia y eso es un dato ciertamente incontestable. También El Mundo ha ido publicando interesantes artículos, a cargo de Olga Rodríguez San Martín, que, de hecho, ha publicado sagaces recopilaciones de términos que dicen mucho del verdadero espíritu de la reforma, además de señalar las carencias temáticas en las que, ahora, ésta tribuna de La Razón a la que pertenecen estos artículos que aquí recogemos está profundizando. 

Es, precisamente, por la cobertura cronológica de esta preocupante cancelación (todo lo acontecido entre el hombre de Atapuerca y la Constitución de 1812) por lo que la serie de artículos de La Razón ha sido, convenientemente, mucho más amplia y no se ha reducido ni a nuestro artículo del 29 de diciembre ni a los arriba citados -genéricos sobre los propósitos de la reforma, como se ha dicho- ni sólo y exclusivamente al marco de la Antigüedad (el lector curioso podrá dar con todos los episodios a partir de la etiqueta "Historia" de la edición digital de La Razón). De hecho, el nuestro es casi secuela del que, titulado "De celtas y Romanos: por qué estudiar la Historia Antigua de España", firmaba el 13 de diciembre el ya citado David Hernández y del magnífico "La España antigua en el cubo de la basura", que el 17 de ese mismo mes escribía Fernando López-Sánchez -también de la Universidad Complutense- o del que, sobre el legado visigótico ("La niña que no conocía a Leovigildo, ni que los godos se convirtieron al catolicismo") escribía Santiago Castellanos, de la Universidad de León (los medievalistas también se sumaron a la campaña, como muestra, entre otras, esta reflexión, "Una España sin Edad Media", también de hace apenas unas semanas). Pocos días después, Pedro Barceló, de la Universität Postdam, en Alemania, firmaba un excelente "Cuando hablábamos en latín" que reivindicaba el poder educativo -sí, también en Bachillerato, precisamente en Bachillerato que es cuando su legado mejor puede entenderse y valorarse- del mundo clásico y de su huella en nuestro país que, no se olvide, fue cuna de grandes y admirados escritores romanos y de varios de los más celebrados emperadores de Roma. Parece que en este mes de enero, La Razón va a seguir contando con colaboraciones en su sección de Historia que reivindicarán lo que del pasado nacional a nuestros jóvenes se está hurtando con esta propuesta de Ley. 

Si a esta práctica desaparición de los conocimientos sobre la Antigüedad peninsular se suma la igualmente residual presencia del Latín en el currículo educativo -y a favor de cuya salvaguarda ya ha enarbolado una vez más la bandera de la reivindicación, incluso tomando las calles, la Sociedad Española de Estudios Clásicos de la mano de la plataforma educativa "Escuela con Clásicos" y de otras asociaciones que, incluso, han  difundido un documento de alegaciones al borrador de Real Decreto de la ley que nos ocupa- no parece que el futuro se presente demasiado halagüeño. Ahora bien, será entonces -lo es ya, de hecho- momento de -para señalar a los culpables de este despropósito- sustituir el insultante genérico eufemístico "nuestros políticos" -cada vez más escuchado en los medios en estas últimas semanas- por el deíctico, acusador e inculpatorio "nuestro Gobierno" que, al fin y a la postre, será -es- el último responsable de, efectivamente, tirar -o, termine como termine esto, al menos pretender tirar- los grandes siglos de la Historia Romana -esos en los que Hispania fue, como escribió Tácito (Ann. 1, 78), y glosamos hace tiempo en este blog, un ejemplo para todas las provincias del orbe Romano- directamente a la basura del olvido y de la insignificancia educativa especialmente dolorosa para una tierra como la nuestra que, en tantas cosas, existe como resultado de la huella que, en ella, dejó Roma. 



ANNVM NOVVM

 


[CIL XV, 6201b1, lucerna de la segunda mitad del siglo I d. C., procedente de Roma, hoy en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York; ver ficha aquí]

Abrimos un nuevo año en Oppida Imperii Romani con el reto de alcanzar las 400.000 visitas desde que pusimos en marcha este espacio allá por el año 2008 y, como siempre, con el objetivo, fundacional en el blog, de aportar recursos para los amantes del mundo clásico en general y romano en particular, muchas veces centrados en el estudio de ciudades romanas, otras, sencillamente, en la transferencia de los resultados de nuestros proyectos de investigación, a saber los de Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava, intensos en los últimos años, y los más constantes sobre Vascones, ciudades víctimas de la crisis medioimperial y otras en proceso de monumentalización y, últimamente, también, el proyecto europeo Valete uos uiatores que, de hecho, cerrará en apenas unos meses y del que pronto os traeremos, aquí mismo, algunas sugerentes novedades sobre las que podéis estar también al día a través de nuestro canal en YouTube

Echando la vista atrás, a los años 2020 y 2021, en los que, definitivamente, hemos conseguido mantener una cadencia de tres posts mensuales, la entrada inaugural de cada uno de esos años ha resultado, en cierto modo, icónica. Así, en 2020 abríamos el que luego sería el primer año de la pandemia -que también motivó una etiqueta específica en nuestro blog- con una reflexión sobre la historicidad del episodio evangélico de los Reyes Magos que llena de ilusión cada comienzo de año y que lo hará, también, en éste. En 2021, sin embargo, fue el sensacional hallazgo de nuevos grafitos en un nuevo thermopolium de la regio V de Pompeya, el que motivó esa primera entrada anual. Ambos se cuentan entre los posts que acumulan más visitas en este espacio. Había, pues, que elegir un atractivo tema para el comienzo de este 2022 en que, como en los anteriores, hemos puesto tantas esperanzas. 

Teniendo eso en cuenta, amparándonos en el creciente éxito y en la utilidad que -especialmente ésta última para nuestra docencia en la asignatura "Epigrafía e instituciones romanas" que impartimos en el Diploma en Arqueología que ofrece la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra- está teniendo últimamente la etiqueta Epigraphica de nuestro blog, nos hemos propuesto traer aquí algunas de las felicitaciones de año nuevo más conocidas del mundo romano, o, al menos, las diversas materializaciones de esas felicitaciones en la documentación epigráfica del Occidente Romano aspecto, quizás, éste menos conocido para el gran público, principal destinatario de Oppida Imperii Romani que, en cualquier caso, no esconde su vocación de repositorio de materiales también para investigadores y estudiosos a los que, siempre, hacemos un llamamiento para mejorar los recursos que aquí se aportan con sus comentarios y puntualizaciones. 

Una vez más, como para tantas cosas en las que la Literatura Latina nos confronta con nuestro presente -como recordábamos en un post de hace algunos meses o como ha recordado con acierto uno de los libros más vendidos del año que se ha ido- son varias evidencias literarias las que nos informan de qué deseos invadían a los Romanos ante cada año nuevo. A saber y -entre otras- a tenor de una de las cartas que Séneca escribió a Lucilio en el último lustro de la década de los 60 del siglo I d. C. (Ep. 87), de una de las que Cornelio Frontón escribió -bien en el año 148 bien en el 149 d. C.- al emperador Marco Aurelio (Ad M. Caesarem 5, 30), de una reflexión de la Naturalis Historia de Plinio el Viejo (Nat. 28, 5) o de una de las elegías de Tibulo (2, 5, 81-82) sabemos que los antiguos Romanos solían felicitar el año que comenzaba -y, a veces, también cada nueva día, como muestra Terencio (And. 5, 4, 53)- aplicándole los adjetivos de faustus, prosperus, felix e, incluso, sacer, aunque fueron, sobre todo, el primero y el tercero de los adjetivos citados los más recurrentes en las felicitaciones que constan, al menos en las literarias y, como veremos, también en las epigráficas que, finalmente, traducían la costumbre cotidiana. Cualquiera de los adjetivos citados a partir de los textos escogidos recoge los que siguen siendo, hoy, nuestros deseos al comenzar el año: faustus, "favorable" conecta, también, con "afortunado" o "feliz" -felix, por tanto- y prosperus, por su parte, se vinculaba a la esperanza -implícita en el la segunda parte del propio sustantivo a través del término spes- de una mejor "prosperidad" que nacía de todo buen omen, de todo buen "presagio". Con arreglo a ello, de hecho, podría decirse que los deseos para el nuevo año, en Roma, iban relacionados con la fortuna, con la prosperidad y con la felicidad, nada alejados, por tanto, de los que llenan nuestros saludos en los primeros días de un nuevo año como el que acabamos de inaugurar (un buen análisis complementario sobre el valor y la semántica de esos términos, sobre su uso y su atestiguación, así como sobre las costumbres del año nuevo romano pueden verse en este site de la web Antiquitatem - History of Greece and Rome y, en castellano, en un útil post del blog Hortus Hesperidum).

Teniendo esto en cuenta, como se ha dicho antes, no resulta extraño que la fórmula annum nouum faustum et felicem pasase a la documentación epigráfica, fundamentalmente sobre tres géneros de inscripciones, todos ellos -desde un punto de vista temático y material- pertenecientes a esa amplia categoría de las "inscripciones sobre soportes y objetos diversos" -muchos de ellos de naturaleza doméstica- que establecimos en una publicación de hace algunos años (ANDREU, J.: "Inscripciones sobre soportes y objetos diversos", en Fundamentos de Epigrafía Latina, Madrid, 2019, pp. 579-611). A esos tres géneros, con materializaciones muy concretas, nos atrevemos a denominarlos como [1] el epistolar; [2] el propiciatorio; y [3] el celebrativo -también con rasgos derivados del tipo anterior- tomando forma, por tanto, en tres tipos de soportes epigráficos diferentes: las tabulae ceratae, el ámbar,  y lo que en los bancos de datos epigráficos digitales al uso se ha catalogado con el término opus figlinae, es decir, la cerámica, especialmente, además, y de un modo prevalente -cuando no exclusivo- las lucernas con la que, hermosa, encabeza este post.

[1] Al primer género, el epistolar, pertenece una de las singulares tablillas del fuerte romano de Vindolanda, un enclave ubicado al pie del muro de Adriano, en Bardon Mills, Reino Unido. En dicha tabilla Hostilio Flaviano, seguramente uno de los prefectos del acuartelamiento, saluda en el nuevo año a Flavio Cerial, uno de los comandantes del fuerte protagonista, en torno al año 100 d. C., de gran parte de la singular correspondencia con que nos ha obsequiado este lugar. En el texto, Hostilio Flaviano tras saludar a Cerial (Ceriali suo salutem) escribe, en letra cursiva: annum nouum faustum felicem tibi precor, "pido para ti un año nuevo próspero y feliz" (con foto y todos los datos aquí, en la ficha correspondiente en la web de las Vindolanda Writing Tablets Online o, también, con foto más amplia que rescatamos para cerrar este post, en la ficha incluida en la página del proyecto Roman Inscriptions of Britain). Hasta hoy, se trata de la única carta con este tema y esta fórmula que ha llegado a nosotros en el registro epigráfico, de ahí su singularidad y, también, su notable fama. 

[2] Al segundo grupo de inscripciones, que más arriba hemos llamado propiciatorio, pertenecen casi como unicum, tres hermosas hojas de laurel en ámbar que, hoy en el Museo Archeologico Nazionale di Aquileia (CALVI, C., "Le collezioni di arti suntuarie del Museo di Aquileia", Antichità Altoadriatiche, 24, 1984, pp. 29-38, esp. p. 36, Fig. 3) formaban parte del tocador que hacía de ajuar del sarcófago de la joven romana de Aquileia Antestia Marciana -descubierto en 1937 (BRUSIN, G., "Aquileia. Ritrovamenti occcasionali", Notizie degli scavi di Antichità, 13, 1937, pp. 190-196; sobre él puede verse, como síntesis GIOVANNI, A., y FEUGÈRE, M., "Aquileia. Considerazioni sul corredo funerario di Antestia Marciana", Instrumentum, 12, 2000, pp. 36-37)- y que, por el contexto del enterramiento del que formaban parte, se fechan a comienzos del siglo II d. C. (puede verse fotografía de dos de ellas en la parte inferior izquierda de este post). En estos días su imagen se ha popularizado en las redes sociales gracias a un post de la página de Facebook Passegiando per Roma y a otro de la de Odi profanum uulgus. Para las mujeres las joyas de ámbar eran una manifestación de prosperidad y de lujo (Plin. Nat. 37, 12, 2) y materiales en dicha resina fosilizada eran regalados al inicio del año en el mundo romano en un contexto que describiremos más abajo (sobre el significado y uso del ámbar durante la Historia Romana puede verse CARTWRIGHT, M., "Amber in Antiquity", World History Encyclopedia, 2007, s. pp.). Las tres hojitas conservadas -precisamente imitando hojas de laurel que, si se quemaban en año nuevo, como nos cuenta Tibulo en el pasaje antes enlazado, eran consideradas manifestación de buen augurio- tal como han sido editadas (GIOVANNI, A., y BLASON, S., Instrumenta inscripta Latina. Sezione Aquileiese, Aquileia, 1992, p. 50, nºs 79-80, que recoge también una strena en forma de lucerna  en pp. 49-50, nº 78) portan la inscripción an(num) n(ouum) f(austum) f(elicem) -con las letras del formulario separadas por hermosas vírgulas- que vuelven sobre el sentido literario arriba descrito.

[3] Sin duda, el tipo más numeroso de deseos de un año nuevo feliz en la documentación epigráfica romana lo constituyen las que hemos catalogado como inscripciones celebrativas. Constituyen este tipo lucernas en cuyo disco aparece, junto a una imagen de la Victoria, un círculo u óvalo, que, como escudo, porta esta diosa y en el que se lee, con diversas variantes y abreviaturas, annum nouum faustum et felicem mihi, es decir "año nuevo feliz y propicio para mi" -como en el caso de la que corona este post- o, en ocasiones, tibi"para ti". La diosa lleva también una palma a la que le rodean varios frutos (con seguridad dátiles e higos secos) y algunas monedas entre las que se reconocen, al menos, un victoriato, un denario con tipo de manos entrelazadas y caduceo (ambos habituales en la amonedación en plata de la tardorepublica romana) y un as con el rostro bifronte de Jano (habitual en la primera amonedación de Roma, en bronce y que, además, alude a una divinidad muy relacionada con las transiciones y, en particular, con el mes de enero, al que da nombre, de Ianus, Ianuarius que se ha conservado en el alemán Januar o en el inglés January y que se emparenta con ianua, "puerta", en Latín). Todo ese aparato decorativo permite pensar (así en WALTERS, H. B., History of Ancient Pottery. 2, Londres, 1905, p. 413) en que este tipo de lucernas se regalarían a personas queridas en el contexto festivo y de intercambio de regalos que, como se indicó en uno de los enlaces anteriores, acompañaba las strenae, los "regalos" del año nuevo romano -en parte los que aparecen representados en la lucerna- y que se intercambiaban entre amigos y personas queridas como manifestación de buenos augurios para el nuevo tiempo que comenzaba, un término el de strenae del que deriva el castellano "estrenar" (para otros ejemplos y simbología, puede verse esta página y las piezas CIL X, 8053, 5 de Caralis, en Cerdeña; CIL XV, 8613a, de Roma o, con abundante aparato gráfico y comentarios; las lucernas CIL XVI, 6196-6209, y otras, del Ashmoleam Museum de Oxford; desde una óptica bibliográfica, el tipo fue ya descrito por WALTERS, H. B., Catalogue of the Greek and Roman lamps in the British Museum, Londres, 1914, p, 118). De Carnuntum, en Pannonia, procede un grafito sobre una lucerna en el que un tal Sextus, seguramente el fliginarius, parece firmar, en la base de la pieza, los deseos de un annum nouum faustum felicem y, añade, iucund(um)"divertido" (CIL III, 12012, 18). Ese tipo está también presente en un ejemplar de Puteoli del alfarero C. Iun(ius) Alex(us) (CIL X, 8053, 103). Por su parte, de Cedonia, en la Dacia, procede un molde de cerámica con la fórmula accipio annu(m) nouu(m) felice(m) (CIL III, 6287) semejante a la que, con la variante [annum nouu]m lucro accipio, fue hallada en Westheim, en la Raetia (CIL III, 6009, 07), algo así, en ambos casos como "recibo un año nuevo feliz" o, "recibo con ganancia un año nuevo feliz".

Recibamos, pues, así, y con la esperanza que reclamábamos en nuestra reciente felicitación de Navidad, a este recién iniciado 2022. Que traiga todo lo mejor, y resulte fausto, feliz, propicio y divertido para todos los lectores de Oppida Imperii Romani.