AVGVSTA EMERITA (Mérida)








[Templo del culto imperial, arena del anfiteatro y cupa del Museo]
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Situación: La monumental ciudad de Mérida, capital de la histórica región de Extremadura y antigua capital de la prouincia Lusitania -una de las más intensamente colonizadas por Roma en la Península Ibérica (puedes descargar desde aquí un histórico trabajo de A. García y Bellido sobre la cuestión)- es hoy una ciudad provincial de en torno a 12.000 habitantes y que conserva uno de los más notables repertorios arqueológicos de cuantos brindan las antiguas ciudades hispanas. Teatro, anfiteatro, circo, foros y un excelente y pionero -en todos los sentidos, también en las actividades que despliega- Museo Nacional de Arte Romano (en adelante MNAR) han convertido a Mérida en una de las capitales de la arqueología romana en España y, prácticamente, en un referente en la Arqueología Clásica a nivel europeo. Ciertamente, no es para menos, sólo su antiguo nombre, Augusta Emerita, evoca la grandeza del pasado romano hispano. No en vano, es Ciudad Patrimono de la Humanidad.
Acceso: Con una moderna estación de autobuses -al otro lado del Puente de Lusitania, y frente al moderno y envidiable Palacio de Congresos-, una ya algo desvirtuada estación de ferrocarril (es una pena que los trenes antiguos que enlazaban Barcelona, por ejemplo, con Mérida, a través de Madrid, ya no circulen) y, sobre todo, una excelente red de autovías en su alrededor, Mérida sigue siendo hoy -como lo fue en la Antigüedad (conectada con Olisipo, Hispalis, Corduba, Caesaraugusta, como rezan los itinerarios: It. Ant. 414, 6, 418, 431, 3 o Rav. Cosm. 314, 6, 319, 416 y 418, 20)- una ciudad perfectamente vertebrada. Desde Madrid, por ejemplo, se llega en coche a Mérida en apenas tres horas (ver itinerario recomendado aquí).
Tipología: Augusta Emerita -como nos recuerdan diversas fuentes literarias (Plin. Nat. 4, 116 y 117 y Str. 3, 1, 15) y aun las acuñaciones monetales (el tipo del reverso de una de sus series aun figura en el escudo municipal de la ciudad)- fue fundada como caput pontis ("cabeza de puente") a orillas del río Guadiana (Anae fluuio adposita, dice Plinio: "ubicada en función del río Guadiana") hacia el 25 a. C. por Augusto y por su legado P. Carisio con veteranos del ejército pertenecientes a las legiones X Gemina y V Alauda. Difrutaba, por tanto, del estatuto colonial. Pronto, hacia el 16 ó 15 a. C. la ciudad ya había puesto en marcha un notable programa monumental del que formaron parte teatro y anfiteatro y al que llegaron los programas iconográficos establecidos por Augusto en Roma (pincha aquí y consulta, además, el sensacional trabajo de NOGALES, T.: "Culto imperial en Augusta Emerita: imágenes y programas urbanos", en NOGALES, T., y GONZÁLEZ, J. (ed.): Culto Imperial. Política y Poder, Roma, 2006, pp. 447-539). Dicho programa fue promovido por M. Agrippa, el lugarteniente de Augusto. Esa inicial vitalidad de la ciudad, desde luego, nos consta que la colonia la mantuvo hasta la época tardoantigua como revelan el notable lote de inscripciones tardías que ha proporcionado la ciudad (véase, para ellas el trabajo de RAMÍREZ SÁDABA, J. L., y MATEOS, P.: Catálogo de las inscripciones cristianas de Mérida, Mérida, 2000), las continuas refacciones del circo y del teatro documentadas por la Epigrafía (HEp13, 33 o CIIAE, 63), y su protagonismo como sede episcopal a partir del siglo IV d. C. (para una panorámica sobre la transformación de las ciudades hispanas en la época con atención especial al caso emeritense, puede verse un trabajo de inminente aparición: WITSCHEL, CH.: "Hispania en el siglo III d. C.", en ANDREU, J., CABRERO, J., y RODÀ, I. (eds.): Hispaniae, las provincias hispanas en el mundo romano, Tarragona, 2009, pp. 473-503, libro que, como decíamos, será presentado en este mismo mes de Junio en -desde luego- uno de los eventos científicos en materia de Historia Antigua que nos depara este verano y sobre algunos de los cuales informaremos pronto en este blog: pincha aquí si quieres asistir, gratuitamente, a la presentación del libro).
Descripción: El teatro (que cobra vida cada verano con las representaciones que en él se programan en el marco de los Festivales de Mérida y que aun hoy resulta imponente: ver reconstrucción virtual aquí y aquí e incluso con animación en vídeo en 3D aquí) a juzgar por las inscripciones ubicadas sobre los aditus de entrada a la scaena (HEp8, 31) fue levantado por el citado Agrippa hacia el 15 a. C. seguramente algo antes que el anfiteatro -fechado en el 8 a. C.- en el que también una inscripción de época augústea (AE, 1959, 28) informa sobre su construcción. El primero pudo acoger hasta a 6.000 espectadores y se asentó sobre una estructura granítica hacia el exterior que, sin embargo, en las partes más monumentales, mostraba claras evidencias del mármol como soporte decorativo y ornamental propio, por otra parte, de la peculiar gramática del poder romano (sobre éste en Hispania y e los programas decorativos de sus ciudades puede verse la síntesis de RODÀ, I.: "La explotación de las canteras en Hispania", en Hispania, el legado de Roma, Madrid, 1998, pp. 113-117, un asunto en el que la investigación hispana es ya pionera como da prueba la celebración, en apenas unos días, en Tarragona, del IX Coloquio de la ASMOSIA, la asociación para el estudio de los mármoles y otras piedras empleadas en la Antigüedad). Del anfiteatro, quizás lo más sobrecogedor sea comprobar cómo el podium que separaba la arena del graderío conserva aun las marcas de las grapas de fijación de una colorista serie de paneles con pinturas de temática gladiatoria de diverso género y que hoy pueden visitarse en el MNAR (pincha aquí para ver uno de los ejemplares más conocidos). Pero Augusta Emerita -todavía hoy- es mucho más que el complejo de espectáculos aquí referidos. En el otro extremo de la antigua colonia todavía se conservan los imponentes restos del circo, edificio de carreras de caballos y -como sabemos por la epigrafía- también de naumachiae navales (puedes ver su ubicación en el plano de la antigua colonia a partir de este meritorio vídeo de YouTube y unas impactantes fotografías aéreas en el blog El Tablero de Piedra, que consagra una entrada a los circos romanos hispanos: pincha aquí). Con una capacidad estimada en torno a los 30.000 espectadores no es hoy uno de los puntos arqueológicos más visitados de la ciudad pero, sin embargo, es uno de los más recomendables para comprender la capacidad romana de modificar el paisaje y también de qué modo -como también sucedió con el teatro y el anfiteatro- el crecimiento urbano empleó muchas veces estras construcciones romanas como canteras (el otro ejemplo emeritense de esta realidad propia de la "evolución urbanística" lo constituiría La Alcazaba, donde el viajero aun puede sorprenderse encontrando empotradas entre sus sillares estelas funerarias, fragmentos ornamentales romanos o un elenco numerosísimo de cupae funerarias, de cierto arraigo en la zona). Si el circo es manifestación del poder constructivo de Roma, desde luego, no lo son menos el Acueducto de Los Milagros, el Puente Romano del Guadiana, el Acueducto de San Lázaro o, por supuesto, el Embalse de Proserpina (para una discusión sobre su romanidad, no debe dejarse de visitar la meritoria y muy documentada web TRAIANVS) que nos hablan de los modos de captación de agua para la ciudad, también evidenciados a partir de una inscripción relativa a un Aqua Augusta -en litterae aureae: "letras de aplique doradas"- hoy en el MNAR (AE, 1984, 493). De la esfera religiosa -y también oficial- quedan en pie todavía el denominado Templo de Diana -que, en realidad, era el templo del culto imperial y cuyo aspecto actual puede verse en una de las fotos que encabeza este post (para este conjunto es inexcusable la reciente monografía de ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J. Mª., y NOGALES, T.: Forum coloniae Augustae Emeritae: Templo de Diana, Mérida, 2003)- o el denominado "hornito de Santa Eulalia", hoy centro de devoción emeritense construido con materiales arquitectónicos y ornamentales de un templo consagrado a Marte por la hija de un destacado senador lusitano (CIL, II, 468). Y, lógicamente, no puede darse por visitada Augusta Emerita si el viajero no se zambulle en esa auténtica puerta hacia el pasado que es el MNAR, emblemático edificio diseñado por el tudelano Rafael Moneo, y que, aunque exhibe sólo un pequeño porcentaje de los materiales hallados en la ciudad es, desde luego, sobrecogedor (como anticipo, valga la excelente Visita Virtual que propone la propia web del Museo).
Bibliografía: Sobre temas emeritenses, el esfuerzo del equipo editorial del MNAR, ha convertido la ya nutrida serie de Monografías Emeritenses en todo un referente bibliográfico básico para quien quiera profundizar en determinados aspectos históricos, arqueológicos y epigráficos sobre Augusta Emerita (pincha aquí para ver el catálogo). Al margen de dicha serie, resultan recomendables los trabajos generales de ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J. Mª.: El puente y el urbanismo de Augusta Emerita, Madrid, 1981, la guía de CALDERA, Mª P., y VELÁZQUEZ, A.: Augusta Emerita, Madrid, 1993, el trabajo de HERNÁNDEZ, J.: Augusta Emerita: estructura urbana, Badajoz, 1998 o el volumen de Archaeopress de DURÁN, R. Mª.: El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita, Oxford, 2003 (un diversísimo elenco de referencias bibliográficas sobre la colonia disponibles en PDF o en formato digital en la red puede consultarse en una sección monográfica -pincha aquí- de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes). Muy útiles resultan -a nuestro juicio- por tanto que recopilan todas las fuentes literarias, arqueológicas y epigráficas sobre esta ciudad antigua, los trabajos de PANZRAM, S.: Stadtbild und Elite: Tarraco, Corduba und Augusta Emerita zwischen Republik und Spätantike, Stuttgart, 2002 y del joven investigador OSLAND, D.: The Early Roman Cities of Lusitania, Oxford, 2006, pp. 46-51. La prestigiosa serie dedicada a las capitales provinciales de Hispania por la todopoderosa L'Erma di Bretschneider romana y que coordinara el malogrado X. Dupré, dedica su segundo volumen (ALBA, M., et alii: Mérida. Colonia Augusta Emerita, Roma, 2004) a los restos y la evolución histórica de Augusta Emerita. Como guía de bolsillo para el turista, en las oficinas de turismo es fácil conseguir la guía Mérida. Patrimonio de la Humanidad. Monumentos Históricos, Mérida, 2003 y que, desde luego, además de la información que pueda sugerir este blog, constituye un excelente "instrumento de viaje".
Recursos en internet: Al margen de los habituales canales de información turística ciudadana (especialmente útil es el portal gestionado al efecto por el Ayuntamiento de Mérida) muchas son las posibilidades que la red ofrece para conocer Mérida o para documentarse sobre los restos de la antigua Augusta Emerita. Una muy trabajada página de la Asociación de Turismo de la Vera ofrece una visita virtual a algunos de los más significativos monumentos de la antigua colonia. Por su parte, la prestigiosa Artehistoria también dedica una sección a los restos arqueológicos que nos ocupan (con excelente propuesta de vídeo) como también lo hace -desde la pluma de dos de los mejores conocedores de sus restos, el Dr. Álvarez Martínez y la Dra. Nogales, del MNAR- la sección de ciudades antiguas de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. El atractivo de sus restos ha motivado, además, notables esfuerzos de muchos internautas y blogeros anónimos que aportan documentación -no siempre del todo útil pero muy voluntariosa y digna de reconocimiento- sobre la antigua colonia (sólo el buscador Google ya arroja 50.000 entradas bajo el concepto "Augusta Emerita"). Destacaríamos, entre todos ellos, los de la sección dedicada a Augusta Emerita por la web Antiqua/Anales del Mundo Clásico, el blog de Augusta Emerita o la web -así denominada- de Augusta Emerita.
Recomendaciones: Mérida no es -o no da esa impresión- una ciudad turística estándar. Efectivamente, cuenta con notables ofertas de alojamiento (pincha aquí), sin embargo, el visitante tal vez eche en falta algunos servicios que requiere toda ciudad turística (más oficinas de turismo, horarios de visita de los establecimientos algo más amplios, diversidad de ofertas de restauración, etcétera). Sin embargo, es cierto que todo ello se suple con la extraordinaria hospitalidad de los emeritenses. Como se decía, alojamientos los hay para todos los bolsillos: el Parador Nacional de Turismo -ubicado en el corazón de la antigua colonia- constituye, sin duda, la oferta más sofisticada (si el visitante tiene la ocasión, pregunte por sus excelentes menús romanos que, en cualquier caso, sirven en ciclos temáticos y ocasiones especiales). Pero hay otras dos opciones de tipo medio que pueden resultar cómodas y que, desde luego, son igualmente recomendables: el Hotel Nova Roma -a pocos metros del MNAR- y, sobre todo -aunque algo alejado del centro histórico, cerca del Acueducto de Los Milagros- el Hostal Abadías, en un tranquilo y residencial barrio emeritense de nueva construcción. Éste último tiene, además, la ventaja de que presenta amplias zonas de aparcamiento en los aledaños, posiblidad de conectarse gratis a internet (lo que es un lujo en cualquier hotel moderno) y de que llegar a él es muy fácil para quien accede a Mérida desde Madrid. Otra cosa es, en Mérida, la restauración. Se echa en falta la diversidad de ofertas y gastronómica que -consideramos- debe caracterizar a cualquier ciudad turística. Tal vez porque la cocina extremeña goza de una excelente tradición, los sitios más recomendables -y casi los únicos que el visitante puede encontrar- tienen ese perfil más regional (que puede gustar o no). Entre todos ellos, nos quedamos con el Restaurante Antillano, con buen menú del día (10 € tanto para comidas como para cenas), excelente atención y afamada cocina. Cerca del Hostal Abadías hay, también, algunos simpáticos establecimientos donde se sirven tapas, raciones o bocadillos, como el Restaurante Los Eméritos, en la denominada Ronda de los Eméritos (para una oferta más amplia puedes pinchar aquí). No cerraremos este post sin una última sugerencia: los Cursos de Verano que el MNAR, en colaboración con la UNED, organiza cada año sobre cuestiones vinculadas al mundo antiguo son, junto con los referidos festivales de teatro clásico, dos pretextos más -si es que no eran suficientes- para acercarse a esta ciudad.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias, Javier, por esta entrada. Mérida es uno de esos lugares que no dejan indiferente.

    Me atrevo a hacer un apunte: a unos 18 km al sureste de Mérida se encuentra el pueblo de Alange, cuyas termas y otros restos arqueólogicos (arte rupestre postpaleolítico, asentamientos del Bronce, castro del Hierro II, basílica visigoda, hisn emiral...) merecería una visita igualmente.

    Un abrazo,

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  2. Gracias, Marta, siempre tan precisa.

    Efectivamente, Extremadura está llena de encantos -también arqueológicos- y Alange (que no conozco) es una excelente opción como lo es también Capera, por ejemplo. Bienvenido sea, pues, tu apunte!

    De todos modos, ya sabes que la filosofía del blog trata de recomendar sólo lo que he tenido la suerte de conocer y aunque este post no refleja mi único viaje a Mérida (he estado ya cinco o seis veces) sí el último que al haber sido con motivo de un Congreso Internacional organizado por el MNAR (http://oliba.uoc.edu/icac/merida/) no me ha permitido "merodear" por los alrededores de Mérida todo lo que desearía.

    Pero, desde luego, Alange es una cita pendiente, máxime cuando desde nuestro Departamento de la UNED (http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,672909&_dad=portal&_schema=PORTAL) estamos trabajando en la cuestión el termalismo curativo peninsular en época romana.

    Gracias, Marta! Un abrazo,

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  3. Lo sé, lo sé... Incluso la profesora Mª Jesús Pérex Agorreta ha publicado algo al respecto:

    M. J. Pérex Agorreta, F. Díez de Velasco, C. Martín et al.: "Modelo de ficha geoarqueológica para un inventario de los centros mineromedicinales en la época antigua y medieval en la Península Ibérica. Aplicación para el caso de Alange (Badajoz)". 2ª Reunión Nacional de Geoarqueología, pp. 429-438. Madrid, 1992.

    Pero no es la única públicación, hay un buen número de textos dedicados a los yacimientos de ese pueblo, al que tengo especial cariño y en el que aún hoy puedes transportarte al pasado en un momento con sólo cruzar el umbral del edificio termal y acceder a las salas de baño.

    Gracias de nuevo.

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  4. A ver cuando puedo visitar Alange.

    De todos modos, aprovecho para recomendarte (a tí y a todos los lectores) una conferencia que, precisamente, dictarán Mª Jesús Peréx y Silvia González Soutelo sobre "Baño y salud en la Roma antigua: el caso hispano" en el marco de la IV Semana Romana de Cascante, a celebrar en el último fin de semana de Junio en Cascante (Navarra).

    Seguro que te interesará, y, desde luego, Cascante, con su excelente Centro Termolúdico, es un sitio que no deja indiferente a nadie (por su vino, su aceite, su gente...).

    Un saludo,

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  5. He estado en Mérida varias veces; también cerca de Alange y la Zarza; y siendo criado a orillas del Cantábrico me da verguenza decir que casi muero ahogado en el Guadiana.
    Volviendo al tema de Emérita Augusta hay que decir que se trata de algo simplemente IMPRESIONANTE

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  6. Neville, lo del Guadiana tendrías que contarlo... ;) Totalmente de acuerdo contigo. Augusta Emerita es, sencillamente fascinante.

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