[Epifanía de la portada de Santa María la Real, en Ujué, Navarra]
Transeamus usque Betlheem et uideamus hoc uerbum quod factus est. Según el evangelio de San Lucas (Luc. 2, 15, ver versión castellana aquí y latina completa aquí), con estas palabras ("marchemos, pues, a Belén y veamos a ese Niño que se nos ha anunciado"), y tras el gozoso anuncio del Ángel, los pastores se aproximaron a Belén para descubrir, por primera vez en la Historia, el Misterio de la Navidad. La narración de Lucas termina especificando lo que los pastores encontraron al llegar al portal, cómo uenerunt festinantes ("marcharon llenos de gozo") et inuenerunt Mariam et Joseph et infantem positum in praesepio ("y encontraron a María, a José, y al Niño, acostado en un pesebre").
Ya es Navidad; otro año -esta vez un, para quien escribe este blog, inolvidable y difícilmente superable 2010- se nos va y lo hace con ese especial y cálido espíritu de la Navidad. Y en Navidad, todos, creyentes y no-creyentes, viajamos -o, debemos viajar, al menos mentalmente- a Belén para dejarnos embargar por el Misterio de la Navidad. Es más, ese Misterio del portal nos asalta, gracias a Dios, en tantos y tantos belenes instalados en nuestras calles, en los escaparates de las tiendas de nuestras ciudades, en los apacibles nacimientos de muchas iglesias, o en el colocado en nuestra propia casa..., lo que, desde luego, hace difícil que nos sustraigamos a dicho "viaje". Y a Belén, desde luego, debemos volver nuestra vista todos para llenarnos de gracias del Niño Jesús -los que somos creyentes- o, en definitiva, para cargarnos -para todo el año nuevo- de la paz, la sencillez, la humildad, el amor y el cariño -todos, también los no creyentes- que de allí emanan, pues ésos son, además, los regalos del "misterio" de la Navidad: hacernos niños para, siendo más niños, ser más sencillos y estar, en definitiva, algo más pendientes de los demás.
Un año más, ¡Feliz Navidad a todos los lectores de este blog! De nuevo, y como ya es tradición en el post navideño de Oppida Imperii Romani (ver aquí el de 2008, y aquí el de 2009), esa felicitación va acompañada de música, al modo tradicional (ver aquí, con un llamamiento muy latino y muy adecuado al título y al espíritu de este post) o a un modo igualmente entrañable pero algo más poppy (ver aquí a través de una canción de ésas que, en apenas dos minutos, glosa a la perfección el espíritu navideño): el lector ya conocerá mis debilidades. Ojalá seamos capaces de, en estos días, viajar a Belén y -como los pastores- celebrar la Navidad festinantes, "llenos de gozo", extendiendo ese gozo también a nuestro alrededor y a lo largo de un venturoso 2011. ¡Felicidades a tod@s, querid@s lectores de este blog!
Buena imagen; Epifanía y última cena, principio y fin. Muy bien condensado el destino del recién nacido.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Diana, no había reparado en ese detalle pero, es cierto, Epifanía y Última Cena... no había sido elegida tan profundamente pero, lo cierto es que condensa muy bien, como dices, el "destino" del Niño-Jesús. Un abrazo,
ResponderEliminarQuerido Javier,
ResponderEliminarCuando he leído el trozo en que dejabas recomendadas unas notas musicales, no sé porqué me han venido las que cantaba en 1o de BUP, hace ya unos quince años. Efectivamente el clásico latino "Adeste Fideles" no pasa nunca de moda!!! Por cierto, Javier el artículo ("Pannonia"), ya ha sido publicado. En principio en breve estará en mis manos y podré entonces enviar gustoso un ejemplar.
Gracias por tu inestimable ayuda y Felices Navidades a tus lectores y, especialmente a ti Javier.
MiQueL
Gracias, Miquel,
ResponderEliminarAdeste fideles, quizás por el empleo "perenne" del Latín es uno de esos villancicos que todavía me emociona cuando lo escucho... además, efectivamente, como decía en el post, su letra es una invitación a celebrar "laeti et triumphantes" la Navidad. Así deseo que sea la tuya.
Me alegran las noticias sobre tu contribución al "Nuevo Miliario" y me recuerdan que, pronto, Los Bañales, también tendrán presencia en dicho órgano.
Un abrazo,