[Géza Alföldy, 1935-2011]
[Foto: © Carme Badía, Institut Català d'Arqueologia Clàssica]
Ya estamos en Noviembre, el mes que -en la tradición cristiana- se consagra a rememorar a los difuntos, a rezar por ellos y a tenerles, si cabe, diariamente, más presentes. En realidad, se trata de la hermosa cristianización -por otra parte lógica- de unas festividades que, en el calendario romano, tenían un cierto arraigo y una notable frecuencia que trascendía una fecha concreta, los llamados feralia, término bajo el que se englobaban los actos de llevar rosas, alimentos, ofrendas de todo tipo a las tumbas en honor de los Dii Manes, los "dioses Manes" protectores de los difuntos, sus espíritus, en realidad, algo que, de hecho, a veces dejaban previsto que se hiciera los propios difuntos anotándolo en sus mandas testamentarias y dejando constancia de ello, incluso, en los epitafios. En uno de ellos, por ejemplo, de Tarraco (RIT, 444) el difunto, el auriga Eutyches, pedía al caminante que esparciera flores sobre su busto (sparge precor flores supra mea busta, uiator: "te pido, caminante, que arrojes flores sobre mi busto") algo que, seguro, haremos muchos durante este mes sin olvidar que para los creyentes, desde luego, como reza el adagio agustiniano, las lágrimas se secan, las flores se marchitan y son las oraciones las que son realmente recogidas por Dios. Precisamente eso, spargere flores -lógicamente, en sentido figurado- quiero hacer yo en este post, a propósito de que hoy, precisamente, día 6 de Noviembre, se cumple un año del triste fallecimiento, en la acrópolis de Atenas y víctima de un paro cardiaco, del genial Géza Alföldy (Budapest 1935-Atenas 2011), seguramente el historiador de la Antigüedad más grande que haya conocido el último siglo y uno de los grandes maestros de nuestra disciplina. No le rendí homenaje en este blog en su día (sí recuerdo haber impartido, en Huesca, esa misma tarde, una conferencia que dediqué a su memoria) y hoy me gustaría aprovechar este espacio para recomendar a los lectores algunos trabajos suyos -elegidos de entre una vastísima e inabarcable al tiempo que admirable producción historiográfica- que, desde luego, me parece resultan imprescindibles para quien quiera conocer a fondo la Historia de Roma y, en particular, el modo cómo ésta se convirtió -como comentábamos en un post anterior no hace mucho (pincha aquí)- en una de las grandes civilizaciones epigráficas y deseen, además, enamorarse, de un particular modo de trabajar. La elección, además, para el título del post, de un fragmento texto epigráfico latino tarraconense -cuando la edición de un nuevo fascículo del Corpus Inscriptionum Latinarum, el "repertorio de inscripciones latinas", dedicado a las inscripciones de Tarraco, fue, precisamente, el último trabajo del Prof. Alföldy y éste estuvo, como él mismo reconocía (pincha aquí para acceder a su discurso cuando, en abril de 2009 fue investido doctor honoris causa por la Universitat Rovira i Virgili) tan vinculado a esta ciudad desde que publicó su Die römischen Inschriften von Tarraco, Berlín, 1975- es totalmente intencional. No tuve la fortuna de compartir mucho tiempo con él -si bien sí me impresionó que cuando me saludó por primera vez, en el verano de 2006, en Heidelberg, antes que por la marcha de mi trabajo, se interesó por si mi mujer y yo estábamos perfectamente bien instalados y a gusto en la ciudad del Neckar- pero es cierto que para muchos jóvenes investigadores como yo su labor científica ha resultado, y seguirá resultando, todo un referente...
Existen en la red muchos espacios que glosan la producción bibliográfica de este insigne sabio húngaro (se recomiendan especialmente las páginas del Seminar für Alte Geschichte und Epigraphik de la Universidad de Heidelberg, en la que profesó desde 1975 y cuya biblioteca de Historia Antigua y Epigrafía contribuyó a internacionalizar de un modo activísimo, y, en nuestro país, la que se le dedica en El anaquel de Spantamicus, de la Biblioteca Digital Cervantes Virtual ésta, además, con enlaces a versiones digitales de algunos de sus trabajos) y no han faltado los homenajes tanto por escrito (recomendabilísimo e insuperable, a nuestro juicio, es el de ABASCAL, J. M.: "Géza Alföldy (1935-2011)", Veleia, 28, 2011, pp. 319-328 que trabajó estrechamente con él en varios proyectos) como en actos académicos y coloquios (en este mes, precisamente, arrancará uno interesantísimo en Tarragona en el que tendremos la oportunidad -y el honor- de participar: pincha aquí para conocer el programa). Incluso la Serie 2 de la revista Espacio, Tiempo y Forma, del Departamento de Historia Antigua de la UNED dedicará su próximo número -el 25, ya en imprenta- a honrar la memoria de este investigador. Sin embargo, si, de verdad, el legado de un científico vive en su obra yo quisiera, en este honorífico post, recomendar cinco "básicos" -si se pueden llamar así- trabajos suyos que, a buen seguro -y privilegiando a aquéllos que, textualmente o en contenido, tienen su correspondiente traducción o adaptación al castellano-, harán las delicias de los enamorados de la Antigüedad Clásica que, ojalá, atesorarán este post como un espacio desde el que acceder a, como antes se dijo, una de las producciones más influyentes de la reciente historiografía sobre mundo antiguo.
[1] ALFÖLDY, G.: Nueva Historia social de Roma, Sevilla, 2012 (la primera edición fue en Weisbaden en 1984 pero el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla ha publicado hace apenas una semana ésta, sencillamente excelente, ampliada, revisada y actualizada por el propio autor poco antes de su fallecimiento: pincha aquí). Articulada en siete grandes bloques, la Römische Sozialgeschichte, ofrece una extraordinaria y documentadísima introducción a la evolución de la sociedad romana desde los tiempos monárquicos hasta la crisis del siglo III d. C. Desde que se publicó por Alianza Editorial, en España, a mediados de los ochenta (accede aquí a una versión en digital) ha sido libro un manual universitario fundamental para comprender el particular equilibrio que Roma fue capaz de hacer entre la centralización y la delegación de poderes en todos sus ordines sociales. Si, lector de este blog, eres estudiante de Historia y todavía no la has leído tienes ahora una oportunidad única, con el volumen editado por la Universidad de Sevilla, de acceder a ella...
[2] ALFÖLDY, G.: "La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico", Gerión, 1, 1983, pp. 39-61 (accesible online desde aquí) es, desde luego, un trabajo imprescindible -aunque no muy conocido, es cierto- y uno de los más geniales de cuántos -desde una óptica metodológica- están accesibles en castellano con la firma del profesor de Heidelberg. ¿Es la Historia una disciplina científica?, es más, ¿lo es la Historia Antigua y lo son las Ciencias de la Antigüedad? ¿de qué modo debe trabajar el historiador de los tiempos antiguos? ¿cuáles son las barreras y limitaciones de su trabajo? ¿cuál es su auténtico objeto de estudio? son cuestiones que se presentan aquí citando, además, una bibliografía que es, toda ella, de referencia sobre el estatuto del historiador. Imprescindible...
[3] ALFÖLDY, G.: Römisches Städtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfall für die Romanisierung, Heidelberg, 1987. Un libro -para quienes nos hemos dedicado al poblamiento y la organización territorial de la Hispania romana- ciertamente inexcusable y modélico además de envidiable (existe una cierta adaptación en castellano, con sus principales conclusiones en ALFÖLDY, G.: "Aspectos de la vida urbana en las ciudades de la Meseta Sur", en GONZÁLEZ, J. (ed.): Ciudades Privilegiadas en el Occidente Romano, Sevilla, 1999, pp. 467-485 y parte de la metodología aplicada en él puede verse en su trabajo "Administración, urbanización, instituciones, vida pública y orden social", en ABASCAL, J. M., y ABAD, L. (eds.): Las ciudades y los campos de Alicante en época romana, Alicante, 2003, pp. 35-57, disponible aquí en red). Como el propio Géza Alföldy argumentaba en su trabajo de Gerión el historiador de la Antigüedad está tan limitado respecto del número de fuentes con que puede contar -y respecto de la información que éstas aportan- que no puede permitirse desechar ninguna, que ha de trabajar con todas. El recurso a la documentación epigráfica, por supuesto a los textos escritos por los autores antiguos pero, también, a las evidencias arqueológicas debidamente puestas en valor en su relación con los otros dos tipos de testimonios puede transformar completamente nuestro conocimiento sobre el poblamiento antiguo. Así lo hizo el Römisches Städtwessen... respecto de Castilla La Mancha y muchos, después, hemos seguido la estela del investigador húngaro en otros ámbitos aplicando un modelo de trabajo que a él -y a la Historia Antigua Peninsular-, desde luego, le otorgó numerosos frutos.
[4] ALFÖLDY, G.: "Augustus und die Inschriften: Tradition und Innovation. Die Geburt der imperialen Epigraphik, Gymnasium, 98, 1991, pp. 289-324. Para quien escribe estas líneas es, sin duda, uno de los mejores y más influyentes trabajos del Prof. Alföldy, un estudio sobre de qué modo Augusto contribuyó a difundir el "hábito epigráfico" (sobre él véase este vídeo: pincha aquí) y convertirlo en un fenómeno absolutamente cotidiano, en "cultura epigráfica", en la primera gran globalización de la Antigüedad Clásica. La lengua en que está escrito y la excasa difusión de la revista Heidelbergense Gymnasium en nuestro país pueden dificultar el acceso a su contenido al lector de este blog, sin embargo, parte de los ecos de ese planteamiento inspiraron, por ejemplo, el coloquio BELTRÁN LLORIS, F. (ed.): Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente, Zaragoza, 1995, del que no es difícil encontrar algunos de sus trabajos en la red (pincha aquí) y en el que el propio Alföldy participó.
[5] ALFÖLDY, G.: "Pietas immobilis erga principem und ihr Lohn: Öffentliche Ehrenmonumente von Senatoren in Rom während der Frühen und Hohen Kaiserzeit, en ALFÖLDY, G., y PANCIERA, S. (eds.): Inschriftliche Denkmäler als Medien der Selbstdarstellung in der römischen Welt, Stuttgart, 2001, pp. 11-46. Otro trabajo metodológicamente inexcusable del sabio húngaro que, además, introdujo y desarrolló un concepto -el de Selbstdarstellung: "auto-representación"- que nos ha ayudado a todos los epigrafistas a entender mejor la semiótica de los textos sobre soporte duro en sus contextos primarios, en los lugares en que estuvieron expuestas y dónde sólo en circunstancias especiales (en Los Bañales lo sabemos bien) suelen conservarse. Esta cuestión preocupó especialmente a Géza Alföldy en sus dos últimas décadas de trabajo y, sí, también puede seguirse la estela de la misma en algunos trabajos, e incluso en alguna sugerente entrevista, en castellano, fáciles de localizar. Como trabajo en castellano que recoge ese planteamiento puede verse "La cultura epigráfica de la Hispania romana: inscripciones, auto-representación y orden social", en Hispania. El legado de Roma, Zaragoza, 1998, pp 289-301 (un libro imprescindible, por cierto) pero, también, los vídeos, grabados en el Parque Arqueológico de Segobriga, en el otoño de 2004 (especialmente éste).
Lógicamente, estas cinco recomendaciones -más de carácter metodológico y disciplinar que epigráfico, como se ha podido comprobar- no agotan, ni mucho menos, todo lo que podría recomendarse leer de este insigne epigrafista. Quien -como el propio G. Alföldy dejó escrito en uno de los trabajos arriba citados- sienta que su corazón late más deprisa ante las inscripciones romanas y los restos arqueológicos antiguos (frase que aparece en el encabezamiento de presentación de Oppida Imperii Romani) no debería dejar de interesarse por el modo cómo esos documentos eran ordenados -primero-, descritos -después- y escudriñados -finalmente, pues ésa es la secuencia natural del trabajo de cualquier epigrafista- por este historiador. Epígrafes tan importantes como el que conmemoraba la construcción del anfiteatro Flavio por Tito (AE, 1995, 111a), como los complicadísimos del acueducto de Segovia (AE, 1997, 882, con vídeo explicativo aquí) y del arco de Medinaceli (AE, 2002, 796) o el apasionante Edicto augústeo de El Bierzo (AE, 2001, 1214) o como las últimas novedades epigráficas Segobrigenses (pincha aquí, por ejemplo) o el propio catálogo Tarraconense (pincha aquí para un extracto) podrían servir de ejemplos del genial modo que Géza Alföldy tuvo de trabajar con las inscripciones y de la capacidad inspiradora de todos sus trabajos. Requiescat in pace.
[1] ALFÖLDY, G.: Nueva Historia social de Roma, Sevilla, 2012 (la primera edición fue en Weisbaden en 1984 pero el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla ha publicado hace apenas una semana ésta, sencillamente excelente, ampliada, revisada y actualizada por el propio autor poco antes de su fallecimiento: pincha aquí). Articulada en siete grandes bloques, la Römische Sozialgeschichte, ofrece una extraordinaria y documentadísima introducción a la evolución de la sociedad romana desde los tiempos monárquicos hasta la crisis del siglo III d. C. Desde que se publicó por Alianza Editorial, en España, a mediados de los ochenta (accede aquí a una versión en digital) ha sido libro un manual universitario fundamental para comprender el particular equilibrio que Roma fue capaz de hacer entre la centralización y la delegación de poderes en todos sus ordines sociales. Si, lector de este blog, eres estudiante de Historia y todavía no la has leído tienes ahora una oportunidad única, con el volumen editado por la Universidad de Sevilla, de acceder a ella...
[2] ALFÖLDY, G.: "La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico", Gerión, 1, 1983, pp. 39-61 (accesible online desde aquí) es, desde luego, un trabajo imprescindible -aunque no muy conocido, es cierto- y uno de los más geniales de cuántos -desde una óptica metodológica- están accesibles en castellano con la firma del profesor de Heidelberg. ¿Es la Historia una disciplina científica?, es más, ¿lo es la Historia Antigua y lo son las Ciencias de la Antigüedad? ¿de qué modo debe trabajar el historiador de los tiempos antiguos? ¿cuáles son las barreras y limitaciones de su trabajo? ¿cuál es su auténtico objeto de estudio? son cuestiones que se presentan aquí citando, además, una bibliografía que es, toda ella, de referencia sobre el estatuto del historiador. Imprescindible...
[3] ALFÖLDY, G.: Römisches Städtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfall für die Romanisierung, Heidelberg, 1987. Un libro -para quienes nos hemos dedicado al poblamiento y la organización territorial de la Hispania romana- ciertamente inexcusable y modélico además de envidiable (existe una cierta adaptación en castellano, con sus principales conclusiones en ALFÖLDY, G.: "Aspectos de la vida urbana en las ciudades de la Meseta Sur", en GONZÁLEZ, J. (ed.): Ciudades Privilegiadas en el Occidente Romano, Sevilla, 1999, pp. 467-485 y parte de la metodología aplicada en él puede verse en su trabajo "Administración, urbanización, instituciones, vida pública y orden social", en ABASCAL, J. M., y ABAD, L. (eds.): Las ciudades y los campos de Alicante en época romana, Alicante, 2003, pp. 35-57, disponible aquí en red). Como el propio Géza Alföldy argumentaba en su trabajo de Gerión el historiador de la Antigüedad está tan limitado respecto del número de fuentes con que puede contar -y respecto de la información que éstas aportan- que no puede permitirse desechar ninguna, que ha de trabajar con todas. El recurso a la documentación epigráfica, por supuesto a los textos escritos por los autores antiguos pero, también, a las evidencias arqueológicas debidamente puestas en valor en su relación con los otros dos tipos de testimonios puede transformar completamente nuestro conocimiento sobre el poblamiento antiguo. Así lo hizo el Römisches Städtwessen... respecto de Castilla La Mancha y muchos, después, hemos seguido la estela del investigador húngaro en otros ámbitos aplicando un modelo de trabajo que a él -y a la Historia Antigua Peninsular-, desde luego, le otorgó numerosos frutos.
[4] ALFÖLDY, G.: "Augustus und die Inschriften: Tradition und Innovation. Die Geburt der imperialen Epigraphik, Gymnasium, 98, 1991, pp. 289-324. Para quien escribe estas líneas es, sin duda, uno de los mejores y más influyentes trabajos del Prof. Alföldy, un estudio sobre de qué modo Augusto contribuyó a difundir el "hábito epigráfico" (sobre él véase este vídeo: pincha aquí) y convertirlo en un fenómeno absolutamente cotidiano, en "cultura epigráfica", en la primera gran globalización de la Antigüedad Clásica. La lengua en que está escrito y la excasa difusión de la revista Heidelbergense Gymnasium en nuestro país pueden dificultar el acceso a su contenido al lector de este blog, sin embargo, parte de los ecos de ese planteamiento inspiraron, por ejemplo, el coloquio BELTRÁN LLORIS, F. (ed.): Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente, Zaragoza, 1995, del que no es difícil encontrar algunos de sus trabajos en la red (pincha aquí) y en el que el propio Alföldy participó.
[5] ALFÖLDY, G.: "Pietas immobilis erga principem und ihr Lohn: Öffentliche Ehrenmonumente von Senatoren in Rom während der Frühen und Hohen Kaiserzeit, en ALFÖLDY, G., y PANCIERA, S. (eds.): Inschriftliche Denkmäler als Medien der Selbstdarstellung in der römischen Welt, Stuttgart, 2001, pp. 11-46. Otro trabajo metodológicamente inexcusable del sabio húngaro que, además, introdujo y desarrolló un concepto -el de Selbstdarstellung: "auto-representación"- que nos ha ayudado a todos los epigrafistas a entender mejor la semiótica de los textos sobre soporte duro en sus contextos primarios, en los lugares en que estuvieron expuestas y dónde sólo en circunstancias especiales (en Los Bañales lo sabemos bien) suelen conservarse. Esta cuestión preocupó especialmente a Géza Alföldy en sus dos últimas décadas de trabajo y, sí, también puede seguirse la estela de la misma en algunos trabajos, e incluso en alguna sugerente entrevista, en castellano, fáciles de localizar. Como trabajo en castellano que recoge ese planteamiento puede verse "La cultura epigráfica de la Hispania romana: inscripciones, auto-representación y orden social", en Hispania. El legado de Roma, Zaragoza, 1998, pp 289-301 (un libro imprescindible, por cierto) pero, también, los vídeos, grabados en el Parque Arqueológico de Segobriga, en el otoño de 2004 (especialmente éste).
Lógicamente, estas cinco recomendaciones -más de carácter metodológico y disciplinar que epigráfico, como se ha podido comprobar- no agotan, ni mucho menos, todo lo que podría recomendarse leer de este insigne epigrafista. Quien -como el propio G. Alföldy dejó escrito en uno de los trabajos arriba citados- sienta que su corazón late más deprisa ante las inscripciones romanas y los restos arqueológicos antiguos (frase que aparece en el encabezamiento de presentación de Oppida Imperii Romani) no debería dejar de interesarse por el modo cómo esos documentos eran ordenados -primero-, descritos -después- y escudriñados -finalmente, pues ésa es la secuencia natural del trabajo de cualquier epigrafista- por este historiador. Epígrafes tan importantes como el que conmemoraba la construcción del anfiteatro Flavio por Tito (AE, 1995, 111a), como los complicadísimos del acueducto de Segovia (AE, 1997, 882, con vídeo explicativo aquí) y del arco de Medinaceli (AE, 2002, 796) o el apasionante Edicto augústeo de El Bierzo (AE, 2001, 1214) o como las últimas novedades epigráficas Segobrigenses (pincha aquí, por ejemplo) o el propio catálogo Tarraconense (pincha aquí para un extracto) podrían servir de ejemplos del genial modo que Géza Alföldy tuvo de trabajar con las inscripciones y de la capacidad inspiradora de todos sus trabajos. Requiescat in pace.
Un gran maestro. Yo tuve la fugaz oportunidad de coincidir con el durante un curso de doctorado sobre epigrafía que impartió en la Facultad de Humanidades de la UDC, y en el que dio en 4 conferencias sencillamente magistrales, incluida una sobre el Bronce del Bierzo. Acababa de salir hace poco su Provincia Hispania Superior, y estaba prensa precisamente su articulo sobre el edicto para Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik
ResponderEliminarPor aquel entonces ya había comentado informalmente la idea de rehacer su Historia Social de Roma, sin duda el mejor testamento que nos a podido dejar y el broche de oro de una carrera investigadora difícilmente inigualable. Estos días precisamente la estoy leyendo.
Son muchísimos los recuerdos que me trae la memoria del Prof. Alföldy. Entre los años 1999 y 2001 pasé doce meses a su lado en el Institut für Alte Geschichte de Haidelberg, tiempo que fue uno de los más productivos de mi investigación. Siempre recordaré las comidas semanales que mantenía con los investigadores visitantes en el restaurante italiano de la Hauptstrasse, y sus consejos sobre mi trabajo de investigación. Media hora de conversación en su despacho servía más que varios días de trabajo.Tengo la suerte de guardar -como el oro en paño- un ejemplar de mi tesina sobre los "conventus" con los comentarios de puño y letra del Prof. Alföldy, algo que para mí no tiene precio.
ResponderEliminarLa noticia de su fallecimiento me llenó de tristeza pues, como digo, me enseñó, me ayudó y me aconsejó. Por eso dejo constancia pública de mi agradecimiento a él.
Muchísimas gracias, Javier, por esta entrada del blog.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.
He de reconocer que yo le traté más bien poco pues apenas tuve oportunidad. Sin embargo, recuerdo que, en el año 2006, en Julio, recién llegado a Heidelberg para la primera estancia de investigación en el Seminar für Alte Geschichte (luego ha habido muchas más) se me acercó al lugar en que yo estaba trabajando intuyendo que yo era alguien nuevo y se interesó por mí. Le dije quien era y, en seguida, me ubicó. Pero, más allá de hablarme de "ciencia" lo primero que preguntó era si mi mujer y yo estábamos bien asentados en Heidelberg y si necesitábamos algo. Y es que, en este mundo universitario, a veces nos olvidamos de la "humanidad" que es, y debe ser lo primero... Ese detalle, me cautivó... Así era él...