POPVLVS COPIOSISSIMVS STATVARVM



[Sobre estas líneas, The Exedra, acuarela (1871) del pintor británico Sir Lawrence Alma-Tadema con varios tituli sepulchrales pompeyanos]

Hace ya algunos meses, quien escribe este blog recibió la invitación del Prof. Dr. D. Julián González, Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla, para participar en una nueva edición de los talleres de actualización -en este caso sobre Epigrafía Latina- que, desde hace varios años, viene organizando puntualmente la Delegación de Sevilla/Huelva de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. En esta ocasión, el reto era el de, en una serie de charlas (pincha aquí para ver el programa completo) ofrecer un acercamiento introductorio al papel jugado por las inscripciones, por los textos epigráficos, en la sociedad romana. ¡Una invitación, sin duda, irresistible y que, por tanto, era necesario aceptar y de la que, dada la notable presencia de la Epigrafía Latina en este blog (pincha aquí), nos parecía había que dejar constancia con un breve post por si el contenido de la citada charla podía ser de interés para alguno de los lectores de Oppida Imperii Romani! (por cierto, en estos días han empezado a difundirse por la red la web holandesa Saxa Loquuntur, un site en internet gestionado desde la University of Gröningen por el Prof. O. Van Nijf que cualquier amante de la Antigüedad Clásica en general y de la Epigrafía Griega y Latina en particular debe frecuentar pues ofrece, incluso, un sencillo tutorial para la lectura de inscripciones antiguas, especialmente griegas -pincha aquí- además de acceso al CIL Open Access y a un buen número de recursos online muy recomendables, y, también, se ha empezado a dar a conocer la imprescindible página Epigraphia3D, del Prof. Manuel Ramírez Sánchez, de la Universidad de Las Palmas, sencillamente cautivadora). 

Populus copiosissimus statuarum, así definía Cassiodoro (Cass. Quest. Var. 7, 13) la sociedad romana aludiendo al recurrente recurso de Roma a honrar con estatuas a sus ciudadanos distinguidos, un recurso que, incluso, como apuntaba Plinio el Joven, sabemos que llevaba a determinados hombres a la treta de que, si ellos mismos no recibían esos honores, eran ellos quienes los dedicaban a terceros (Plin. Epist. 1. 17) y de ese modo garantizaban su presencia en el espacio público aunque fuera homenajeando a otros. Esa humanissima ambitio de la que se hacía eco Plinio el Viejo (Nat. 34, 17) -y que nos servía hace algunos meses para encabezar nuestro post de valoración del ya imprescindible The Oxford Handbook of Roman Epigraphy (Oxford, 2014) (pincha aquí)- fue dando forma, sobre todo a partir de Augusto (ALFÖLDY, G.: "Augustus und die Inschriften. Tradition und innovation. Die Geburt der imperialen Epigraphik", Gymnasium, 98/1, 1994, pp. 289-324) al hábito de grabar inscripciones, a eso que se ha denominado el "hábito epigráfico" un concepto que expresa de modo muy gráfico el recurso de Roma al lenguaje inscrito sobre soporte duro (MAC MULLEN, R.: "The Epigraphic Habit in the Roman Empire", American Journal of Philology, 103-3, 1982, pp. 233-246, además de la valoración que de él hace F. Beltrán Lloris en su contribución -pp. 131-148, con toda la bibliografía necesaria- al manual Oxoniense: pincha aquí).

Ese singular hábito epigráfico -ya de raigambre claramente griega pero que, en realidad, tuvo su eclosión a partir del mundo romano- en el momento en que consumó la generación de un singular modo de comunicación -global en cierto modo pero con manifestaciones concretas de carácter local: la "cultura epigráfica" (ver, por ejemplo, COOLEY, A.: "Epigraphic culture in the Roman World", en The Cambridge Manual in Roman Epigraphy, Cambridge, 2012, pp. 117-326 aunque, en castellano, es célebre el vídeo que la Cervantes Virtual difundió sobre el tema a partir de una etrevista a Géza Alföldy: pincha aquí)- fue empleado, precisamente, cómo fórmula estándar para que los poderes públicos transmitieran información (eso es, de hecho, un monumentum, algo hecho para advertir algo -monere- a quien lo contemplaba) y para que los individuos particulares se mostrasen a la sociedad como les interesaba ser percibidos (a eso llamamos "auto-representación") generando, además, sobre todo en el medio urbano, un particular "paisaje epigráfico" cuyo análisis, desde luego, se ha puesto de moda en la investigación en los últimos años (muy válido es el trabajo de IGLESIAS GIL, J. M. y RUIZ, A. (eds.): Paisajes Epigráficos del Occidente Romano: monumentos, contextos, topografías, Roma, 2013), paisaje éste que fue configurando un espacio público repleto de textos para leer (esclarecedores son, a este respecto, los trabajos de M. Corbier, en particular CORBIER, M.: "L'écriture dans l'espace public romain", en L'Urbs: espace urbaine et histoire (Ie siècle av. J.-C.-IIIe siècle ap. J.-C.), Roma, 1987, pp. 27-60) y que hoy, gracias -al menos en las Hispanias- a extraordinarios conjuntos epigráficos -valgan como ejemplo Labitolosa, Segobriga o Los Bañales, entre otros- podemos, más o menos, reconstruir.

¿Qué función cumplía un texto escrito en un medio público en época romana? ¿Era la misma la función si el promotor de su difusión era el poder o era un particular? ¿Qué problemas tenemos para el conocimiento, la delimitación y la descripción del paisaje epigráfico de las ciudades romanas? ¿Qué inscripciones fueron las más expuestas en el corazón de la vida cívica de cualquier centro urbano romano, el foro, y con qué propósitos? ¿Qué virtudes solían exponer en público quienes promovían este tipo de textos para la consideración pública? Éstas y otras preguntas se analizaron en la citada conferencia (puedes ver aquí la repercusión de la misma en la sección de noticias de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra) cuyo material complementario -en realidad una síntesis que responde a muchas de estas cuestiones (teníamos previsto incluir también el audio pero se nos olvidó conectar la grabadora mp3: ¡mil perdones!)- se ofrece a continuación para disfrute, aprendizaje y -¡ojalá!- contagio de nuestra singular manía epigráfica entre los seguidores de Oppida Imperii Romani... 

Diapositivas de la conferencia "Inscriptiones in publico positae: reflexiones sobre el paisaje epigráfico de las ciudades romanas" (Sevilla, 17 de Marzo de 2015)



LOS BAÑALES: DE AGRI CVLTVRA


[Cubierta del cuaderno pedagógico De Agri Cultura: el campo en las Cinco Villas en época romana, segunda entrega -para la primera, pincha aquí- de la serie de cuadernos para escolares y familias promovidos por ADEFO Cinco Villas y la Fundación Uncastillo en relación con la intensa actividad pedagógica que se desarrolla en el yacimiento arqueológico de Los Bañales. En este caso, la edición es posible gracias a la Comarca de las Cinco Villas y a los Ayuntamientos de Biota, Layana, Sofuentes, Uncastillo y Sádaba. Pincha aquí para descargar el cuadernillo completo]

No es la primera vez (pincha aquí) que la expresión De Agri Cultura aparece encabezando un post de Oppida Imperii Romani. Tampoco es la primera vez que Teo, este simpático arqueólogo dibujado por la genial ilustradora Marta Guijarro, aparece en el encabezamiento de un post de este blog (pincha aquí). Esa expresión latina -tomada de los textos clásicos de Columela, Catón o Varrón- alude también al singular Centro de Interpretación que, con ese mismo nombre, explica en la localidad de Layana el paisaje rural que circundó la ciudad romana de Los Bañales y sobre cuyo audiovisual -sencillamente cautivador (puedes verlo aquí)- ya escribimos un post, también, hace algún tiempo (pincha aquí). 

Pero, lo cierto es que desde hace algunos meses -aunque para la presentación haya habido que esperar un poco- esa expresión latina es, también, la que da título al segundo cuadernillo -ojalá que no el último, de hecho, hay planes ya en marcha para que no lo sea- que, con una finalidad claramente pedagógica, pretende acercar a los escolares y a sus familias la huella romana -esta vez no tanto la que dejaron las ciudades de Campo Real/Fillera (Sos del Rey Católico), Cabezo Ladrero (Sofuentes) o Los Bañales (Uncastillo) sino la que nos ha quedado de las unidades de explotación, puesta en valor y disfrute de los recursos de los territoria rurales de aquéllas- tan presente en la Comarca de las Cinco Villas un acercamiento que, sin duda, es preceptivo porque, como hemos escrito otras veces, estamos convencidos de que donde van los niños acaban, también, yendo sus padres. Ese espacio, que en las Cinco Villas aparece salpicado de restos monumentales de antiguos conjuntos funerarios pero, también, de otros mucho menos espectaculares pero acaso igual de elocuentes lo conocemos muy bien pues, desde 2009, quien escribe estas líneas se lo ha "pateado" -siempre con la colaboración de tantos buenos cincovilleses y en compañía de Ángel A. Jordán- y, de hecho, gracias a ese trabajo pocos yacimientos arqueológicos peninsulares cuentan con una serie tan larga de hallazgos de unidades de poblamiento fruto de campañas continuadas de prospección arqueológica tanto en áreas inmediatas a la ciudad (Trabajos de Arqueología Navarra, 21, 2009 y 22, 2010) como en otras más periféricas (Espacio, Tiempo y Forma. Serie 1, 4, 2011), trabajos todos que han permitido trazar un -cada vez más claro (Cuadernos del Marqués de San Adrián, Número Extraordinario, 2009-2010)- modelo del que fuera el patrón de ocupación del territorio rural, del ager, en época romana en torno a Los Bañales y que, como es obvio, sigue muy de cerca el típico patrón del poblamiento rural hispanorromano (fundamental, a este respecto, al menos MANGAS, J., y NOVILLO, M. Á.: El territorio de las ciudades romanas, Madrid, 2008). 

Eso es, básicamente, pero adaptado al lenguaje de estudiantes de Primaria y, acaso, primeros cursos de Secundaria, lo que se transfiere en este cuadernillo. En él un simpático y joven Lucio Atilio, inspirado en las conocidas inscripciones del acotado funerario de los Atilii de Sádaba (CIL, II, 2973) se ocupa de ir introduciendo a los lectores en cuál era la relación entre campo y ciudad en el mundo antiguo, en cómo -y con qué formas concretas de poblamiento- se articuló ésta en el mundo romano y, también, en qué cultivos fueron los más atestiguados en el entorno del Valle Medio del Ebro en particular -y en las Hispanias en general- entre los siglos I a. C. y V d. C., los correspondientes a la fase de mayor intensidad del proceso de aculturación que denominamos, aun, Romanización. Además, se recomiendo al lector visitar algunos de los monumentales restos de esas potentes oligarquías hispanorromanas que pusieron en explotación las vegas de los ríos Riguel y Arba de Luesia. Ahora, sólo le toca al lector de Oppida Imperii Romani acceder a esta publicación y juzgarla él mismo. Si, además, sirve para que el lector descubra el potencial arqueológico de las Cinco Villas y nos visite en el marco del próximo Fin de Semana Familiar Romano que hemos preparado en Los Bañales para los días 17-19 de Abril próximos ya habrá poco más que pedir...

¡Ojalá os guste, nos ayudéis a difundirlo y aprendáis con él!