DIVERSAE GENTES



[Artículo publicado en Diario de Navarra, el 28 de julio de 2018, por el autor de este blog, y relativo al contenido de esta entrada, con el título "La Navarra antigua, entre la diversidad cultural y local y la globalización de Rom"]

El nuevo curso 2018-2019 comienza, en Pamplona, con una nueva cita del Congreso General de Historia de Navarra, en esta ocasión del IX Congreso de Historia de Navarra, una cita ésta que, tradicionalmente, ha constituido un sensacional seminario de grandes contribuciones a la Historia de Navarra en general y a la Historia Antigua de esta tierra en particular. Así podrá comprobarlo quien, con curiosidad, escudriñe las siempre magistrales publicaciones de sus actas (acceder a los índices aquí) en las que, de hecho, han visto la luz algunos de los trabajos que han marcado época respecto al asunto de la Navarra Antigua y de los Vascones, tan representados, por razones que todo lector asiduo conocerá, en este blog (ver, al menos, este reciente post, que remite a los anteriores). Además, esos coloquios, magistralmente convocados y conducidos por la Sociedad de Estudios Históricos de Navarra han sabido, en los últimos años, proponer para el debate temas de actualidad que siempre es bueno analizar también desde la óptica histórica. 

Este año, bajo el horizonte "Viejos y nuevos espacios de frontera", la organización del Congreso ha tenido a bien acoger en él (ver programa completo) una mesa titulada "Fecisti patriam unam diuersis gentibus: Roma en el solar navarro, entre la identidad local y la globalización cultural de Roma (siglos II a. C.-V d. C.)", asunto ése sobre el que versó el artículo publicado en Diario de Navarra en julio de este mismo año y que, gracias al empuje de Carmen Jusué, de la UNED de Pamplona, ha ido preparando, también en los medios, el Congreso al que aludimos. Como el trabajo que presentaremos para la publicación de las actas -centrado en el repertorio epigráfico de Santa Criz de Eslava- no coincidirá con el tema de la sesión -en la que, entre otros, participarán Javier Velaza, Javier Armendáriz, Luis Romero, Inmaculada Delage o Laura Díaz- nos ha parecido oportuno retomar el pulso a Oppida Imperii Romani con algunas reflexiones, acaso complementarias a las que se hicieron hace algunos meses en nuestro post "Navarrorum", antes enlazado, sobre el complejo mundo de las etnias y las identidades locales y la emergencia de las mismas en la Navarra antigua. Serán unas reflexiones sencillas, sin pretensiones pero que, ojalá, como el resto de entradas con la etiqueta Instrumenta o Disputationes, hagan pensar y resulten útiles a los lectores. Lo hacemos, también, una vez que la bibliografía sobre Vascones -con dos trabajos de referencia coordinados por nosotros, uno en 2103 y otro en 2009- ha dado el salto al escenario internacional y hace apenas año y medio ha visto la luz un trabajo de Timo Klär, en la Franz Steiner Verlag/Postdamer Altertumwissenschaften Beiträge, con el título Die Vasconen und das Römische Reich. Der Romanisierungsprozess im Norden der Iberischen Halbinsel. Dado el carácter heterogéneo de los lectores de este blog presentaremos esas afirmaciones de forma breve y en dos registros, uno más científico y, al final de cada ítem ([I], [II], [III], [IV] y [V] otro más coloquial en el que, en cualquier caso, a veces se haya tenido que incurrir en la simplificación.

[I] Tras un final del pasado siglo y un inicio del siglo XXI marcado, en la historiografía peninsular, por la atención a las etnias paleohispánicas, parece que puede concluirse que, respecto de ellas, etnicidad no es casi nunca sinónimo de identidad -al menos en el mundo antiguo- sino que, más bien, etnicidad es sinónimo de categorización objetiva por parte del observador romano (sobre este mismo tema, hace algunos años, publicamos un artículo en la revista Espacio, Tiempo y Forma. Serie 2. Historia Antigua, 22, 2009, con bibliografía, que aquí omitimos). Es decir, que tras la denominación de Jacetanos, Suessetanos, Sedetanos o Vascones, realmente, lo que subyace es un afán de ordenación, y control del territorio, por parte de Roma.

[II] El impulso científico vivido al abrigo de la historiografía reciente -y aplicado, además, como puede verse en el capítulo correspondiente a la cuestión en el volumen VII de las Revisiones de Historia Antigua de la Universidad del País Vasco (2013)- ha dejado totalmente desdibujada la lectura "autonomista" de las etnias antiguas peninsulares, tan explotada, no sin tópicos, desde los años ochenta (sobre el tema, de nuevo con bibliografía puede verse nuestra reflexión, relativa al asunto vascón, en Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013). Es decir, ni los Berones se corresponden con los riojanos, ni los Vascones con los navarros (ni mucho menos con los vascos), ni los Layetanos con los Barceloneses.

[III] Los elementos indicados más arriba -en [I] y [II]- se agudizan aun más, si cabe, a propósito de los Vascones y de la Navarra antigua y se hace muy difícil localizar los elementos que, para Roma -en esa patria una creada por Roma, en expresión de Rutilio Namaciano (De reditu suo, 1, 63-66)- pudieron hacer singulares a los Vascones. Así, ni el vasco fue la lengua mayoritaria ni la hablada por la elite en el supuesto "territorio vascón"; la mezcla cultural, y por tanto, también lingüística, parece ser el rasgo más característico de ese supuesto ámbito etnográfico; la heterogeneidad de posturas entre las ciudades a ellos atribuidos la nota característica en los conflictos de la conquista y de las primeras décadas del siglo I a. C.; y, por tanto, la existencia de una identidad estatal por parte de aquéllos desde la más remota Antigüedad totalmente ilusoria (salimos ya al paso de algunos de esos tópicos en el post "Navarrorum", ya arriba enlazado, en el que, además, citamos sólo opiniones de otros autores, a las que, de nuevo, remitimos; algunas citas complementarias a aquéllas se recogen en el SlideShare que, embebido, cierra este post). 

[IV] Probablemente, si algo hizo especial a los Vascones, a los ojos de Roma -confiriendo a éstos un sentido étnico que, más tarde, en la Antigüedad Tardía y en la política histórica, sería empleado con sentido identitario y territorial- eso fue la diversidad, la mezcla cultural (a nuestro juicio lo explicó muy bien F. Pina en su capítulo al volumen Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la Antigüedad peninsular (Barcelona, 2009), trabajo al que remitimos, con bibliografía), de ahí el título de diuersae gentes, que hemos querido, intencionalmente, dar a nuestro post

[V] Sobre ese crisol cultural que debió constituir el territorio del Valle Medio del Ebro -y, también, de Navarra- en la Antigüedad actuó la acción globalizadora de Roma. Es sobre ella, y a partir de su estudio que, acaso, podrán emerger algunos elementos originales, locales, vernáculos, que puedan dar más sentido a esa elusiva etnia de los Vascones antiguos y responder a qué pudo hacerlos especiales, si es que hubo algo, a los ojos de Roma. Urge pues analizar, entre otras cuestiones -y así lo están haciendo algunos de los investigadores que participaron en el panel del que aquí se da cuenta- las siguientes:

a) el modo cómo los Vascones -y sus vecinos- adoptaron las pautas del proceso de urbanización traído por Roma tanto en las guerras de conquista (caso de Gracchurris, por ejemplo) y en el conflicto sertoriano (caso de La Custodia de Viana, ya en territorio berón) como en época de Augusto (como los enclaves de Santa Criz de Eslava y de Los Bañales de Uncastillo están demostrando); 

b) la existencia, o no, de localismos de raigambre antigua en el material epigráfico muy acumulado, en territorio vascón, en la zona oriental y que, de hecho, en ciuitates como la de Santa Criz de Eslava, de notable y ya digitalizado repertorio epigráfico, recogido, además, en una zona de dominio lingüístico supuestamente vascónico, remite más bien a una intensa celtización y, por supuesto, latinización de sus gentes.

c) el sondeo y la búsqueda de pervivencias culturales indígenas en el contexto de la cultura material de la época (la cerámica de producción local, la iconografía...) atendiendo también a los elementos originales y a los momentos en que, como en la tardoantigüedad, estos pudieron emerger con más claridad.

Habrá pues, que estar atentos a la publicación, en la prestigiosa revista Príncipe de Viana, y en los próximos años, de las actas del Congreso y, en particular, de las relativas a los trabajos de la mesa redonda que inspira este post para ver si, con el paso de los años, efectivamente, vamos aportando algo más de luz -como se ha hecho en los últimos decenios- a este enmarañado pero apasionante asunto. 







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