ALBARRACÍN/CELLA (Teruel)






















[Estela funeraria de Ofilia Fusca, reutilizada en la construcción de la torre de la Catedral de Albarracín (CIL, II, 3171), uno de los spiramina de ventilación y constructivo en la zona de la Cañada de Monterde, y tramo de la canalización en el área del Barranco de los Burros]

Situación: La combinación de los topónimos Albarracín y Cella, dos localidades turolenses del extraordinario paraje de la -merecidamente- muy turística Sierra de Albarracín (pincha aquí para algunas sugerencias), evoca a quien está minimamente versado en la Arqueología Clásica peninsular una de las obras romanas más impresionantes -y, es cierto, tal vez de las menos conocidas, también a nivel científico- que puedan verse en el solar de la antigua Tarraconense: el sensacional acueducto romano de Albarracín/Gea/Cella que cuenta, además, ahora, con un muy recomendable -más que eso, imprescindible- Centro de Visitantes (ubicado en Gea de Albarracín, al pie de la carretera que se dirige a la citada Sierra) que lo hace, desde luego, más inteligible y que, además, supone un primer paso para una puesta en valor que, ojalá, en algún momento, pueda hacerse completa no sólo porque el monumento lo merece sino también porque las posibilidades turísticas que derivarían de su adecuada gestión y explotación serían, sin duda, muy notables. Dado que Albarracín vale, al menos, un paseo y, si hay tiempo, una visita detenida, y que, además, como se dirá más abajo, la capital provincial, Teruel, está a menos de 40 kilómetros, no hay excusa para -si te acercas por la zona- dejar de lado una visita generosa (que puede llevar una mañana completa) y detenida a este singularísima y -como hemos dicho más arriba- tremendamente impactante construcción a la que dedicamos un post en Oppida Imperii Romani porque, como veremos más abajo (véase "Tipología") parece formaba parte de la obra de abastecimiento de agua a una ciudad romana de la que poco sabemos pero que, a juzgar por la envergadura de su sistema hidráulico, debió ser ciertamente importante en la zona. Esta ciudad, en un momento de su historia, decidió incorporar este elemento monumental a su configuración urbanística, no en vano un acueducto era uno de los más claros e indiscutibles signos de romanidad (echa un vistazo, sino, a una conocida viñeta de Astérix, recogida en la voz "acueducto" de este sugerente Diccionario de Astérix).
Acceso: Los principales tramos visibles -y tal vez también los más impactantes- del acueducto de Albarracín/Gea/Cella son accesibles, fundamentalmente, desde Gea de Albarracín y, en concreto, desde el Centro de Visitantes al que arriba nos referimos. Éste sorprende al viajero al pie de la carretera N-234 que enlaza Teruel con Albarracín, justo a la entrada de la localidad de Gea, a la izquierda en sentido Albarracín y lo hace con un diseño arquitectónico que parece querer imitar el aspecto de parte de la obra del acueducto; un Centro del que, además, se ofrece también información en la web del Ayuntamiento de Gea (pincha aquí). Tras la recomendabilísima visita a ese Centro de Visitantes -la entrada sólo cuesta 1 €- el viajero puede acceder, siguiendo las indicaciones que se encuentran casi siempre a pie de carretera, a, cuando menos, cuatro tramos del acueducto de los ocho que son visitables (pincha sobre los tramos que incorporan hipervínculo para ver fotografías de los mismos en Google/Imágenes y hacerte cargo de la monumentalidad y atractivo del lugar): la Galería de los Espejos -ya llegando a Albarracín, al pie de la citada vía, a la derecha-, el Azud de Gea de Albarracín, el Barranco de los Burros y la Cañada de Monterde, accesibles todos, además, a través de un sendero perfectamente acondicionado (toda la información sobre ese sendero que se ha creado en torno al trazado del acueducto puede descargarse desde la web de Turismo de la Comarca de Teruel: pincha aquí aunque, insistimos, compensa concertar la visita guiada que se hace desde el Centro de Visitantes instalado en Gea de Albarracín: llamar al 620.863078 o consultar los datos en la web del mismo: pincha aquí). En el citado Centro de Visitantes de Gea se facilita, además, esa información adaptada al interés y a la disponibilidad de tiempo de cada cual y, sobre todo, se proyecta un audiovisual sobre el agua en el mundo romano -que, es cierto, tendría que haber hecho más hincapié en la intensa huella que esta cuestión ha dejado, arqueológicamente, en el Ebro Medio- de notable interés y, además, se ofrecen recreaciones, paneles y maquetas muy esclarecedoras sobre el modo cómo los ingenieros y obreros romanos trabajaron en la construcción de esta obra, manifestación clara, una vez más, de la capacidad de Roma de transformar el paisaje realizando, en este caso, un auténtico "trasvase" de cuenca desde el río Guadalaviar -pues la toma de aguas (caput aquae) del acueducto parece estar en dicho cauce, pese a que aun existe polémica al respecto- al valle del Jiloca -y, por tanto, al del Ebro- en Cella, lugar de destino del citado conjunto.
Tipología: En un ámbito tan extraordinariamente privilegiado en materia de hidráulica romana como es el Valle del Ebro (véase panorama general en el reciente trabajo de MARTÍN-BUENO, M., y MAGALLÓN, A.: "Los romanos y el agua en el Valle Medio del Ebro (España)", en L'eau: usages, risques et representations dans le Sud-Ouest de la Gaule et le Nord de la péninsule Ibérique, de la fin de l'âge du Fer à l'Antiquité tardive (IIe s. a. C.-VIe s. p. C.), Burdeos, 2012, pp. 255-276, en pp. 269-270 alude a "Un acueducto de notables dimensiones: el acueducto de Albarracín-Gea-Cella (Teruel)", título también ya imprescindible como lo son también algunos capítulos de ILLAREGUI, E. (coord.): Arqueología del agua, Herrera de Pisuerga, 2009) existen, y han desfilado por este blog, ciudades de las que conocemos completamente su sistema hidráulico (como Andelo, en Mendigorría, Navarra, o Los Bañales, en Uncastillo, Zaragoza, ambas de visita inexcusable para los amantes de la tecnología antigua), otras de las que se conocen gran cantidad de aspectos de su horizonte monumental pero para las que, sin embargo, la cuestión de su abastecimiento de agua nos sigue siendo esquiva o no ha sido, todavía, estudiada (Labitolosa en La Puebla de Castro, Huesca o Celsa, en Velilla de Ebro, Zaragoza) y, finalmente, existen también singulares casos como el que nos ofrece el acueducto de Albarracín/Gea/Cella en los que es el propio acueducto, el sistema hidráulico conservado, el que nos permite especular con la existencia de una ciudad que fue el destino de dicha obra y de la que, sin embargo, poco se sabe arqueológicamente aunque sí existen algunas publicaciones, de comienzos de los años noventa (ver listado aquí), que podrían certificar -como también lo hace la propia planta de la parte central del casco urbano de Cella- que en dicho lugar hubo una ciuitas romana (el Centro de Visitantes del acueducto ofrece réplicas y fotografías de algunos de los materiales recuperados en dichos sondeos) cuyo nombre todavía se ignora (también de Cella proceden, hoy en el Museo de Teruel, dos hermosas inscripciones funerarias, en concreto ERTe10 y 11) pero con la que es plausible conectar esta magna obra. Curiosamente, Hispania Epigraphica OnLine, haciéndose eco de NAVARRO, M.: La Epigrafía Romana de Teruel, Teruel, 1994, pp. 50-51, lista las inscripciones romanas procedentes de la vecina localidad de Albarracín -conservadas dos de ellas empotradas en la parte baja de la torre de la Catedral- como atribuibles a la ciudad romana de Vrbiaca, citada como parada de viajeros (mansio) en el Itinerario de Antonino (It. Ant. 447, 5), al servicio de la vía XXXI de dicha ruta, entre Laminium (Alhambra, Ciudad Real) y Caesaraugusta (Zaragoza), que algunos autores (véase más adelante el trabajo de M. Navarro y Mª Á. Magallón) hacen pasar por la Sierra de Albarracín. Esa Vrbiaca puede ser el oppidum Hispanum Vrbicua ("la ciudad hispana de Vrbicua"), que cita Livio (Liv. 30, 16, 9). De esas inscripciones procedentes de Albarracín -y que fueran ya vistas por el viajero portugués Juan Bautista Labaña, en el siglo XVII- es especialmente sugerente -y debe visitarse- la que, sobre una tabula ansata (justo a la izquierda de la estela que encabeza este post y a la derecha de un hermoso relieve con representación de una patera y un urceus libatorios) alude a un Annius tal vez adscrito a la Quirina tribus (AE, 2002, 803) y que podría alimentar la posibilidad de la presencia en la zona de un municipio de promoción flavia contemporáneo, por tanto, al momento de esplendor del acueducto -el siglo I d. C.- que, al fin y a la postre, sería, a día de hoy -prácticamente, y junto a estas inscripciones- la única evidencia -al menos visitable- del antiguo esplendor de ese centro urbano hispanorromano (sobre esas piezas debe verse, naturalmente, NAVARRO, M.: La Epigrafía Romana de Teruel, Teruel, 1994, pp. 88-89, nº 4 y BELTRÁN LLORIS, F.: "La epigrafía de Teruel. A propósito de un nuevo corpus provincial", AESpA, 69, 1996, pp. 295-306, p. 301). El asunto del poblamiento romano en la zona fue muy bien sintetizado por NAVARRO, M. y MAGALLÓN, Mª Á: "La Sierra de Albarracín (Teruel) en época romana", Tabona: revista de Prehistoria y de Arqueología, 8-2, 1992-1993, pp. 507-516 y, antes -y se le cita profusamente en los trabajos de M. Navarro- por COLLADO, O.: Introducción al poblamiento de época ibérica en el Noroeste de la Sierra de Albarracín, Teruel, 1990 (igualmente, las páginas que, en La Epigrafía Romana de Teruel, ya antes citada, dedica M. Navarro a la cuestión de Albarracín/Vrbiaca son básicas y de consulta inexcusable: pp. 49-51).
Descripción: Todos los acueductos parten del mismo principio técnico, el del traslado del agua desde una cota de toma, siempre más alta, hacia una de destino, en cota siempre más baja funcionando, por tanto, a partir del principio de la gravedad (para hacerse cargo de los sistemas constructivos y de los principios teóricos que los sustentaron sigue siendo fundamental consultar ADAM, J. P.: La construcción romana: materiales y técnicas, León, 2002, pp. 261-270 y, con carácter general, GONZÁLEZ TASCÓN, I.: "La ingenería civil romana", en Artifex: ingeniería romana en España, Madrid, 2002, pp. 33-176). Sin embargo, por más que conozcamos ejemplos de acueductos romanos, todos tienen algo singular, en unos lo fundamental son los grandes canales excavados en roca (riui o specus) que trasladaban el agua, en otros lo más reseñable es el sistema de arcadas (arquationes) con el que salvaban desniveles en pronunciados valles y en otros -tal vez los menos- lo esencial son los grandes paredones (substructiones) sobre los que se hacía circular la conducción (este vídeo de YouTube te ayudará a entender algunas de estas soluciones a propósito de los ejemplos de Roma, además de, por ejemplo, el reciente inventario que, para los casos hispanos, ha firmado BLÁZQUEZ, J. Mª.: "Los acueductos romanos en Hispania", en LAGÓSTENA, L., CAÑIZAR, J. L., y PONS, L. (eds.): Aquam perducendam curauit. Captación, uso y administración del agua en las ciudades de la Bética y el Occidente Romano, Cádiz, 2010, pp. 95-127, volumen también ya inexcusable). Pero -como ya se ha anticipado anteriormente- el atractivo fundamental del acueducto de Albarracín/Gea/Cella tal vez sea el de permitirnos -y ello se subraya muy bien en el Centro de Visitantes de Gea de Albarracín y en las publicaciones que se citan en la "Bibliografía" que acompaña a este post- entender diversas técnicas no siempre bien documentadas en Hispania así como el papel desempeñado por los diversos artesanos implicados en el proceso constructivo de una obra de estas dimensiones y, asimismo, el de ayudarnos a comprender cómo la construcción de spiramina de ventilación -esos "ventanales" que pueden verse, por ejemplo, en el tramo visitable del Barranco de los Burros- y de putei o "pozos" para la perforación de galerías (dos de esas "técnicas" a las que aludíamos) tenían una doble función, por un lado la eminentemente constructiva -facilitar el trabajo simultáneo de varias cuadrillas de artesanos (fossarii o fabri, con carácter general) y poder expulsar la piedra caliza que se iba excavando- y, también, por otro, la de uso permitiendo, a posteriori, accesos para ventilación y mantenimiento de estas complejas obras. Este último sistema es especialmente visible en el caso que nos ocupa en la zona de la Cañada de Monterde donde, además, algunos aliviaderos laterales permiten suponer no sólo el intento de liberar de presión al caudal del sistema -que se ha estimado en 300 litros por segundo- en ocasiones de exceso de agua de éste (de exceso de libramentum, como suele decirse en la expresión técnica apropiada, ver para todos esos conceptos: MORENO, I.: "Libratio aquarum. El arte romano de suministrar las aguas", en Aquaria. Agua, territorio y paisaje en Aragón, Zaragoza, 2007, pp. 125-143, accesible aquí) sino, también, una utilización complementaria de la obra a efectos de riego agrícola (por cierto que, sobre regadío en época romana en las Hispanias, acaba de publicarse un trabajo de BELTRÁN LLORIS, F., y WILLI, A.: "El regadío en la Hispania romana: estado de la cuestión", Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 21, 2011, pp. 9-56 -pincha aquí: el volumen, además, es un monográfico sobre La conducción de agua en el mundo romano- que vale la pena consultar, y no sólo porque Anna Willi sea becaria habitual de Los Bañales.... En este trabajo, en cualquier caso -p. 30- se excluye, siguiendo la opinión de A. Almagro, al que pronto citaremos, la función urbana para esta "prominente" construcción, como se la denomina) sin descartar que -como explica un trabajo de I. Moreno que se citará a continuación- parte de esos aliviaderos -o mejor llamados "registros"- sirvieran para liberar agua sobrante en momentos -sobre todo al discurrir el acueducto en túnel- en que un exceso de agua podía generar problemas al sistema para el que se analizaron todos los inconvenientes posibles que, lógicamente, fueron evitados o minimizados. Recorrer los diversos tramos del acueducto -al menos en el Barranco de los Burros y en la Cañada de Monterde pero, también, en la zona final del trazado, en las Eras de Cella, ya cerca de su destino- es, sencillamente, y como se ha dicho, "tocar la Historia": ver en detalle las marcas de los picos de los canteros -uno de estos instrumentos fue recuperado en los años noventa y trasladado al Museo de Teruel (una réplica puede verse en el Centro de Visitantes de Gea de Albarracín)-, seguir el ritmo de los orificios para la colocación de las lucernas para el alumbrado en los cuniculi ("galerías") más profundos, evocar las condiciones de trabajo en que debieron operar aquéllos artesanos... son algunas de las ventajas de visitar este acueducto... ¿no te decides aun a hacerlo? (en ese caso, aun hay margen para el asombro: los "Recursos en internet" con que el acueducto cuenta y, por supuesto, la extraordinaria calidad de las publicaciones que sobre él se han realizado en los últimos años, algunas de ellas, además, disponibles en red: lee el apartado "Bibliografía", seguidamente).
Bibliografía: Al margen de la que se ha citado -como referencia contextual y de carácter general- hasta aquí CASTELLANO, E.: "Un acueducto romano en la provincia de Teruel (Albarracín-Gea-Cella)", Teruel, 66, 1981, pp. 155-170 (revista del Instituto de Estudios Turolenses en la que tantos yacimientos arqueológicos de la provincia se han dado a conocer como vimos, por ejemplo, a propósito del sensacional conjunto de La Iglesuela del Cid otro inexcusable lugar de la Arqueología Clásica turolense), ALMAGRO, A.: "El acueducto de Albarracín a Cella (Teruel)", en MERCHÁN, F. (ed.): Artifex. Ingeniería Romana en España, Madrid, 2002, pp. 212-240 (puedes descargarlo directamente desde la sección "Bibliografía" de este enlace: aquí), y EZQUERRA, B.: "Acueducto romano de Albarracín-Gea-Cella. Abastecimiento de agua a la antigua ciudad de Cella (Teruel)", en Fragmentos de Historia. 100 años de Arqueología en Teruel, Teruel, 2007, pp. 219-223 (parte del contenido de este trabajo puede verse online en un pdf ofrecido por la Colección "Territorio" del Departamento de Política Territorial del Gobierno de Aragónaquí) son los tres principales estudios monográficos que han visto la luz sobre esta obra en relación a la cuál hay también un sugerente e igualmente esencial trabajo en la imprescindible web TRAIANVS, firmado por I. Moreno (pincha aquí) y de lectura necesaria, además de amena. Aunque I. Moreno y A. Almagro y B. Ezquerra difieren respecto de la toma de agua y de los usos -I. Moreno traslada el caput aquae del río Guadalaviar a unas fuentes ubicadas en Albarracín, de las que aun hoy se abastecería de agua la hermosa localidad turolense y, además, subraya (creemos que con acierto) la función urbana y de agua de boca para la obra, y apuntada, con datos arqueológicos, por B. Ezquerra- resulta muy sugerente la lectura de los tres trabajos máxime cuando están accesibes online. Por tanto, el lector de este post que quiera aprender sobre ingeniería hidráulica romana debe, desde luego, cotejar con atención ambos trabajos -¡excelentes!- y que, además, son muestra del bien que puede hacer a las Ciencias de la Antigüedad el diálogo constructivo entre ingenieros, arqueólogos e historiadores. Precisamente, el trabajo de I. Moreno y el de A. Almagro -pero también el de B. Ezquerra y otros de los que, a modo de inventario sobre la hidráulica romana en el Valle del Ebro, se han citado aquí- recogen muchos datos técnicos y métricos sobre la obra que son, sencillamente, apabullantes y que añaden, aun si cabe, más interés al conjunto: 25 kilómetros de recorrido, una capacidad de libramentum de agua de hasta 300 litros por segundo, túneles y galerías para albergar el specus excavadas, en ocasiones, hasta a 60 metros de profundidad, y tramos en roca de unas dimensiones medias de 1,70/2,20 metros de altura y hasta 0,8/1,25 metros de anchura...
Recursos en internet: El caso del acueducto de Albarracín/Cella resulta, cuando menos, curioso. No es el clásico acueducto que haya generado decenas de estudios científicos y, sin embargo, son múltiples las posibilidades documentales que la red ofrece para disponer de más información sobre él haciéndolo, además, en todo tipo de soportes y, en todos los casos, con datos de altísima calidad (todo ello prueba del innegable atractivo de este monumento). Desde luego, la información ofrecida por la web del Museo de Teruel (que recoge, además, toda la bibliografía básica) y un antiguo trabajo de A. Almagro en la inexcusable web Traianus (pincha aquí) deben citarse en primer lugar. Con voz propia en la Wikipedia (también en el breve inventario que ésta hace de acueductos hispanorromanos) -y, por supuesto, en la Xilocapedia, la enciclopedia cultural del valle del Jiloca- una singular galería de imágenes del acueducto puede verse en la Web del Patrimonio Romano en Aragón, siempre de consulta obligada, y una ficha básica del mismo en el blog de cultura grecolatina El Vellocino de Oro. Por su parte, el reciente proyecto de la Web del Patrimonio Hidráulico Romano en el Valle del Ebro (que en otros posts de este blog hemos referido como imprescindible) permite, a través del empleo de la moderna tecnología del Scanner 3D, realizar una visita y recorrido virtual por el acueducto ciertamente espectacular además de que presenta -basta pinchar en la pestaña "La roca como elemento arquitectónico: el acueducto de Albarracín-Gea-Cella"- toda la información métrica y topográfica del lugar que, prácticamente, con semejantes recursos, puedes "llevarte a casa". No faltan tampoco vídeos -como éste de YouTube- que reproducen, en cierto modo, las sensaciones que se despiertan en quien visita esta obra que, sin duda, es una de las más espectaculares de la Península Ibérica, un rincón en el que puede, de verdad, "tocarse la Historia". Por cierto, que para su explotación pedagógica -y sin ánimo de exhaustividad- en la red hay varios enlaces recomendables sobre acueductos e ingeniería hidráulica romana: por ejemplo los recursos que ofrece el CNICE del MEC para habituar a los escolares a la terminología básica en la materia, o la modesta síntesis que ofrece el dominio Acueductos Antiguos.
Recomendaciones: Quien escribe estas líneas se acercó al acueducto de Albarracín/Cella con motivo de una estancia, por motivos profesionales, en la UNED de Teruel que tanto servicio a nivel de desarrollo cultural y de extensión universitaria ha venido prestando -y aun presta- a las frías tierras de esta -a veces olvidada- capital provincial del sur de Aragón. Es por ello que las recomendaciones que se incorporan a esta sección de este post serán esencialmente "turolenses" no en vano Teruel puede ser una buena atalaya desde la que -como se sugirió no hace mucho en este mismo Oppida Imperii Romani- visitar no sólo el lugar del que aquí hablamos sino, también, el sugerente enclave de La Caridad, en Caminreal (las recomendaciones que se hicieron a propósito de esa ciudad celtibérico-romana valen también aquí dada la cercanía entre ambos lugares). Ciudad manejable, tranquila, grata y con encanto (pincha aquí para conocer todas las posibilidades que ofrece) -y que, además, últimamente se pone de moda cada mes de Febrero por las multitudinarias representaciones de las bodas de Isabel de Segura- Teruel ofrece una gran variedad de alojamientos de muy diversa gama que van desde el Parador de Turismo -algo descentralizado respecto de los atractivos turísticos de la ciudad- hasta funcionales y más asequibles -y extraordinariamente céntricos- hoteles con más o menos encanto como el Hotel El Mudayyan, junto a la hermosa iglesia y torre de El Salvador, o el Hotel Torico Plaza, de la siempre acertada cadena Sercotel, asomado a uno de los extremos de la conocida plaza del Torico, corazón del Teruel actual. Ciudad en la que la buena mesa es, también, tradición, no faltan restaurantes que recomendar para no perder la tradición propia de este blog. Quien escribe estas líneas citará el omnipresente Rokelín -ideal para comer de raciones, probar el jamón o almorzar a media mañana un café con un bocatín del extraordinario Jamón de Teruel: algo que resulta también muy grato hacer en la zona llamada del Óvalo, y, en concreto en el Bar Tapas y Copas-, el Restaurante Rufino -de cocina más moderna pero menú asequible, junto a la estación de autobuses, muy cerca, por tanto, del centro (el risotto de gambas es, sin duda, la mejor elección)- y, ya en la salida hacia Zaragoza, cerca del área universitaria, el Restaurante Delicias -también con menú asequible y comida muy bien preparada-. Pero, lógicamente, además de visitar Teruel, acercarse al acueducto de Albarracín/Cella es la mejor oportunidad para perderse por Albarracín -un pueblo que se ha convertido en una referencia en patrimonio y gestión del patrimonio gracias al trabajo de la Fundación Santa María de Albarracín- y para visitar, también, la célebre fuente de Cella, rodeada de misteriosas leyendas (pincha aquí). Por cierto, como el Centro de Visitantes del acueducto que nos ocupa está en Gea de Albarracín, no hay que perderse, en esa localidad, el delicioso chocolate con churros que se sirve en el Bar El Soguero, a pie de carretera, apenas 300 metros más allá del citado espacio de acogida e interpretación.

5 comentarios:

  1. maravillosa entrada, para remolonear en ella una tarde de invierno, del imprescindible Dr. Andreu

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  2. Gracias!
    Me alegra que os resulte atractivo el "post"

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  3. Una visita muy recomendada

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  4. Muy intersante y documentada entrada. Enhorabuena.
    Ana Ubé

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  5. Una gran puesta al día sobre la arqueología de la Comarca de la Sierra de Albarracín

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