[Mapa recogido en libro de texto de 1º ESO, de
Ciencias Sociales: Geografía e Historia, de la
Editorial Anaya (2015) elaborado, en los contenidos relativos a Navarra, por el geógrafo Juan José Calvo y los historiadores Román Felones e Iñigo Mugueta]
"Desde 2006 prácticamente, en mi historial investigador, no ha habido año en que los Vascones no hayan formado parte de mi preocupación investigadora bien en forma de artículos, conferencias -algunas, además, volcadas en mi perfil de SlideShare, como ésta- o, incluso, posts en este mismo blog (éste puede servir de ejemplo al tiempo que proporciona más material sobre algunas de las cuestiones que aquí van a discutirse)". Esto -que sirve como contexto, también, para esta nueva entrada- escribíamos en nuestro
blog hace ya seis años. Lo hacíamos en
uno de los posts más leídos de Oppida Imperii Romani -con más de 4000 visitas- y que alimenta, de hecho, una de las etiquetas, la de
Vascones, de mayor impacto social a tenor del número de lectores que suscitan sus entradas. El
post en cuestión lo compusimos con motivo de nuestra visita, en septiembre de 2017, a la exposición
"Navarrorum: Euskararen gaineko dokumentu nafarren bi mila urteko ondarea / Dos mil años de documentos navarros sobre el euskera", que entre septiembre y diciembre de ese año acogió el
Archivo Real y General de Navarra. De esta exposición, lo hemos sabido estos días, se ha publicado un catálogo que ha contribuido, si cabe, a amplificar el alcance de algunas de las imprecisiones y generalizaciones en que, a nuestro juicio, incurría el discurso de la muestra.
Dando razón a lo que afirmábamos en 2017, este año de 2022 también ha arrancado con atención investigadora a los Vascones de las fuentes antiguas los mismos a los que hemos dedicado hasta tres misceláneas con participación de diferentes colegas que, en cierto modo, entre 2006 y 2013, han contribuido a dinamizar la cuestión (
Navarra en la Antigüedad: propuesta de actualización, Pamplona, 2006;
Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia histórica de la Antigüedad peninsular, Barcelona, 2009 y
Entre Vascones y Romanos. Sobre las tierras de Navarra en la Antigüedad, Pamplona, 2013) y sobre la que hemos vuelto (pp. 63-187, esp. pp. 63-64 y 129-130) en la reciente
Opera selecta de Mª Jesús Peréx Agorreta (Madrid, 2021), una de las grandes estudiosas de la cuestión en las dos últimas décadas del siglo XX. La razón de nuestra atención, en estas últimas semanas, a esa "controversia vascona" la ha brindado nuestro colega de la
Universidad del País Vasco Antonio Duplá que coordina un número monográfico, de los
Anejos de Veleia, sobre la cuestión que esperan pueda ver la luz en la segunda parte del año en curso y en el que ha tenido a bien invitarnos a participar.
En esta ocasión, y aunque el lector de este
post deberá esperar a la publicación del volumen -que, oportunamente, se anunciará y que reunirá contribuciones de casi todos los colegas que han trabajado sobre la cuestión en las últimas dos décadas- hemos decidido contribuir a él realizando una aproximación al "imaginario colectivo" con el que los Vascones son conceptualizados por la sociedad de Navarra y del País Vasco no ya en los últimos años sino, prácticamente, desde los escritos primordiales de eruditos del XVIII, del XIX y de comienzos del XX como
Arnaldo de Ohienart,
José de Moret,
José Yanguas y Miranda (de su visión del asunto ya nos ocupamos en
nuestra contribución a Navarra: memoria e imagen. Actas del VI Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, 2006, pp. 23-42) o
Julio Caro Baroja (sobre él sigue siendo útil
el número monográfico de Revista de Historiografía, 4-1, 2006) todos bien conocidos por cualquiera que, en alguna ocasión, se haya aproximado a la cuestión. Y lo hemos hecho porque, es cierto, se ha ido operando respecto del asunto un cierto "frentismo historiográfico" -como lo ha llamado acertadamente el reciente trabajo de
LANZ, J., Los vascones y sus vecinos (siglos II a. C.-VIII d. C.), Pamplona, 2020, p. 18)- que, en cualquier caso, no ha sido sólo historiográfico sino que tiene, también, un cierto carácter social -cuando no político- como
anteriores -y recientes- posts de este blog han venido a demostrar. En parte, ya nos aproximamos al tema en un artículo del tercero de los volúmenes de recopilación arriba citado (
Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013, pp. 355-383) en el que trazamos algunos de esos rasgos a partir de las publicaciones escolares, didácticas, al uso en la Navarra de hace unos pocos años. Un escrutinio realizado, para este nuevo trabajo, en estas últimas semanas ha permitido comprobar que, efectivamente, algunos aspectos de ese "imaginario" se han matizado ligeramente en los últimos años -luego indicaremos cuáles- pero otros siguen fieles a cuestiones historiográficas que nacen de una esencialista, e interesada, interpretación de las fuentes antiguas y que parecen obviar lo que ya en los últimos años noventa un sagaz trabajo de J. J. Sayas puso de relieve, que, seguramente, la etnia histórica de los Vascones fue un constructo de Roma que, además, "no se deja confundir, totalmente, con el pueblo vasco antiguo y moderno" (SAYAS, J. J., "Algunas cuestiones relacionadas con la etnia histórica de los Vascones", en RODRÍGUEZ NEILA, J. F., y NAVARRO, J. (eds.),
Los pueblos prerromanos del norte de Hispania: una transición cultural como debate histórico, Pamplona, 1998, pp. 89-140, esp. p. 90; a este respecto es muy útil la digresión que este autor desarrolla en la nota 2 de un trabajo suyo publicado en
Espacio, Tiempo y Forma. Serie 2. Historia Antigua, 15, 2004, pp. 139-166 donde deja claro que los términos "vascón" y "vasco" no son equiparables) pese a los esfuerzos que, históricamente, se han hecho al respecto y a que, en parte, el atractivo de los antiguos Vascones descanse en parte sobre esa interesada identificación.
A día de hoy, parece que algunos se empeñan -insistimos, y lo vimos ya
en nuestro post sobre "Navarrorum"- en mostrar a lo Vascones con los siguientes cinco rasgos que definirían esa imagen social que estos tienen en el imaginario popular vasco-navarro:
[1] como un pueblo emparentado directamente con el vasco actual;
[2] cuya lengua, resistente a la Romanización y al paso del tiempo, fue el euskera (aunque hoy sabemos que ésta no fue ni la única ni la mayoritaria en la zona, como han demostrado J. de Hoz o B. Prósper o F. Villar, a los que "hacíamos hablar" en el
post enlazado varias líneas atrás);
[3] una lengua cuya dispersión, más tarde, por el País Vasco actual -pues no constan evidencias del mismo en esa zona durante la Antigüedad Clásica (para los registros lingüísticos de la zona es muy útil
VELAZA, J., "El vasco antiguo y sus vecinos según la epigrafía", en IGARTUA, I. (ed.), Euskara eta inguruko hizkuntzak historian zehar, Vitoria, 2012, pp. 75-84)- habría justificado el carácter también vasco de caristios, várdulos y autrigones, los pueblos antiguos de esa zona cuyo registro onomástico y toponímico, sin embargo, remite a un contexto indoeuropeo (
RAMIREZ SÁDABA, J. L., "Las ciudades vasconas según las fuentes literarias y su evolución en la tardoantigüedad", Antigüedad y Cristianismo, 23, 2006, pp. 185-199, esp. pp. 194-196);
[4] que, además, fue un pueblo no homogéneo no porque su nota característica -como se ha señalado sobradamente recientemente (véase, por ejemplo,
PINA, F., "Sertorio, Pompeyo y el supuesto alineamiento de los Vascones con Roma", en ANDREU, J. (ed.), Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la Antigüedad peninsular, Barcelona, 2009, pp. 159-214, esp. pp. 205-213)- fuera la diversidad étnica -con un espacio compartido con poblaciones ibéricas y, especialmente, indoeuropeas- sino porque, en él, se afirma que existían dos espacios diferenciados, el
saltus Vasconum, boscoso, apenas romanizado y sin evidencias de la vida urbana -contra lo que los trabajos, por ejemplo, de Aranzadi, están demostrando en Espinal-Burguete (
MARTÍNEZ-TXOPEREA, J. M., y ZUBIRIA, R., "La vía de Hispania a Aquitania en el paso del Pirineo por Ibañeta: resultado de la investigación sobre la calzada romana desde Campo Real-Fillera a Donezaharre/Sain-Jean-le-Vieux", en Erromatar garaiko galtzadak Aintzin Arona. Jardunaldiak - Jornadas sobre las calzadas romanas en la Antigüedad, Aritz-Burguete, 2017, pp. 151-204)- y el
ager Vasconum donde, sí, existían ciudades, algunas de estatuto privilegiado como
Cascantum,
Gracchurris o
Calagurris una dicotomía que debe romperse ya por razones que tienen que ver con el desigual sesgo, interés y fecha de los autores que transmiten ambas menciones y porque, muy probablemente (véase
URTEAGA, M., "El Vasconum saltus y Oiasso", Arkeolan, 15, 2007-2008, pp. 171-184) el primero de los términos, el del
saltus, más deba interpretarse como un distrito minero argentífero; y, por último,
[5] un pueblo que, además, contaba con una "capital",
Pompelo -nada de eso se puede inferir de los textos antiguos- cuyo nombre antiguo, prelatino, fue
Iruña de lo que -a diferencia de lo que sucede con la
Ilurcis anterior a
Gracchurris o la
Salduie anterior a
Caesar Augusta- nada dicen las fuentes antiguas (curiosamente, todos estos tópicos fueron repetidos por colegas arqueólogos y gestores de patrimonio en dos interesantes programas -
1 y
2-, emitidos el pasado otoño por
Navarra Televisión, en el popular espacio
El Tiramillas cuyo contenido en lo que respecta al mundo romano, en cualquier caso, debería hacer reflexionar a los responsables de la
Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra respecto de qué "marca Navarra", en materia de investigación arqueológica, estamos generando y de en manos de quiénes estamos dejando la gestión y transferencia del conocimiento histórico en materia arqueológica).
A priori, sería lógico llegar a pensar que sostener una caracterización de ese tipo -esencialista y territorializada- podría obedecer, se haga desde el País Vasco, se haga desde Navarra, a motivaciones políticas. Puede ser pero no entraremos aquí en esa discusión que, seguro, ya alimentará los comentarios que esta entrada suscite. Sin embargo, nos parece que en el mantenimiento y defensa -casi como patrimonio heredado e inmutable- de esos tópicos tienen mucho que ver -y han tenido- no sólo la
auctoritas de quienes, primero, sostuvieron, desde la erudición de finales del XIX o de los comienzos de la investigación sobre el tema en el XX, ese tipo de afirmaciones -muchas de las cuales, como demostrara hace no mucho
ALMAGRO, M., "Etnogénesis del País Vasco: de los antiguos mitos a la investigación actual", Munibe, 7, 2005, pp. 345-364, también han pasado a los estudios sobre Prehistoria- sino, también, el extraordinario alcance editorial que tuvieron, en los últimos años ochenta y primeros noventa del siglo XX, enciclopedias y síntesis históricas locales -auspiciadas por destacadas instituciones o editoriales vascas y navarras- en las que se volcó en ese momento el que era el
status quaestionis sobre el tema que sólo a partir de 2006 comenzó a verse modificado en algunos de sus extremos más característicos al ritmo de las publicaciones que tuvimos el privilegio de coordinar, más arriba recogidas. Nos referimos, por ejemplo, a trabajos como el
Diccionario enciclopédico del País Vasco (San Sebastián, 1985), la
Enciclopedia general ilustrada del País Vasco (San Sebastián, 2000), la
Gran Enciclopedia de Navarra (Pamplona 1990) o la
Historia de Navarra (Pamplona, 1993) que, de hecho, se citan, todavía, como material complementario en algunos de los textos escolares que sometíamos a análisis y escrutinio en la publicación de 2013 antes enlazada. Como se analizará en detalle en el texto que hemos entregado a imprenta en estos días, estos -y otros- volúmenes parecen insistir, del lado vasco o del lado navarro, en esos cinco rasgos fundamentales todos, como se dijo, totalmente superados por la investigación de los últimos casi quince años. La razón es lógica, parece más conveniente a un proyecto autonomista la imagen de unos Vascones identificados con el pasado de una Comunidad Autónoma moderna -sea la vasca, impropiamente, o sea la Navarra, con algo más de conocimiento de causa, aunque también de modo impropio- que el presentar a una etnia elusiva, seguramente minoritaria y que vivió en un claro contexto de diversidad, de auténtico trifinio cultural -como recordaba, parafraseando a Guillermo Fatás,
este trabajo de J. Santos Yanguas en el homenaje a este profesor zaragozano (Zaragoza, 2014, pp. 623-625) cuya síntesis FATÁS, G., "Los Vascones y su territorio", en MONTENEGRO, A. (dir.),
Historia de España. 2. Colonizaciones y formación de los pueblos prerromanos (1200-218 a. C.), Madrid, 1989, pp. 376-400 conviene releer hoy, casi treinta años después- y que, además, parece no tuvo -más allá de que algunos de sus integrantes, seguramente no la elite, hablase el vasco- elementos materiales distintivos respecto de su entorno cultural inmediato, claramente indoeuropeizado.
Sin embargo, es evidente que pese al peso que esos volúmenes -y otros cuya lista no vamos a aportar aquí y que se verán en el artículo en cuestión- han tenido en la configuración de esos "Vascones prototípicos" -como los llamaron con acierto FORTÚN, J. L., y JUSUÉ, C.,
Historia de Navarra. 1. Antigüedad y Alta Edad Media, Pamplona, 1993, p. 31- no todo está perdido y los esfuerzos de transferencia que, quienes investigamos sobre la cuestión, estamos haciendo en los últimos años, van recogiendo sus frutos unidos al esfuerzo de muchos docentes de Secundaria y Bachillerato por estar al día de esa investigación y dar, a sus resultados, espacio en las aulas y en los materiales pedagógicos complementarios. Dos botones como muestra. En un reciente texto de 1º de Educación Secundaria Obligatoria (GARCÍA SEBASTIÁN, M., y GATELL, C.,
Geografía e Historia. 1. 2. Historia, Barcelona, 2016, publicado por
Vicens Vives) y en el que, editado por Anaya, citábamos en el pie de la fotografía que corona esta entrada (CALVO, J. J., FELONES, R., y MUGUETA, I.,
ESO 1º. Ciencias Sociales. Geografía e Historia, Madrid, 2015) empiezan a vislumbrarse algunas enmiendas a los cinco puntos que, entre otros de ese perfil prototípico vascón de la historiografía tradicional, hemos querido destacar aquí. Así, aunque se sigue hablando de que "los Vascones (...) debían de tener cierta conciencia de grupo" y se sigue planteando la dicotomía
ager-
saltus Vasconum, se pone en valor la presencia de "celtas e íberos en territorio vascón" -un territorio que "no contaba con una unidad política ni con fronteras delimitadas, sino que era un área territorial que compartía algunas
características culturales comunes (lengua, creencias, costumbres)"-, se plantean actividades que pretenden conectar a los berones con los vascones y que buscan subrayar la diversidad del solar atribuido a estos últimos por las fuentes antiguas, se pone de relieve el carácter indoeuropeo de gran parte de la escritura paleohispánica atestiguada en la zona, se insiste en que "bajo estas denominaciones [étnicas] los autores romanos, como por ejemplo Estrabón, pretendían diferenciar de manera sencilla algunos grupos tribales de territorios del norte peninsular" y se pide, de hecho, que los estudiantes reflexionen sobre la fiabilidad de las informaciones transmitidas por los autores antiguos.
La aceptación social, por tanto, de los Vascones reales, no los de la historiografía ni los del imaginario colectivo de carácter popular y social -legitimador, como estudiamos hace tiempo en la
Revista de Historiografía, 8, 2008, pp. 41-54, de posturas políticas diametralmente opuestas y que siempre han puesto la cuestión territorial en el centro- es sólo cuestión de tiempo pues, como hemos repetido en varias ocasiones, y recordaba también HOBSBAWM, E.,
Sobre la Historia, Barcelona, 1997, p. 269, la transferencia de conocimiento es siempre lenta y cuando se trata de deshacer tópicos de carácter identitario, esa lentitud todavía es mayor. Paciencia, pues. Y trabajo. De igual modo que está cambiando la imagen sobre otras etnias del mosaico prelatino peninsular, llegará el momento en que, como escribió Plinio,
dein Vascones,
"entonces (serán) los Vascones" (
Plin. Nat. 3, 3, 22) los que serán asumidos por la sociedad como realmente fueron y no cómo, desde ópticas y presupuestos actuales, nos habría gustado que fueran.