PARVA LABENTIA (y III)

 

[Cornucopia en mármol blanco de Proconesos procedente de la ciudad romana de Campo Real/Fillera, en Sos del Rey Católico]

Si cuando hablamos de Epigrafía Romana, al mencionar el Corpus Inscriptionum Latinarum -el gran repertorio de inscripciones romanas que, surgido a mediados del siglo XIX, sigue aun alumbrando nuevos volúmenes- sentimos una cierta reverencia, cuando hablamos de estatuaria romana esa misma sensación se despierta en los investigadores cuando se habla del Corpus Signorum Imperii Romani. Si el CIL es el gran repertorio de las inscripciones latinas el CSIR es el gran repertorio de las esculturas romanas de todo el Imperio. Para la península ibérica, para las provincias hispanas, la edición de sus fascículos -el Corpus Signorum Imperii Romani España- se gestiona de modo ejemplar entre la Universidad de Murcia y el Institut Català d'Arqueologia Clàssica, dos de las instituciones que, por otra parte, más han contribuido en los últimos años a dinamizar la buena investigación arqueológica en nuestro país. De esos fascículos hispanos se han publicado ya diez siendo el último el que José Beltrán Fortes y Mª Luisa Loza Azuaga han dedicado a los materiales escultóricos romanos de la provincia de Cádiz (BELTRÁN FORTES, J., y LOZA AZUAGA, L., Corpus Signorum Imperii Romani. España. Provincia de Cádiz (Hispania Vlterior Baetica), Cádiz-Sevilla, 2020) si bien la serie se ha detenido en el repertorio escultórico de otras importantes ciuitates hispanas.

Si algo ha definido, precisamente, la categoría de los parua oppida en la que venimos trabajando desde hace algunos años (véase, al menos ANDREU, J., "El fenómeno de los parua oppida: definición y caracterización de una categoría urbana del interior de la Tarraconense", en Parua oppida. Imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades de la Tarraconense hispana, Uncastillo, 2020, pp. 3-24, pero también nuestra entrada "Parua oppida (y III)", en este mismo espacio) eso ha sido la temprana apertura de las comunidades que podemos calificar como tales a los programas iconográficos de carácter oficial -y, por tanto, también escultóricos, no sólo epigráficos- que, en muchos casos, se produjo, además, antes de su promoción estatutaria. Recientemente, por ejemplo, uno de nuestros colaboradores, con ya un extenso y brillante historial de publicaciones sobre la cuestión, se ha ocupado del tema en la última entrega de la serie de monografías de Los Bañales: ROMERO, L., "El trabajo del mármol en el programa escultórico del foro de Los Bañales de Uncastillo (Uncastillo, Zaragoza)", en ANDREU, J., BLANCO-PÉREZ, A., y ALGUACIL, E. (eds.), Pecunia communis. Recursos económicos y sostenibilidad de las pequeñas ciudades hispanorromanas, Ejea de los Caballeros, 2023, pp. 135-159).

Pues bien, como una actividad más del proyecto de investigación "De parua a oppida labentia: ciudad, ciudadanía y desarrollo urbano en el piedemonte vasco-aquitano (siglos I a. C.-II d. C.)" financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y de cuyos avances venimos informando en esta etiqueta de Oppida Imperii Romani, en estos días, tanto Luis Romero como quien escribe estas líneas estamos trabajando en la que será una de las próximas entregas del Corpus Signorum Imperii Romani y que, esperamos, esté lista para ser presentada el próximo mes de octubre en Pamplona ciudad que acogerá, también con paradas en Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava, la XI Reunión de Escultura Romana en Hispania para la que acabamos de abrir el call para comunicaciones. El volumen estará dedicado a recoger toda la documentación escultórica -no sólo de bulto redondo, también relieves- atestiguada en el territorio que las fuentes antiguas atribuyen a los Vascones, otro de los temas recurrentes en este blog. Constituirá, de hecho, el primer volumen de la serie de Corpus Signorum Imperii Romani que no coincide, en su ámbito geográfico de estudio, con una ciudad antigua o con una provincia actual sino que se centra en un territorio que -aunque de fronteras e identidad discutida y discutible- funciona -y, de hecho, ha funcionado- en cierta medida como categoría coherente para su aprehensión científica. No será ésa la única sorpresa que aporte el volumen pero para las otras el lector tendrá que esperar a su publicación...

Así, en estos días de intenso trabajo de preparación del manuscrito para su entrega a imprenta hemos tenido que realizar un balance -que figurará en el volumen- sobre cómo se ha ido formando y, en los últimos años, incrementado el repertorio de material escultórico en la zona objeto de estudio de esa próxima e ilusionante entrega del CSIR. Y, en ese balance hay un punto de partida que resulta referente inexcusable para quienes trabajamos sobre la Antigüedad de Navarra y de su entorno. Se trata del inventario "Localidades de Navarra donde se conservan ruinas o se han hallado objetos romanos" que, en su quinta entrega de la serie "Excavaciones arqueológicas en Navarra" firmaron, en 1946 y en la revista Príncipe de Viana (24, 1946, pp. 423-439) dos de los "padres" de la investigación arqueológica en Navarra y en, prácticamente, gran parte del norte peninsular, Blas Taracena y Luis Vázquez de Parga. En él, y en el apartado de la estatuaria, apenas se inventariaban algunos de los relieves decorativos de monumentos funerarios romanos de las áreas de Eslava y de Gallipienzo; el repertorio de estelas decoradas de Gastiáin, en el valle de Lana, límite occidental del territorio vascón con el várdulo; y los ejemplares de bronce -uno desaparecido y otro, muy conocido y recientemente recuperado- de Pompelo, en la actual Pamplona, sobre el que luego volveremos. Sin embargo, el volumen que estamos preparando reúne cerca de 275 piezas repartidas entre algo más de 30 municipios del territorio actualmente navarro, del zaragozano de la Comarca de Cinco Villas y del extremo occidental de la Jacetania y del riojano de las áreas controladas por las ciudades de Graccurris, la actual Alfaro, y Calagurris, la actual Calahorra. Todo ello da muestra de hasta qué punto, en este último siglo, el trabajo de documentación arqueológica y de investigación que ha acompañado a ese incremento y que, además, han protagonizado algunos de los nombres de referencia en la historia de la investigación arqueológica en la zona ha resultado decisivo. Por citar los nombres más conocidos Mª Ángeles Mezquíriz -que presentó, por ejemplo, una cabeza varonil en mármol blanco procedente de la ciudad de los Carenses, en Santacara (Navarra) (MEZQUÍRIZ, Mª Á., "Retrato masculino aparecido en las excavaciones de Santacara (Navarra)", Trabajos de Arqueología Navarra, 136-137, 1974, pp. 403-404)-, Urbano Espinosa y Aurora Luezas -que valoraron el repertorio escultórico de Calagurris conformado, en gran parte, gracias a los trabajos de Pedro Gutiérrez Anchútegui (ESPINOSA, U., Calagurris Iulia, Calahorra, 1984, pp. 11-116 y LUEZAS, A., "Manifestaciones artísticas en Calagurris Iulia", en CINCA, J. L., y GONZÁLEZ SOTA, R. (eds.), Historia de Calahorra, Calahorra, 2011, pp. 115-130)- o José Antonio Hernández Vera y su equipo que, para Graccurris, también contribuyeron a ese incremento y a la sistematización de las piezas conocidas de antiguo (MARTÍNEZ TORRECILLA, J. A., AGUIRRE, A., y DEL FRESNO, P., "Nuevas esculturas del yacimiento de las Eras de San Martín-Graccurris", Graccurris, 24, 2014, pp. 157-180).

En cualquier caso, nos parece que el más decisivo incremento del repertorio se ha producido en la última década y ha tenido que ver con el desarrollo de actividades de investigación auspiciadas por el tejido universitario local y, en particular, por la Universidad de Navarra. Esa investigación ha permitido, por este orden, bien  la recuperación de obras que se daban por perdidas, bien la mejor identificación de otras del repertorio clásico, bien el incremento -en excavaciones arqueológicas concretas- de los materiales disponibles, bien el adecuado estudio de materiales aparecidos en proyectos arqueológicos ajenos a la institución universitaria. De todo ello hay ejemplos singulares que merece la pena destacar pues todos, además, nos han permitido conocer mejor el impacto que los programas decorativos oficiales tuvieron en las ciudades romanas del ámbito vascónico. Así, como es sabido -aunque, lamentablemente, esto se haya silenciado en el panel explicativo de la pieza que se ha instalado en el Museo de Navarra- fue un artículo publicado en el número 23, de 20015, de la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra y firmado por Luis Romero y Rubén Montoya el que permitió que, al escribir el entonces propietario a los autores y éstos facilitar sus datos al Museo de Navarra, se procediera a la cesión, primero y, compra, más tarde, del, seguramente, mejor togado en bronce que tenemos en Hispania y que debió salir e veta desde Pompelo, donde había sido hallado, a comienzos del siglo XX. Así lo explicamos hace algunos meses en un episodio de "Arqueomanía" dedicado a la Arqueología navarra y emitido en Televisión Española en Febrero de 2023 y así lo ha recogido la prensa nacional y local antes enlazada y lo recordábamos, nosotros, no hace mucho -en junio de 2023-, en una tribuna en Diario de Navarra que, ahora, ante la proximidad de la XI Reunión de Escultura Romana en Hispania, tiene más sentido traer aquí a colación pues vuelve a estar de actualidad.

Quien fuera, en buena medida, artífice del inicio de los trámites que condujeron a la recuperación del togado de Pompelo, Luis Romero, también fue el responsable de la identificación como un retrato del diuus Augustus de época claudiana de la cabeza masculina de mármol que, procedente de la ciudad de los Carenses (Santacara, Navarra), Mª Ángeles Mezquíriz había presentado en 1974 como perteneciente a algún ignoto priuatus. Esa nueva identificación, que se presentó en la IX Reunión de Escultura Romana en Hispania, celebrada en Yecla (Murcia) en marzo de 2019 y cuya publicación ya está disponible en red, también ocupó titulares de prensa en los medios locales, en particular en Diario de Navarra y nos permitió, de la mano de Pablo Serrano, difundir, incluso, lo esencial de la identificación en un visor virtual en el portal Sketchfab. Quizás, esa rápida transferencia de la investigación ha sido otra de las singularidades que mejor han acompañado a esta intensa investigación universitaria como dan buena muestra los materiales escultóricos que se "exponen" en los Museos Virtuales de Los Bañales de Uncastillo y de Santa Criz de Eslava algunos de los cuales, gracias a los esfuerzos de los consistorios de Layana (Zaragoza) y Eslava (Navarra) pueden, de hecho, verse in situ en los respectivos espacios expositivos locales ubicados próximos a los yacimientos arqueológicos en cuestión. Sirvan como muestra dos de esos visores, el segundo, aunque no perteneciente a ninguno de los dos espacios virtuales, alusivo a la pieza de Cara que mencionábamos al comienzo de este párrafo.



Pero, sin duda, han sido los trabajos arqueológicos de los últimos años -en particular desde 2013- en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo -y, por extensión, los que se han llevado a cabo en la Comarca de Cinco Villas- los verdaderamente responsables del sensacional incremento que, en materia escultórica, ha experimentado el territorio de los antiguos Vascones. Desde el hallazgo del thoracatus de Domiciano en la campaña de excavaciones de ese año -que vería la luz en un citadísimo artículo del número 73 de la revista Zephyrus (2014) y que fue, de hecho, objeto de un programa monográfico en el Canal UNED de Televisión Española- se han venido produciendo, en la excavación de un sensacional nivel de amortización de estatuaria ubicado en el flanco meridional del foro de la ciudad, constantes hallazgos que han conformado un repertorio único que, además, ha tenido la virtud de ir acompañado, también, de material epigráfico que ha permitido un mejor trazado de las peculiaridades de dicho repertorio monumental contribuyendo a su mejor inteligibilidad. Una primera recopilación del mismo se publicó en las actas de la VIII Reunión de Escultura Romana en Hispania que tuvo lugar en Baena en 2016 (ROMERO, L., y ANDREU, J.: "El programa escultórico del foro de la ciudad romana de Los Bañales: novedades y aspectos iconográficos, programáticos e históricos", en Reunión de Escultura Romana en Hispania. VIII, Córdoba, 2018, pp. 365-278) si bien muy recientemente ha visto la luz un sensacional volumen que dedica una buena parte de sus más de 520 páginas al estudio de estos programas y de sus evidencias (ROMERO, L., El foro de Los Bañales de Uncastillo: arquitectura y programas epigráficos, escultóricos y decorativos, Uncastillo-Pamplona, 2023).





Hace algo más de un año, en el Centro de Estudios de las Cinco Villas, en Ejea de los Caballeros, tuvo lugar una jornada conmemorativa del cuarenta aniversario de las I Jornadas de Estudio sobre las Cinco Villas y tuvimos la ocasión de presentar un balance de actualización sobre nuestro conocimiento de la Antigüedad en dicha región. De ese balance, que pronto verá la luz, proceden las dos láminas que hemos traído a este post, sobre estas líneas. Nos parece que ambas resumen muy bien los dos ámbitos en que el incremento de que venimos hablando se ha concretado mejor, todo ello sin tener en cuenta -pues no suelen formar parte de los repertorios del CSIR- las piezas de pequeño formato en bronce como -entre otras- la célebre pesa con busto de Attis de Sofuentes o la tortuga de bronce, acaso de un larario, hallada en Los Bañales y que reproducíamos, no hace mucho, en otro post de este blog. Por un lado, y especialmente en las ciuitates romanas de la parte más septentrional del territorio actualmente comarcal, las de Campo Real/Fillera en Sos del Rey Católico y las de Cabezo Ladrero en Sofuentes, han confirmado algo que ya en 2011 constatábamos (ANDREU, J., "Mors Vasconibus instat: aspectos del hábito epigráfico funerario en territorio de Vascones", en ANDREU, J., ESPINOSA, D., y PASTOR, S. (eds.), Mors omnibus instat: aspectos arqueológicos, epigráficos y rituales de la muerte en Roma y en el Occidente Romano, Madrid, 2011, pp. 491-529), que los monumenta sepulcrales en forma de altar decorados con pulvinos resultaron un elemento clave del paisaje funerario de estas comunidades, asunto sobre el que, de hecho, hemos podido volver recientemente (ANDREU, J., "Los tituli sepulchrales y el origen del hábito epigráfico en el extremo  oriental del solar de los Vascones", en RUIZ OSUNA, A. (ed.), Morir en Hispania. Novedades en topografía, arquitectura, rituales y prácticas funerarias, Sevilla, 2021, pp. 317-331). Las piezas nº 1 y 2 de la primera imagen que figura sobre estas líneas así lo muestran procediendo ambos puluini, respectivamente, de Sos del Rey Católico y de Sofuentes y bien custodiados los dos en colecciones particulares de buenos amigos. La lámina segunda, por su parte, recoge algunas de las piezas en mármol más representativas del repertorio de Los Bañales que incluyen elementos de retratística imperial: 1, el retrato post-mortem del César Germánico; 3 y 4, el thoracatus de Domiciano con su hermosa coraza decorada con Germanos vencidos y esculpido en la década de los 80 del siglo I d. C.; 5, la mano de un, probable, segundo emperador representado como thoracatus; y 2, la parte inferior de una probable estatua femenina, acaso del recinto de exaltación de la Victoria imperial, promovido por los notables de las familias locales Fabia y Porcia.

Si ese incremento se ha dado en el territorio cincovillés gracias al impulso de nuestro trabajo en Los Bañales, algo semejante ha sucedido en la vecina ciudad de Santa Criz de Eslava. Aunque los hallazgos escultóricos han sido mérito de un equipo anterior, ha sido gracias a la implicación del Parlamento de Navarra -como contábamos aquí hace algunos años- que se ha podido llevar a cabo un detallado estudio de esos materiales que, desde luego, han subrayado el extraordinario futuro que, como se señalaba no hace mucho en una publicación sobre la cuestión (BISPHAM, E., "Small towns, big futures: between Italy and Iberia", en ANDREU, J. (ed.), Parua oppida: imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades de la Tarraconense hispana (siglos I a. C.-I d. C.), Pamplona, 2020, pp. 25-38), tiene la investigación sobre estos parua oppida y, en concreto, sobre los del ámbito vascónico-aquitano. Y, lógicamente, si nos acompaña la energía, aquí seguiremos contándotela.



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