[Inscripciones de La Iglesuela del Cid -arriba- y de Morella -abajo-: CIL, II2/14, 775 y 770]
[Domus en la parte alta de La Moleta dels Frares y aterrazamiento para el posible foro de Lesera]
[Domus en la parte alta de La Moleta dels Frares y aterrazamiento para el posible foro de Lesera]
Situación: Visitando el yacimiento de La Moleta dels Frares (Forcall, Castellón) uno puede entender perfectamente la razón de la existencia en el lugar –hoy totalmente despoblado– de un municipio augústeo en época romana (asunto sobre el que volveremos seguidamente). Todavía hoy, el recoleto municipio castellonense de Forcall se encuentra perfectamente comunicado con el Valle del Ebro a través de la N-232 –por Alcañiz, cuyo pasado romano queda más claro cada día a medida que avanzan las excavaciones en El Palao, tal vez la antigua Osicerda de las fuentes (y, en especial de las monedas) antiguas si es que ésta no debe buscarse en La Puebla de Híjar (sobre éste debate puede profundizarse aquí)– pero también excelentemente enlazado con la costa mediterránea a partir de Morella y de un trazado surcado en su día por la uia Augusta que recorría el litoral en época antigua y que, de hecho, está siendo puesto en valor últimamente (pincha aquí para ver información sobre ese proyecto en el tramo catalán y aquí para el valenciano). Por tanto, la ciudad que en época romana ocupó La Moleta dels Frares de Forcall, gozó de unas potencialidades geoestratégicas que tal vez hoy se han desplazado a la vecina Morella, localidad en la que se conserva, de hecho, la inscripción (CIL, II2/14, 770) que, gracias a la genialidad de G. Alföldy (ALFÖLDY, G.: Res Publica Leserensis (Forcall, Castellón), Valencia, 1977) ha permitido que el yacimiento de Forcall pueda reducirse a la Lesera citada por las fuentes antiguas (aunque volveremos sobre ello más adelante, desde luego, la día de hoy, la referencia inexcusable para conocer en detalle el yacimiento es la sensacional monografía que Ferrán Arasa -de la Universitat de València- acaba de publicar sobre el lugar: ARASA, F.: La ciutat romana de Lesera, Forcall, 2009). Si a dicha situación añadimos que todavía hoy Forcall está ubicada en la confluencia de los ríos Catanvella, Bergantes y Calders –cuya acción fluvial, de hecho, ha sido históricamente responsable del paisaje de muelas que circunda la localidad, una de ellas la propia Moleta, solar del yacimiento– esas potencialidades estratégicas antes comentadas se multiplican para explicar por qué y sobre una extensión de no más de 7 Has, se ubicó un municipio que debió adquirir su estatuto en la soberbia acción municipalizadora llevada a cabo por Augusto seguramente en la segunda parte de su reinado.
Acceso: Para comprender la historia de Lesera, es necesario –desde luego– visitar La Moleta dels Frares en Forcall pero también el yacimiento de La Ermita de la Virgen del Cid en La Iglesuela del Cid (Teruel, pero apenas a 25 kilómetros de Forcall bien por Cinctorres bien por Cantavieja) –como concluye la introducción a la epigrafía de Lesera del volumen II2/14 del Corpus Inscriptionum Latinarum, seguramente un espacio poblacional relacionado con Lesera y no, como ha apuntado recientemente J. Corell (CORELL, J.: Inscripcions romanes del País Valencià. II. 1. L’Alt Palencia, Edeba, Lesera i els seus territoris, Valencia, 2005) otro municipio independiente– y, por supuesto, el Plá d’Estudis de la hermosa localidad medieval de Morella donde, embutida en una antigua construcción solariega, puede verse –a apenas dos metros del suelo– la inscripción que, alusiva a Caracalla, documenta la dedicación de un ara a Júpiter por la res publica Leserensis y a la que antes aludimos (CIL, II2/14, 770 con foto en el encabezamiento de este post). En cualquier caso, y dado que tanto el Plá d’Estudis de Morella como la Ermita de la Virgen del Cid de La Iglesuela están perfectamente indicados, recomendamos que para acceder a La Moleta dels Frares, el solar urbano de la antigua Lesera, se pregunte en la localidad de Forcall. En cualquier caso, es necesario atravesar el pueblo por la carretera que lo circunda y, una vez que se ha salido de éste tomar el primer camino a la derecha, seguidamente el primero, de nuevo, a la derecha y seguirlo hasta que se divise La Moleta, momento en que –y siempre a partir de pistas engravadas más o menos transitables– se ha de girar a la izquierda, dejar el coche y continuar a pie por la pendiente vía de acceso al yacimiento abierta en los últimos años.
Tipología: El yacimiento que ocupa las dos últimas terrazas de La Moleta dels Frares es, como hemos anotado más arriba, y, a todas luces, el solar de la antigua Lesera. Ausente en las menciones plinianas –lo que no deja de dar una pista sobre la posible fecha de su promoción a estatuto municipal–, Lesera aparece citada en la Geographiké Hyphegésis de Claudio Ptolomeo, en el siglo II d. C. (Ptol. Geog. 2, 6, 63) y, además, nos consta que hacia el 211 d. C., durante el reinado de Caracalla, funcionaba con un estatuto municipal como res publica (literalmente, en el texto epigráfico llevado a Morella y antes citado: res [pu]blica Leser[en]sis). Por tanto, si en los albores del siglo III d. C. Lesera tenía un estatuto jurídico privilegiado, bien la época de Augusto bien la época de los Flavios –los dos grandes momentos de extensión del expediente municipalizador en la Hispania romana– deben proponerse como el momento de la promoción al estatuto municipal de un enclave que debió estar poblado ya desde la Edad del Bronce y que siguió estándolo hasta la época andalusí (lo que, en gran parte, explica el arrasamiento de muchas de sus antiguas estructuras monumentales). Como, además, un altar del siglo II d. C. (CIL, II2/14, 771) alude a un Cn(aeus) Baebius Cn(aei) f(ilius) Gal(eria tribus) Geminus y una estela del área necropolitana de Lesera –fechada a finales del siglo I d. C.– alude a un C(aius) Iulius Gal(eria tribus) Fronto (CIL, II2/14, 772) –ambas hoy en la colección museográfica local, aun en formación– nos hacen constar que fue la Galeria la tribus en la que estaban inscritos los ciues de Lesera, por tanto, ello nos permite concluir en la municipalización augústea del enclave como ya demostrara hace tiempo el propio G. Alföldy. El silencio pliniano –nada infrecuente: otro presunto municipio (quizás mejor augústeo que flavio) como Labitulosa (La Puebla de Castro, Huesca) tampoco aparece citado en Plinio y Segobriga, indiscutible municipio de Augusto, aparece en los listados del Naturalista como ciudad estipendiaria, no privilegiada– no debe invalidar la teoría sino, más bien, aportar datos sobre el momento en que la promoción jurídica del lugar se llevó a cabo. Si, además, como creemos, las menciones a la Galeria tribus de una de las inscripciones de La Ermita de la Virgen del Cid, en La Iglesuela, han de ponerse en relación con Forcall no quedará más remedio que concluir que Forcall esconde los restos del municipium Leserense, promocionado a dicho estatuto privilegiado en época de Augusto y que, aun funcionando todavía como tal a comienzos del siglo III d. C., no tardaría en iniciar, poco después, un declive lento pero progresivo como sucedió en tantos y tantos enclaves peninsulares de municipalización temprana, bien augústea, bien flavia.
Descripción: Desde luego, visitar Lesera es un ejercicio muy recomendable para comprender cómo –contra lo que, insistentemente, por ejemplo, ha proclamado la historiografía francesa (LE ROUX, P.: “´Municipium Latinum` et ´Municipium Italiae`: a propòs de la Lex Irnitana”, en Epigrafía: actas du Colloque Internacional d’Épigraphie Latine en mémoire de Attilio Degrassi, Roma, 1991, pp. 561-582 o, más recientemente, KREMER, D.: Ius Latinum. Le concept de Droit Latin sous la République et l’Empire, París, 2006)– lo esencial de un municipio romano –y, en especial, de uno de estatuto jurídico latino (sobre las diferencias entre ambos puede verse, grosso modo, otro antiguo post de este blog)– no es ni su extensión, ni su monumentalidad, ni su posesión de sensacionales monumentos epigráficos de naturaleza jurídica, ni siquiera su mención en las fuentes literarias. Como ha demostrado –a nuestro juicio con rigor y solvencia– la investigación de E. García Fernández (GARCÍA FERNÁNDEZ, E.: El municipio latino. Origen y desarrollo constitucional, Madrid, 2001, disponible aquí, y con unas pp. 73-124 ciertamente inspiradas y documentadas aunque, tristemente, muchas veces soslayadas por los investigadores sobre temática municipal), un municipio es, sencillamente, la mejor muestra de la capacidad de adaptación de Roma a las circunstancias locales y al sustrato indígena reconociendo el funcionamiento ajustado a Derecho Romano de comunidades que, muchas veces, contarían con apenas unas pocas familias hábiles para el desempeño de magistraturas -que ya debieron existir en la época pre-municipal- pero que, en cualquier caso, por existir éstas, debía ya existir el ordenamiento jurídico municipal (piénsese en el caso de Irni, excepcionalmente documentado como municipio flavio a través de la Lex Irnitana pero que, sin embargo, no ha aportado ningún dato arqueológico de entidad) (sobre estas cuestiones, nada tangenciales, puede verse nuestro trabajo ANDREU, J.: “En torno al ius Latii flavio en Hispania. A propósito de una nueva publicación sobre Latinidad”, Faventia, 29/2, 2007, pp. 37-46, disponible aquí). Y es que, lo que hoy queda de Lesera pero –sobre todo– las infraestructuras con las que ésta debió contar en la Antigüedad a juzgar por los restos arqueológicos ponen de manifiesto que se trataba de un pequeño enclave dotado de infraestructuras domésticas –una notable vivienda de los siglos I y II d. C. puede contemplarse en la parte alta de La Moleta, sobre la terraza presuntamente ocupada por el foro–, seguramente de un notable área forense -de la que, como se verá más adelante, parecen haberse localizado las primeras evidencias este verano- ubicada sobre un espectacular aterrazamiento de opus caementicium y opus uitattum (para la vivienda y para este aterrazamiento, pueden verse las fotos que encabezan este post), y de una monumental puerta de acceso en la cara Oeste de La Moleta. Eso es todo lo que hoy puede visitarse, pero es suficiente, como comentábamos más arriba, para comprender qué es y qué necesitaba un municipio para funcionar algo que, por otra parte, ya lo recordaban los textos clásicos que se ocuparon del concepto de municipium en el mundo romano (Gell, NA., 16, 13 y Festus, Gloss. Lat., 117L y 262L, comentados, por ejemplo, por RODRÍGUEZ NEILA, J. F.: “A propósito de la noción de municipio en el mundo romano”, HAnt., 6, 1976, pp. 147-167): magistraturas y ciudadanos dispuestos a hacerse cargo de ellas, nada más ni nada menos. En cualquier caso, y volviendo a los recursos arqueológicos de Forcall ya el verano pasado, el Ajuntament de Forcall organizó una pequeña muestra museográfica en la Oficina de Turismo de la localidad que habrá de constituir el germen de una futura colección museográfica local: materiales, desde luego, no faltan para ello como habrá deducido el lector a propósito de las inscripciones aludidas, por ejemplo, en el apartado Tipología de este mismo post.
Bibliografía: Ahora que ya contamos con un completo y documentadísimo listado bibliográfico sobre La Moleta dels Frares/Lesera a partir de las páginas 157-165 del trabajo de ARASA, F.: La ciutat romana de Lesera, Forcall, 2009 huelga hacer aquí reiterar una relación que puede consultarse en ese trabajo -ya de referencia sobre el yacimiento pese a su reciente edición-. En cualquier caso, los resultados de las campañas ya publicadas pueden consultarse en PDF en las revistas en que fueron publicados, por ejemplo, una síntesis sobre las mismas a fecha de 2007 puede verse en ARASA, F.: "Las excavacions a la ciutat romana de Lesera (Forcall, Els Ports)", Saguntum, 39, 2007, pp. 199-201 (que puedes descargar desde aquí avanzando en el documento hacia las últimas páginas) de igual modo que la página en Dialnet del Prof. Arasa ofrece un listado completo de muchas de ellas. A ella, pues, remitimos.
Recursos en internet: Pese al atractivo del lugar, no es mucha la información que sobre Lesera -como, por otra parte, suele ser habitual en yacimientos aun en proceso de estudio- ofrece la red. Sí hay algunas alusiones -raquíticas, en cualquier caso- a Lesera en la web del Museo de Prehistòria de Valencia, un emotivo y meritorio "homenaje" al yacimiento fruto del amateur Enrique Polo y alojado en Lycos (las fotografías que ofrece de la puerta de acceso a la ciudad y la panormámica de La Moleta son de extraordinario interés), y, lógicamente, noticias en la prensa local sobre las últimas campañas de excavación, sobre la exposición museográfica instalada este verano en Forcall o sobre la Fira Ibero Romana (El Mercantil Valenciano y el Diario Crítico de la Comunitat Valenciana, Las Provincias y 3 x 4 Info, respectivamente) evento estival de animación lúdica inspirada en el mundo romano que va ya por su segunda edición (ver datos y aquí).
Recomendaciones: La envidiable situación estratégica de Forcall hace que unas buenas recomendaciones relativas a las posibilidades turísticas de la zona merezcan, prácticamente, una web por sí misma para poder ser contempladas lo que excede, en mucho, las posibilidades del autor de este blog. Morella, Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Tronchón, Molinos, Mas de las Matas… y, en general, todas las localidades de las comarcas del Alt y Baix Maestrat (ver también aquí la página de recursos turísticos de la franja turolense de esta Comarca) valen una visita para quien se haya acercado a estas tierras animado por los restos arqueológicos de La Moleta dels Frares. Por eso, vamos a limitarnos aquí a hacer unas recomendaciones de carácter gastronómico para quien quiera conocer de primera mano la excelente cocina forcallana y a insistir al visitante en que el mejor complemento para quien visita Lesera es –como antes dijimos– acercarse a La Iglesuela del Cid y visitar el yacimiento de El Morrón del Cid o, al menos, la Ermita de la Virgen del Cid y su soberbia colección de inscripciones pertenecientes a varios monumentos funerarios romanos (sobre éstos ha de verse ARASA, F.: “El monumento romano de la Ermita de la Virgen del Cid (La Iglesuela del Cid, Teruel)”, BMZ, 6, 1987, pp. 141-170). Por partes, las recomendaciones gastronómicas en Forcall pasan por el Restaurante Hostal Aguilar, ubicado al pie de la carretera que, una vez cruzado el río Caldes, circunvala la localidad de Forcall y, especialmente, por el Mesón/Mesón de la Vila, en la plaza del pueblo –salpicada de agradables terrazas como las de los bares Els Ports y Ca Costa– y en el que deben degustarse la sopa forcallana o la cazuela típica de dicho Mesón, un contundente potaje muy propio de la cocina de estas tierras castellonenses. Ambos restaurantes ofrecen menús a precios más que asequibles y un trato excelente. Y en La Iglesuela del Cid –donde se ha instalado una muy bien dotada Oficina de Turismo que ocupa el local de una antigua casa solariega local, hermosísima: la Casa Aliaga–, el visitante ha de rendir pleitesía a las inscripciones alusivas a M(arcus) D(omitius) Proculus y M(arcus) D(omitius) Seranus en dos piezas que hacen hoy de esquinas de la fachada lateral de la Ermita, la inmediata al aparcamiento habilitado en la misma (CIL, II2/14, 778, 1-2 y 779) y, muy especialmente, en la nave de sacristía de la Ermita, han de contemplar el sensacional basamento de un monumento funerario tal vez de tipo turriforme –uno de cuyos presuntos puluini puede verse sobre la primera de las dos inscripciones antes aludidas– y a la placa de mármol brocatello –un mármol rosáceo explotado en la antigua Dertosa (Tortosa) y que alcanzó una notable popularidad en el mundo romano– que perteneció a la sepultura de C(aius) Domitius Proculus y, más tarde, acogió también la de algunos de sus familiares de sangre y libertos que actuaron, en su día, además, como dedicantes (CIL, II2/14, 775, con foto en la parte superior de este post). La adscripción a la Galeria tribus de dos de esos Domitii de esta placa permite alimentar, de nuevo, la idea de que Lesera fue un municipio de época de Augusto y que en La Iglesuela del Cid no tendríamos sino una monumental uilla o centro rural indeterminado adscrito al territorium del espectacular municipio al que hemos querido rendir atención en esta entrada invernal de este blog.
Acceso: Para comprender la historia de Lesera, es necesario –desde luego– visitar La Moleta dels Frares en Forcall pero también el yacimiento de La Ermita de la Virgen del Cid en La Iglesuela del Cid (Teruel, pero apenas a 25 kilómetros de Forcall bien por Cinctorres bien por Cantavieja) –como concluye la introducción a la epigrafía de Lesera del volumen II2/14 del Corpus Inscriptionum Latinarum, seguramente un espacio poblacional relacionado con Lesera y no, como ha apuntado recientemente J. Corell (CORELL, J.: Inscripcions romanes del País Valencià. II. 1. L’Alt Palencia, Edeba, Lesera i els seus territoris, Valencia, 2005) otro municipio independiente– y, por supuesto, el Plá d’Estudis de la hermosa localidad medieval de Morella donde, embutida en una antigua construcción solariega, puede verse –a apenas dos metros del suelo– la inscripción que, alusiva a Caracalla, documenta la dedicación de un ara a Júpiter por la res publica Leserensis y a la que antes aludimos (CIL, II2/14, 770 con foto en el encabezamiento de este post). En cualquier caso, y dado que tanto el Plá d’Estudis de Morella como la Ermita de la Virgen del Cid de La Iglesuela están perfectamente indicados, recomendamos que para acceder a La Moleta dels Frares, el solar urbano de la antigua Lesera, se pregunte en la localidad de Forcall. En cualquier caso, es necesario atravesar el pueblo por la carretera que lo circunda y, una vez que se ha salido de éste tomar el primer camino a la derecha, seguidamente el primero, de nuevo, a la derecha y seguirlo hasta que se divise La Moleta, momento en que –y siempre a partir de pistas engravadas más o menos transitables– se ha de girar a la izquierda, dejar el coche y continuar a pie por la pendiente vía de acceso al yacimiento abierta en los últimos años.
Tipología: El yacimiento que ocupa las dos últimas terrazas de La Moleta dels Frares es, como hemos anotado más arriba, y, a todas luces, el solar de la antigua Lesera. Ausente en las menciones plinianas –lo que no deja de dar una pista sobre la posible fecha de su promoción a estatuto municipal–, Lesera aparece citada en la Geographiké Hyphegésis de Claudio Ptolomeo, en el siglo II d. C. (Ptol. Geog. 2, 6, 63) y, además, nos consta que hacia el 211 d. C., durante el reinado de Caracalla, funcionaba con un estatuto municipal como res publica (literalmente, en el texto epigráfico llevado a Morella y antes citado: res [pu]blica Leser[en]sis). Por tanto, si en los albores del siglo III d. C. Lesera tenía un estatuto jurídico privilegiado, bien la época de Augusto bien la época de los Flavios –los dos grandes momentos de extensión del expediente municipalizador en la Hispania romana– deben proponerse como el momento de la promoción al estatuto municipal de un enclave que debió estar poblado ya desde la Edad del Bronce y que siguió estándolo hasta la época andalusí (lo que, en gran parte, explica el arrasamiento de muchas de sus antiguas estructuras monumentales). Como, además, un altar del siglo II d. C. (CIL, II2/14, 771) alude a un Cn(aeus) Baebius Cn(aei) f(ilius) Gal(eria tribus) Geminus y una estela del área necropolitana de Lesera –fechada a finales del siglo I d. C.– alude a un C(aius) Iulius Gal(eria tribus) Fronto (CIL, II2/14, 772) –ambas hoy en la colección museográfica local, aun en formación– nos hacen constar que fue la Galeria la tribus en la que estaban inscritos los ciues de Lesera, por tanto, ello nos permite concluir en la municipalización augústea del enclave como ya demostrara hace tiempo el propio G. Alföldy. El silencio pliniano –nada infrecuente: otro presunto municipio (quizás mejor augústeo que flavio) como Labitulosa (La Puebla de Castro, Huesca) tampoco aparece citado en Plinio y Segobriga, indiscutible municipio de Augusto, aparece en los listados del Naturalista como ciudad estipendiaria, no privilegiada– no debe invalidar la teoría sino, más bien, aportar datos sobre el momento en que la promoción jurídica del lugar se llevó a cabo. Si, además, como creemos, las menciones a la Galeria tribus de una de las inscripciones de La Ermita de la Virgen del Cid, en La Iglesuela, han de ponerse en relación con Forcall no quedará más remedio que concluir que Forcall esconde los restos del municipium Leserense, promocionado a dicho estatuto privilegiado en época de Augusto y que, aun funcionando todavía como tal a comienzos del siglo III d. C., no tardaría en iniciar, poco después, un declive lento pero progresivo como sucedió en tantos y tantos enclaves peninsulares de municipalización temprana, bien augústea, bien flavia.
Descripción: Desde luego, visitar Lesera es un ejercicio muy recomendable para comprender cómo –contra lo que, insistentemente, por ejemplo, ha proclamado la historiografía francesa (LE ROUX, P.: “´Municipium Latinum` et ´Municipium Italiae`: a propòs de la Lex Irnitana”, en Epigrafía: actas du Colloque Internacional d’Épigraphie Latine en mémoire de Attilio Degrassi, Roma, 1991, pp. 561-582 o, más recientemente, KREMER, D.: Ius Latinum. Le concept de Droit Latin sous la République et l’Empire, París, 2006)– lo esencial de un municipio romano –y, en especial, de uno de estatuto jurídico latino (sobre las diferencias entre ambos puede verse, grosso modo, otro antiguo post de este blog)– no es ni su extensión, ni su monumentalidad, ni su posesión de sensacionales monumentos epigráficos de naturaleza jurídica, ni siquiera su mención en las fuentes literarias. Como ha demostrado –a nuestro juicio con rigor y solvencia– la investigación de E. García Fernández (GARCÍA FERNÁNDEZ, E.: El municipio latino. Origen y desarrollo constitucional, Madrid, 2001, disponible aquí, y con unas pp. 73-124 ciertamente inspiradas y documentadas aunque, tristemente, muchas veces soslayadas por los investigadores sobre temática municipal), un municipio es, sencillamente, la mejor muestra de la capacidad de adaptación de Roma a las circunstancias locales y al sustrato indígena reconociendo el funcionamiento ajustado a Derecho Romano de comunidades que, muchas veces, contarían con apenas unas pocas familias hábiles para el desempeño de magistraturas -que ya debieron existir en la época pre-municipal- pero que, en cualquier caso, por existir éstas, debía ya existir el ordenamiento jurídico municipal (piénsese en el caso de Irni, excepcionalmente documentado como municipio flavio a través de la Lex Irnitana pero que, sin embargo, no ha aportado ningún dato arqueológico de entidad) (sobre estas cuestiones, nada tangenciales, puede verse nuestro trabajo ANDREU, J.: “En torno al ius Latii flavio en Hispania. A propósito de una nueva publicación sobre Latinidad”, Faventia, 29/2, 2007, pp. 37-46, disponible aquí). Y es que, lo que hoy queda de Lesera pero –sobre todo– las infraestructuras con las que ésta debió contar en la Antigüedad a juzgar por los restos arqueológicos ponen de manifiesto que se trataba de un pequeño enclave dotado de infraestructuras domésticas –una notable vivienda de los siglos I y II d. C. puede contemplarse en la parte alta de La Moleta, sobre la terraza presuntamente ocupada por el foro–, seguramente de un notable área forense -de la que, como se verá más adelante, parecen haberse localizado las primeras evidencias este verano- ubicada sobre un espectacular aterrazamiento de opus caementicium y opus uitattum (para la vivienda y para este aterrazamiento, pueden verse las fotos que encabezan este post), y de una monumental puerta de acceso en la cara Oeste de La Moleta. Eso es todo lo que hoy puede visitarse, pero es suficiente, como comentábamos más arriba, para comprender qué es y qué necesitaba un municipio para funcionar algo que, por otra parte, ya lo recordaban los textos clásicos que se ocuparon del concepto de municipium en el mundo romano (Gell, NA., 16, 13 y Festus, Gloss. Lat., 117L y 262L, comentados, por ejemplo, por RODRÍGUEZ NEILA, J. F.: “A propósito de la noción de municipio en el mundo romano”, HAnt., 6, 1976, pp. 147-167): magistraturas y ciudadanos dispuestos a hacerse cargo de ellas, nada más ni nada menos. En cualquier caso, y volviendo a los recursos arqueológicos de Forcall ya el verano pasado, el Ajuntament de Forcall organizó una pequeña muestra museográfica en la Oficina de Turismo de la localidad que habrá de constituir el germen de una futura colección museográfica local: materiales, desde luego, no faltan para ello como habrá deducido el lector a propósito de las inscripciones aludidas, por ejemplo, en el apartado Tipología de este mismo post.
Bibliografía: Ahora que ya contamos con un completo y documentadísimo listado bibliográfico sobre La Moleta dels Frares/Lesera a partir de las páginas 157-165 del trabajo de ARASA, F.: La ciutat romana de Lesera, Forcall, 2009 huelga hacer aquí reiterar una relación que puede consultarse en ese trabajo -ya de referencia sobre el yacimiento pese a su reciente edición-. En cualquier caso, los resultados de las campañas ya publicadas pueden consultarse en PDF en las revistas en que fueron publicados, por ejemplo, una síntesis sobre las mismas a fecha de 2007 puede verse en ARASA, F.: "Las excavacions a la ciutat romana de Lesera (Forcall, Els Ports)", Saguntum, 39, 2007, pp. 199-201 (que puedes descargar desde aquí avanzando en el documento hacia las últimas páginas) de igual modo que la página en Dialnet del Prof. Arasa ofrece un listado completo de muchas de ellas. A ella, pues, remitimos.
Recursos en internet: Pese al atractivo del lugar, no es mucha la información que sobre Lesera -como, por otra parte, suele ser habitual en yacimientos aun en proceso de estudio- ofrece la red. Sí hay algunas alusiones -raquíticas, en cualquier caso- a Lesera en la web del Museo de Prehistòria de Valencia, un emotivo y meritorio "homenaje" al yacimiento fruto del amateur Enrique Polo y alojado en Lycos (las fotografías que ofrece de la puerta de acceso a la ciudad y la panormámica de La Moleta son de extraordinario interés), y, lógicamente, noticias en la prensa local sobre las últimas campañas de excavación, sobre la exposición museográfica instalada este verano en Forcall o sobre la Fira Ibero Romana (El Mercantil Valenciano y el Diario Crítico de la Comunitat Valenciana, Las Provincias y 3 x 4 Info, respectivamente) evento estival de animación lúdica inspirada en el mundo romano que va ya por su segunda edición (ver datos y aquí).
Recomendaciones: La envidiable situación estratégica de Forcall hace que unas buenas recomendaciones relativas a las posibilidades turísticas de la zona merezcan, prácticamente, una web por sí misma para poder ser contempladas lo que excede, en mucho, las posibilidades del autor de este blog. Morella, Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Tronchón, Molinos, Mas de las Matas… y, en general, todas las localidades de las comarcas del Alt y Baix Maestrat (ver también aquí la página de recursos turísticos de la franja turolense de esta Comarca) valen una visita para quien se haya acercado a estas tierras animado por los restos arqueológicos de La Moleta dels Frares. Por eso, vamos a limitarnos aquí a hacer unas recomendaciones de carácter gastronómico para quien quiera conocer de primera mano la excelente cocina forcallana y a insistir al visitante en que el mejor complemento para quien visita Lesera es –como antes dijimos– acercarse a La Iglesuela del Cid y visitar el yacimiento de El Morrón del Cid o, al menos, la Ermita de la Virgen del Cid y su soberbia colección de inscripciones pertenecientes a varios monumentos funerarios romanos (sobre éstos ha de verse ARASA, F.: “El monumento romano de la Ermita de la Virgen del Cid (La Iglesuela del Cid, Teruel)”, BMZ, 6, 1987, pp. 141-170). Por partes, las recomendaciones gastronómicas en Forcall pasan por el Restaurante Hostal Aguilar, ubicado al pie de la carretera que, una vez cruzado el río Caldes, circunvala la localidad de Forcall y, especialmente, por el Mesón/Mesón de la Vila, en la plaza del pueblo –salpicada de agradables terrazas como las de los bares Els Ports y Ca Costa– y en el que deben degustarse la sopa forcallana o la cazuela típica de dicho Mesón, un contundente potaje muy propio de la cocina de estas tierras castellonenses. Ambos restaurantes ofrecen menús a precios más que asequibles y un trato excelente. Y en La Iglesuela del Cid –donde se ha instalado una muy bien dotada Oficina de Turismo que ocupa el local de una antigua casa solariega local, hermosísima: la Casa Aliaga–, el visitante ha de rendir pleitesía a las inscripciones alusivas a M(arcus) D(omitius) Proculus y M(arcus) D(omitius) Seranus en dos piezas que hacen hoy de esquinas de la fachada lateral de la Ermita, la inmediata al aparcamiento habilitado en la misma (CIL, II2/14, 778, 1-2 y 779) y, muy especialmente, en la nave de sacristía de la Ermita, han de contemplar el sensacional basamento de un monumento funerario tal vez de tipo turriforme –uno de cuyos presuntos puluini puede verse sobre la primera de las dos inscripciones antes aludidas– y a la placa de mármol brocatello –un mármol rosáceo explotado en la antigua Dertosa (Tortosa) y que alcanzó una notable popularidad en el mundo romano– que perteneció a la sepultura de C(aius) Domitius Proculus y, más tarde, acogió también la de algunos de sus familiares de sangre y libertos que actuaron, en su día, además, como dedicantes (CIL, II2/14, 775, con foto en la parte superior de este post). La adscripción a la Galeria tribus de dos de esos Domitii de esta placa permite alimentar, de nuevo, la idea de que Lesera fue un municipio de época de Augusto y que en La Iglesuela del Cid no tendríamos sino una monumental uilla o centro rural indeterminado adscrito al territorium del espectacular municipio al que hemos querido rendir atención en esta entrada invernal de este blog.