QVI LEGIS


[Tomando datos fotogramétricos de una de las más célebres inscripciones de la antigua Lusitania, relativa a C. Cantius Modestinus, en Idanha-a-Velha, Portugal: AE 1992, 954]

En la etiqueta Epigraphica de este blog hemos subrayado a veces el atractivo de las inscripciones romanas. La difusión del uso del medio epigráfico por el Imperio Romano a partir, fundamentalmente, de la época de Augusto, supuso un hito esencial en la historia cultural de Europa y una primera e indiscutible manifestación de globalización cultural que, además, ha dejado por todos los territorios del antiguo Imperio Romano una sensacional huella material. Las inscripciones romanas, los tituli, como los llamaron los Romanos, nos recuerdan todavía hoy, en museos y colecciones museográficas o reutilizadas en tantos lugares, un periodo de la Historia en que Europa estuvo, realmente vertebrada y unida no sólo en torno a una misma lengua sino, también, en torno a una misma serie de hábitos de comunicación y culturales: el Imperio Romano. En parte, recuperar ese legado, ponerlo en el centro del discurso de mediación patrimonial -replicando algunas buenas prácticas al respecto, sobre las que ya nos detuvimos en una antigua entrada de este blog, con álbum en Flickr- y darle visibilidad empleando las nuevas tecnologías -en un innovador enfoque en el marco de las Humanidades Digitales- ha sido, de hecho, uno de los grandes objetivos del proyecto de Europa Creativa "Valete vos viatores", con etiqueta específica en este blog y con notables novedades en fechas recientes. 

En una vida académica y congresual que, finalmente, tras el parón de la pandemia, ha recuperado su ritmo natural, resulta especialmente satisfactoria la coincidencia de eventos de contenido epigráfico, con una diferencia de apenas diez días, y en dos ciudades -muy vinculadas ambas a la labor del emperador Augusto en el Valle del Ebro- apenas separadas 90 kilómetros: Cascante, la antigua Cascantum; y Zaragoza, la antigua colonia Caesar Augusta. Dos actividades, además, auspiciadas por instituciones de gran compromiso con la ciencia epigráfica en general y con las disciplinas de la Antigüedad en particular como son la UNED de Tudela, la primera -en colaboración con la Asociación Vicus de Amigos de Cascante y la Universidad de Navarra- y la Universidad de Zaragoza, la segunda, con el concurso, además, en este caso, del Grupo Hiberus, del Grupo Littera y de la Asociación Internacional de Epigrafía Griega y Latina

Efectivamente, como anotábamos en un post de hace sólo unas semanas, a mediados de junio, entre los días 13 y 17-18, se celebrará en Cascante una edición más de la Semana Romana un evento estival que, ya con diecisiete ediciones, reivindica y hace visible -con resultado de un incesante trabajo sostenido durante todo el año- la huella romana de esta ciudad de la Ribera de Navarra. Con un histórico de temas tratados de lo más variado, esta nueva edición constituye, también, en parte, la prolongación del workshop de cierre del proyecto "Valete vos viatores" que -a puerta cerrada salvo la presentación de la serie audiovisual del proyecto, prevista para las 19h del día 15 en el Museo de la Universidad de Navarra- tendrá lugar en la Universidad de Navarra los días 15 y 16 y que recalará, también, en Santa Criz de Eslava e, incluso, en Los Bañales de Uncastillo. En las conferencias de Cascante, como puede verse en el programa que ha difundido ya la UNED de Tudela, se hablará -de la mano de expertos epigrafistas de Portugal y de España- de conmemoración funeraria, de inscripciones de obras públicas, de inscripciones versificadas, de Epigrafía y religión romana, de auto-representación y, también, de los soportes de la epigrafía paleohispánica. Se trata, por tanto, de una aproximación clásica, introductoria, a los usos de las inscripciones en época romana que constituirá, sin duda, un marco sensacional desde el que hacerse cargo de los usos del medio epigráfico en época romana. Además, existe la posibilidad, ya consolidada en estos últimos años, incluso antes de la irrupción del Covid-19, de seguir la actividad en remoto, desde cualquier lugar. Aunque la deliciosa gastronomía y no menos noble hospitalidad de los Cascantinos bien justifica acudir al evento de modo presencial, el menos a las conferencias concentradas en el fin de semana. 

Apenas diez días después, en Zaragoza, se nos propone una cita que, lejos del carácter esencialmente teórico de la anterior, se presenta como un taller eminentemente práctico orientado a poner en valor las posibilidades de la fotogrametría digital al servicio de la Epigrafía que, aunque en el título del evento, han denominado "epigrafía digital" quizás convendría denominar, mejor, "epigrafía virtual" (a este respecto pueden verse nuestras reflexiones en un reciente trabajo sobre la cuestión). El curso, acertadamente titulado "De la piedra a tu pantalla", cuenta con un sensacional elenco de intervinientes, acaso de un perfil algo más iunior que el de los que se citarán en Cascante pero con perfiles académicos extraordinariamente sugerentes, y que configuran un programa ciertamente atractivo. Además, el eje del curso lo constituyen un taller sobre EpiDoc -una comunidad internacional para facilitar la edición en red de documentos antiguos- y otro sobre fotogrametría aplicada al patrimonio herramientas ambas que resultan clave en la ciencia epigráfica actual (ver, al respecto, un vídeo de nuestro canal de YouTube). Nosotros, como se indicó en un post sobre el proyecto Valete vos viatores antes enlazado, tendremos presencia en dicho foro el día 28 de junio presentando los resultados de este proyecto, en fase ya de cierre. Será, sin duda, un honor hacerlo en dicho curso que, además, se celebrará en el centro mismo de la ciudad de Zaragoza que, también, ofrece no pocos motivos para su visita. 

En definitiva, para ti, que lees esto -como reza la usual fórmula epigráfica qui legis (CIL VI, 21261, por ejemplo)-, nos parecía oportuno celebrar esta feliz coincidencia, que el mes de junio, en apenas diez días, venga salpicado por dos importantes y abiertos eventos sobre Epigrafía Romana que vuelven a destacar el estado de salud de esta disciplina que tanta presencia ha tenido, y seguirá teniendo, en Oppida Imperii Romani. ¡Nos vemos en Cascante o en Zaragoza!






NOMEN ROMANORVM

 

[Pancarta en Latín desplegada en el estadio Olímpico de Roma; Foto: © Football Italia]

En estos últimos días se ha viralizado una "Tribuna" del diario La Razón -que tanto está haciendo por defender las Humanidades ante la inminente Ley Celaá como recogíamos en nuestro reciente post "Nuntia uetustatis"- firmada por el Catedrático de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid y habitual columnista de ese medio, David Hernández de la Fuente, en que se reclamaba un gran "pacto nacional por las Clásicas". En el artículo recogido en dicha "tribuna" -y apelando al indiscutible y contrastado appeal del mundo clásico que reivindicábamos, también, hace algunos años en la entrada "Rerum gestarum memoria"- el joven helenista sentenciaba -casi cerrando su atinada reflexión- "la sociedad anhela a los clásicos y sus mitos, omnipresentes en museos, librerías, quioscos, cines y plataformas de televisión" y lo cierto es que así es y cada semana que pasa nos tropezamos con más motivos para suscribir esta afirmación. El último, de hecho, inspira esta nueva entrada primaveral de Oppida Imperii Romani

Como decía, y como manifestación de esa perenne omnipresencia del mundo clásico en nuestro cotidiano, en estos días, hemos asistido a un emocionante guiño al mundo clásico en un escenario que, para muchos, destila valores totalmente opuestos a los del clasicismo grecorromano: una semifinal futbolística de la Conference League (antes "UEFA") disputada en el Estadio Olímpico de Roma el pasado 5 de mayo entre la Roma italiana y el Leicester inglés. Debemos a un buen seguidor y prescriptor de Oppida Imperii Romani, Mariano Jesús Mingo, la noticia que, a nosotros -pese a que, realmente, se viralizó notablemente en redes sociales, como ahora veremos (bien es cierto que, sobre todo, en medios deportivos y futbolísticos)- nos pasó desapercibida pero que, efectivamente, dice mucho del poder evocador del mundo clásico, de ese "anhelo social de los clásicos", que citaba Herández de la Fuente, y, también, en este caso, de la lengua latina y de los acontecimientos del pasado clásico. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento a Mariano por alertarnos de tan feliz noticia para quienes amamos la lengua Latina y su cultura.

Efectivamente, en los prolegómenos del partido -y como se ha recogido abundantemente en la prensa italiana (Football Italia; Corriere dello Sport; Corriere Giallorosso o Forma Roma) y, también, han viralizado no pocos tuiteros (Richard Whittle; RomaTube)- la hinchada de la Roma -club de fútbol que porta en su escudo una hermosa imagen de la Loba Capitolina amamantando a Rómulo y Remo y cuya hinchada, en otras ocasiones, ha invocado en el fondo sur otros lemas latinos- desplegó una larga pancarta en la que se leía: in Britannia cuncti nomen Romanorum horrebant, que podría traducirse "en Britannia todos temían el nombre de los Romanos". Como señalaron algunos de los medios enlazados, la frase traía al duelo futbolístico -que le valió a la Roma su clasificación para una nueva final europea, la cuarta en su historia- los acontecimientos de la conquista romana de Britannia iniciada en época del emperador Claudio, en el año 43 d. C. con un ejército comandado por el general Aulo Plaucio, después inmortalizado en el cine por su presencia (encarnado por Félix Avylmer) en el clásico del peplum Quo uadis? (Mervin LeRoy, 1951) y que se prolongaría hasta bien entrada la época flavia como más abajo recordaremos.

Esa conquista de Britannia -uno de los episodios militares clave de la dinastía Julio-Claudia- la conocemos bien gracias a varios autores grecorromanos, especialmente Tácito -que alude a ella en sus Anales y en el Agrícola- y Casio Dión (para el valor de estas fuentes y una buena descripción de los avatares de Britannia en época romana puede verse la voz "Roman Britain" en la Encyclopedia Britannica digital). Aunque Tácito aporta algunos datos sugerentes sobre la resistencia britana ante los Romanos y sobre las medidas adoptadas por Roma para sofocarla especialmente después de las campañas iniciales de Aulo Plaucio y ya durante la década de los años 60 d. C. en que -como afirma el historiador romano- Roma apenas sí pudo "conservar lo conquistado" (XIV, 29) y perdió, en algunas batallas, como en Londinium y Verulamnium, "setenta mil ciudadanos y aliados" (XIV, 33; noticia dada también por Cass. Dio 62, 1) es, especialmente, el Agrícola la obra de Tácito que mejor resume los procedimientos empleados por Roma en Britannia al explicar los antecedentes de la llegada de Cneo Julio Agrícola a la prouincia en época de Vespasiano y la propia acción de este aclamado gobernador provincial del que Tácito llegó a poner como ejemplo de cómo "la fidelidad y la modestia (obsequium ac modestial), si van acompañadas de trabajo y energía (industria ac uigor)" resultan provechosas en la acción de gobierno (Tac. Agr. 42, 5) y que, como él mismo sentenció, "sobrevivirá entregado por la Historia al a posteridad" (46, 4).

¿De dónde procede la frase que los tifosi de la Roma exhibieron con orgullo en la citada semifinal? Todo parece indicar que es una adaptación, intencional o no -no debe descartarse que, sencillamente, se haya querido componer una ocurrente y épica frase en Latín que buscaba amedrentar al equipo y a la hinchada británica- de un pasaje del libro IV de, en este caso, las Historias de Tácito. La coincidencia, de hecho, es total.

En el citado texto (IV, 62), y aunque el contexto del mismo es más bátavo que britano -se narra la revuelta de los Bátavos liderados por Julio Civil en el 69-70 d. C.-, aparece la expresión cuncti qui paulo ante Romanorum nomen horrebant, calcada a la exhibida en la pancarta del fondo sur del Estadio Olímpico de Roma sólo que añadiendo el sintagma de lugar in Britannia e invirtiendo el orden del genitivo Romanorum hacia una ubicación tras el sustantivo nomen, más propia de la estructura sintáctica romance que de la latina, frase que las traducciones al uso han traducido por "todos los que poco antes oían con horror el nombre de los Romanos". La conveniencia de adaptar la sentencia al ámbito britano no parece tampoco descabellada. Así, una de nuestras principales fuentes -como hemos visto- para conocer la acción romana en Britannia, el propio Tácito, en el Agrícola (13, 1, 1), llega a afirmar que los britanos obedecían "dócilmente a las levas, los impuestos y demás cargas que impone una ocupación" siempre que no fueran maltratados y, algo más adelante (15, 1) refiere expresamente el metus Britannorum, el "miedo de los Britanos". Sí resulta, en cualquier caso, curioso, que en algunos pasajes de los Annales, Tácito hable no sólo del miedo de los Britanos sino, también, del miedo que los propios Romanos llegaron a tener a "un ejército mujeril y fanático" (XIV, 30, 2) como se describe al "ejército enemigo" britano -en especial en un delicioso pasaje en el que se describe el liderazgo de la mítica generis regii femina duce (Tac. Agr. 16, 1, citada también en Cass. Dio 62, 2, 2), la "reina" Boudica (XIV, 35)- y que, en esa visión romántica de la alteridad tan propia de Tácito, se llegue a afirmar (Agr. 15, 4) que aquéllos luchaban por valores como patria, parentes, coniuges ("por su patria, padres y esposas") (algo que recoge también este libro en 32-33) y Roma lo hiciera, en cambio, por la auaritia et luxuria ("por la codicia y los placeres"). En cualquier caso, precisamente por ello, por ese temor Romano hacia la población bretona, la represión romana fue brutal imponiendo "a los vencidos una guarnición", "talando los bosques consagrados a feroces supersticiones" (XIV, 30, 3) o dejándolos "despojados de sus patrimonios" (XIV, 31, 1) estrategia desarrollada, al menos, hasta la llegada de Agrícola que, como cuenta Tácito (20-24) evitó las armas y las injusticias y consiguió hacerse con el control del territorio entregando a su sucesor "una provincia pacificada y segura" (40, 3).

Sea como fuere, resulta evocador, y extraordinariamente feliz, que una hinchada de fútbol -no podía ser otro equipo que la Roma- se apropie de una frase de Tácito para amedrentar a los jugadores del equipo rival, el Leicester, invocando, además, su pasado britano. Roma y su Historia, tantas veces épica, siguen estando de moda, sin duda.

NOTA.- Las traducciones empleadas para los pasajes a los que se ha dado voz en este post han sido: la de José L. Moralejo para la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 1980) de los Annales de Tácito; la de José Mª Requejo para, también, la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 2011) del Agrícola de Tácito; y la, también de José Mª Requejo, para Editorial Coloquio (Madrid, 1987) de las Historias de Tácito.


BELLA PLVS QVAM CIVILIA


[Conocido sarcófago romano del siglo III d. C, con escena de guerra -el conocido como "sarcófago Ludovisi"- conservado en el sensacional Museo Nazionale Romano, en Roma]

Quien escribe este blog se incorporó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra como Profesor Titular de Historia Antigua en septiembre del año 2014. Uno de los primeros recuerdos que atesoramos de aquellos primeros días -que constituyeron el arranque de nuestro primer curso académico en Navarra- coinciden con la visita de SSMM los Reyes de España a la Universidad para inaugurar el Museo de la Universidad de Navarra el proyecto que, aquel mes de enero de 2015, transcurrido ya nuestro primer semestre en el Campus de Pamplona de dicha Universidad, echaba a andar casi a la vez que nuestro Club de Arqueología que ha devenido en un exitoso Diploma en Arqueología.

En estos ocho años, el Museo de la Universidad de Navarra -como se pretendía- se ha convertido en un auténtico dinamizador de la vida cultural no sólo del Campus sino de toda la ciudad de Pamplona y su programación de artes visuales y escénicas es seguida con extraordinario interés por gente de dentro y de fuera de Navarra. La conexión, además, entre la vida académica del Campus -y las actividades docentes que en él se despliegan- y los recursos que ofrece el propio Museo como auténtico "museo universitario", va creciendo con cada curso académico y aquello que en 2015 nos parecía un "añadido" a la vida cultural que, desde su fundación, ha desplegado la Universidad se ha convertido hoy en un espacio totalmente interconectado con el quehacer de quienes trabajamos en la citada Universidad. 

Hace ya algunos meses que la directora de programas del Museo, Nieves Acedo, pidió nuestra colaboración para mantener, en este mes de mayo, un encuentro con un artista que, aunque en aquél primer contacto nos pareció desconocido, fue acreedor, el pasado 2018, del Premio Nacional de Danza: Antonio Ruz, un apasionado cordobés de 45 años. La razón era sencilla, este bailarín, director de su propia compañía de danza, estaba preparando una ambiciosa y sugerente adaptación de Farsalia, el célebre poema épico -singular, en cualquier caso, y de tintes historiográficos (ArtCultura: Revista de História, Cultura e Arte, 21, 2019, pp. 59-72 o The American Journal of Philology, 66-4, 1995, pp. 352-372)- del, también "cordobés" -como él-, M. Anneo Lucano, adaptación que proyecta estrenar en el Museo de la Universidad de Navarra -estreno al que seguirán una serie de representaciones previstas por distintos teatros y auditorios españoles- el próximo mes de octubre. A la reunión, en la que Antonio Ruz quería contar con el asesoramiento para su proyecto escénico de varios académicos, fuimos citados quien escribe estas líneas, como titular de Historia Antigua, el Catedrático de Filología Latina Álvaro Sánchez-Ostiz y Daniel Doyle, experto en estoicismo y colaborador del Departamento de Filosofía de nuestra Facultad. En el diálogo con el artista, que se extendió durante varias gratísimas y enriquecedoras horas en ese ambiente distendido e inspirado que el Museo de la Universidad de Navarra sabe crear, se habló mucho de los acontecimientos que inspiran la Farsalia -la guerra civil entre César y Pompeyo que marcó la década de los 40 del siglo I a. C., que precipitó el desenlace final de la República romana y en el que se enmarcó esa batalla, la de Farsalia, en la que César pronunció su célebre uini, uidi, uinci- y, también, del contexto -las conspiraciones contra Nerón y, en concreto, la de Pisón- en que Lucano la compuso. También se repasó la entidad de la obra desde un punto de vista literario y el lugar que ocupa en la épica romana. Y es que el poema épico inacabado que es la Farsalia -compuesto de diez libros- es, a juicio de toda la crítica (véase, por ejemplo, además de lo ya enlazado con anterioridad la valoración que de ella se hace en Britannica) una interpretación extraordinariamente singular de la épica romana que, además, debió alcanzar un notable éxito en su tiempo y que sigue provocando sensaciones encontradas en el espectador transcurridos ya veinte siglos de su composición (véase LEIGH, M., Lucan: spectacle and engagement, Oxford, 1997). Es posible, sin duda, que en ese éxito tengan algo que ver -como lo tuvieron en su día- algunos guiños violentos y hasta necrománticos y una cruda descripción de la guera y de la violencia que es, prácticamente, gore, con abundantes concesiones a la violencia (SPENTZOU, E., "Violence and Allienation in Lucan's Pharsalia. The case of Caesar", en GALE, M. R., y SCOURFIELD, J. H. D. (eds.), Texts and violence in the Roman World, Cambridge, 2018, pp. 246-268), concesones que, de hecho, el lector podrá juzgar en algunos de los pasajes aquí recogidos y que vuelven a traer a escena la innegable crueldad del mundo romano (ver este sugerente hilo, de Alejandro Rodríguez de la Peña, de la Universidad San Pablo CEU, aquí- 

El poder evocador de una obra como ésta -de 8000 versos compuestos a mediados de la década de los 60 del siglo I d. C.- como quedó claro en la conversación que mantuvimos -y que inspira este post- se ha acentuado, si cabe, con la irrupción de la guerra en nuestro cotidiano colectivo a través del estallido del conflicto en Ucrania que no es la primera vez que ocupa espacio en este blog señal de que ésta se está alargando más de lo que debiera, de lo que sería deseable. El lector fiel de Oppida Imperii Romani recordará que ya hace algunos meses, con Tucídides como protagonista, destilamos lo que de actual tenía el pensamiento griego sobre los conflictos civiles. Nos pareció que también la Farsalia de Lucano, que realiza una excelente condena de la irracionalidad de la guerra, podía aportar elementos al propósito que, desde la irrupción del Covid-19, ha alumbrado parte de la filosofía de Oppida Imperii Romani: demostrar la perennidad -¡en tantos temas!- del legado del mundo romano, ésa que, de hecho, inspiró un visitadísimo post de hace apenas sólo un año. Y la filosofía de esta entrada conecta con muchas de las que, en la etiqueta Disputationes, se han alineado en torno a esta misma misión: dejar que hablen los textos clásicos y que estos demuestren que siguen siendo válidos porque, en ocasiones, el género humano se empeña en repetir errores del pasado. Dejemos, pues, que hablen los versos de Lucano a continuación y reflexionemos y pensemos, con ellos, sobre el sentido de la guerra, hace veintiún siglos y también ahora, en estos últimos meses (la traducción de la Farsalia que se ha seguido es la de Sebastián Mariner para la Biblioteca Clásica Gredos -Madrid, 1984, disponible a través de Internet Archive- mientras los textos latinos originales pueden consultarse -pues aparecen enlazados en el locus de inicio de cada párrafo- a partir, al menos, de la edición digital de The Latin Library).

[1.] La irracionalidad de las guerras civiles y el desolador panorama de sus crímenes

[I, 1-9] "Guerras más que civiles (bella plusquam ciuilia) cantamos, libradas en las llanuras de Ematia, y el crimen investido de legalidad (iusque datum sceleri) y un pueblo poderoso que, con su diestra vencedora, se revolvió contra sus propias entrañas (populumque potentem in sua conuersum); la lucha entre formaciones de la misma sangre y, rota la alianza para la tiranía, el enfrentamiento, con intervención de todos los efectivos del universo trastornado, para abocar a un delito que afectó por igual a ambos bandos (totis concussi uiribus orbis); enseñas alineadas frente a enseñas iguales y hostiles, idénticas águilas frente a frente y picas amenazando a idénticas picas. ¿Qué locura (furor), ciudadanos, qué desenfrenado abuso de las armas (licentia ferri) es ése de ofrecer la sangre latina a pueblos odiados?".

[II, 140-160, el relato de Lucano recuerda tristemenet, especialmente en su parte final, a las imágenes que, en estas últimas semanas, han sobrecogido al mundo procedentes de las fosas de Mariúpol"Lo poco que quedaba de sangre a la Ciudad, él lo agotó; y, al cortar los miembros grangrenados ya en exceso, el remedio traspasó la medida y en el punto al que le orientaba la infección se le fue la mano más de la cuenta. Murieron los culpables (periere nocentes), pero cuando ya los únicos que podían seguir con vida eran los culpables. Diose entonces vía libre a los odios (data libertas odiis) y, desatada de los frenos legales, irrumpió la ira (ira ruit). No se otorgaban a uno sólo todas las iniciativas, sino que cada cual cometió delitos por su cuenta: el vencedor había impartido sus órdenes de una vez por todas. Un hierro nefando hundió el esclavo en las entrañas de su dueño, los hijos se empaparon de sangre paterna, llegó a haber contienda sobre a quién correspondería cercenar el cuello de un padre, murieron hermanos por la recompensa otorgada por ello a sus hermanos (in fratrum ceciderunt praemia fratres). Los sepulcros se llenaron de fugitivos, se mezclaron los cuerpos vivos con los enterrados y los escondrijos de las fieras no tuvieron cabida suficiente para un pueblo en masa. Uno quebró su cuello y estranguló su garganta con un lazo; otro, arrojándose de cabeza con todo su peso, se estrelló al chocar contra el duro suelo, y hurtaron sus muertes al sanguinario vencedor; otro eleva en persona el rimero de leños de su propia pira, salta al medio de las llamas antes de haber derramado toda su sangre y, cuando aún puede hacerlo, penetra en el fuego. Las cabezas de los jefes fueron paseadas en una pica a través de la ciudad sobrecogida y apiladas en medio del foro: allí es donde pueden reconocerse todos los que yacen por doquier (cognoscitur illic quidquid ubique iacet)".

[2.] De la paz a la guerra: la condición humana

[I, 160-180, el texto es, además, un buen diagnóstico de la situación de Roma tras su expansión mediterránea en el contexto, ya, de la crisis republicana] "En efecto, cuando, con el sometimiento del mundo, la Fortuna acarreó riquezas excesivas y las costumbres se rindieron ante la prosperidad (rebus mores cessere secundis), y el botín y el pillaje sobre el enemigo nos ganaron para el lujo, ya no hubo límite para el oro y las edificaciones; desdeñó el hambre los platos de antaño; vestidos apenas decentes para llevarlos las muchachas jóvenes, se los pusieron sin pudor los hombres; se huye de la pobreza, fecunda en héroes (fecunda uirorum paupertas), y se hace traer de todas las partes del mundo lo que lleva a la perdición a cada uno de esos pueblos; entonces se ponen a empalmar lindes de parcelas, alargándolas, y las campiñas otrora surcadas por la dura reja de Camilo y sufridoras de los antiguos arados de los Curios, las convierten en dilatados latifundios con el trabajo de colonos forasteros. No era aquel un pueblo al que hiciera feliz una paz tranquila (pax tranquilla), al que su propia libertad abasteciera, sin necesidad de empuñar las armas (libertas inmotis pasceret armis). De aquí, fáciles las explosiones de cólera y sin importancia los actos criminales a los que inducía la pobreza; gran honra, digna de buscarse incluso con la espada, tener más poder que la propia patria: la medida del derecho era la fuerza (mensuraque iuris uis erat); de aquí, las leyes y los plebiscitos aprobados por coacción y los tribunos, a la par que los cónsules, subvirtiendo el derecho; de aquí, las fasces conseguidas con presión del dinero (rapti fasces pretio), el propio pueblo sacando a subasta sus favores, el soborno, moral para la Ciudad (letalisque ambitus urbi), reanudando cada año los enfrentamientos en el Campo venal; de aquí, la usura voraz (usura uorax) y el rédito ansioso de vencimientos, la buena fe conculcada y la guerra, ventajosa para muchos (multis utile bellum)".

[3.] Los devastadores efectos de la guerra

[VII, 385-408] "Así pues, de uno y otro lado avanzan los escuadrones a la carrera con igual arranque de cólera: a unos les excita el miedo a la tiranía, a otros, la esperanza en ella (metus hos regni, spes excitat illos). Estos brazos ejecutarán lo que ninguna época podrá enmendar ni el género humano reparar en todas sus edades, aunque se viera libre del hierro (ut uacet a ferro). Este Marte arruinará también a las gentes futuras, pues se llevará a los pueblos de la generación venidera, privándoles de su nacimiento. Entonces toda la raza latina será pura leyenda; apenas unas ruinas cubiertas de polvo podrán señalar el emplazamiento de Gabi, Veyos y Cora, los lares albanos y los penates laurentinos; campo despoblado, que no habitará sino en las noches forzosas un senador contra su voluntad y quejándose de lo ordenado por Numa. No es el tiempo voraz el que ha hecho estos destrozos y ha ido deshaciendo en polvo los recuerdos del pasado: es el crimen de una guerra civil lo que vemos en tantas ciudades desoladas (crimen ciuile uidemus tot uacuas urbes). ¡A lo que ha quedado reducida la muchedumbre del género humano! Los pueblos que nacemos en el mundo entero no alcanzamos a llenar de habitantes las urbes ni los campos: una sola ciudad tiene cabida para todos nosotros (urbs nos una capit). Las mieses de Italia son cultivadas por labriegos encadenados: sigue en pie, desmoronada en su techumbre vetusta, la casa, a punto de desplomarse sin coger a nadie debajo; Roma, populosa pero sin ningún ciudadano propio, sino abarrotada con la hez del mundo, la hemos sometido a un grado tal de destrucción, que en un conglomerado tan importante no podría ya entablarse una guerra civil (in corpore bellum iam possit ciuile geri)".

El amante del Latín que haya llegado hasta aquí, seguramente, habrá advertido la riqueza de matices en que se mueve el campo semántico con que Lucano retrata esos bella plus quam ciuilia o ese multis utile bellum. Términos -todos debidamente destacados en la mini-antología anterior a estas líneas- como paupertas ("pobreza"), usura ("usura"), uoracitas ("voracidad"), crimen o scelus ("crimen"), furor ("locura"), ira u odium destilan la esencia misma de lo que, cada día, irrumpe en nuestros comedores y salas de estar a través de la atención informativa al conflicto en Ucrania. Aunque no parece que esto vaya a cesar pronto, mantengamos la esperanza de un mundo mejor en el que los errores del pasado dejen de repetirse. Seguro que la Farsalia de Antonio Ruz insiste en esa reivindicación que debemos compartir y subrayar entre todos.