Quien sigue con cierta asiduidad Oppida Imperii Romani sabe que las últimas entradas han sido compuestas en el Seminar für Alte Geschcichte und Epigraphik de la Universität Heidelberg, en Alemania, al abrigo de una beca de investigación de la Fundación Alexander von Humboldt. La última, de hecho, "Informis terra", de temática netamente germánica. Esa estancia, de tres meses de duración, se interrumpió durante tres semanas para poder atender la exitosa -acaso histórica- XV Campaña de Excavaciones en Los Bañales que, como todos los años, ha contado con notables ecos mediáticos tanto en la televisión autonómica Aragón Televisión como, muy recientemente, también a nivel nacional llamando la atención, por ejemplo, del programa Cuatro al Día, de Cuatro. El sensacional grupo de estudiantes que ha participado en ella, al que se podrían aplicar las cualidades de los paucissimi homines a los que dedicábamos un post de este blog en el año 2020, los notables hallazgos materiales y, en particular, el modo cómo se ha venido revelando el urbanismo del barrio septentrional de la ciudad han vuelto a subrayar el potencial de la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo y sus múltiples, y en muchos casos todavía no exploradas, posibilidades.
Durante estos meses de trabajo en Heidelberg, hemos atendido al estudio de una serie de materiales arqueológicos -cerámicos, de joyería y metálicos- procedentes de diversas campañas de trabajo en la ciudad romana -esencialmente entre 2018 y 2022- y que, por su singularidad, merecían una atención monográfica. Además, en estas últimas semanas, ha visto la luz el estudio de una pieza cerámica descubierta en la campaña de 2022 a la que ya atendimos en una entrada anterior de este blog, que constituye todo un unicum en la Arqueología hispanorromana y que habla del carácter exclusivo de los productos que llegaron a nuestra ciudad romana al tiempo que recuerda el interés que disponer de una excavación arqueológica en marcha tiene para los estudios históricos y para la generación de conocimiento sobre la Antigüedad. Los tres conjuntos de materiales antes citados, por su parte, han puesto de relieve algo que ya sabíamos desde que, prácticamente, comenzamos nuestro análisis de la cultura material romana recuperada en Los Bañales y en torno de Los Bañales: esta ciudad fue una ciudad poderosa, extraordinariamente abierta y con una proyección mediterránea indiscutible. Y esas cualidades, especialmente, se hicieron evidentes entre el 10 a. C. y el 100 d. C. que fue, sin duda, la época de auténtico florecimiento del lugar, como hemos explicado en alguna reciente publicación a la que remitimos a través del enlace.
Si ya el estudio de la procedencia de las rocas ornamentales -que incluía africanas, egipcias y minorasiáticas- o de la calidad del mármol empleado en los programa escultóricos oficiales -en particular el sensacional Carrara con que se hizo la estatua militar de Domiciano que presidió uno de los recintos de representación del foro cívico- remitían a esa sensacional apertura comercial de la ciudad algunos de los materiales a los que hemos dedicado atención en estos meses así lo han seguido subrayado con tonos cada vez más evidentes. Por ejemplo, de Los Bañales proceden un par de ejemplares de lucernas con el sello C(aius) CLO(dius) SVC(essus), un ejemplar con la alusión al alfarero STROBIL(us) y una de las más occidentales referencias al figlinarius ATEI(us) EVRYAL(us), de conocida dispersión por otros rincones de la península y que, sin embargo, no contaba con tantas atestiguaciones en el interior, rastro éste compartido con las otras firmalampen, en general bastante exclusivas (sobre ellos pueden verse las publicaciones enlazadas sobre sus nombres, cuando las hay en línea; el estudio sobre las marcas ha sido recientemente enviado a la revista italiana Epigraphica, para su publicación en los próximos meses). Las tres firmas -dos sobre lucerna y otra sobre una copa de sigillata itálica- revelan unas conexiones noritálicas muy evidentes para nuestra ciudad y activas desde época augústea hasta mediados del siglo II d. C. De igual modo, las piezas de joyería que hemos podido estudiar -y que incluyen esmeraldas y perlas que, como sabemos por las fuentes antiguas (Plin. Nat. 37, 104, eran importadas desde lugares muy lejanos al otro lado del Mediterráneo- evidencian que hubo en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo elites locales que, incluso en los tiempos de crisis de la ciudad, cuando ésta, a partir de mediados del siglo II d. C., fue un paradigma de los denominados oppida labentia, se permitieron importar objetos de auténtico lujo que daban muestra de la vitalidad económica de sus fortunas. Incluso Plinio el Viejo se atreve a dar el dato de 100 millones de sestercios para cuantificar el gasto de las elites locales de Occidente en artículos de joyería que hoy llamaríamos, de importación (Plin. Nat. 6, 101; sobre estos artículos daremos noticia, en este año, en la revista Anas, aunque uno de los objetos, el fascinum fálico descubierto en 2018, ya fue publicado hace un par de años en Anales de Arqueología Cordobesa, publicaciones a las que remitimos) y que, en conjunto, van a ser estudiados por Luka García de la Barrera, del equipo de Los Bañales y doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.
Esa vitalidad económica es evidente que permitió, también, la participación de esas elites en, al menos, dos de los momentos de mayor desarrollo urbanístico de la ciudad, el periodo julio-claudio y el flavio e inmediatamente post-flavio gracias al concurso de algunos de los munificentes cuyos nombres nos ha legado la documentación epigráfica local: Q. Sempronius Vitulus (AE 2015, 656), M. Fabius Nouus, Porcia Fauentina (AE 2014, 701-705), Pompeia Paulla (AE 2012, 781-784)... ¿De dónde procedían sus fortunas? ¿Qué recurso garantizó que dispusieran de fondos suficientes para colaborar con esa monumentalización de su comunidad de un modo tan generoso? ¿De qué vivió la ciudad romana de Los Bañales y otras comunidades del entorno que disfrutaban de un sensacional despegue urbanístico antes, incluso, de su promoción jurídica, esas a las que, en algunas publicaciones recientes, hemos calificado como parua oppida? ¿Fue ese despegue urbanístico resultado, exclusivamente, de su iniciativa o hubo en él algo de empuje e incentivación de los poderes públicos? ¿En qué medida el Derecho de Roma legisló para estimular e incentivar el despegue institucional y material de estos parua oppida? ¿Qué efecto causó, sobre el paisaje, el desarrollo monumental de las ciudades y de qué modo encarnaron estas el paradigma de las ciudades-escaparate? ¿Fueron sus bases económicas sólidas o, por el contrario, fueron frágiles e hicieron difícil el mantenimiento de su autonomía municipal que, como sabemos, era especialmente exigente en lo que a implicación, también económica, de sus elites locales respecta? ¿En qué medida estas comunidades de tamaño pequeño-medio dependieron de la generosidad y la implicación de los miembros de su elite local? ¿En qué momento empezaron a evidenciar dificultades y cuál fue la reacción jurídica oficial a las mismas? ¿Pude hacerse automática la ecuación parua oppida-labentia oppida que incide en que esas ciudades que despegaron en su decus urbana antes de su promoción jurídica fueron especialmente sensibles a las dificultades del periodo medio-imperial? Algunas de esas preguntas ya centraron nuestra discusión en el IV Coloquio de Arqueología e Historia Antigua de Los Bañales que, bajo el título de pecunia communis, y con el apoyo del Centro de Estudios de Cinco Villas, de la Institución Fernando el Católico, nos reunión en septiembre y cuyas actas van a ver la luz muy pronto en el marco de la Serie de Monografías Los Bañales, que puede adquirirse a través de Pórtico Librerías.
Precisamente, la XV Campaña de Excavaciones en la ciudad romana de Los Bañales fue repentinamente sobresaltada con la noticia, llegada desde el Ministerio de Ciencia e Innovación, de la concesión, a quien escribe estas líneas, de un proyecto de investigación en la modalidad de "generación del conocimiento" y que, con el acrónimo parua labentia -que da título a este post y a la serie de entradas que darán cuenta de la marcha del mismo- llevará por título "De parua a oppida labentia: ciudad, ciudadanía y desarrollo urbano en el piedemonte vasco-aquitano (siglos I a. C.-II d. C.)" (PID2022-137312NB-I00) y en el que vamos a comenzar a trabajar a partir del próximo mes de septiembre por un espacio de tres años. Como indica el título, nuestro objetivo, es estudiar cuáles fueron, en primer lugar, las bases ideológicas y, en segundo lugar, los ritmos del desarrollo urbano de muchas de esas pequeñas ciudades del interior ubicadas en el ámbito vascón -como la ciuitas de los Carenses (Santacara, Navarra), o las que, de nombre aun ignoto, hubo en Campo Real/Fillera (Sos del rey Católico, Zaragoza), en Santa Criz de Eslava (Eslava, Navarra) y, claro, en Los Bañales de Uncastillo (Uncastillo, Zaragoza)- y en el aquitano -como Beneharnum (Lescar)- y, especialmente, de qué modo ese desarrollo se sostuvo económicamente tratando de caracterizar cómo se pusieron en explotación los distintos territoria urbanos y cuáles fueron sus fuentes de riqueza y sus bases económicas principales algo que, al menos desde el punto de vista de la articulación territorial, conocemos bien para el caso de Los Bañales pero no tan bien para el resto de las comunidades citadas. Todo ello, lógicamente, sin desdeñar el estudio de las manifestaciones materiales -arquitectónicas, escultóricas, pictóricas tanto privadas como públicas- de ese desarrollo monumental que hizo que el modelo romano de ciudad triunfase y se impusiera espoleado, seguramente, a resultas de los efectos del tercer viaje de Augusto a la península ibérica. La extraordinaria apariencia monumental de la ciudad romana de Los Bañales pero, también, el sensacional aparato arquitectónico y escultórico de la ciuitas de Santa Criz de Eslava se convierten en absolutamente paradigmáticas en ese sentido una vez que ambas se urbanizaron notablemente antes de su promoción jurídica y la segunda, además, incorporó, en época julio-claudia, la que pudiera ser la representación escultórica del diuus Augustus más septentrional de la península ibérica (de la que ofrecemos fotografía bajo estas líneas y para cuyo contexto remitimos a una publicación en las actas de un coloquio también objeto de atención en este blog, "Parua oppida (y III)") prueba, sin duda, del excelente contacto de las comunidades del interior del territorio vascón con los programas decorativos e ideológicos del primer Principado.
Al respecto de todas estas cuestiones qué duda cabe que el hallazgo, en una serie de sondeos llevados a cabo en la parte central de la campaña, de un lagar para la producción de vino en el área meridional del núcleo urbano de Los Bañales, excepcionalmente detectado por Eugenio Monesma -al que debemos las fotos que siguen a estas líneas-, abre una vía de investigación de primer orden que nos permitirá confirmar si el vino y el aceite fueron productos que alcanzaron, desde Los Bañales, una salida sólo local o también de carácter regional. Será, por tanto, una ocasión extraordinaria para ver de qué modo el modelo romano de ciudad fue acogido por las poblaciones locales, con qué patrones tomó forma y se hizo visible y, sobre todo, si ese modelo fue o no sostenible en el tiempo y si unas bases excesivamente primarias de la economía local -que nos proponemos determinar-, pudieron estar detrás de su fracaso en la denominada crisis medio-imperial a la que, precisamente, dedicamos el anterior proyecto financiado por el Ministerio. Para un proyecto, además, como el que venimos desarrollando en Los Bañales en estos últimos quince años, y que se ha caracterizado por sumar ayudas de todos los que entienden cómo la investigación sirve al desarrollo territorial, la noticia no puede resultar más feliz, ciertamente. Cristaliza de esta manera nuestra dedicación, en los últimos tres años, a esas pequeñas ciudades, esos parua oppida que, en alguna publicación, hemos planteado si, realmente, fueron, también, "ciudades débiles" y que también han merecido una etiqueta específica en este blog. Además, en el equipo de investigación del proyecto participan investigadores no sólo de la Universidad de Navarra, también de la Universidad Pública de Navarra, de la Universidad de Castilla La Mancha y de la Universidad de Salamanca mientras que en el equipo de trabajo están representadas también la Université de Pau et des Pays de l'Adour, la Université de Bordeaux, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Nacional de Educación a Distancia o la Universidad Complutense de Madrid.
Precisamente, en esos términos valorábamos la concesión del proyecto hace unas semanas en los micrófonos de Cadena SER Cinco Villas, que tanta atención brinda al proyecto de Los Bañales y a su impacto científico y social en esta singular Comarca aragonesa. Te dejamos más abajo, al final de este post, enlace al podcast.
Si ya realizamos una intensa labor de transferencia, en estos últimos dos años, en Oppida Imperii Romani, del proyecto de Europa Creativa "Valete uos uiatores" y, hace algo más de tiempo, del proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación sobre los "oppida labentia", es nuestro deseo que este blog se vaya haciendo eco, en los próximos tres años, de las actividades que nazcan de este nuevo reto que vuelve a convertir el territorio vascón y, concretando desde una óptica territorial actual, la Comarca de Cinco Villas de Aragón, en un foco investigador de primer orden que, sin duda, está contribuyendo a crear un esquema de comprensión del desarrollo urbano en época romana en tierras del interior peninsular que puede tener valor -ya lo está teniendo, nos parece- como paradigma territorial de validez mayor, a escala global. Al menos, ése es nuestro deseo como investigador principal de este nuevo reto que se abre a los próximos años.