[Pancarta en Latín desplegada en el estadio Olímpico de Roma; Foto: © Football Italia]
En estos últimos días se ha viralizado una "Tribuna" del diario La Razón -que tanto está haciendo por defender las Humanidades ante la inminente Ley Celaá como recogíamos en nuestro reciente post "Nuntia uetustatis"- firmada por el Catedrático de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid y habitual columnista de ese medio, David Hernández de la Fuente, en que se reclamaba un gran "pacto nacional por las Clásicas". En el artículo recogido en dicha "tribuna" -y apelando al indiscutible y contrastado appeal del mundo clásico que reivindicábamos, también, hace algunos años en la entrada "Rerum gestarum memoria"- el joven helenista sentenciaba -casi cerrando su atinada reflexión- "la sociedad anhela a los clásicos y sus mitos, omnipresentes en museos, librerías, quioscos, cines y plataformas de televisión" y lo cierto es que así es y cada semana que pasa nos tropezamos con más motivos para suscribir esta afirmación. El último, de hecho, inspira esta nueva entrada primaveral de Oppida Imperii Romani.
Como decía, y como manifestación de esa perenne omnipresencia del mundo clásico en nuestro cotidiano, en estos días, hemos asistido a un emocionante guiño al mundo clásico en un escenario que, para muchos, destila valores totalmente opuestos a los del clasicismo grecorromano: una semifinal futbolística de la Conference League (antes "UEFA") disputada en el Estadio Olímpico de Roma el pasado 5 de mayo entre la Roma italiana y el Leicester inglés. Debemos a un buen seguidor y prescriptor de Oppida Imperii Romani, Mariano Jesús Mingo, la noticia que, a nosotros -pese a que, realmente, se viralizó notablemente en redes sociales, como ahora veremos (bien es cierto que, sobre todo, en medios deportivos y futbolísticos)- nos pasó desapercibida pero que, efectivamente, dice mucho del poder evocador del mundo clásico, de ese "anhelo social de los clásicos", que citaba Herández de la Fuente, y, también, en este caso, de la lengua latina y de los acontecimientos del pasado clásico. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento a Mariano por alertarnos de tan feliz noticia para quienes amamos la lengua Latina y su cultura.
Efectivamente, en los prolegómenos del partido -y como se ha recogido abundantemente en la prensa italiana (Football Italia; Corriere dello Sport; Corriere Giallorosso o Forma Roma) y, también, han viralizado no pocos tuiteros (Richard Whittle; RomaTube)- la hinchada de la Roma -club de fútbol que porta en su escudo una hermosa imagen de la Loba Capitolina amamantando a Rómulo y Remo y cuya hinchada, en otras ocasiones, ha invocado en el fondo sur otros lemas latinos- desplegó una larga pancarta en la que se leía: in Britannia cuncti nomen Romanorum horrebant, que podría traducirse "en Britannia todos temían el nombre de los Romanos". Como señalaron algunos de los medios enlazados, la frase traía al duelo futbolístico -que le valió a la Roma su clasificación para una nueva final europea, la cuarta en su historia- los acontecimientos de la conquista romana de Britannia iniciada en época del emperador Claudio, en el año 43 d. C. con un ejército comandado por el general Aulo Plaucio, después inmortalizado en el cine por su presencia (encarnado por Félix Avylmer) en el clásico del peplum Quo uadis? (Mervin LeRoy, 1951) y que se prolongaría hasta bien entrada la época flavia como más abajo recordaremos.
Esa conquista de Britannia -uno de los episodios militares clave de la dinastía Julio-Claudia- la conocemos bien gracias a varios autores grecorromanos, especialmente Tácito -que alude a ella en sus Anales y en el Agrícola- y Casio Dión (para el valor de estas fuentes y una buena descripción de los avatares de Britannia en época romana puede verse la voz "Roman Britain" en la Encyclopedia Britannica digital). Aunque Tácito aporta algunos datos sugerentes sobre la resistencia britana ante los Romanos y sobre las medidas adoptadas por Roma para sofocarla especialmente después de las campañas iniciales de Aulo Plaucio y ya durante la década de los años 60 d. C. en que -como afirma el historiador romano- Roma apenas sí pudo "conservar lo conquistado" (XIV, 29) y perdió, en algunas batallas, como en Londinium y Verulamnium, "setenta mil ciudadanos y aliados" (XIV, 33; noticia dada también por Cass. Dio 62, 1) es, especialmente, el Agrícola la obra de Tácito que mejor resume los procedimientos empleados por Roma en Britannia al explicar los antecedentes de la llegada de Cneo Julio Agrícola a la prouincia en época de Vespasiano y la propia acción de este aclamado gobernador provincial del que Tácito llegó a poner como ejemplo de cómo "la fidelidad y la modestia (obsequium ac modestial), si van acompañadas de trabajo y energía (industria ac uigor)" resultan provechosas en la acción de gobierno (Tac. Agr. 42, 5) y que, como él mismo sentenció, "sobrevivirá entregado por la Historia al a posteridad" (46, 4).
¿De dónde procede la frase que los tifosi de la Roma exhibieron con orgullo en la citada semifinal? Todo parece indicar que es una adaptación, intencional o no -no debe descartarse que, sencillamente, se haya querido componer una ocurrente y épica frase en Latín que buscaba amedrentar al equipo y a la hinchada británica- de un pasaje del libro IV de, en este caso, las Historias de Tácito. La coincidencia, de hecho, es total.
En el citado texto (IV, 62), y aunque el contexto del mismo es más bátavo que britano -se narra la revuelta de los Bátavos liderados por Julio Civil en el 69-70 d. C.-, aparece la expresión cuncti qui paulo ante Romanorum nomen horrebant, calcada a la exhibida en la pancarta del fondo sur del Estadio Olímpico de Roma sólo que añadiendo el sintagma de lugar in Britannia e invirtiendo el orden del genitivo Romanorum hacia una ubicación tras el sustantivo nomen, más propia de la estructura sintáctica romance que de la latina, frase que las traducciones al uso han traducido por "todos los que poco antes oían con horror el nombre de los Romanos". La conveniencia de adaptar la sentencia al ámbito britano no parece tampoco descabellada. Así, una de nuestras principales fuentes -como hemos visto- para conocer la acción romana en Britannia, el propio Tácito, en el Agrícola (13, 1, 1), llega a afirmar que los britanos obedecían "dócilmente a las levas, los impuestos y demás cargas que impone una ocupación" siempre que no fueran maltratados y, algo más adelante (15, 1) refiere expresamente el metus Britannorum, el "miedo de los Britanos". Sí resulta, en cualquier caso, curioso, que en algunos pasajes de los Annales, Tácito hable no sólo del miedo de los Britanos sino, también, del miedo que los propios Romanos llegaron a tener a "un ejército mujeril y fanático" (XIV, 30, 2) como se describe al "ejército enemigo" britano -en especial en un delicioso pasaje en el que se describe el liderazgo de la mítica generis regii femina duce (Tac. Agr. 16, 1, citada también en Cass. Dio 62, 2, 2), la "reina" Boudica (XIV, 35)- y que, en esa visión romántica de la alteridad tan propia de Tácito, se llegue a afirmar (Agr. 15, 4) que aquéllos luchaban por valores como patria, parentes, coniuges ("por su patria, padres y esposas") (algo que recoge también este libro en 32-33) y Roma lo hiciera, en cambio, por la auaritia et luxuria ("por la codicia y los placeres"). En cualquier caso, precisamente por ello, por ese temor Romano hacia la población bretona, la represión romana fue brutal imponiendo "a los vencidos una guarnición", "talando los bosques consagrados a feroces supersticiones" (XIV, 30, 3) o dejándolos "despojados de sus patrimonios" (XIV, 31, 1) estrategia desarrollada, al menos, hasta la llegada de Agrícola que, como cuenta Tácito (20-24) evitó las armas y las injusticias y consiguió hacerse con el control del territorio entregando a su sucesor "una provincia pacificada y segura" (40, 3).
Sea como fuere, resulta evocador, y extraordinariamente feliz, que una hinchada de fútbol -no podía ser otro equipo que la Roma- se apropie de una frase de Tácito para amedrentar a los jugadores del equipo rival, el Leicester, invocando, además, su pasado britano. Roma y su Historia, tantas veces épica, siguen estando de moda, sin duda.
NOTA.- Las traducciones empleadas para los pasajes a los que se ha dado voz en este post han sido: la de José L. Moralejo para la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 1980) de los Annales de Tácito; la de José Mª Requejo para, también, la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 2011) del Agrícola de Tácito; y la, también de José Mª Requejo, para Editorial Coloquio (Madrid, 1987) de las Historias de Tácito.
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