PARVA LABENTIA

 


[Colgante de tipo lunula de un collar de época romana, en oro y esmeralda, hallado en Los Bañales de Uncastillo en 2018 y que puede verse en el Centro de Recepción de Visitantes instalado en Layana (Zaragoza). Foto y modelo 3D: Pablo Serrano Basterra]

Quien sigue con cierta asiduidad Oppida Imperii Romani sabe que las últimas entradas han sido compuestas en el Seminar für Alte Geschcichte und Epigraphik de la Universität Heidelberg, en Alemania, al abrigo de una beca de investigación de la Fundación Alexander von Humboldt. La última, de hecho, "Informis terra", de temática netamente germánica. Esa estancia, de tres meses de duración, se interrumpió durante tres semanas para poder atender la exitosa -acaso histórica- XV Campaña de Excavaciones en Los Bañales que, como todos los años, ha contado con notables ecos mediáticos tanto en la televisión autonómica Aragón Televisión como, muy recientemente, también a nivel nacional llamando la atención, por ejemplo, del programa Cuatro al Día, de Cuatro. El sensacional grupo de estudiantes que ha participado en ella, al que se podrían aplicar las cualidades de los paucissimi homines a los que dedicábamos un post de este blog en el año 2020, los notables hallazgos materiales y, en particular, el modo cómo se ha venido revelando el urbanismo del barrio septentrional de la ciudad han vuelto a subrayar el potencial de la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo y sus múltiples, y en muchos casos todavía no exploradas, posibilidades.

Durante estos meses de trabajo en Heidelberg, hemos atendido al estudio de una serie de materiales arqueológicos -cerámicos, de joyería y metálicos- procedentes de diversas campañas de trabajo en la ciudad romana -esencialmente entre 2018 y 2022- y que, por su singularidad, merecían una atención monográfica. Además, en estas últimas semanas, ha visto la luz el estudio de una pieza cerámica descubierta en la campaña de 2022 a la que ya atendimos en una entrada anterior de este blog, que constituye todo un unicum en la Arqueología hispanorromana y que habla del carácter exclusivo de los productos que llegaron a nuestra ciudad romana al tiempo que recuerda el interés que disponer de una excavación arqueológica en marcha tiene para los estudios históricos y para la generación de conocimiento sobre la Antigüedad. Los tres conjuntos de materiales antes citados, por su parte, han puesto de relieve algo que ya sabíamos desde que, prácticamente, comenzamos nuestro análisis de la cultura material romana recuperada en Los Bañales y en torno de Los Bañales: esta ciudad fue una ciudad poderosa, extraordinariamente abierta y con una proyección mediterránea indiscutible. Y esas cualidades, especialmente, se hicieron evidentes entre el 10 a. C. y el 100 d. C. que fue, sin duda, la época de auténtico florecimiento del lugar, como hemos explicado en alguna reciente publicación a la que remitimos a través del enlace.

Si ya el estudio de la procedencia de las rocas ornamentales -que incluía africanas, egipcias y minorasiáticas- o de la calidad del mármol empleado en los programa escultóricos oficiales -en particular el sensacional Carrara con que se hizo la estatua militar de Domiciano que presidió uno de los recintos de representación del foro cívico- remitían a esa sensacional apertura comercial de la ciudad algunos de los materiales a los que hemos dedicado atención en estos meses así lo han seguido subrayado con tonos cada vez más evidentes. Por ejemplo, de Los Bañales proceden un par de ejemplares de lucernas con el sello C(aius) CLO(dius) SVC(essus), un ejemplar con la alusión al alfarero STROBIL(us) y una de las más occidentales referencias al figlinarius ATEI(us) EVRYAL(us), de conocida dispersión por otros rincones de la península y que, sin embargo, no contaba con tantas atestiguaciones en el interior, rastro éste compartido con las otras firmalampen, en general bastante exclusivas (sobre ellos pueden verse las publicaciones enlazadas sobre sus nombres, cuando las hay en línea; el estudio sobre las marcas ha sido recientemente enviado a la revista italiana Epigraphica, para su publicación en los próximos meses). Las tres firmas -dos sobre lucerna y otra sobre una copa de sigillata itálica- revelan unas conexiones noritálicas muy evidentes para nuestra ciudad y activas desde época augústea hasta mediados del siglo II d. C. De igual modo, las piezas de joyería que hemos podido estudiar -y que incluyen esmeraldas y perlas que, como sabemos por las fuentes antiguas (Plin. Nat. 37, 104, eran importadas desde lugares muy lejanos al otro lado del Mediterráneo- evidencian que hubo en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo elites locales que, incluso en los tiempos de crisis de la ciudad, cuando ésta, a partir de mediados del siglo II d. C., fue un paradigma de los denominados oppida labentia, se permitieron importar objetos de auténtico lujo que daban muestra de la vitalidad económica de sus fortunas. Incluso Plinio el Viejo se atreve a dar el dato de 100 millones de sestercios para cuantificar el gasto de las elites locales de Occidente en artículos de joyería que hoy llamaríamos, de importación (Plin. Nat. 6, 101; sobre estos artículos daremos noticia, en este año, en la revista Anas, aunque uno de los objetos, el fascinum fálico descubierto en 2018, ya fue publicado hace un par de años en Anales de Arqueología Cordobesa, publicaciones a las que remitimos) y que, en conjunto, van a ser estudiados por Luka García de la Barrera, del equipo de Los Bañales y doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra


Esa vitalidad económica es evidente que permitió, también, la participación de esas elites en, al menos, dos de los momentos de mayor desarrollo urbanístico de la ciudad, el periodo julio-claudio y el flavio e inmediatamente post-flavio gracias al concurso de algunos de los munificentes cuyos nombres nos ha legado la documentación epigráfica local: Q. Sempronius Vitulus (AE 2015, 656), M. Fabius Nouus, Porcia Fauentina (AE 2014, 701-705), Pompeia Paulla (AE 2012, 781-784)... ¿De dónde procedían sus fortunas? ¿Qué recurso garantizó que dispusieran de fondos suficientes para colaborar con esa monumentalización de su comunidad de un modo tan generoso? ¿De qué vivió la ciudad romana de Los Bañales y otras comunidades del entorno que disfrutaban de un sensacional despegue urbanístico antes, incluso, de su promoción jurídica, esas a las que, en algunas publicaciones recientes, hemos calificado como parua oppida? ¿Fue ese despegue urbanístico resultado, exclusivamente, de su iniciativa o hubo en él algo de empuje e incentivación de los poderes públicos? ¿En qué medida el Derecho de Roma legisló para estimular e incentivar el despegue institucional y material de estos parua oppida? ¿Qué efecto causó, sobre el paisaje, el desarrollo monumental de las ciudades y de qué modo encarnaron estas el paradigma de las ciudades-escaparate? ¿Fueron sus bases económicas sólidas o, por el contrario, fueron frágiles e hicieron difícil el mantenimiento de su autonomía municipal que, como sabemos, era especialmente exigente en lo que a implicación, también económica, de sus elites locales respecta? ¿En qué medida estas comunidades de tamaño pequeño-medio dependieron de la generosidad y la implicación de los miembros de su elite local? ¿En qué momento empezaron a evidenciar dificultades y cuál fue la reacción jurídica oficial a las mismas? ¿Pude hacerse automática la ecuación parua oppida-labentia oppida que incide en que esas ciudades que despegaron en su decus urbana antes de su promoción jurídica fueron especialmente sensibles a las dificultades del periodo medio-imperial? Algunas de esas preguntas ya centraron nuestra discusión en el IV Coloquio de Arqueología e Historia Antigua de Los Bañales que, bajo el título de pecunia communis, y con el apoyo del Centro de Estudios de Cinco Villas, de la Institución Fernando el Católico, nos reunión en septiembre y cuyas actas van a ver la luz muy pronto en el marco de la Serie de Monografías Los Bañales, que puede adquirirse a través de Pórtico Librerías

Precisamente, la XV Campaña de Excavaciones en la ciudad romana de Los Bañales fue repentinamente sobresaltada con la noticia, llegada desde el Ministerio de Ciencia e Innovación, de la concesión, a quien escribe estas líneas, de un proyecto de investigación en la modalidad de "generación del conocimiento" y que, con el acrónimo parua labentia -que da título a este post y a la serie de entradas que darán cuenta de la marcha del mismo- llevará por título "De parua a oppida labentia: ciudad, ciudadanía y desarrollo urbano en el piedemonte vasco-aquitano (siglos I a. C.-II d. C.)" (PID2022-137312NB-I00) y en el que vamos a comenzar a trabajar a partir del próximo mes de septiembre por un espacio de tres años. Como indica el título, nuestro objetivo, es estudiar cuáles fueron, en primer lugar, las bases ideológicas y, en segundo lugar, los ritmos del desarrollo urbano de muchas de esas pequeñas ciudades del interior ubicadas en el ámbito vascón -como la ciuitas de los Carenses (Santacara, Navarra), o las que, de nombre aun ignoto, hubo en Campo Real/Fillera (Sos del rey Católico, Zaragoza), en Santa Criz de Eslava (Eslava, Navarra) y, claro, en Los Bañales de Uncastillo (Uncastillo, Zaragoza)- y en el aquitano -como Beneharnum (Lescar)- y, especialmente, de qué modo ese desarrollo se sostuvo económicamente tratando de caracterizar cómo se pusieron en explotación los distintos territoria urbanos y cuáles fueron sus fuentes de riqueza y sus bases económicas principales algo que, al menos desde el punto de vista de la articulación territorial, conocemos bien para el caso de Los Bañales pero no tan bien para el resto de las comunidades citadas. Todo ello, lógicamente, sin desdeñar el estudio de las manifestaciones materiales -arquitectónicas, escultóricas, pictóricas tanto privadas como públicas- de ese desarrollo monumental que hizo que el modelo romano de ciudad triunfase y se impusiera espoleado, seguramente, a resultas de los efectos del tercer viaje de Augusto a la península ibérica. La extraordinaria apariencia monumental de la ciudad romana de Los Bañales pero, también, el sensacional aparato arquitectónico y escultórico de la ciuitas de Santa Criz de Eslava se convierten en absolutamente paradigmáticas en ese sentido una vez que ambas se urbanizaron notablemente antes de su promoción jurídica y la segunda, además, incorporó, en época julio-claudia, la que pudiera ser la representación escultórica del diuus Augustus más septentrional de la península ibérica (de la que ofrecemos fotografía bajo estas líneas y para cuyo contexto remitimos a una publicación en las actas de un coloquio también objeto de atención en este blog, "Parua oppida (y III)") prueba, sin duda, del excelente contacto de las comunidades del interior del territorio vascón con los programas decorativos e ideológicos del primer Principado.

Al respecto de todas estas cuestiones qué duda cabe que el hallazgo, en una serie de sondeos llevados a cabo en la parte central de la campaña, de un lagar para la producción de vino en el área meridional del núcleo urbano de Los Bañales, excepcionalmente detectado por Eugenio Monesma -al que debemos las fotos que siguen a estas líneas-, abre una vía de investigación de primer orden que nos permitirá confirmar si el vino y el aceite fueron productos que alcanzaron, desde Los Bañales, una salida sólo local o también de carácter regional. Será, por tanto, una ocasión extraordinaria para ver de qué modo el modelo romano de ciudad fue acogido por las poblaciones locales, con qué patrones tomó forma y se hizo visible y, sobre todo, si ese modelo fue o no sostenible en el tiempo y si unas bases excesivamente primarias de la economía local -que nos proponemos determinar-, pudieron estar detrás de su fracaso en la denominada crisis medio-imperial a la que, precisamente, dedicamos el anterior proyecto financiado por el Ministerio. Para un proyecto, además, como el que venimos desarrollando en Los Bañales en estos últimos quince años, y que se ha caracterizado por sumar ayudas de todos los que entienden cómo la investigación sirve al desarrollo territorial, la noticia no puede resultar más feliz, ciertamente. Cristaliza de esta manera nuestra dedicación, en los últimos tres años, a esas pequeñas ciudades, esos parua oppida que, en alguna publicación, hemos planteado si, realmente, fueron, también, "ciudades débiles" y que también han merecido una etiqueta específica en este blog. Además, en el equipo de investigación del proyecto participan investigadores no sólo de la Universidad de Navarra, también de la Universidad Pública de Navarra, de la Universidad de Castilla La Mancha y de la Universidad de Salamanca mientras que en el equipo de trabajo están representadas también la Université de Pau et des Pays de l'Adour, la Université de Bordeaux, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Nacional de Educación a Distancia o la Universidad Complutense de Madrid.

Precisamente, en esos términos valorábamos la concesión del proyecto hace unas semanas en los micrófonos de Cadena SER Cinco Villas, que tanta atención brinda al proyecto de Los Bañales y a su impacto científico y social en esta singular Comarca aragonesa. Te dejamos más abajo, al final de este post, enlace al podcast.


Si ya realizamos una intensa labor de transferencia, en estos últimos dos años, en Oppida Imperii Romani, del proyecto de Europa Creativa "Valete uos uiatores" y, hace algo más de tiempo, del proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación sobre los "oppida labentia", es nuestro deseo que este blog se vaya haciendo eco, en los próximos tres años, de las actividades que nazcan de este nuevo reto que vuelve a convertir el territorio vascón y, concretando desde una óptica territorial actual, la Comarca de Cinco Villas de Aragón, en un foco investigador de primer orden que, sin duda, está contribuyendo a crear un esquema de comprensión del desarrollo urbano en época romana en tierras del interior peninsular que puede tener valor -ya lo está teniendo, nos parece- como paradigma territorial de validez mayor, a escala global. Al menos, ése es nuestro deseo como investigador principal de este nuevo reto que se abre a los próximos años. 

INFORMIS TERRA



Quien sigue de cerca y con atención Oppida Imperii Romani sabe que las entradas del mes pasado se han compuesto en el Seminar für Alte Geschichte und Epigraphik de la Universität Heidelberg, en Alemania y así sucederá, también, con las que sigan hasta el 31 de agosto. Quien nos sigue desde hace tiempo, además, sabrá que algunos museos arqueológicos ubicados en la que fue la Germania inferior y, también, algunas de las más importantes ciudades romanas de la Germania superior, como Mogontiacum (Mainz), Lopodunum (Ladenburg) o Aquae Aureliae (Baden-Baden), han desfilado por este blog que, por razones obvias, tiene una mayor querencia a los ámbitos hispánicos. Justo antes de la irrupción de la pandemia del coronavirus, incluso, inauguramos una sección de loca memorabilia en la que nos proponíamos visitar lugares históricos escenario de acontecimientos clave en la Historia Romana, sección que abríamos, de hecho, con un paseo por el bosque de Teotoburgo rememorando el desastre de las legiones del emperador Augusto en el año 9 d. C., frente a las tribus germanas. Ya en esa entrada -y después lo desarrollamos abundantemente durante los meses del Covid-19- nos limitamos, básicamente, a hacer hablar a los textos antiguos convencidos del carácter elocuente y casi oracular de estos que, de hecho, también hemos reivindicado en algunas entregas de Oppida Imperii Romani que se cuentan entre nuestras favoritas -y, por lo visto, también entre las más visitadas por nuestros lectores-, por ejemplo las consultadísimas "Omnes libellos" o "Flexamina oratio". El post que abrimos con este párrafo, tiene, en cierta medida, el espíritu de esas otras entradas en las que, sencillamente, nos limitamos a dejar hablar a los clásicos contribuyendo así también -ojalá- a acercarlos al gran público y a que este se anime a descubrirlos.

Aunque quizás el mundo global en que vivimos ha suavizado un poco los tópicos nacionales y ha permitido generar una visión más global, y menos regional, del mundo y, sobre todo, de Europa, en nuestra generación era habitual que al pensar en Alemania vinieran a nuestra cabeza varios tópicos sobre ese país centroeuropeo que, en cierto modo, están en la mente de todos: el frío y la lluvia, la rudeza -también física- de sus gentes arias, su poca destreza culinaria excepción hecha, en la bebida, de la cerveza -sin duda la bebida nacional en ese país- y, acaso, sus dispersos pueblos y ciudades, salpicados y repartidos irregularmente sobre el paisaje, con viviendas y construcciones de aire colorista que dan una nota alegre a un paisaje que siempre tendemos a imaginar muy verde y con el cielo permanentemente gris muy distinto, por tanto, al que ofrecen nuestros -soleados y abiertos- ambientes mediterráneos de procedencia. Se trata, lógicamente, de tópicos pues quizás esa Alemania de nuestro imaginario cultural tiene poco que ver con la realidad o, al menos, con algunas zonas de ese país extraordinariamente amplio y, por tanto, también diverso. 

Pues bien, hacia el año 98 d. C., uno de los mayores historiadores de Roma, Tácito, escribía su opúsculo De origine et situ Germanorum más conocido como Germania o "la Germania". En una extensión que apenas supera el medio centenar de capítulos, el autor de los Annales o de las Historiae, -se discute si con carácter sencillamente etnográfico o también político y moralizante como queriendo mostrar a Roma el exemplum de un pueblo que había sabido mantener sus tradiciones y no corromperse, asunto sobre el que  pronto volveremos- Tácito se entretenía en él en describir algunas de las características que definían a los Germanos del momento -especialmente de los comprendidos entre el Rhin y el Danubio (Germ. 1, 2-3), la denominada Germania magna-, conocidos ya desde las referencias a ellos en el De bello Gallico de Julio César y, por supuesto, por las que el propio Tácito, en los Annales, había hecho al asunto de Teotoburgo, al líder germano Arminio y a algunas de las cualidades guerreras de los teutones, y, en particular, a su singular uirtus militar, que también desarrollará en la Germania (sobre esas referencias remitimos a nuestro antiguo post "Per paludes perque siluas"). Resulta singular que una detenida lectura de los veinticuatro primeros capítulos de dicho texto (del que existe una buena traducción al castellano, por parte de J. M. Requejo, en la siempre útil Biblioteca Clásica Gredos, disponible en red, y que es la que hemos seguido para la parte que sigue de esta entrada -Madrid, 1981-) arroje sobre las tierras de Germania y sobre sus habitantes, los Germani, una imagen que, prácticamente, hemos hecho nuestra en nuestro propio imaginario cultural, como mediterráneos, respecto de los alemanes y que, como veremos, se separaría poco de la que hemos descrito unas líneas más arriba.

La Germania de Tácito, contra lo que, a priori, pudiera parecer por su tamaño -en la edición de Gredos su extensión apenas alcanza las 40 páginas- es una obra única en la Literatura Latina y así lo reconoce gran parte de la crítica. Su mérito fundamental es claro, se trata del único tratado estrictamente etnográfico, monográficamente etnográfico -podríamos decir- que, en lengua latina, nos ha llegado de la producción de ese género en el mundo romano (RUTLEDGE, S. H., A Tacitus reader. Selection from Annales, Historiae, Germania, Agricola and Dialogus, Mundelein, 2014, p. XVII). No en vano, el opúsculo fue calificado como libellus aureus por los autores del Renacimiento que siempre lo miraron con notable admiración preludio de la que, como glosaremos más abajo, sintieron por él los primeros "nacionalistas" alemanes ya a finales del XVIII y, sobre todo, en el siglo XIX. La razón de esa fascinación es lógica y así se ha señalado en las ediciones canónicas al uso (ANDERSON, J. G. C. (ed.), Cornelii Taciti. De origine et situ Germanorum, Oxford, 1958, pp. IX-XIII): el tratado se escribió con un doble propósito que -aunque haya dividido a la historiografía sobre la obra (cuestión que se resume muy bien en pp. 71-74 de la Introducción a la misma en la traducción de la Biblioteca Clásica Gredos)-, además, nos parece extraordinariamente moderno. Al margen de la atención que, a partir del capítulo 37, la obra dedica a la Historia de las guerras de Roma contra los Germanos y a la caracterización específica de sus distintas tribus -Teutones, Cimbrios, Suevos, Queruscos, Caucos, Quados, Catos y Marcomanos, entre otros- la parte que podríamos calificar de "general" de la Germania -es decir sus veinticinco/treinta primeros capítulos donde Tácito se entretiene en de omnium Germanorum origine ac morium"el origen y las costumbres del conjunto de los Germanos" (Germ. 27, 3)- se escribió con dos claros motivos que pasaremos pronto a detallar. El tratado supone, también, si lo analizamos como fuente historiográfica, una excelente aproximación al estado de cosas de los territorios germanos a comienzos del siglo II d. C., espacio que, tras el desastre de Teotoburgo se militarizó notablemente dando cobijo a ocho legiones -frente a las seis que tuvo con anterioridad a la época augústea (Tac. Ann. 4, 5, 1)- y que quedaría dividido en las clásicas Germania inferior y Germania superior única y exclusivamente a partir del reinado del emperador Domiciano (para la Historia de este territorio, muy bien sintetizada, puede vesre en línea MATIJEVIC, K., "Germania (Superior and Inferior)", en The Encyclopedia of Ancient History, Wiley Online Library, 2012) responsable también de la repoblación, según noticia del propio Tácito en la Germania (29, 4) de los denominados agri decumates, más o menos coincidentes con el actual länd alemán de Baden-Württemberg (sobre ellos y la discusión histórica en torno de su identidad y significado, problemático por conocerse sólo por la noticia de Tácito, véase WELLS, P. S., "Agri Decumates", en The Encyclopedia of Ancient History, Wiley Online Library, 2012) acciones todas acometidas en vísperas de la edición de la Germania por Tácito en el año 98 d. C.



[Mapas de los pueblos Germanos, © Findlay, 1849 (a la izquierda, arriba) y de la las provincias germanas en el siglo II d. C., © Westermann, 1987 (a la derecha, abajo)]

Pero es que, además, la Germania constituye la primera versión literaria del tópico del "noble sauvage", del "buen salvaje" que, alejado de la corrupción de la civilización, vive a partir de una moral antigua basada en la lealtad, la familia, la libertad y el respeto al pacto y a la palabra dada (Germ. 18 y 19) que Tácito trata de contraponer a la corrupción de la época en Roma algo que, en cierto modo, había destacado también en el Agrícola, otra de las opera minora de Tácito publicada en fecha muy próxima a la Germania, obra sobre cuya ideología algo dijimos en una vieja entrada de este espacio. De ese modo, en Tácito existía una clara intención de contraponer ese modo de vida "natural" y "agreste" al de la "civilizada" Roma contemporánea. Pero, además, muy probablemente, y en línea con un asunto que resulta permanente en la obra de Tácito (CASTRO, A. D., Tacitus and the virtues of the Roman Emperor: the role of imperial propaganda in the historiography of Tacitus, Ann Arbor, 1972), este autor, al publicar su obra apenas Trajano había ascendido al trono imperial, estaba tratando de justificar el largo año y medio que dedicaría este Princeps a que el ejército fortaleciera las obras de defensa del limes del Rhin en lugar de avanzar hacia el interior como sí había hecho Domiciano. Desde un punto de vista estrictamente literario y compositivo es probable, de hecho, que la Germania fuera pensada, acaso, como un apartado introductorio a una Historia del emperador Domiciano que habría proyectado componer Tácito y que, sin embargo, nunca llegó a terminar (sobre esta opción debe verse ANDERSON, J. G. C., op. Cit., p. XIII además de MEISTER, K., y HAAS, H., "Monographie oder Exkurs der Historien?", en MEISTER, K., y HAAS, H. (eds.), Cornelius Tacitus. Germania, Heidelberg, 1962, pp. 20-22). 

[Áureo de Domiciano -RIC II, 560- con representación de una personificación de la Germania vencida, la misma que, postrada sobre escudos propios de los Germanos, aparece en uno de los laterales de la coraza del thoracatus domiciáneo de Los Bañales de Uncastillo]

Con todos esos atractivos y propósitos resulta extraordinariamente interesante de qué modo la exaltación de las virtudes de un pueblo ajeno y de raíces prístinas como el Germano sirvieron ya en los comienzos del siglo II d. C., para legitimar posicionamientos políticos o estratégicos procedimiento éste aun en uso y que, de hecho, ha inspirado la más larga serie de posts que hasta la fecha -con permiso de los alusivos al proyecto Valete uos uiatores- ha generado este blog: la serie "Sorioneku", sobre la reverdecida -desde el pasado otoño- controversia vascónica y sus interesantes, y muchas veces forzadas, manipulaciones políticas. Nótese, por tanto, que la añoranza del pasado sigue funcionando como esquema de legitimación política, sin duda. Se trata éste de otro de los grandes méritos de la historiografía romana, que, en una obra como ésta, aplicó ese consabido esquema de la alteridad, la etnicidad y la identidad sobre el que reflexionamos, someramente, hace algunos años (sobre lo que la imagen de los Germanos de Tácito ha aportado al nacionalismo alemán histórico puede vesre MUHLACK, U., "Die Germania im deutschen Nationalbewusstein vor dem 19. Jahrhundert", en JANKUHN, H., y TIMPE, D. (eds.), Beiträge zum Verständnis der Germania des Tacitus. Teil 1, Göttingen, 1989, pp. 128-155), un esquema que, en cierto modo, e incluso con contraposición lingüística, se ha recuperado en la aclamada serie de Netflix Barbaren (2022). A este respecto del "uso político" de la Germania de Tácito, de hecho, se pronunciaba hace algunos años, con notable acierto, el Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Alcalá de Henares José Luis Moralejo, buen conocedor de la figura de Tácito, en una entrevista en el diario gallego La opinión con quien fue también traductor de la Germania para la prestigiosa serie de clásicos bilingües Alma Mater, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. De hecho, los pasajes en que Tácito ensalza la pureza racial (los Germani como gens indigena y como non infecti) y la libertad (libertas) de los Germanos fueron notablemente utilizados por los "humanistas alemanes" algunos tan ilustres como el propio Hegel, que reflexionó sobre la idea de libertad entre los Germanos tal como la describe Tácito, o Fichte, que citó este opúsculo abundantemente en sus Discursos a la nación alemana, de 1808. Resulta oportuno traer aquí a colación varios de esos pasajes, aunque se separen del asunto central del tópos germano que quería centrar este blog pues nos parecen de lo más elocuente (sobre la recepción de la Germania de Tácito por el nazismo puede verse el imprescindible KREBS, B., El libro más peligroso. La Germania de Tácito. Del Imperio Romano al Tercer Reich, Barcelona, 2011 y, también, RECIO, S., "Tópicos de la xenofobia en la cultura germana. Tácito y el nacionalismo alemán (una contribución desde la asignatura de Lengua Latina en el año europeo contra el racismo)", Aula Abierta, 73, 1999, pp. 133-158). Se trata de los siguientes:

[2, 1] "Los germanos son indígenas y en ningún modo están mezclados con otros pueblos"

[4, 1] "Al no estar degenerados por matrimonios con ninguna de las otras naciones, han logrado mantener una raza peculiar, pura y semejante sólo a sí misma"

Pero, tal como anunciábamos más arriba y como hemos hecho en otras ocasiones, dejemos a continuación "hablar" al texto de Tácito en su caracterización sobre el "origen y la tierra de los Germanos":

[2, 1] "Germania, con un terreno difícil, un clima duro, triste de habitar (...)"

[4, 2 y 4, 3] "Ojos fieros y azules, cabellos rubios, cuerpos grandes y capaces sólo para el esfuerzo momentáneo, no aguantan lo mismo la fatiga y el trabajo prolongado, y mucho menos la sed y el calor fuerte; sí están acostumbrados al frío y al hambre por el tipo de clima y territorio en que se desenvuelven"

[5, 1] "La tierra, aunque variada un tanto en su aspecto, está, en general, erizada de selvas (...)"

[14, 3] "Y es que las comidas abundantes (aunque mal preparadas) constituyen su soldada (...)"

[16, 3] "Cubren algunos lugares (en sus casas) con estuco tan fino y brillante que semeja pintura y dibujos de colores"

[21, 2] "Ningún otro pueblo se entrega con mayor pasión a convites y a relaciones de hospedaje. Se tiene como impiedad el negar albergue a cualquier ser humano. Cada cuál acoge con la mesa dispuesta según sus posibilidades (...)"

[23, 1] "Beben un líquido que obtienen de la cebada o del trigo y que, al fermentar, adquiere cierta semejanza con el vino (...) Se quitan el hambre sin complicaciones ni refinamientos (...)"

Más arriba hablábamos del frío y la lluvia, de la rudeza aria de las gentes alemanas, de su, en teoría, poca destreza culinaria -excepción hecha de la cerveza-, y del paisaje y poblamiento disperso que caracteriza su boscosa geografía. Pues bien, justamente, una lectura de esta breve antología de la Germania confirma, precisamente, todas esas imágenes que hemos hecho nuestras al pensar en Alemania y en sus gentes. Tácito habla de una informis terra para el solar germano, de un "terreno difícil" del que, incluso, dice que es raro que pueda generar una patria (nisi patria sit, "triste de habitar", como traduce con acierto el traductor de la Gredos). Describe a los Germanos como truces et caeruli oculi, rutilae comae, magna corpora, "de ojos fieros y azules, cabellos rubios, cuerpos grandes" y los hace, además, frigora atque inediam caelo soloue adsueuerunt, es decir "acostumbrados al frío y al hambre" así como poco dados a soportar el calor (minimeque sitim aestumque tolerare). Su solar es, además, frugiferarum arborum, "erizado de selvas" lo que contrasta con su carácter habitual de hospitii et comes, de "hospitalarios y amigables" que también destaca el historiador romano entre los rasgos propios del paisanaje germano. Además, pese a que sine apparatu, sine blandimentis expellunt famem, "se quitan el hambre sin complicaciones ni refinamientos", su gastronomía (son cibi simplices, "de alimentos simples", dice en otro punto) alcanza, en cualquier caso, su punto álgido con una bebida corruptus similitudinem uini, es decir, "que, fermentada, alcanza cierta semejanza con el vino" y que se hace ex hordeo et frumentum, "de trigo o de cebada", la cerveza cuyo nombre, sin embargo, Tácito no recoge.

Ante el evocador poder de una descripción como la de Tácito y ante su inexcusable vigencia caben dos posturas que, en realidad, son las mismas que se abren cada vez que nos enfrentamos al peso del legado clásico en nuestra cultura. La primera, pensar en la coincidencia, y en que, efectivamente, nuestra Europa fue ya desde la época romana, un escenario de compleja diversidad. Y es cierto y, por tanto, la postura es válida, legítima. Según eso Tácito, sencillamente, habría sido el primero en describir parte de esa diversidad al mirar hacia las tierras del norte, a esa indigena gens que, como vimos, eran para Roma los Germanos. Pero, ¿no es más hermoso pensar que la mirada de Tácito respecto de los pueblos del norte -como la que algo menos de un siglo antes hizo Estrabón sobre los que ocupaban el septentrión hispano- es la mirada de un latino, de un mediterráneo y que es por eso que, al margen de consideraciones folk, nuestra manera de mirar a los alemanes en el siglo XX y XXI sigue siendo exactamente la misma con la que fueron analizados sus antecesores Germanos por uno de los grandes historiadores de la Roma antigua? 

Está claro que, en muchas cosas, seguimos siendo Romanos... muy Romanos.