Situación: Más allá del nombre de un meritorio club de fútbol –el C. D. Numancia– Numancia es, desde luego, el más célebre de los yacimientos arqueológicos hispanos pero, además, uno de los más conocidos y nombrados en los ambientes especializados internacionales. Ubicado en las cercanías del poético río Duero, no demasiado lejos de “por donde [aquél] traza su curva de ballesta”, como escribiera Antonio Machado (Campos de Castilla), es también uno de los conjuntos arqueológicos más visitados de nuestro país más cuando en los últimos años, el equipo de arqueólogos que –con Alfredo Jimeno a la cabeza (desde el enlace puedes descargar algunas de sus publicaciones sobre la ciudad que nos ocupa)– dirige las excavaciones, ha hecho un notable esfuerzo por la puesta en valor del enclave reconstruyendo parte de su fortificación celtibérica, levantando de nuevo algunas viviendas, promocionando actividades paralelas, etcétera. El yacimiento, como veremos seguidamente, es perfectamente accesible desde Soria (ver Mapa). Es, de hecho, una visita obligada para quien se acerque a esta recoleta y siempre agradable ciudad castellana.
Acceso: Al yacimiento arqueológico de Numancia –ubicado en Garray, apenas 8 kilómetros al Norte de Soria– se llega tomando, desde Soria, la carretera (N-111) que se dirige hacia dicha localidad ubicada a orillas del río Duero para, una vez cruzado éste, emprender la subida al conjunto. Al visitante le da la bienvenida –tal vez en un auditorio que reclama una urgente ampliación– un audiovisual que –a juicio de quien escribe estas líneas– quizás insiste demasiado en el tópico –en su día de corte franquista pero hoy de nuevo recuperado– de la resistencia de un pueblo en defensa de su identidad y de su libertad. Lógicamente, en este caso, respecto de la resistencia del pueblo celtibérico a Roma (por cierto que, sobre los celtíberos, hay disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes una extraordinaria síntesis firmada por uno de sus mejores conocedores: A. Lorrio). A partir del referido auditorio/centro de acogida de visitantes –y como se hace constar en la página web de la Asociación Tierra Quemada y en otros sites citados en el apartado de recursos en internet de esta misma entrada– se organizan visitas arqueológicas guiadas para grupos, altamente recomendables.
Tipología: Numancia es una ciudad –estratégicamente ubicada en la confluencia de los ríos Duero y Merdancho y no lejos de un tercer río, el Tera, que también tributa al Duero no demasiado lejos del lugar– primero celtibérica y después romana –calificada como clara (“ilustre”) en Plinio (Plin. Nat. 3, 26, 4) y ponderada en prácticamente todas las fuentes que hablan sobre la Península Ibérica en época antigua (App. Hist. 188, 210, 213, 322-425 o Liv. Per. 54, que narran en detalle los avatares de las guerras de que fue objeto: las guerras celtibéricas, con una excelente cronología aquí) y aun por otras muchas (Cic. Caecin. 98 u Off. 1, 35 y 76, 3; Ovid. Fast. 1, 596 o Sall. Iug. 8, 2, 10)–, ciudad que fuera protagonista de una de las más sangrientas, prolongadas y arduas guerras que tuviera que librar Roma: las referidas guerras celtibéricas. Pero, más allá de suponer un extraordinario acercamiento a la Historia y a la Arqueología del mundo protohistórico y romano peninsulares, Numancia es un paisaje, un símbolo, casi un mito. Víctima de la poderosa maquinaria de asedio romana diseñada por el propio Escipión –el mismo que había vencido a la todopoderosa Cartago y enviado a la Meseta soriana por el Senado de Roma para frenar la ya avergonzante resistencia de los indígenas a la, hasta entonces, omnipotente Roma–, la ciudad fue rodeada por una serie de campamentos (El Castillejo, Peña Redonda, Alto del Real, Travesada, La Dehesilla y Valdevorrón completados con los castillos de Molino de Garrejo y de La Vega, todos unidos por una muralla de 9 kilómetros de longitud) cuya organización todavía es perceptible desde el Cerro de la Muela en que se alza la ciudad (ver plano aquí). Como afirma Apiano (App. Hisp. 97), Escipión "sometió a los [numantinos] por el hambre" lo que explica el relato épico que ya las fuentes romanas, después La Numancia de Cervantes y más tarde el épico lienzo de Alejo Vera (ver foto aquí) compusieron respecto a la resistencia de dicho pueblo y que -como los restos arqueológicos- perduran todavía en nuestro imaginario colectivo hispano. Y decimos “todavía” pues en el año que acabamos de dejar atrás, Numancia ha preocupado a muchos por la noticia de la construcción en la zona de un polígono industrial de notable impacto visual sobre el yacimiento. La Universidad Nacional de Educación a Distancia –junto a otras organizaciones como la plataforma Salvemos Numancia y siempre, además, con la adhesión de decenas de instituciones universitarias y de investigación españolas y europeas– ha liderado una campaña de sensibilización, recogida de firmas y resistencia –en ocasiones, casi también "numantina"– respecto a dicha propuesta urbanística –efectivamente, de dudoso gusto–, campaña que se puede seguir a partir de la sección dedicada al asunto en la web del Departamento de Historia Antigua de la UNED o de la atención que le dedica Terrae Antiquae.
Descripción: Numantia es un extraordinario ejemplo de la organización del territorio y de la vida urbana en la II Edad del Hierro en la Península Ibérica. Ordenada en torno a una calle central orientada de Norte a Sur, las viviendas se abrían en torno de la misma, viviendas construidas en adobe y techumbre de paja y con una ordenación y especialización funcional de espacios en su interior de la que hoy el visitante se hace una idea muy clara gracias a las reconstrucciones que de ellas se han hecho (ver foto en la cabecera de esta entrada). En general, dicho trazado fue mantenido por Roma tras la ocupación de la ciudad. Como exigía la religiosidad celtibérica (véase aquí una interesante síntesis sobre la misma obra de José Mª Blázquez, maestro de generaciones y generaciones de historiadores de la Antigüedad en España), la necrópolis se ubicó en las afueras de la ciudad y ha sido objeto de interesantes campañas de excavación. El repertorio de inscripciones votivas -normalmente aras dedicadas a Júpiter- procedente del yacimiento (HEp10, 583 o 584, por ejemplo) evidencia la romanización del lugar que, durante el invierno del 133 a. C. -y los anteriores- mantuvo en jaque a las tropas romanas. Las salas dedicadas al yacimiento en el Museo Numantino constituyen, sin duda, un complemento obligado para la adecuada aprehensión de lo que esta ciudad significó en la Celtiberia y en la Hispania romana.
Bibliografía: Es indiscutible que además de por la generosidad con la que se refirieron a ellas las fuentes antiguas, Numancia es célebre en la Arqueología Clásica por haber sido objeto de diversas campañas de excavación dirigidas por el alemán Adolf Schulten, sin duda, uno de los padres de la Arqueología moderna y uno de los primeros estandartes de la colaboración hispano-alemana en cuestiones de Historia Antigua de la Península Ibérica. Las memorias de dichos trabajos (SCHULTEN, A.: Numantia, Munich, 1905 y 1914 y Geschichte von Numantia, Munich, 1933), hoy recientemente reeditadas en WULFF, F. (ed.): Adolf Schulten: Historia de Numancia (1945), Pamplona, 2004, con excelente introducción de uno de los mejores conocedores de la historiografía sobre Historia Antigua Peninsular: Fernando Wulff), constituyen toda una referencia para quien quiera conocer la confirmación arqueológica de la triste trayectoria histórica que –sobre todo en el invierno del 133 a. C.– padeció la ciudad. Aunque, después, el trabajo ha sido objeto de atención de los estudiosos tanto de la arqueología soriana (como Blas de Taracena en su insustituible TARACENA, B. de: “Los pueblos celtibéricos”, en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal. I, 3, Madrid, 1976, pp. 195-299) como del mundo celtibérico (como Francisco Burillo –que dedica a las guerras celtibéricas y a su huella arqueológica una notable atención en BURILLO, F.: Los celtíberos. Etnias y estados, Barcelona, 1998, pp. 247-255– o el Simposio sobre Celtíberos que él coordinó, consagrado al estudio del Poblamiento Celtibérico: BURILLO, F. (coord.): Poblamiento Celtibérico, Zaragoza, 1995), la monografía más definitiva sobre el lugar ha visto la luz no hace mucho y es, desde luego, el más actualizado y recomendable trabajo sobre el yacimiento: JIMENO, A., y DE LA TORRE, J. A.: Numancia, símbolo e Historia, Madrid, 2005, puerta de acceso, además, a toda la bibliografía que éste ha generado y, desde luego, también a las distintas interpretaciones que del mito de Numancia han generado el arte, la literatura (en especial La Numancia de Cervantes, con edición digital comentada aquí) o incluso el cómic (como el original Numancia, estrella del crepúsculo). También es ya todo un referente -pese a que se publicó no hace mucho- el catálogo JIMENO, A., DE LA TORRE, J. A., y CHAÍN, A. (coords.): Celtíberos. Tras la estela de Numancia, Soria, 2005. Como síntesis y, sobre todo, con bien trabajado inventario de las fuentes antiguas que se refieren a la ciudad, puede verse, una vez más, SALINAS, M., y HERNÁNDEZ-GUERRA, L.: “Numancia”, en ROLDÁN, J. M. (dir.): Diccionario Akal de la Antigüedad Hispana, Madrid, 2006, pp. 671-672.
Recursos en internet: Además de la página de Wikipedia -que aunque no tenga demasiados defensores, no deja nunca de ser una buena plataforma para acceder a algunos enlaces de interés sobre el lugar- resultan muy recomendables las sugerencias que la red recoge para visitar Numancia en el contexto de las otras ciudades celtibéricas "sorianas" (pincha aquí, en la propuesta en ese sentido de la Diputación Provincial de Soria), o la síntesis que ofrece la sección dedicada a Numancia en el portal de Turismo de la Junta de Castilla y León (con toda la información sobre la denominada Aula Arqueológica de Numancia y sobre las visitas guiadas al yacimiento). Muy didáctica es la WebQuest sobre Numancia, la Celtiberia y la Conquista de la Península Ibérica por Roma.
Recomendaciones: A nadie se le escapa que Soria –como toda Castilla y León, pero especialmente Soria– puede definirse con dos palabras: poesía y gastronomía. La cocina soriana es, con mucho, una de las más sabrosas de nuestro país y, desde luego, la ciudad ofrece muchísimas posibilidades en este sentido. Para quien escribe estas líneas, tal vez el Mesón Leonor, ubicado a las afueras de Soria, colgado sobre las ya aludidas hoces del Duero, es, tal vez, la mejor opción con un menú del día asequible, variadísimo y con excelentes muestras de la cocina de la zona. Para más exigentes –y en una muestra de la adaptación de la cocina tradicional a los nuevos patrones grastronómicos– el Parador Antonio Machado –también con excelentes vistas sobre San Saturio, otro de los míticos parajes sorianos y sobre el propio Duero– ofrece también extraordinarios -aunque más costosos- menús de degustación. Pero, además de gastronomía, Soria es poesía: ecos becquerianos –especialmente en torno de San Juan de Duero y del Monte de las Ánimas–y, sobre todo, machadianos, inundan sus calles como hace algunos años recordaran los castizos Gabinete Caligari. Por eso, no se puede viajar a Soria sin llevar en el bolsillo –o, al menos, en la mente– una antología de poemas de uno o de otro pero, sobre todo, de Machado.
Acceso: Al yacimiento arqueológico de Numancia –ubicado en Garray, apenas 8 kilómetros al Norte de Soria– se llega tomando, desde Soria, la carretera (N-111) que se dirige hacia dicha localidad ubicada a orillas del río Duero para, una vez cruzado éste, emprender la subida al conjunto. Al visitante le da la bienvenida –tal vez en un auditorio que reclama una urgente ampliación– un audiovisual que –a juicio de quien escribe estas líneas– quizás insiste demasiado en el tópico –en su día de corte franquista pero hoy de nuevo recuperado– de la resistencia de un pueblo en defensa de su identidad y de su libertad. Lógicamente, en este caso, respecto de la resistencia del pueblo celtibérico a Roma (por cierto que, sobre los celtíberos, hay disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes una extraordinaria síntesis firmada por uno de sus mejores conocedores: A. Lorrio). A partir del referido auditorio/centro de acogida de visitantes –y como se hace constar en la página web de la Asociación Tierra Quemada y en otros sites citados en el apartado de recursos en internet de esta misma entrada– se organizan visitas arqueológicas guiadas para grupos, altamente recomendables.
Tipología: Numancia es una ciudad –estratégicamente ubicada en la confluencia de los ríos Duero y Merdancho y no lejos de un tercer río, el Tera, que también tributa al Duero no demasiado lejos del lugar– primero celtibérica y después romana –calificada como clara (“ilustre”) en Plinio (Plin. Nat. 3, 26, 4) y ponderada en prácticamente todas las fuentes que hablan sobre la Península Ibérica en época antigua (App. Hist. 188, 210, 213, 322-425 o Liv. Per. 54, que narran en detalle los avatares de las guerras de que fue objeto: las guerras celtibéricas, con una excelente cronología aquí) y aun por otras muchas (Cic. Caecin. 98 u Off. 1, 35 y 76, 3; Ovid. Fast. 1, 596 o Sall. Iug. 8, 2, 10)–, ciudad que fuera protagonista de una de las más sangrientas, prolongadas y arduas guerras que tuviera que librar Roma: las referidas guerras celtibéricas. Pero, más allá de suponer un extraordinario acercamiento a la Historia y a la Arqueología del mundo protohistórico y romano peninsulares, Numancia es un paisaje, un símbolo, casi un mito. Víctima de la poderosa maquinaria de asedio romana diseñada por el propio Escipión –el mismo que había vencido a la todopoderosa Cartago y enviado a la Meseta soriana por el Senado de Roma para frenar la ya avergonzante resistencia de los indígenas a la, hasta entonces, omnipotente Roma–, la ciudad fue rodeada por una serie de campamentos (El Castillejo, Peña Redonda, Alto del Real, Travesada, La Dehesilla y Valdevorrón completados con los castillos de Molino de Garrejo y de La Vega, todos unidos por una muralla de 9 kilómetros de longitud) cuya organización todavía es perceptible desde el Cerro de la Muela en que se alza la ciudad (ver plano aquí). Como afirma Apiano (App. Hisp. 97), Escipión "sometió a los [numantinos] por el hambre" lo que explica el relato épico que ya las fuentes romanas, después La Numancia de Cervantes y más tarde el épico lienzo de Alejo Vera (ver foto aquí) compusieron respecto a la resistencia de dicho pueblo y que -como los restos arqueológicos- perduran todavía en nuestro imaginario colectivo hispano. Y decimos “todavía” pues en el año que acabamos de dejar atrás, Numancia ha preocupado a muchos por la noticia de la construcción en la zona de un polígono industrial de notable impacto visual sobre el yacimiento. La Universidad Nacional de Educación a Distancia –junto a otras organizaciones como la plataforma Salvemos Numancia y siempre, además, con la adhesión de decenas de instituciones universitarias y de investigación españolas y europeas– ha liderado una campaña de sensibilización, recogida de firmas y resistencia –en ocasiones, casi también "numantina"– respecto a dicha propuesta urbanística –efectivamente, de dudoso gusto–, campaña que se puede seguir a partir de la sección dedicada al asunto en la web del Departamento de Historia Antigua de la UNED o de la atención que le dedica Terrae Antiquae.
Descripción: Numantia es un extraordinario ejemplo de la organización del territorio y de la vida urbana en la II Edad del Hierro en la Península Ibérica. Ordenada en torno a una calle central orientada de Norte a Sur, las viviendas se abrían en torno de la misma, viviendas construidas en adobe y techumbre de paja y con una ordenación y especialización funcional de espacios en su interior de la que hoy el visitante se hace una idea muy clara gracias a las reconstrucciones que de ellas se han hecho (ver foto en la cabecera de esta entrada). En general, dicho trazado fue mantenido por Roma tras la ocupación de la ciudad. Como exigía la religiosidad celtibérica (véase aquí una interesante síntesis sobre la misma obra de José Mª Blázquez, maestro de generaciones y generaciones de historiadores de la Antigüedad en España), la necrópolis se ubicó en las afueras de la ciudad y ha sido objeto de interesantes campañas de excavación. El repertorio de inscripciones votivas -normalmente aras dedicadas a Júpiter- procedente del yacimiento (HEp10, 583 o 584, por ejemplo) evidencia la romanización del lugar que, durante el invierno del 133 a. C. -y los anteriores- mantuvo en jaque a las tropas romanas. Las salas dedicadas al yacimiento en el Museo Numantino constituyen, sin duda, un complemento obligado para la adecuada aprehensión de lo que esta ciudad significó en la Celtiberia y en la Hispania romana.
Bibliografía: Es indiscutible que además de por la generosidad con la que se refirieron a ellas las fuentes antiguas, Numancia es célebre en la Arqueología Clásica por haber sido objeto de diversas campañas de excavación dirigidas por el alemán Adolf Schulten, sin duda, uno de los padres de la Arqueología moderna y uno de los primeros estandartes de la colaboración hispano-alemana en cuestiones de Historia Antigua de la Península Ibérica. Las memorias de dichos trabajos (SCHULTEN, A.: Numantia, Munich, 1905 y 1914 y Geschichte von Numantia, Munich, 1933), hoy recientemente reeditadas en WULFF, F. (ed.): Adolf Schulten: Historia de Numancia (1945), Pamplona, 2004, con excelente introducción de uno de los mejores conocedores de la historiografía sobre Historia Antigua Peninsular: Fernando Wulff), constituyen toda una referencia para quien quiera conocer la confirmación arqueológica de la triste trayectoria histórica que –sobre todo en el invierno del 133 a. C.– padeció la ciudad. Aunque, después, el trabajo ha sido objeto de atención de los estudiosos tanto de la arqueología soriana (como Blas de Taracena en su insustituible TARACENA, B. de: “Los pueblos celtibéricos”, en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal. I, 3, Madrid, 1976, pp. 195-299) como del mundo celtibérico (como Francisco Burillo –que dedica a las guerras celtibéricas y a su huella arqueológica una notable atención en BURILLO, F.: Los celtíberos. Etnias y estados, Barcelona, 1998, pp. 247-255– o el Simposio sobre Celtíberos que él coordinó, consagrado al estudio del Poblamiento Celtibérico: BURILLO, F. (coord.): Poblamiento Celtibérico, Zaragoza, 1995), la monografía más definitiva sobre el lugar ha visto la luz no hace mucho y es, desde luego, el más actualizado y recomendable trabajo sobre el yacimiento: JIMENO, A., y DE LA TORRE, J. A.: Numancia, símbolo e Historia, Madrid, 2005, puerta de acceso, además, a toda la bibliografía que éste ha generado y, desde luego, también a las distintas interpretaciones que del mito de Numancia han generado el arte, la literatura (en especial La Numancia de Cervantes, con edición digital comentada aquí) o incluso el cómic (como el original Numancia, estrella del crepúsculo). También es ya todo un referente -pese a que se publicó no hace mucho- el catálogo JIMENO, A., DE LA TORRE, J. A., y CHAÍN, A. (coords.): Celtíberos. Tras la estela de Numancia, Soria, 2005. Como síntesis y, sobre todo, con bien trabajado inventario de las fuentes antiguas que se refieren a la ciudad, puede verse, una vez más, SALINAS, M., y HERNÁNDEZ-GUERRA, L.: “Numancia”, en ROLDÁN, J. M. (dir.): Diccionario Akal de la Antigüedad Hispana, Madrid, 2006, pp. 671-672.
Recursos en internet: Además de la página de Wikipedia -que aunque no tenga demasiados defensores, no deja nunca de ser una buena plataforma para acceder a algunos enlaces de interés sobre el lugar- resultan muy recomendables las sugerencias que la red recoge para visitar Numancia en el contexto de las otras ciudades celtibéricas "sorianas" (pincha aquí, en la propuesta en ese sentido de la Diputación Provincial de Soria), o la síntesis que ofrece la sección dedicada a Numancia en el portal de Turismo de la Junta de Castilla y León (con toda la información sobre la denominada Aula Arqueológica de Numancia y sobre las visitas guiadas al yacimiento). Muy didáctica es la WebQuest sobre Numancia, la Celtiberia y la Conquista de la Península Ibérica por Roma.
Recomendaciones: A nadie se le escapa que Soria –como toda Castilla y León, pero especialmente Soria– puede definirse con dos palabras: poesía y gastronomía. La cocina soriana es, con mucho, una de las más sabrosas de nuestro país y, desde luego, la ciudad ofrece muchísimas posibilidades en este sentido. Para quien escribe estas líneas, tal vez el Mesón Leonor, ubicado a las afueras de Soria, colgado sobre las ya aludidas hoces del Duero, es, tal vez, la mejor opción con un menú del día asequible, variadísimo y con excelentes muestras de la cocina de la zona. Para más exigentes –y en una muestra de la adaptación de la cocina tradicional a los nuevos patrones grastronómicos– el Parador Antonio Machado –también con excelentes vistas sobre San Saturio, otro de los míticos parajes sorianos y sobre el propio Duero– ofrece también extraordinarios -aunque más costosos- menús de degustación. Pero, además de gastronomía, Soria es poesía: ecos becquerianos –especialmente en torno de San Juan de Duero y del Monte de las Ánimas–y, sobre todo, machadianos, inundan sus calles como hace algunos años recordaran los castizos Gabinete Caligari. Por eso, no se puede viajar a Soria sin llevar en el bolsillo –o, al menos, en la mente– una antología de poemas de uno o de otro pero, sobre todo, de Machado.
2 comentarios:
Laudado seas por tu blog. Un comentario tuyo en Facebook a Jaime me ha llevado hasta aquí. Únicamente quería dejar constancia de esta visita con estas palabras. Yo tengo otro blog, literario, pero que no logro ponerlo dentro de mis prioridades en el uso del tiempo. Creo que en cuanto termine contigo incluiré un relato corto con el que me premiaron el año pasado. Lo que ellos no saben es que lo hice en algo menos de dos horas, y en la fecha tope. Algún día te contaré qué hice con los obsequios que me llevé, jajaja. Un fuerte abrazo.
Hola Camancio, no sé quién eres aunque tu procedencia oscense te delata un poco... He ojeado tu blog (del que había oído hablar) y te agradezco que dejes esta nota porque así, lo tengo disponible y accesible para cuando quiera. Ánimo porque actualizarlo es cuestión de proponérselo (a mí también me gustaría dedicarle más tiempo). Javier
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