PRAESIDE SYRIAE QVIRINO

 

[Escena de la Epifanía, con la supuesta policromía original, en el sarcófago constantiniano de Castiliscar, Zaragoza, del siglo IV d. C. © Pablo Serrano Basterra]

"En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue". Este pasaje del Nuevo Testamento (Lc., 2, que enlazamos aquí en su versión latina) introduce el Misterio de la Navidad en un contexto histórico concreto, el del gobierno de la provincia romana de Syria por parte de Publio Sulpicio Quirinio, cuyo cursus honorum, precisamente, conocemos bien por varias inscripciones de en torno al año 12 a. C. en que alcanzó el consulado (CIL VIII, 68, de Africa proconsularis; CIL X, 3804 o AE 2004, 413 de Italia) y cuya condición de legado imperial en Siria figura también en una hermosa inscripción procedente del Líbano, en Beirut (CIL III, 6687) pero hoy conservada en el Museo Arqueologico Nazionale de Venezia, cuya foto -con la restitución de la parte superior- ilustra la parte central de este post

Este Quirinio, o Quirino, además, consta que estuvo conectado con los hijos adoptivos del emperador Augusto, en concreto con Cayo César y con alguno de los prohombres de la República romana, como M. Emilio Lépido , el fundador de la hoy "zaragozana" colonia Celsa. Sobre él tenemos datos no sólo por el Nuevo Testamento y por la documentación epigráfica sino, también, por ser citado por Flavio Josefo (AJ. 18, 1) que, como es sabido, introduce un elemento de discusión en la noticia del evangelista Lucas. Así, si el relato de Lucas adscribe el censo "mundial" al reinado de Herodes -por tanto al año 4 a. C.- el de las Antigüedades Judaicas de Flavio Josefo lo hace al de su hijo Arquelao, ya hacia el 6 d. C. (ver el estado de la cuestión muy bien sintetizado en la entrada "Augusto y el censo de Belén" del blog Augusto Imperator). Así, por esa discordancia de ambas fuentes la realidad histórica del censo y su fecha -quedando incluso abierta la posibilidad de que fueran dos censos diferentes los citados por ambos autores, uno de alcance general y otro de alcance local- la historicidad de la noticia e incluso el periodo en que Quirino fuera gobernador de Siria han generado no poca controversia (véase especialmente DABROWA, E., "The date of the census of Quirinus and the chronology of the governors of the province of Syria", Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, 178, 2011, pp. 137-142 y, con detalles, GERTOUX, G., Scientific approach to an absolute chronology through synchronism dated by astronomy, Lyon, 2019, pp. 2-43 o, de forma abreviada, los apuntes de R. Syme y B. Levick al respecto del personaje en la voz correspondiente a Quirinio en la versión digital del Oxford Classical Dictionary). 

En realidad, la discusión -que se ha resumido por parte de prestigiosos estudiosos de la figura histórica de Jesús- sólo vuelve a demostrar lo frágil que es nuestro conocimiento en Historia Antigua, como anotamos en "Meditatio et labor", uno de nuestros posts de la serie "Instrumenta", de hace ya un par de años. Y lo es tanto por la naturaleza de nuestras fuentes -Lucas no es historiador, en efecto aunque sí quiere "presentar un movimiento religioso al modo de una historia", biográfica (BLÁZQUEZ, J. Mª., "Fuentes para el conocimiento de Jesús", en Cristianismo primitivo y religiones mistéricas, Madrid, 1995, pp. 19-46, p. 33)- como por la distancia que les separa de los acontecimientos que narran -menos a Lucas que a Flavio Josefo- como por los propósitos -apologético el primero y con aires propagandísticos pro-flavios el segundo-, entre otras muchas razones. Pero, como ya hicimos constar en una anterior felicitación navideña de Oppida Imperii Romani, en realidad la noticia de Lucas sólo busca introducir el acontecimiento clave de la Historia de la Humanidad -sin duda, se sea creyente o no el que más ha influido culturalmente en la conformación del mundo en que vivimos- en unas coordenadas temporales,. históricas, reales que coinciden, además, como ya recordamos hace algunas Navidades, con ese periodo de paz que se abrió en el Imperio Romano tras la pacificación de la Tarraconense por el emperador Augusto y que, para la región de Palestina fue magistralmente descrito por J. Mª Blázquez a cuya lectura remitimos (BLÁZQUEZ, J. Mª., "El mundo en que nació el cristianismo", en Cristianismo primitivo y religiones mistéricas, Madrid, 1995, pp. 47-64, pp. 47-48 y, también en El nacimiento del cristianismo, Madrid, 1990, pp. 19-20) y que Benedicto XVI, en su imprescindible La infancia de Jesús (Barcelona, 2012, pp. 65-66), describía así poniendo en valor, además, el método empleado por el relato de Lucas y subrayando los logros de la gran globalización augústea: "Para Lucas es importante el contexto histórico universal. Por primera vez se empadrona 'al mundo entero', a la 'ecúmene' en su totalidad. Por primera vez hay un gobierno y un reino que abarca el orbe. Y por vez primera hay una gran área pacificada, donde se registran los bienes de todos y se ponen al servicio de la comunidad. Sólo en este momento, en el que se da una comunión de derechos y bienes en gran escala, y hay una lengua universal que permite a una comunidad cultural entenderse en el modo de pensar y actuar, puede entrar en el mundo un mensaje universal de salvación, un portador universal de salvación: es, en efecto, 'la plenitud de los tiempos'".

Un año más, tras 35 nuevas entradas -en junio apenas pudimos ofrecer 2 y no las 3 mensuales que acostumbramos a presentar- Oppida Imperii Romani cierra su recorrido con la tradicional felicitación navideña del blog, siempre, como saben nuestros lectores, con un toque histórico -como no puede ser de otro modo pues, como escribíamos hace algunos años y, especialmente, en la visitadísima entrada "Magi ab Oriente", del año de la pandemia del coronavirus, la Navidad y su celebración vuelven a poner la Historia, y la Historia de la Antigüedad Clásica, en el centro- pero, también, con un toque musical que, en este año en que se cumplen casi veinte de la, quizás, más pop película navideña de todos los tiempos (Love actually, 2003), no puede sino remitir a la banda sonora de dicha cinta que cierra, además, con la sensacional "God only knows", de nuestros admirados The Beach Boys que suena, incluso, navideña. 

¡Feliz y santa Navidad para todos los lectores de Oppida Imperii Romani y un 2023 que venga cargado de muchas reflexiones y noticias que sigan incrementando nuestra pasión por los tiempos antiguos!




BONIS BENE

 

[Cubierta del volumen 101 storie svelate (Roma, 2022) que pone en valor, de un modo singular, las inscripciones romanas del Museo Nazionale Romano]

Aunque el proyecto de Europa Creativa "Valete uos uiatores!: travelling through Latin inscriptions across the Roman Empire" -que tantas entradas ha generado en este espacio en los últimos dos años- se cerró el pasado mes de agosto, en los últimos meses hemos tenido el privilegio de presentar sus resultados en sedes muy distinguidas, entre otras la Universidad de Sevilla, en España, la Universidade de Coimbra, en Portugal, o la Università di Pisa, en Italia. En varios de los actos que se han celebrado en dichos centros universitarios para hacer balance de los logros del proyecto o, como últimamente, para presentar el volumen derivado del mismo -y que, al fin y a la postre, dará perennidad a sus resultados- hemos podido palpar de qué modo cada colega que trabaja con inscripciones romanas siente las inscripciones y concibe la ciencia epigráfica algo que, además, se muestra muy bien en el elenco de intervinientes en la serie audiovisual "Valete uiatores: from Portugal to Rome" que -como uno de los resultados estrella de nuestro trabajo- en estos últimos cuatro meses de 2022 ha emitido el programa "La aventura del saber", de RTVE y que puede verse en la sección correspondiente de la web del proyecto. En uno de esos actos, Vasco Mantas, insigne epigrafista portugués, definió la ciencia epigráfica como una combinación de "paciencia y erudición" y calificó a las inscripciones como "la principal fuente crítica de la Antigüedad". Y, ciertamente, es así y lo es porque, efectivamente, las inscripciones son, para los historiadores, verdaderos relatos históricos de personajes de toda clase y condición que, sencillamente, hemos de saber leer, escudriñar y explotar. El libro que justifica esta nueva entrada de Oppida Imperii Romani muestra con claridad hasta qué punto esa combinación caracteriza -o debe caracterizar- mejor que ninguna otra, el quehacer del epigrafista.

Como solemos contar en esos eventos académicos (se puede acceder a la presentación base que acompaña a las mismas aquí), uno de los objetivos que nos planteábamos al articular el proyecto era el de tratar de dar solución a los problemas de mediación a que -como ya explicábamos en una entrada anterior de este blog- muchos Museos y colecciones museográficas europeas se enfrentan cuando han de exponer los tituli que atesoran en sus colecciones, muchas veces abandonados en insondables y fríos almacenes. Unas veces por su tamaño, otras por el carácter críptico que, para el gran público, tienen los textos latinos, resulta difícil conceder a estas piezas el protagonismo que, sin duda, merecen como documentos escritos de la Antigüedad y como monumentos culturales que son.

Con ese objetivo de hacerlas atractivas, de reivindicar su valor narrativo e histórico y de hacerlas visibles, en los meses de la pandemia del covid-19, el área de redes sociales del Museo Nazionale Romano, el, seguramente, mayor lapidario romano que puede visitarse en Occidente, se embarcó en la elaboración de una serie dinámica de posts en Facebook y en Instagram donde se presentaban inscripciones del repertorio epigráfico del Museo -concebido, esencialmente, en su sede de las Termas de Diocleciano, como un gran "museo de la comunicación escrita de los Romanos"- pero esa presentación se hacía, claramente, en clave narrativa y literaria haciendo lo que ahora ha dado en llamarse story-telling una herramienta ésta que, de hecho, centra la atención de uno de los capítulos del libro del proyecto europeo Valete uiatores (pp. 135-182) -firmado por Valentina Uglietti, del Museo Civico di Reggio Emilia- al tiempo que otro (pp. 95-134) se detiene en las peculiaridades, precisamente, de ese proyecto que, entre la primavera y el otoño de 2020, acabó por transmitir la pasión por la Epigrafía Romana a miles de personas a juzgar por el incremento de followers que las redes del Nazionale Romano registraron en esas históricas y dolorosas jornadas y por el éxito del hashtag #StoriedaMNR relatos e historias compartidas que, efectivamente, constituyeron para muchos, como afirma Silvia Orlandi, Profesora de Epigrafía Romana en la Università di Roma La Sapienza, en el libro que aquí reseñamos, un "appuntamento con l'epigrafia", casi diario, de hecho.

Pues bien, la cara oculta de esa sensacional labor, Carlotta Caruso, epigrafista del citado Museo, se hace visible ahora en un volumen que -como explica Stéphane Verger, el director del Museo Nazionale Romano, en las primeras páginas de la obra- inaugura "una nuova stagione di progetti editoriali" que, sin duda, resulta prometedora a tenor del que constituye su primer hito. El libro, 101 storie svelate. Le iscrizioni del Museo Nazionale Romano raccontano Roma, sobria pero elegantemente editado por Dielle Editore, constituye, sin duda, el primer fructífero paso de una experiencia de tratamiento de las inscripciones cuya potencialidad didáctica y cultural es absolutamente indiscutible y deberá ser más explorada en el futuro. A lo largo de cerca de 220 páginas -que incluyen un pequeño aparato de índice- la autora va presentando una serie de historias que dan vida a los personajes cuyos nombres aparecen en tituli de todo tipo -esencialmente funerarios pero también votivos o sobre soportes y objetos bien diversos, muy singulares- a cuya presentación fotográfica sigue, en apenas página y media, el relato que da vida a los nomina y a los personajes en ellos recogidos así como al contexto al que dichos tituli aluden, elementos todos que, con una notable habilidad, la autora aprovecha como pretexto para explicar costumbres sociales y espirituales de la Roma antigua "stimolando curiosità e interesse ma anche partecipazione emotiva" en los lectores, como afirman dos colegas de la autora en los departamentos educativo y de social media del Museo Nazionale Romano, Sara Colantonio y Agnese Pergola que firman una de las cuatro presentaciones que hacen de pórtico al volumen. Tras el relato que devuelve la vida a las inscripciones escogidas -con un extraordinario acierto en cuanto a la selección tipológica se refiere- cierra cada entrada una breve ficha descriptiva de la inscripción en cuestión, a modo de ficha catalográfica con la esencia básica de la traditio de la misma y de sus características físicas y cronológicas. Sirva como ejemplo el relato que la autora hace de la hermosa inscripción cristiana bilingüe de Licinia Amias (ICUR I, 121) (pp. 80-81), ciertamente tan evocador como profundo y que hace justicia al adjetivo "svelate" ("desveladas") que figura en el título del trabajo.

Precisamente, como decíamos, uno de los aciertos de 101 storie svelate -que, en cierta medida, lo es también de la colección epigráfica que lo inspira, ciertamente única- es el de permitir al lector aproximarse a contextos sociales diferentes de la Roma antigua a partir de inscripciones de formato y características bien diferentes, desde sencillas placas de columbaria (como CIL VI, 6355 -pp. 16-17, nº 1-; 39570 -pp. 36-37-; 6369 -pp. 40-41, nº 13-; 39481 -pp. 44-45, nº 15-; 6246 -pp. 88-89, nº 37-; 8681 -pp. 210-211, nº 98- o la profusamente decorada CIL I2, 1207 -pp. 138-139, nº 62-) -alusivas, además, a profesionales de diversa índole, un sutor ("zapatero"), una psaltria ("tocadora de cítara"), un toparius ("jardinero"), una ornatrix ("peluquera") o un cocus ("cocinero") asunto éste, el de las profesiones, que parece haber sido criterio de referencia por parte de la autora para seleccionar algunos de los materiales- pasando por cineraria, es decir, "urnas de incineración" (como CIL VI, 9214 -pp. 72-73, nº 29-), por hermosos altares profusamente decorados (como CIL VI, 9801 -pp. 82-83, nº 34-; el delicioso 5326 -pp. 108-109, nº 46-, 9801 -pp. 82-83, nº 34- o 37546 -pp. 198-199, nº 92-), cipos sepulcrales (AE 1991, 123 -pp. 52-53, nº 19-), osteothecae pétreas (como AE 1941, 64 -pp. 176-177, nº 81- o CIL VI, 5063 -pp. 192-193, nº 89-) o, saliendo ya del ámbito sepulcral, incluso glandes inscriptae (como CIL XI, 6721 -pp. 24-25, nº 5-), anforiscos con tituli scariphati de contenido erótico (como CIL I2, 477 -pp. 26-27, nº 6-), tegulae marcadas con datación consular (como CIL XV, 1113 -pp. 32-33, nº 9-), tabellae defixionum (como CIL I2, 1012 -pp. 54-55, nº 20-), placas en formato circular (EDR 126783 -pp. 34-35, nº 10-), inscripciones sobre vidrio -como aquélla de la que hemos tomado el título para este post: "(el) bien para los buenos" (AE 1948, 175 -pp. 188-189, nº 87, cuya fotografía sigue a estas líneas)- o el hermoso collar servil en bronce perteneciente a uno de los esclavos de Zoninus (CIL XV, 7194 -pp. 22-23, nº 4-), piezas todas que -por citar sólo algunos casos- suponen un sensacional repaso por la materialidad de la cultura epigráfica de la Roma de los primeros siglos, no sólo en Latín, también en griego como en el ejemplo que reproducíamos más arriba o en la placa del gerente de la Sinagoga de los Calcarenses (pp. 86-87, nº 36). 

Al margen, sin embargo, de la cuestión tipológica -ciertamente sensacional y a la que, en cierta medida, hace justicia también el repertorio de inscripciones del Museo Nazionale Romano que hemos incluido en nuestro Museo Virtual del proyecto Valete uiatores, al que el lector puede acudir para ver las inscripciones enlazadas en este post- el libro es un delicioso manualito para aproximarse e introducirse en cuestiones religiosas, culturales, económicas y sociales de la antigua Roma abordadas, además, con una redacción que, dada la buena pluma de la autora, hará las delicias de cualquier amante del mundo romano pero, también, de la buena literatura histórica. Así, y sin ánimo de exhaustividad, se tratan cuestiones como el ideal romano de la celebritas (pp. 16-17) y la función que la imagen personal jugaba en la iconografía funeraria para satisfacer aquél (pp. 18-19, 122-123, 146-147 o 158-159), se aborda también la normativa jurídica que regulaba la protección de los sepulcros (pp. 38-39) y las evidencias de su constante y festiva frecuentación (pp. 20-21 y 30-31). Se hace hueco también a cuestiones de carácter social como la esclavitud (pp. 22-32 y 152-153), el ejército (pp. 24-25), la carrera municipal y militar y sus singulares ornamenta cívicos (pp. 66-67 y 84-85) amén de la cuestión del trabajo y del mundo laboral que, como se dijo, ocupa un lugar muy distinguido en el volumen (passim). No falta tampoco atención al hecho religioso, tanto atendiendo a la religión pagana oficial -a partir de tituli vinculados a algunas de las más veneradas y populares divinidades del panteón de Roma (pp. 62-63, 80-81, 166-167 o 196-197)- como también al sincretismo que, a partir del siglo II d. C., surge entre paganismo y cristianismo (pp. 80-81), se abordan también cuestiones transversales como los espectáculos, con atención especial a los gladiatorios (pp. 48-51 y 186-187) pero también a los ludi Saeculares (pp. 90-91), e, incluso, hay piezas dentro del catálogo que arrojan luz sobre el complejo y apasionante mundo de la construcción romana (pp. 32-33, 98-99, 110-111 o 124-125) o -deliciosas- sobre el proceso de fabricación de una inscripción romana (pp. 104-105, 1116-117 y 128-129) o sobre el amor y las relaciones humanas en Roma tanto en su dimensión más feliz y erótica (pp. 26-27 o 108-109) como en su componente de dolor, cuando es un amor no correspondido, maldito (pp. 54-55 y 114-115). Tal variedad de asuntos -que, acaso, podrían haberse sistematizado en un añadido a los útiles índices, básicos, que cierran el volumen (pp. 221-223)- demuestra la amplitud de temas que, en nuestro conocimiento de las sociedades antiguas en general y en la romana en particular, son iluminados a partir de las inscripciones y hace justicia también al subtítulo del libro: "iscrizioni (...) raccontano Roma", "inscripciones que nos hablan (de) Roma".

Qué duda cabe que contemplando estas historias, este "acurato lavoro di ricostruzione storica e un po' di immaginazione" -como reza la contraportada del volumen- del que hace gala este libro, en cierta medida se cumple el deseo de muchos de quienes realizaron estas inscripciones en los primeros siglos de nuestra Era, un deseo de "tramandare la storia delle loro vite alle generazioni del futuro", de legar a las generaciones futuras la historia de sus propias vidas. Se trata, pues, nos parece, de un volumen imprescindible -casi equiparable al Si muero no me olvides editado no hace mucho por la Universidad de Alcalá de Henares respecto del singular repertorio epigráfico de la colonia Augusta Emerita, capital de la Lusitania (Alcalá de Henares, 2022, ver reseña aquí)- para quienes, en nuestra docencia de Epigrafía Romana, tenemos por delante el reto de apasionar a nuestros jóvenes estudiantes por el poder que, en la Antigüedad, y todavía hoy, tuvo, tiene y tendrá la palabra escrita, la palabra -en este caso- inscrita. Sin duda que este libro, con el elenco de temas que trata, estimulará la curiosidad de los buenos estudiantes y de quienes -público en general-, tras conectar con el lenguaje de las inscripciones gracias a la labor realizada en la web 2.0 por el Museo Nazionale Romano, se acerquen a un volumen que, sin duda, no les defraudará. 

¡Ojalá sea así! Esperándolo sólo nos queda felicitarnos por este sensacional trabajo de Carlotta Caruso, sobresaliente, y, sin duda, inspirador y que, por ambas razones, bien merecía atención en la sección "Epigraphica" de Oppida Imperii Romani.


VALETE VIATORES (y X)

 


[Cubierta y contracubierta del libro final del proyecto "Valete vos viatores: travelling through Latin inscriptions across the Roman Empire", financiado por Europa Creativa]

Hace algunas semanas, en una sesión sobre investigación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra varios profesores y personal de administración discutíamos sobre si los proyectos financiados por la Comisión Europea en los últimos años -especialmente los de las convocatorias de Europa Creativa y de Erasmus +- eran, en realidad, proyectos de investigación, de generación de conocimiento o, sencillamente, se quedaban en proyectos de transferencia, de difusión. Aunque la línea que separa ambos elementos -la investigación y la difusión social- es -o, al menos, debe serlo- delgada y poco clara -como explicábamos, de hecho, no hace mucho, en otro post de este blog- el motivo de esta nueva entrada creemos que justifica que, efectivamente, aunque se trate de proyectos que, como busca actualmente la Unión Europea, conviertan en destinatarios de su inversión a un grupo social cada vez más amplio de beneficiarios, tienen también su dimensión investigadora como no puede ser de otro modo cuando en ellos participan las instituciones que deben dinamizar y vertebrar el tejido investigador europeo y mundial y, con esa vertebración, dinamizar la generación de conocimiento: las Universidades. Sobre cómo esa investigación universitaria sirve para hacer ciencia y para, también, mejorar la docencia que en las Universidades se imparte y, con ella, formar estudiantes -en definitiva, ciudadanos- más críticos hemos hablado, precisamente, en una de las últimas entradas de Oppida Imperii Romani, "Pro Uniuersitate" donde hacíamos nuestras unas reflexiones del conocido poeta español Pedro Salinas

Y es que, efectivamente, esta entrada, como percibirá el lector que se haya fijado en las imágenes que la encabezan, celebra la publicación, en open access y para descarga totalmente gratuita, del libro final del proyecto Valete uiatores, proyecto europeo que ha generado una visitadísima etiqueta de este blog que, en principio, quedará cerrada con esta entrada que hace ya la décima de la serie iniciada en enero de 2021. El libro ha sido editado por la prestigiosa Imprensa da Universidade de Coimbra -desde cuya página, a la que apunta el DOI del volumen que hemos hecho constar en Academia.edu, ya puede descargarse en formato pdf estando también alojado en Google Books y en la sección correspondiente de la homepage oficial del proyecto- y ha sido coordinado por quien firma estas líneas junto con el epigrafista portugués Armando Redentor, de la Faculdade de Letras de la Universidade de Coimbra, y la que ha sido secretaria y gestora del proyecto en que el volumen se inscribe, experta en Numismática antigua, Elena Alguacil, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. El elenco de evaluadores e informantes que, en calidad de Comité Científico del libro, han revisado y mejorado, con sus sugerencias, el manuscrito, todos destacados epigrafistas y estudiosos de la Antigüedad es, además, una garantía del rigor científico de este nuevo volumen que se suma ya a una larga serie sobre esa epigrafía digital -E-pigraphia, como aquí la hemos llamado varias veces parafraseando el recomendabilísimo blog del mismo nombre- que también ha centrado algunas entradas de la serie "Epigraphica" de este espacio y que, ciertamente, constituye una muestra del alentador presente, y mejor futuro, de la ciencia de las inscripciones. El lector que lo desee encontrará bibliografía sobre esta dimensión de la ciencia epigráfica en algunas publicaciones recientes en que hemos participado, en particular, el volumen de Archaeopress VELÁZQUEZ, I., y ESPINOSA, D. (eds.), Epigraphy in the Digital Age. Opportunities and challenges in the recording, analysis and dissemination of inscriptions, Oxford, 2021.

Con cerca de cuatrocientas páginas el volumen Valete vos viatores: travelling through Latin inscriptions across the Roman Empire (Coimbra, 2022) glosa, llevándolo al papel, el que ha sido el principal objetivo del proyecto en que el libro se inscribe: subrayar la función social de las inscripciones en la sociedad romana pero, también, la que, en tanto que manifestación de la cultura escrita de Roma y en tanto que documentos históricos, pueden todavía desempeñar en la actualidad, también como herencia cultural patrimonial. Con un enfoque propio, como el proyecto en sí, de las Humanidades Digitales, las diez contribuciones que el libro recoge -precedidas de una nota editorial (pp. 7-12) y de un sabroso prólogo firmado por José d'Encarnação, de la Universidade de Coimbra (pp. 13-18) que constituye una sensacional e imprescindible retrospectiva sobre el avance de la ciencia epigráfica en el último siglo- se agrupan en tres grandes áreas temáticas que, aunque no están constatadas como bloques conceptuales, dan sentido a las líneas en que esos capítulos se inscriben. Por un lado [1] la Epigrafía de carácter tradicional, por otro lado [2] la didáctica de la Epigrafía Latina y, por último, en la parte que podría, acaso, resultar más innovadora, [3] las posibilidades que la web social ofrece para la promoción y puesta en valor del patrimonio epigráfico.

Así, desde la óptica de las aproximaciones tradicionales a los paisajes epigráficos de las provincias occidentales [1], Silvia Orlandi y Angela Mincuzzi, de la Università di Roma La Sapienza nos ofrecen un sensacional recorrido sobre los tituli scariphati e inscriptiones parietariae de la capital del Imperio (pp. 229-258) y, por su parte, Armando Redentor, Pedro Carvalho y José Cristóvão -los dos primeros de la Universidade de Coimbra y el tercero del Arquivo Epigráfico de Idanha-a-Velha, cuyo municipio ha sido, también, partner del proyecto- se detienen (pp. 259-306) en los rasgos básicos de uno de los repertorios epigráficos más singulares y cuantiosos de la península ibérica, el de la ciuitas Igaeditanorum, en la Lusitania interior septentrional. En el ámbito de la didáctica [2] las contribuciones son cuantitativamente más pues generar materiales innovadores para la docencia de la Epigrafía Romana ha estado en el core mismo del proyecto Valete uiatores como de hecho subraya nuestro capítulo (pp. 19-62) que, en inglés, abre el volumen y que detalla objetivos y resultados del trabajo de estos dieciocho meses. Las posibilidades de la gamificación del proceso de producción de las inscripciones latinas en la Antigüedad en el videojuego Valete uiatores son objeto de atención de un capítulo específico (pp. 63-94) firmado por Pablo Serrano e Iker Ibero, principales desarrolladores del videojuego junto con TLR Games, trabajo que se detiene en los principios pedagógicos, y también narrativos, de este producto, el primer videojuego de temática epigráfica de la Historia que, en las últimas semanas, como veíamos en el anterior post de esta serie, ha tenido un notable impacto mediático y no es para menos dados los vínculos entre fotogrametría digital y diseño 3D aplicado a la gamificación de un proceso cotidiano en el mundo antiguo que se dan cita en este producto, como muestran los vídeos que a continuación insertamos.



Pero, quizás sea en el último apartado antes citado, el de las posibilidades que para la docencia y la transferencia en Epigrafía ofrecen las redes sociales y las nuevas herramientas y plataformas en red [3] -pero también la puesta en valor de las inscripciones en tanto que patrimonio cultural- el que aporta más novedades. Así, varios capítulos se detienen en el storytelling, las potencialidades didácticas y semióticas de las historias que "habitan" en los textos de inscripciones romanas -un tema que, sin duda, habrá de dar mucho juego en el futuro-, uno de ellos firmado por Valentina Uglietti, de la Università di Bologna que, a través de la plataforma Google Arts & Culture ha desarrollado un sensacional trabajo con el igualmente sensacional lapidario de los Musei Civici di Reggio Emilia (pp. 135-182) y otro (pp. 95-134), firmado por Carlotta Caruso y Agnese Pergola -del Museo Nazionale Romano la primera, además, recentísima autora del recomendable libro 101 storie svelate. Le iscrizioni del Museo Nazionale Romano raccontano Roma (Roma, 2022) que recoge las historias generadas en las redes sociales del citado Museo- sobre las posibilidades de los canales sociales de los lapidarios tradicionales para hacer a los usuarios vibrar con las historias epigráficas. También, en línea con los consolidados trabajos sobre Epigrafía digital que caracterizaron los últimos años del siglo XX y los primeros de este XXI que avanza inexorable, tanto Silvia Orlandi como Milagros Navarro, Nathalie Prévôt y Coline Ruiz, del Institut Ausonius de la Université de Bordeaux y Jonathan Edmonson, de la York University firman respectivamente (pp. 183-206 y 207-228) sendos capítulos sobre de qué modo proyectos como EDR-Epigraphic Database Rome o PETRAE-Programme d'Enregistrement, Traitement et Reconaissance Automatique en Épigraphie y ADOPIA-Atlas Digitale Onomastique de la Péninsule Ibérique Antique contribuyen a una adecuada preservación de la documentación epigráfica y a fomentar virtudes críticas y cívicas en los epigrafistas y, en general, en todo el que se acerca al uso de semejantes motores de búsqueda de inscripciones el segundo de ellos el primero que, como comentábamos aquí hace algún tiempo, ha incorporado a algunas de sus fichas modelos 3D procedentes del Museo Virtual del proyecto Valete uiatores.

Mientras preparábamos este proyecto, en un viejo post de Oppida Imperii Romani, reflexionábamos sobre los problemas que algunos museos y yacimientos arqueológicos tenían para poner en valor su patrimonio epigráfico y citábamos algunos ejemplos en que ello se había conseguido con fórmulas innovadoras. El volumen del que aquí se da noticia cierra de hecho con dos contribuciones, de Armando Redentor la primera (pp. 307-354) y de Antonella Ferraro, del Museo Nazionale Romano la segunda (pp. 355-381), en las que se da cuenta del modo cómo se pueden poner en valor amplísimos repertorios epigráficos acercándolos al gran público y cómo, también, la historia de los tituli va más allá de la que éstos cuentan e incluye también la que aquéllos, como objetos atención de la investigación y la erudición de siglos, han concitado a través de las miradas de quienes se han acercado a ellas. 

Al final de la nota editorial que abre el volumen (p. 11) planteábamos el deseo de que este nuevo libro contribuyera a construir una Epigrafía que, en tanto que disciplina encargada del estudio, la datación y la interpretación de las inscripciones antiguas -en nuestro caso romanas-, fuera percibida como "una ciencia sugerente, atractiva, en constante transformación, adaptada al nuevo entorno tecnológico de nuestro mundo contemporáneo y apasionante para quien quiera dedicarse a ella". Corresponde ahora a los lectores de Oppida Imperii Romani que, descargando y trabajando el volumen, -que figura ya en la lista de "Libros Editados" de la barra derecha de navegación de este blog- juzguen si éste ha sentado las bases para que nuestra disciplina siga avanzando en esa dirección hacia un futuro que es ya presente. En la presentación del volumen, celebrada en la Universidade de Coimbra apenas hace unas horas respecto del momento en que se publica esta entrada, fueron muchos los que optaron no sólo por descargar el volumen sino, también, por adquirirlo en el stand que, al efecto, instaló en el Anfiteatro III de la Faculdade de Letras la propia editorial. También se puede encargar a través de la red, a un solo clic.

Valete uos uiatores!


SORIONEKU

 




[Foto y calco de la mano de Irulegi, © Gobierno de Navarra, vía Wikipedia]

Hace algunas semanas, como hacemos todos los que gestionamos un blog del tipo que sea, revisábamos cuáles eran las entradas que, en estos quince años de andadura de Oppida Imperii Romani, habían acumulado más visitas, más lectores y, también, más comentarios. Y nos sorprendíamos de que fueran las agrupadas en la etiqueta Vascones las que, en algunos casos -como ésta, "Navarrorum", algunos de cuyos contenidos viene bien repasar a propósito de esta nueva entrada- rozaban los 5.000 lectores. La semana del 14 de noviembre nos ha confirmado por qué es así y, precisamente, esa confirmación y el modo cómo ésta se ha producido a nivel mediático y social nos parece justifican esta nueva -y me consta que esperada- entrega de nuestro blog sobre Antigüedad.

Efectivamente, como sabrá el lector que ha llegado hasta este post, en la mañana del lunes 14 de noviembre, la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, acompañada de responsables de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, autoridades del Valle de Aranguren y los Catedráticos y colegas, Joaquín Gorrochategui, de la Universidad del País Vasco, y Javier Velaza, de la Universidad de Barcelona, presentaba el hallazgo, en junio de 2021 y en el oppidum de Irulegi, de una pequeña mano de bronce con la que parece ser la atestiguación más antigua del paleovasco -con nada menos que 2100 años de antigüedad- conocida hasta la fecha casi estrictamente contemporánea -algo anteriores éstos, de hecho- a los testimonios de antropónimos vascónicos presentes en una inscripción que, sorprendentemente -como sucede con otros datos procedentes de las fuentes literarias sobre los Vascones antiguos- ha sido poco citada en el revuelo mediático que la ya conocida como "mano de Irulegi" ha desatado en estas últimas jornadas, el Bronce de Áscoli (CIL I, 709). La palabra en cuestión, sorioneku, algo así como "buena fortuna", se ha convertido en trending topic como podrá comprobar quien la busque con dicho hashtag en redes sociales, particularmente en Twitter a pesar de ser la única cuya filiación lingüística ha podido plantearse entre las cuatro líneas que articulan este breve pero apasionante texto. 

Como se ha explicado sobradamente por sus estudiosos, en particular en este clarísimo vídeo de Joaquín Gorrochategui viralizado por EiTB o en este otro en el que el protagonista es Javier Velaza, la inscripción está escrita en un signario, el ibérico, adaptado para dar cabida a un sonido específico de la lengua vascónica -resulta interesante marcar que no se habla ya de "paleovasco" sino de lengua vascónica, por coherencia con la etnia histórica que se asume debió hablarla en la Antigüedad, los Vascones y porque no está clara la relación entre esa lengua vascónica de los últimos siglos antes de la Era y la lengua vasca actual-, y con unas líneas-guía y una incisión de los caracteres a través de círculos que remiten al hábito epigráfico celtibérico. La primera palabra, sorioneku, permite pensar en un carácter apotropaico para la pieza -que apareció en un claro contexto arqueológico en una de las viviendas del castro de Irulegi, destruido en el marco de las guerras sertorianas que afectaron especialmente al territorio actualmente navarro- contexto que es, además, el que ha llevado a los estudiosos a convertirla en, efectivamente, el texto en vasco más antiguo conocido, como han difundido todos los medios, por ejemplo este artículo del siempre prolífico Vicente G. Olaya para El País.

Quizás por el claro aprovechamiento político que el Gobierno de Navarra -con su Presidenta a la cabeza- ha hecho del tema la noticia ha tenido una repercusión extraordinaria que, como expertos en la cuestión vascónica, nos ha implicado en parte, sin apenas buscarlo. Así, desde la misma mañana del lunes 14, en que a través del Servicio de Comunicación de la Universidad de Navarra, nos contactaron del Centro Territorial de TVE en Navarra, -que, de la mano de Uxue Villanueva emitió la noticia el martes en el informativo de mediodía- no han faltado ocasiones para colaborar con ABC -que publicó un artículo con nuestra opinión, quizás de titular no demasiado afortunado, esa misma noche, en su edición digital-, con Diario de Navarra -que nos cedió su tribuna en la jornada del miércoles en un destacado reportaje sobre el hallazgo, y sobre los Vascones, firmado por Nerea Alejos-, con COPE Navarra -que nos entrevistó el martes durante la mañana- y, también, hace apenas unos días, con Radio Universidad de Navarra, en una ejemplar entrevista conducida por un equipo de alumnos de las Facultades de Filosofía y Letras y de Comunicación. Los enlaces anteriores y los materiales que se colocan a continuación permitirán al lector conocer nuestra opinión sobre tan singular hallazgo más allá de lo que, desde todas las perspectivas, se ha publicado estos días en numerosos medios nacionales y, también, incluso, internacionales (The Guardian o Euronews, entre otros). Como nuestros alumnos de Doctorado van siempre por delante, uno de ellos, Javier Larequi -a quien debemos, en realidad, la alerta sobre la rueda de prensa de presentación del documento, en streaming- y que trabaja, precisamente, sobre Vascones antiguos, publicó una interesante valoración en su recomendable blog pocas horas después del hallazgo cuyo contenido, escueto e incisivo, compartimos plenamente.


Parte del éxito -y de la polémica- de la noticia, más allá del indiscutible interés de la pieza, ha partido del sensacional boato que acompañó su presentación y que, en Navarra, ni siquiera lo mereció la llegada, el pasado mes de junio, del sensacional togado de bronce del siglo II d. C. que, procedente de las excavaciones históricas de la Pompelo romana, apenas sí fue recibido por la Consejera y no por la Presidenta del Gobierno pese a ser, como destacó la prensa nacional y hasta la agencia de noticias del Gobierno foral, una pieza única, quizás la máxima exponente en calidad y en estado de conservación de la estatuaria hispanorromana en bronce. Sin querer justificarlo, ha sido esa sugerente utilización política del hallazgo -en una Navarra que sigue debatiendo el alcance de la zonificación lingüística- la que ha provocado encendidas reacciones por parte de algunos que, amparándose en el lapso del tiempo transcurrido entre el hallazgo de la pieza (junio de 2021) y la presentación de la misma tras su oportuna limpieza, estudio y restauración (noviembre de 2022), han propagado en medios diversos -por ejemplo El Debate- la idea de que estábamos ante un nuevo Iruña-Veleia, la polémica que, en torno a la falsificación de una serie de óstraka con supuestos textos en vasco, sacudió la Arqueología peninsular hace ya algunas décadas y que acabó representando uno de los fraudes más lamentables de la investigación arqueológica en nuestro país. Esa actitud es, absolutamente, deleznable. Como destacaba ElDiario.es, la cadena de protección y de custodia del documento en las dependencias del Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarra desde su hallazgo hasta su minuciosa restauración y su primera presentación pública ha sido ejemplar y ha estado presidida por todas las garantías. Desde luego, flaco favor hacen a la ciencia quienes, sean del signo que sean, tratan de descalificar un hallazgo tildándolo de falso sencillamente porque -según ellos- no conviene a sus intereses políticos o a sus propuestas culturales. No es ése el objetivo de la investigación histórica que, lógicamente, ha de servir a la verdad. Afirmamos todo esto, obviamente, sin pretender descargar de responsabilidad a quienes, culpables en parte del ruido mediático -y político- generado por la noticia han querido hacer un uso totalmente obsceno de la misma, quizás impropio de una pieza metálica de apenas 35 gramos, 15 centímetros de altura y 12 de anchura y que, en cualquier caso, ha provocado un debate social absolutamente apasionante en el que se han vertido no pocos tópicos y que, desde luego, ha quitado la razón a quienes consideraban que el estudio de los Vascones había ya incurrido en una especie de "bucle" estéril. El debate, además, ha vuelto a traer sobre la mesa las posturas vasquistas y navarristas -y sus tópicos- que, desde hace siglos, rodean a la "controversia vascónica", como, siguiendo una conocida expresión de Juan José Sayas, la calificábamos en este blog. Estos han sido tantos que conviene ordenarlos para, efectivamente, como es propio de nuestra profesión de historiadores, matizarlos en la medida de lo posible. Todos son absolutamente interesantes por tanto que nos acercan a la imagen que el imaginario colectivo navarro y vasco ha ido creando, a partir de los años, sobre los Vascones antiguos.

En primer lugar, y ya lo hicimos constar tanto en nuestro artículo para ABC como en la "tribuna" de Diario de Navarra, del hallazgo de Irulegi y de la atestiguación de esa palabra en "lengua vascónica", sorioneku, [1] no se puede concluir, en ningún caso, que el vasco fuese la lengua de referencia del territorio actualmente navarro en la Antigüedad ni que, como se ha llegado a proclamar en ámbitos políticos, eso muestre que el euskera es "parte consustancial de la identidad de los navarros" o que "Nafarroa (...) es vasca de la Ribera al Roncal y de Baquedano a Viana". No es un problema de "incomodidades", como se ha dicho, es un problema de evidencias. En el debate mediático generado por la noticia prácticamente nadie -apenas lo hemos leído en algún post personal, no institucional, en redes sociales- ha recordado dos cuestiones que son fundamentales y que ya trajimos a debate en dos entradas recientes sobre Vascones antiguos en este espacio: "Dein Vascones" y "Navarrorum". La primera, que con los testimonios que tenemos -y la palabra sorioneku no añade nada nuevo al respecto- no podemos afirmar, al menos hasta la fecha, que, como ya escribiera el lingüista Javier de Hoz, el euskera fuera ni la lengua mayoritaria ni la lengua de la elite de los Vascones antiguos que, de hecho, eligieron la lengua celtibérica, por ejemplo, para los rótulos de sus monedas adaptando el signario ibérico, como en la mano de Irulegi, para dar cabida a sonidos específicos del paleovasco. Si la moneda representa la autonomía local y es imagen cívica, resulta singular que la lengua en la que se escribieron sus leyendas no fuera esa "lengua vascónica" sino la lengua celtibérica. Es indudable -desde luego- que la mano de Irulegi ofrece el texto escrito en esa "lengua vascónica" más antiguo atestiguado y eso supone una sugerente novedad pero no puede, de esa novedad, concluirse nada parecido a lo arriba marcado en rojo. En segundo lugar entra en liza otra importante cuestión, totalmente obviada en el animado debate de estas semanas. A unos escasos 90 kilómetros del Valle de Aranguren, en la localidad navarra de Viana -perteneciente, es cierto, al territorio antiguo de los Berones pero, en cualquier caso, en el territorio de la actual Comunidad Foral- se están descubriendo prácticamente cada año de los últimos cuatro -en que Javier Armendáriz desarrolla excavaciones sistemáticas en el poblado de La Custodia con apoyo del Ayuntamiento de Viana y de Gobierno de Navarra- téseras de hospitalidad sobre distintos soportes todas ellas (ver repertorio aquí) escritas en lengua celtibérica y, por tanto, que remiten a un sustrato céltico que es indiscutible que formó parte fundamental del solar de Navarra en la Antigüedad y que resulta intolerable obviar. La Custodia, de hecho, también fue destruida en los mismos acontecimientos que destruyeron el oppidum de Irulegi. Podremos discutir, desde luego, si el uso de alguna suerte de paleovasco fue el elemento diferenciador que los Romanos percibieron entre parte de la población de la Navarra antigua -ésa a la que llamaríamos "vascónica"- y que ése hecho fuera el inspirador del etnónimo Vascones pero lo que no se puede hacer es ignorar la realidad de mezcla cultural, de trifinio ibérico, celtibérico y vascónico, que constituyó todo el Valle del Ebro en la Antigüedad -como ya escribiera hace décadas Guillermo Fatás y revisara, no hace mucho, Juan Santos, lo revisábamos en la entrada "Scripta Vasconica" de este blog- y que, a nuestro juicio, la propia secuencia de signarios y lengua atestiguada en la mano de Irulegi, de hecho, viene a corroborar. 

Si la nueva inscripción no puede demostrar que el vasco fuera la lengua mayoritaria -y, desde luego, no fue la única- de Navarra durante los tiempos antiguos, [2] tampoco tiene sentido utilizar la mano de Irulegi en relación con la presencia del euskera en el País Vasco actual o para "desmontar de un plumazo una parte significativa de las teorías de la 'vasconización tardía'" que, como es sabido, atribuía la entrada de la lengua vasca en la actual Comunidad Autónoma Vasca a movimientos de pueblos en los siglos de la tardoantigüedad. Aunque pudiéramos aceptar considerar Navarra parte del territorio vasco y que, efectivamente, ahora -pero también hace unas semanas cuando sólo contábamos con nombres de personas, divinidades o lugares- la lengua vasca tiene en Navarra su testimonio más antiguo, la mano de Irulegi no es evidencia suficiente para demostrar que el vascuence llegó al País Vasco desde Navarra una vez que todos los estudios -especialmente bien documentados por Fernando Wulff y por el propio Joaquín Gorrochategui- remiten a un sustrato claramente céltico en las evidencias toponímicas más antiguas del territorio que, administrativamente, forma el Euskadi actual. La altísima concentración de onomástica vascónica en territorio aquitano sigue remitiendo, a nuestro juicio de forma muy clara, a que la "vasconización" de los territorios indicados -si no también de los de la actual Navarra- está en relación con el área transpirenaica más que con el área autóctona. Piénsese que la nueva inscripción sólo es un testimonio más que añadir a una muy exigua concentración de evidencias -hasta ahora apenas antroponímicas, teonímicas y toponímicas- muy sueltas y sobre las que procede hablar a continuación. Vaya por delante que sobre esta cuestión -que incide en el propio "imaginario social" y político que se ha ido forjando sobre los Vascones, la revista Veleia, bajo la coordinación de Antonio Duplá, prepara un volumen monográfico del que ya se han corregido segundas pruebas y que debería ver la luz antes de final de este año de 2022. Algo sobre esa actual imagen social de los Vascones ya adelantamos hace algunos meses en la entrada "Aut Vasco, insuetus galeae", de Oppida Imperii Romani.

Efectivamente, como decíamos, el puzzle de la lengua vasca en la Antigüedad se ha ido configurando en los últimos años con unas pocas evidencias que, hasta el hallazgo de Irulegi, apenas sí se habían incrementado en fechas recientes. Como es sabido -y han recogido en utilísimos artículos los ahora estudiosos del nuevo bronce, Javier Velaza y Joaquín Gorrochategi (véase, especialmente, el reciente libro sobre el vasco-aquitano, publicado en las Prensas de la Universidad de Zaragoza por este último investigador)- esas evidencias se concentran en una línea muy estrecha de territorio que, comenzando en Andelo -de topónimo claramente éuscaro y con la inscripción de Likine (K. 28.1) como posible texto en paleovasco, no admitido unánimemente-, pasando por Muez -AE 1951, 283- y saltando prácticamente -hasta ahora- la Cuenca de Pamplona -excepción hecha de un bronce del Museo de Zaragoza genéricamente procedente de Aranguren (K. 29.01a) y del topónimo Pompelo con el componente vasco ilu, "ciudad"-, concentra el mayor número de evidencias -en inscripciones que van desde la época republicana (como el Bronce de Áscoli) hasta la época imperial romana (como las de Lerga -IRMN 50-, Ujué -IRMN 34- o Valpalmas -AE 1997, 934-, entre algunas otras)- en los actuales territorios de la Navarra Media Oriental (Comarca de Sangüesa) y las Cinco Villas de Aragón donde los jinetes Segienses de la turma Salluitana exhiben, de hecho, nombres vascos mezclados con otros ibéricos y aun indoeuropeos. Por tanto -contra lo que se ha dicho en algunos medios o se ha proclamado por algunos en entrevistas[3] no puede admitirse que se afirme que el oppidum de Irulegi o la Cuenca de Pamplona fue el corazón del territorio vascón. Nada más lejos de la realidad. Los únicos espacios en que la antroponimia, la teonimia y la toponimia convergen a favor de ese carácter "vasco" de la población -en el caso de Segia, además, profundamente mezclado- son los territorios más orientales de ese "territorio vascón" probablemente magnificado por la controvertida lista de póleis de Vascones de Claudio Ptolomeo

Si, a tenor de lo dicho, la Cuenca de Pamplona no es el corazón de los antiguos Vascones, [4] tampoco puede afirmarse que Pompelo -o antes de la fundación de la ciudad, el oppidum de Irulegi- fuera la capital de los Vascones por más que, efectivamente, ese castro desempeñase algún papel vertebrador de carácter territorial en el valle y en la Cuenca. No hay en los textos antiguos que hablan sobre Pompelo evidencia alguna para afirmar eso y hacerlo nace más de un interés político de retrotraer al pasado la actual capitalidad de Pamplona en la Comunidad Foral. Como es sabido, es un texto de la Geografía de Estrabón (Str. 3, 4, 10) el que habla de Pamplona en los siguientes términos: "algo más hacia el interior de la Jacetania, en dirección al norte, se encuentra el pueblo de los Vascones, con la ciudad de Pompelo que es, como si dijésemos, 'ciudad de Pompeyo'". Por más que, efectivamente, al caracterizarla Estrabón como ciudad de la etnia el geógrafo del Ponto pueda estar, como se ha traducido a veces, indicando algún carácter principal de este enclave más nos parece que, al ser una ciudad fundada por Pompeyo ésta tendría una naturaleza singular para el propio Estrabón que, de hecho, centra su pasaje en aludir a otras comunidades vinculadas en el Valle del Ebro a las acciones de los grandes personajes de la República romana: Osca, Calagurris, Ilerda, Celsa... 

En los días que siguieron a la presentación de la lámina de bronce que ha revitalizado la cuestión vascónica, comentábamos con uno de nuestros doctorandos que, en el aluvión de noticias y de informaciones que, sobre los Vascones, se estaban publicando en medios generalistas en esas jornadas, el siguiente hito iba a ser recuperar la idea de unos Vascones indómitos, no romanizados, resistentes a Roma y castigados por ella y que, en virtud de esa resistencia a la expansión romana habrían conservado su lengua. En la tarde del martes 15 de noviembre, y en esta cultura informativa que algunos han denominado "la tiranía del clic", la página de Facebook de Diario de Noticias de Navarra publicaba el post que se ve sobre estas líneas y que remitía a un útil reportaje de valoración de las posibilidades que ha ofrecido en estos años -y seguirá ofreciendo- el oppidum de Irulegi. Incluso, antes, en la misma tarde del 14 de noviembre, el diario Deia afirmaba, en el subtítulo de un reportaje publicado en su edición digital, que Irulegi "fue abandonado tras ser incendiado por tropas romanas". Dado que [5] no existe base alguna -es decir, no hay noticia alguna en las fuentes literarias de la Antigüedad- para pensar que los Vascones se opusieran a los Romanos, escoger un titular o encabezar un tweet con una afirmación como la aquí tratada resulta, cuando menos, totalmente tendencioso.  Como los dos reportajes matizaban, ya en el cuerpo de la noticia, Irulegi -como La Custodia de Viana- fue destruida en el contexto de las guerras sertorianas y lo fue porque tomó partido por uno u otro bando de los dos -el rebelde sertoriano y el senatorial pompeyano- en conflicto un conflicto que, de hecho, valió -y tampoco se ha puesto suficientemente esto en valor en los últimos días en la documentada información que se ha vertido para contextualizar el hallazgo- la que constituye la más antigua mención histórica a los Vascones en una fuente literaria, el pasaje de las Períocas de Tito Livio en que se habla de la marcha de Sertorio asolando las tierras de los de Cascantum, Bursao y Gracchurris y cruzando el denominado ager Vasconum (Liv. Per. 91 -el enlace lleva a un repertorio de fuentes sobre los Vascones antiguos, revisado en el libro homenaje a Mª Jesús Peréx, de reciente publicación-)- pasaje que debe fecharse en el año 76 a. C. Mezclar a estos con los várdulos o con los cántabros y hacerlos a todos Vascones, como se ha escrito estos días en la edición digital de El Correo tampoco es admisible y genera una información manipulada y sesgada -tendenciosa, de hecho, además de inexacta- que, como historiadores, debemos denunciar. Es más, el hecho de que los habitantes de Irulegi tomasen partido por un bando de los contendientes en la guerra de Sertorio sólo subraya su grado de implicación en los problemas que jalonaron el último siglo de la República romana y, en cierto modo, también su grado de Latinización como ha sostenido en trabajos recientes sobre las implicaciones jurídicas del bellum Sertorianum David Espinosa

En definitiva, la mano de Irulegi, cuyo hallazgo merece celebración y que, como afirmaba Javier Velaza en Diario de Navarra hace sólo unos días, conviene ahora estudiar con calma, no sólo revitaliza plenamente la cuestión -dada por cerrada imprudentemente por algunos- de los antiguos Vascones sino que, además, demuestra de qué modo ha de ser la investigación arqueológica -en Irulegi pero también en interesantes enclaves de esa área que concentra las evidencias "vascónicas" más nítidas como, por ejemplo, Santa Criz de Eslava- la que incremente nuestro conocimiento sobre un pueblo de la Antigüedad que, por unos días, se ha convertido, también, con el propio amuleto de Irulegi, en auténtico trending topic mediático 2100 años después de que Tito Livio los incluyera en su magna Historia de Roma y los vinculase a nuestro presente para siempre. Deberán ser las mismas instituciones que han liderado el aprovechamiento político y cultural del hallazgo las que decidan ahora si se comprometen para hacer posible esa investigación que siga regalándonos documentos escritos tan interesantes, o más incluso, que este que, en estas últimas semanas, ha sacudido la investigación en Historia Antigua peninsular. 

Sorioneku!







HISPANIA FLAVIA

 

Este año de 2022 se cumplen veinte años de la defensa, en una calurosa mañana del verano zaragozano, un 5 de julio, de la que fuera la Tesis de Doctorado del autor de este blog, dirigida por el Prof. Francisco Beltrán Lloris y juzgada, en la Universidad de Zaragoza, por un Tribunal compuesto por los Profs. Juan Manuel Abascal (Universidad de Alicante), Francisco Marco y Mª Victoria Escribano (ambos de la Universidad de Zaragoza), Estela García Fernández (Universidad Complutense de Madrid) y Juan Francisco Rodríguez Neila (Universidad de Córdoba). La Tesis llevó por título "Edictum", "municipium" y "lex": motivaciones, formas jurídicas y consecuencias de la extensión del ius Latii y de la municipalización de Hispania en época flavia (69-96 d. C.) y tomó forma en dos volúmenes, uno de repertorio epigráfico -con 496 inscripciones y cerca de 480 páginas, que permanece inédito- y otro de análisis histórico-institucional -de 662 páginas- que fue el que, en cierto modo, vio la luz, debidamente adaptado para su publicación, en un volumen de las International Series de los British Archaeological Reports de Oxford, Edictum, municipium y lex: Hispania en época flavia (69-96 d. C.) (Oxford, 2004) que mereció una entrada en este espacio hace algunos años justo en el momento en que pudimos ofrecerlo para consulta en open access.


Muchos son los recuerdos de aquél día que permanecen imborrables en nuestra memoria y que, entiendo, acompañan a todo aquél que se ha aventurado a la sensacional -también dura y exigente, a veces solitaria, pero siempre gratificante- aventura de adentrarse por los procelosos pero apasionantes caminos de la investigación doctoral, base, punto de arranque -nunca de llegada- de la carrera académica y de la profesión investigadora -y docente- universitaria. Los primeros pinitos con una presentación de Power Point -pues en esos años éste empezaba a abrirse camino entre los académicos de Humanidades, tanto que algunos de los "clasicistas" del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza optaron por llamarle, el punctus potens-, los nervios de la puesta en escena en una Sala de Grados del Departamento de Geografía totalmente abarrotada -entre los asistentes, incluso, quien es ahora obispo de la ciudad de Zaragoza, D. Carlos Escribano, entonces sacerdote recién ordenado y prestando su ministerio en la basílica parroquia de Santa Engracia, en la ciudad del Ebro-, la emotiva intervención de mi maestro, el Prof. Beltrán, al final del acto, sinceras palabras de aliento para una carrera académica -que ha tenido su culminación recientemente con la acreditación a Catedrático de Universidad y la efectiva promoción a dicho rango en la Universidad de Navarra- que, entonces, no hacía sino empezar y también la conversación entre los miembros del tribunal, en una mesa del zaragozano restaurante Txalupa, donde, por primera vez, escuché términos -como "sexenios" o "quinquenios" investigadores y docentes- que luego han marcado el día a día de nuestra dedicación como profesor universitario y donde, también, en el año 2010, celebraría mi obtención de plaza como Profesor Titular de Universidad en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Vendrían después varias estancias de investigación en el siempre grato Instituto de Arqueología de la Faculdade de Letras de la Universidade de Coimbra, los inolvidables años en el Departamento de Historia Antigua de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y, más recientemente, en estos últimos ocho vertiginosos años nuestra incorporación a un proyecto, el de la Universidad de Navarra que, precisamente, ha puesto en el fomento de las vocaciones a la profesión universitaria -el fomento del talento académico-, una de sus líneas estratégicas más claras en los últimos dos cursos académicos, un proyecto en el que siempre nos sentiremos cómodos colaborando y aconsejando pues, sencillamente, como escribió José Luis Comellas en un libro que marcó nuestro incipiente despertar a la vocación investigadora, en la adolescencia: "La Historia sirve para muchas cosas. Más sin duda de las que hemos enumerado aquí. Pero sirve sobre todo, no lo olvidemos, para conocer mejor el hombre y, por consiguiente, para conocernos -y formarnos- mejor a nosotros mismos: individual y colectivamente. el historiador, por razón de su profesión, podrá encontrar muchos empleos en la vida (...) Pero la satisfacción de luchar, con honestidad e ilusión, por conocer la verdad y el sentido de la aventura del hombre, es la mejor compensación, y por tanto la mejor 'salida' que existe en la profesión de historiador" (Historia: guía de los estudios universitarios, Pamplona, 1977). Y, lógicamente, como profesional de la Universidad, la realización de ese anhelo ilumina, o debe hacerlo, al menos, cada jornada.

Desde el punto de vista historiográfico, el momento de defensa de aquella Tesis era muy singular y los veinte años de perspectiva permiten, quizás, ahora, entenderlo mejor. En realidad, el Prof. Beltrán Lloris -con una praxis que luego ha consumado con trabajos referidos a la Epigrafía de la Hispania Republicana (DÍAZ, B., Epigrafía Latina Republicana de Hispania, Barcelona, 2008) y de la Hispania Julio-Claudia, ésta inconclusa, realizados por discípulos suyos- había concebido nuestro trabajo doctoral como una Tesis esencialmente epigráfica: un estudio de los rasgos propios del hábito epigráfico en época flavia algo que, en cierta medida, siempre con connotaciones históricas y sociales vinculadas al entorno cívico, hemos podido desarrollar en nuestro reciente volumen Liberalitas Flauia. Obras públicas, monumentalización urbana y e imagen dinástica del Principado de los Flavios (69-96 d. C.) (Sevilla, 2022), también reseñado aquí no hace mucho. Sin embargo, la deriva del trabajo hacia un estudio del acontecimiento que, sin duda, inició no sólo la "reconstrucción vespasianea de Hispania" -como la llamó R. K. McElderry a comienzos de siglo (Journal of Roman Studies, 8, 1918) en un artículo que tuvo eco en España gracias, sobre todo a otro, publicado décadas más tarde por Ángel Montenegro (Hispania Antiqua, 5, 1975) sino, también, la madurez institucional de las provincias hispanas, estuvo justificada por el contexto historiográfico del momento, contexto que, en cierta medida, se leía entre líneas en el obituario que, hace algunas semanas, publicábamos en Oppida Imperii Romani con motivo del fallecimiento del Prof. Julio Mangas. Desde, al menos, mediados de los años 80, la cuestión de la municipalización flavia había despertado el interés de autores como el propio Julio Mangas pero, también, de otros ilustres miembros de su escuela, como Juan Santos o, de la escuela del malogrado Gerardo Pereira, Estíbaliz Ortiz de Urbina que organizaron sobre la cuestión, en el año 1993, la segunda de las afamadas "Revisiones de Historia Antigua", promovidas por la Universidad del País Vasco, y que generaron un caldo de cultivo favorable al análisis sosegado -aunque no siempre lo ha sido- de las consecuencias históricas de la singularísima decisión de Vespasiano de otorgar el ius Latii, el derecho latino, uniuersae Hispaniae, a toda Hispania (SANTOS, J., y ORTIZ DE URBINA, E. (eds.), Teoría y práctica del ordenamiento municipal en Hispania, Vitoria, 1996) seguramente en el marco de la censura conjunta de aquél y de su hijo Tito, en el año 73 d. C., fecha que tuvo, también, su particular "epifanía histórica" en las excavaciones del pasado verano en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo, como indicábamos en una anterior entrada de este blog. Como secuela de esa atención al fenómeno urbano hispanorromano de los últimos años del siglo I d. C. se celebraba en la Universidad de Sevilla en ese mismo año de 1996 -uno de los primeros coloquios científicos a los que tuvimos la oportunidad de asistir- el simposio "Ciudades Privilegiadas en el Occidente Romano" cuyas actas (Sevilla, 1999) -en las que se incluía un sensacional trabajo de Armin U. Stylow que, en cierto modo, inspiró el título de nuestra Tesis doctoral- evidenciaron muy bien, con la diversidad de enfoques, las dos escuelas -prácticamente irreconciliables- que existían en el momento respecto de la interpretación del sencillo texto de la Naturalis Historia de Plinio el Viejo que -en una de las pocas actualizaciones de un libro marcado por el desfase de sus fuentes, augústeas- documentaba el episodio de la extensión del Latium: Vniuersae Hispaniae, Vespasianus imperator Augustus iactatum procellis rei publicae Latium tribuit (Plin. Nat. 3, 30) y que se enfrentaban en varias de las cuestiones comprometidas por la citada noticia, como bien resumen la voz "Edicto de Latinidad de Vespasiano", de la Wikipedia.

Grosso modo, por un lado están -estamos- quienes -y ya en aquellos años en que, además, se cumplía el 150 aniversario del descubrimiento de la Lex Malacitana, conmemorado por un sensacional número monográfico de la revista Mainake (23, 2001), lo plateaban Géza Alföldy (ALFÖLDY, G., "Hispania bajo los Flavios y los Antoninos: consideraciones históricas sobre una época", en De les estructures indìgenes a l'organització provincial romana de la Hispània Citerior, Barcelona, 1998, pp. 11-32), Julián González (ya en su contribución a Ciudades Privilegiadas del Occidente Romano pero con la postura muy clara, más recientemente, en GONZÁLEZ, J., "La Lex Flavia municipalis y los municipia Hispaniae", en Vespasiano e l'Impero dei Flavi, Roma, 2012, pp. 97-109), Antonio Caballos (CABALLOS, A., "Latinidad y municipalización de Hispania bajo los Flavios: estatuto y normativa", Mainake, 23, 2021, pp. 101-120) o la sensacional monografía sobre El municipio latino: origen u desarrollo constitucional (Madrid, 2001), de Estela García Fernández- pensábamos que el expediente municipal derivado del derecho Latino implicaba la transformación en municipios, de todas las comunidades hispanas que, hasta entonces, no disfrutaban de un estatuto privilegiado, por otro lado quienes, amparándose en la desigual evidencia material de esa municipalización, sostenían que no sólo la municipalización no fue efectiva en todas las regiones de Hispania -y como ésta se articulaba a través del derecho Latino tampoco la extensión del mismo- sino que, además, se habrían generado una serie de estatutos intermedios, de "municipios virtuales" (ORTIZ DE URBINA, E., "Derecho Latino y municipalización virtual en Hispania, África y Galia", en SANTOS, J., y ORTIZ DE URBINA, E. (eds.), Teoría y práctica del ordenamiento municipal en Hispania, Vitoria, 1996, pp. 137-153, aunque también en su contribución a la última edición, la VII, de las "Revisiones de Historia Antigua" -Vitoria, 2012- pp. 633-654, volumen en que puede verse, también, pues se recogió, el debate suscitado por la cuestión) que sólo en unos pocos casos -prácticamente circunscritos a la Bética- habrían cristalizado en municipios optimo iure quedando otras de las ciudades en una interinidad permanente que no los sacó de lo que, en concreto Patrick Le Roux, y parte de la escuela francesa de Michel Humbert, notablemente David Kremer (Ius Latinum. Le concept du droit Latin sous la République et l'Empire, París, 2006), han denominado el oppidum Latinum (contra este término y sus problemas documentales y jurídicos puede verse nuestro trabajo en Fauentia, 29-2, 2007). Si, efectivamente, quienes hemos defendido el uso del expediente latino como medio por excelencia de la integración de las comunidades indígenas en la órbita de Roma, hemos seguido trabajando -especialmente gracias a David Espinosa (Plinio y los oppida de antiguo Lacio. El proceso de difusión del Latium en Hispania Citerior, Oxford, 2014)- en torno a la historia de ese expediente colonial, primero, y municipalizante, después, la opción de que existiera ese estadio intermedio entre la comunidad peregrina y el municipio se ha seguido manteniendo, incluso, en publicaciones recientes, siempre útiles para estimular el debate (por ejemplo varias contribuciones del utilísimo volumen de ORTIZ DE URBINA, E. (coord.), Ciudadanías, ciudades y comunidades cívicas en Hispania (de los Flavios a los Severos), Sevilla, 2019).

Veinte años después de nuestra Tesis de Doctorado, con fecha 11 de noviembre de 2022 se ha defendido en la Universidad de Salamanca, sensacionalmente dirigida por Manuel Salinas de Frías, una Tesis titulada Hispania bajo la dinastía flavia (69-96 d. C.) y firmada por David Gordillo Salguero. Ha sido juzgada por un tribunal que hemos tenido el honor de presidir -lo que, sin duda, ha traído a nuestra memoria no pocos recuerdos del día de la defensa de nuestra tesis doctoral, ambientada en el mismo periodo histórico- y del que han formado parte, también, Eva Mª Morales, de la Universidad de Granada -autora de un volumen de referencia sobre la municipalización flavia hispana (MORALES, E. Mª., La municipalización flavia de la Bética, Granada, 2004)- y Juan José Palao, de la Universidad de Salamanca, vinculado también al periodo por su trabajo sobre la legio VII Gemina (PALAO, J. J., Legio VII Gemina (Pia) Felix: estudio de una legión romana, Salamanca, 2006). Se trata de un trabajo tan sólido como voluminoso -casi 1400 páginas incluyendo unos útiles y bien documentados anexos- y que, sin hacer de la extensión del derecho Latino el centro del periodo (a él se dedica sólo un amplio capítulo, pp. 337-540), consigue, más bien, conectar esa singular decisión de Vespasiano con aspectos económicos, fiscales, territoriales e ideológicos de una dinastía, la flavia, a la que, con acierto, se le concede, respecto de Hispania, un protagonismo casi "fundacional" como el que, en los últimos años, se le está concediendo a Augusto (GÓMEZ-PANTOJA, J., "Augusto, pater Hispaniarum", en SÁNCHEZ MORENO, E., y GÓMEZ-PANTOJA, J., Protohistoria y Antigüedad de la Península Ibérica. II. La Iberia prerromana y la Romanidad, Madrid, 2008, pp. 450-463).

Para valorar el modo cómo concibe la cuestión que hace veinte años centró nuestra Tesis de Doctorado y testear, de ese modo, en qué se ha avanzado en estas dos décadas y, también, qué problemas siguen, en cierto modo, abiertos, nos parece lo más ponderado citar aquí algunos pasajes concretos de las Conclusiones (pp. 783-808) que preceden la parte de anexos del trabajo, cuya portada encabeza este post de Oppida Imperii Romani, ilustrado también con las cubiertas de uno de los volúmenes de nuestra Tesis de Doctorado y de la monografía oxoniense resultante del mismo. 

[1.] "Pero, sin duda, la decisión de mayor alcance territorial impulsada por los Flavios fue la extensión del derecho latino, de la que tenemos constancia gracias al testimonio de Plinio el Viejo. Paradójicamente, buena medida parte de los problemas que rodean a la comprensión de esta medida derivan del carácter ambiguo y lacónico de la noticia pliniana, así como de los problemas de transmisión del texto" (p. 792)

[2.] "En mi opinión, la decisión adoptada por dicho emperador parece responder a una mayor planificación, que puede ser comprendida si analizamos los principales beneficios que reportaba la extensión de este privilegio. Por un lado, la concesión suponía una ampliación sustancial de los derechos de los habitantes de los habitantes de las comunidades beneficiarias. En cuanto al estatuto jurídico de los habitantes de estos municipios flavios, resulta admisible reconocer la existencia de una ciudadanía latina libre, a la que se alude en varios pasajes de la lex Irnitana" (p. 793)

[3.] "De este modo, la concesión del derecho latino permitió satisfacer las aspiraciones de integración de los provinciales, especialmente, de las élites locales, mediante la extensión de un privilegio que no supuso la detracción de ingresos a las arcas públicas, sino más bien todo lo contrario. La aplicación del Latium derivó en una mayor presión tributaria sobre estos territorios, al tiempo que ofreció a la cancillería imperial un valioso instrumento de control fiscal sobre las antiguas comunidades estipendiarias, libres o federadas. Es posible que estas dos razones estuviesen entre las principales motivaciones de la medida vespasianea" (p. 795)

[4.] "En cuanto a la fecha de la concesión, tenemos constancia epigráfica de que estaba en vigor, al menos, desde el año 74. En ausencia de otros testimonios que nos obliguen a retrasar dicha cronología, resulta admisible aceptar la hipótesis tradicional sobre la asociación entre la censura del 73/74 y la extensión del derecho latino" (p. 795)

[5.] "Un análisis de las escasas, pero representativas, referencias a los órganos de gobierno de estas ciudades con anterioridad a su transformación en municipios de derecho latino muestran que, pese a la diversidad de experiencias organizativas, y a las diferencias regionales, dichas comunidades mostraban en su conjunto una notable adaptación a las formas de organización propiamente romanas" (p. 797)

[6.] "En este sentido, el análisis de conjunto de la incidencia de la municipalización flavia en Hispania nos permite reafirmar la conclusión sobre el alcance universal de la medida vespasianea. En líneas generales, la impresión que se obtiene de la confrontación de las evidencias epigráficas y arqueológicas es que la concesión del derecho latino no operó grandes cambios estructurales en las comunidades, ni tampoco en la red de poblamiento de Hispania. En la práctica mayoría de los casos, la extensión de este privilegio constituyó el reconocimiento a una trayectoria histórica y a un proceso de integración a muchos niveles" (pp. 797-798)

Si bien el autor de este monumental trabajo no se considera estrictamente partidario de que el Latium, el derecho Latino, y el municipium, la conversión en privilegiadas, bajo el expediente municipal latino, de todas las comunidades que, para el 73 d. C. no disfrutaban, todavía, de ese estatuto o del colonial -también privilegiado- (pp. 415-442) el modo cómo explica las razones de tan extraordinaria como apasionante medida, la forma cómo conecta ésta con el conocimiento de las posibilidades de Hispania derivado de los avatares del gobierno augústeo y julio-claudio y, también, de la guerra civil y, por supuesto, de la propia ideología del gobierno flavio, el modo cómo -a nuestro juicio favorablemente- resuelve tanto la fecha de la concesión del ius Latii como sus principales efectos y la virtud que éste tuvo de reconocer el ajuste a Derecho -heterogéneo pero ajuste- de las instituciones locales indígenas preexistenes convierte esta obra -a espera de que se publique y difunda- no sólo en una feliz coincidencia tras veinte años de nuestro trabajo sino, también, en un trabajo que habrá de ser de referencia y que sigue mostrando la vivacidad de muchas cuestiones, que siguen abiertas, en la Historia Antigua de la península ibérica que, con esta nueva Tesis, está de completa enhorabuena.