VALETE VIATORES (y III)


[Póster sobre el proyecto Valete uos uiatores presentado a la sesión de pósteres del 6th Workshop de Epigraphy.info. Descarga desde aquí el póster en PDF para acceso a los hipervínculos que ofrece]

Corría el mes de febrero de 2020 -parece, ciertamente otra vida y otro mundo, anterior a la irrupción de la pandemia del Covid-19- cuando tuvimos el honor de participar en uno de los workshops -en concreto el 4º, celebrado en la Universität Hamburg, en Alemania- del grupo Epigraphy.info. Fue en ese contexto y en ese viaje, por ejemplo, que pudimos visitar el escenario de la histórica batalla de Teotoburgo, de lo que dejamos constancia con un post de este blog que abría la serie loca memorabilia. En aquella ocasión hablamos sobre de qué modo la Epigrafía Virtual estaba mejorando las competencias lectoras de los epigrafistas y habrá de mejorar las de los epigrafistas del futuro un tema que, poco después, inspiró también un poster presentado en noviembre de ese mismo año a un coloquio de la red INTELE, con eco en otra entrada de Oppida Imperii Romani. Desde hace varios años la red Epigraphy.info desarrolla un intenso trabajo -con notable presencia, además, en redes sociales (twitter, facebook e instagram) como medio para promocionar la Epigrafía como ciencia y el patrimonio epigráfico- para crear un entorno colaborativo en materia de epigrafía digital. Del comité gestor de dicha red hemos formado parte en este último ejercicio. 

A finales de 2020 recibíamos la noticia, desde Europa Creativa, un órgano de la Comisión Europea, de que un proyecto en que habíamos estado trabajando, precisamente, aprovechando el confinamiento impuesto por la situación sanitaria y en colaboración con colegas de las Universidades de Coimbra (Portugal), Bordeaux (Francia) y La Sapienza (Italia), había sido seleccionado para obtener financiación: "Valete uos uiatores: travelling through Latin inscriptions across the Roman Empire". Ya dimos noticia del arranque y de los objetivos del proyecto en la que, hasta ahora, es la mejor síntesis de lo que en él pretendíamos hacer y estamos haciendo -publicada en este mismo blog- y lo hemos ido actualizando, además, con algunas entradas que se han ido añadiendo a la etiqueta, con el mismo nombre del proyecto, creada en este espacio. Y lo cierto es que ese proyecto nos ha ido acompañando desde inicios de 2021 hasta hoy y lo seguirá haciendo hasta el verano de 2022 en que éste debe estar finalizado. Y lo estará a juzgar por el aspecto que algunos de sus resultados, en parte ya disponibles, van presentando.

Precisamente, ése ha sido el objetivo de esta nueva "píldora", de este nuevo avance del status quaestionis de Valete uos uiatores que aquí recogemos encabezando esta entrada. Se trata del poster presentado a la sesión de pósteres del 6º encuentro de Epigraphy.info que, aunque celebrado en formato online, ha sido auspiciado por el Institute of Advanced Studiy de la University of Princeton, en Estados Unidos y que han seguido medio centenar de epigrafistas de todo el mundo. Junto con otros consolidados proyectos de Epigrafía Digital y Virtual a nivel europeo -como Carmina Latina Epigrahica Online o Epigraphic Database Rome- nuestro proyecto Valete uos uiatores -que ya había sido presentado en coloquios en La Sapienza de Roma (ver vídeo aquí), en el Pixii Festival de La Rochelle, en Francia y, recientemente, en el coloquio sobre videojuego histórico celebrado en Salerno (Italia) (ver vídeo de la intervención aquí)- ha mostrado los que están siendo sus principales soportes de trabajo y los que, se espera, sean pronto sus resultados. No hace falta glosarlos aquí una vez que el póster, en su versión en pdf con hipervínculos, disponible en este enlace, permite acceder a todos ellos. 

En cualquier caso, este póster es, exclusivamente, un avance porque dos de los resultados esenciales del proyecto que coordinamos desde la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra -el Museo Virtual que recogerá casi tres centenares de inscripciones romanas en 3D procedentes de algunos de los más importantes lapidarios de Europa y el videojuego que dará vida a importantes escenarios de ciudades romanas de Lusitania, Aquitania, la Citerior e Italia, todas de notable repertorio epigráfico- van a ser protagonistas, en la Comarca de Cinco Villas, de una nueva jornada de trabajo auspiciada por el Centro de Estudios Cinco Villas de la Institución Fernando el Católico -la última, celebrada hace ahora un año y centrada en los parua oppida hispanorromanos, puede verse íntegramente aquí- que tendrá lugar, en formato presencial y online, en el Aula de la UNED de Ejea de los Caballeros, el próximo día 13 de noviembre (ver programa aquí). Parece una cita inexcusable a la que, seguro, los lectores de Oppida Imperii Romani deciden apuntarse -¡ojalá que así sea!- después de ver la intro que uno de los socios del proyecto, Clau Creative, ha diseñado para la serie de documentales -y que cierra este post- que será otro de los resultados de un proyecto con el que, y es evidente, estamos disfrutando muchísimo. En ese contexto presentaremos, en primicia, el videojuego que dará vida a las ciudades romanas de Los Bañales de Uncastillo y de Santa Criz de Eslava, tan presentes en este espacio. 

¡Nos vemos en Ejea el 13 de noviembre! Valete uos uiatores!




ROMANITAS

 

[Denario en plata, de la ceca de Roma, con cabeza de Roma, acuñado en los años 116-115 a. C., © Coin Archives]

"La antigua Roma es sumamente importante, por lo que ignorar a los romanos no es solo dar la espalda al pasado remoto, ya que Roma todavía contribuye a definir la forma en que entendemos nuestro mundo y pensamos en nosotros, desde la teoría más elevada a la comedia más vulgar. Después de 2.000 años, sigue siendo la base de la cultura y de la política occidental, de lo que escribimos y de cómo vemos el mundo y nuestro lugar en él". Así se abre el que, acaso, es el último gran best-seller sobre la historia y la cultura de Roma y que ha encontrado acomodo en muchas bibliotecas de muchos hogares de nuestro país, SPQR. Una historia de la antigua Roma, de la mediática profesora de la Universidad de CambridgeMary Beard (Madrid, 2015, p. 15). Lo que nos queda de Roma en la cultura occidental resulta un asunto apasionante que, de hecho, ha centrado ya algunas reflexiones en este blog tanto antiguas como más recientes, un espacio en el que hemos llegado a calificar al periodo en que se forjó esa auténtica comunidad global que fue el Imperio de Roma como Historiae cor, el "corazón de la Historia"

Pero más apasionante, es responder a la cuestión de cómo fue posible que, en apenas una generación, las mismas elites locales indígenas que, inicialmente, y en algunos casos, resistieron a Roma, acabaron abrazando sus costumbres y su modo de vida, haciéndolos propios. Ésa fue, sin duda, la esencia de la Romanización. A propósito de ella, me parece oportuno traer a colación varios textos de afamados historiadores de la Antigüedad Romana que se han ocupado de la Romanización y que aluden, en dichos pasajes -parte de trabajos ya imprescindibles y muy recomendables-, a componentes básicos de dicho proceso, un proceso histórico y de aculturación seguramente simétrico prácticamente sin precedentes en la Historia previa y que sólo es comparable, con el paso de los siglos, a la acción colonial llevada a cabo por algunas potencias europeas entre los siglos XVI -con España y Portugal a la cabeza- y XIX, acciones que, como la propia Romanización, siguen admirando y estando en el centro del debate historiográfico y, por lo visto -como comprobará el lector paciente que llegue al final de este post- no sólo historiográfico. 

[1] La Romanización como proceso de simbiosis cultural: "Los romanos y los pueblos sometidos, dotados cada uno de su cultura propia, negociaron de forma consciente o inconsciente la creación de una nueva configuración cultural, que no se derivaba tan sólo de la tradición romana ni se adecuaba a una sola provincia (...) Los tres ingredientes de esa combinación que denominamos Romanización -la romanidad (Romanitas), el ámbito provincial y la Romanización, en sentido estricto- se vieron sometidos a una transformación incesante (...) Parece probable (...) que, en términos globales [gracias a la Romanización], el nivel de vida, tanto en las ciudades como en los núcleos rurales -y, de nuevo, especialmente, en las provincias occidentales- experimentó un leve, aunque significativo ascenso. Los habitantes de las provincias, pertenecientes a muy diversos estratos de la escala social, pudieron acceder a bienes, e incluso alimentos, hasta entonces fuera de su alcance o cuya disponibilidad había sido menor antes de la conquista (...) De hecho, podríamos afirmar que, al menos un siglo antes de que fueran arrasados por las invasiones bárbaras, los romanos ya habían sido conquistados por la sociedad provincial" (HOPKINS, K., "La Romanización: asimilación, cambio y resistencia", en BLÁZQUEZ, J. Mª., y ALVAR, J. (eds.), La Romanización en Occidente, Madrid, 1996, pp. 15-43, esp. pp. 19-20 introduciendo aquí el concepto que, recientemente, la historiografía alemana ha bautizado como verbrüderung, "confraternización cultural", en ECKHARDT, B., Romanisierung und Verbrüderung. Das Vereinwessen in römischen Reich, Berlín, 2021).

[2] Los signos de la Romanización: "La romanización comenzó por signos exteriores individuales, como vivir a la manera de los romanos y olvidar el idioma propio; a ello siguió la obtención del derecho y la condición ciudadana, pues la plenitud de la romanización implicaba la posesión del status jurídico romano. Este proceso lo percibió perfectamente Estrabón al referirse a Turdetania, cuyos habitantes, ya en los comienzos del Principado, vivían a la manera de los conquistadores, habían olvidado el idioma propio, la mayoría de ellos se habían hecho latinos y tenían colonos pertenecientes al pueblo dominador (...) Así pues, la romanización trajo consigo en la mayor parte de la Península (...) la desaparición de la vieja vida de tipo indígena, es decir, el cambio de las viejas estructuras políticas, sociales y económicas de los pueblos hispanos por otras nuevas" (BLÁZQUEZ, J. Mª., La Romanización. La sociedad y la economía en la Hispania Romana, Madrid, 1975, pp. 20-21).

[3] El imparable éxito de la Romanización y del modo de vida romano en Occidente: "Explicar la Romanización es aclarar y explicar de qué modo surgió un nuevo modo de vida en áreas del Imperio Romano fuera de Italia exactamente como las que prevalecieron en dicho lugar (...) Mi objetivo debería ser tratar de explicar cómo la civilización romana, aparentemente, se extendió por todas partes, triunfando, como una única realidad y de un modo que nunca antes se había logrado. El grado de desarrollo, lógicamente imperfecto, se mantiene todavía hoy como una cuestión admirable y de un legado que resulta familiar para todos" (MAC MULLEN, R., Romanization in the time of Augustus, New Haven/Londres, 2000, p. IX, la traducción del original inglés es nuestra; este libro añade al terminar -p. 137- una cita de otro título clásico -PFLAUM, H.-G., "La romanisation de l'Afrique", en Akten des VI. internationalen Kongress für griechische und lateinische Epigraphik (1972), Munich, 1973, pp. 55-68, p. 67- donde se alude a que "el proceso se extendió, fundamentalmente, por imitación, por osmosis, por asimilación propia partiendo de la base de entender que uno podría vivir mejor y más fácilmente si jugaba al juego del momento conforme a las reglas de Roma").

[4] La Romanización como proceso entre la teoría y la práctica, entre las normas públicas y los comportamientos privados: "La experiencia romana [se refiere a la desarrollada en la Península Ibérica pero la afirmación es extrapolable a Occidente] consistió, básicamente, en difundir y elaborar un cuadro político cuya solidez descansaba más en la capacidad de hacer evolucionar las instituciones indígenas que en su organización colectiva, fundada sobre la conjunción de la teoría y de la práctica, del derecho y de la iniciativa individual, del arte de gobernar y del deseo de delimitar espacios nuevos y de intentar evitar en la medida de lo posible y en un contexto en que la emulación se generalizó, la interferencia de los ámbitos públicos y privados dejados voluntariamente ambos en competición y complementariedad" (LE ROUX, P., Romains d'Espagne. Cités & politique dans les provinces. IIe siècle av. J.-C.-IIIe siècle ap. J.-C., París, 1995, p. 132, de este libro, muy útil, existe traducción al castellano aunque la aquí realizada, es también nuestra).

[5] La Romanización como verbrüderung, como confraternización de identidades: "Específicamente, sostengo que Roma buscó romper los patrones preexistentes de conducta social y económica, esperando con ello evitar la realización de la solidaridad contra sí misma sobre la base de la identidad regional, religiosa o étnica. Las principales estrategias empleadas para lograrlo fueron dos: una relacionada con la imposición y animación de nuevas geografías políticas, a través del trazado de fronteras y canalización de energías entre las provincias, dentro de ellas y entre distritos, ciudades y pueblos; y el otro aspiraba a nutrir a las élites socioeconómicas locales y regionales cuyos intereses se alineaban y se superponían con los de Roma. Estos esfuerzos tuvieron un éxito asombroso" (ANDO, C., "Imperial Identities", en WHITMARSH, T. (ed.), Local Knowledge and Microidentities in the Imperial Greek World, Cambridge, 2010, pp. 17-45, también con traducción nuestra).

Hace unos días, un buen amigo, y colega en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra se lamentaba de que nuestra sociedad vivía, desde hace meses, instalada en la discordia y lejos del panorama de cumplimiento "en silencio de las órdenes [de Roma] sin confusión ni desórdenes, sin envidia y con todo por todas partes lleno de justicia y respeto" (Ael. Arist. Or. 26, 89) como un conocido autor del siglo II d. C., al que luego citaremos, describía los años dorados del Principado Romano. Y esa afirmación de mi colega, que es cierta, encuentra aun mayor reflejo en la esfera política española actual. Unos se empeñan en seguir abriendo y fomentando -disfrazándolas de recuperación de la memoria- viejas heridas cainitas de los peores momentos de nuestra historia reciente, otros, con una repugnante retórica del grito y del enfado, sólo ofrecen soluciones simples a problemas muy complejos propios de este mundo global y, por fin, los que intentan aportar algo de moderación reivindicando la concordia de tiempos no tan lejanos son acusados de radicales por los primeros, de equivalentes a éstos o de cobardes por los segundos y, en definitiva, cualquiera de sus mensajes se obvia o se tergiversa dando lugar a polémicas que demuestran de qué modo en nuestra sociedad la verdad no cuenta sino que, lamentablemente, lo que de verdad importa -o parece importar- es esa post-verdad nacida del relato de aquélla. Y de esto sabemos algo quienes nos pasamos la vida tratando de buscar la verdad histórica en función de la naturaleza de las fuentes antiguas que, en muchas ocasiones con no pocos apriorismos, nos la transmitieron como reflexionábamos en este mismo blog hace ya casi un año

Hace tan sólo unas semanas, en una convención política de las varias que han animado este imparable otoño, el líder del principal partido de la oposición, Pablo Casado, del Partido Popular, volvía a afirmar -y lo cierto es que lo ha hecho en varias ocasiones desde que, prácticamente, fuera elegido presidente del citado grupo político en un ya lejano mes de julio de 2018- que el fenómeno que centra este postla Romanización, que él equiparaba a la Hispanidad, era "el más importante acontecimiento de la Historia" y que ésta última estaba, de hecho, detrás de aquélla, como recogía en acertado y no tergiversado titular el diario La Vanguardia o, al menos, junto a ella, como glosaba hace varios años Eldiario.es. Acostumbrado como está él a introducir alusiones clásicas -a Homero, a César o a Virgilio, que recordemos- en algunos de sus discursos en las sesiones de control al Gobierno de España- en octubre de 2018, de hecho, llegó a afirmar que "la Hispanidad es la etapa más brillante no de España sino del hombre, junto al Imperio Romano". En el contexto político, de enfrentamiento permanente que describíamos más arriba no han faltado quienes tanto en twitter (ver hilos y tweets varios aquí) como en diversos diarios, se han ocupado de enmendar la plana al joven político palentino apelando, sin faltar a la verdad, a que no es historiador. Y, es cierto, no lo es. 

La pregunta, tras lo expuesto más arriba, parece coherente en ese proceloso contexto relativista en que nos movemos: ¿de verdad que, sólo por quién lo dice, vamos a tener que proceder a una cancelación, a una abolitio memoriae semejante a aquélla de la que hablábamos aquí hace algunos meses o a una matización de la importancia de un proceso histórico como el que aquí hemos caracterizado y descrito en sus componentes esenciales -y con voces sobradamente autorizadas- y quienes, sí, pensamos que la romanización fue, de verdad, "precursora de la globalización y modernizadora del mundo", como afirmó Casado, y de que guardó concomitancias con la aventura colonial española en América hemos de estarnos callados? Es evidente que, como escribió Polibio los romanos "establecieron la supremacía de un imperio envidiable para los contemporáneos e insuperable para los hombres del futuro" (Polyb. 1, 2, 7) o que, como, emocionado, declamaba Elio Aristides en su Elogio de Roma (26, 11) gracias a Roma y por medio de un "gobierno firme y de autoridad" (Or. 26, 34) "de toda la tierra y de todo el mar se traen los frutos de todas las estaciones y cuanto ofrecen todas las regiones, ríos, lagos y artes de los helenos y de los bárbaros" (Or. 26, 11) estimulando una prosperidad económica y global sin precedentes.

Que la ideología, por favor, no tergiverse la verdad histórica y menos cuando ésta tenga que ver con la Antigüedad y cuando sobre ella, como ha quedado claro más arriba, hay una communis opinio ciertamente indiscutible. Quizás cabría recordar, con el propio autor griego de Megalópolis que "si se suprime de la historia el porqué, el cómo, el gracias a quien sucedió lo que sucedió y si el resultado fue lógico, lo que queda es un ejercicio pero no una lección. De momento deleita, pero es totalmente inútil para el futuro" (Polyb. 3, 31, 12-13). Esforcémonos, pues, en aprender y demos la razón cuando, efectivamente, hay que darla. Como, a nuestro juicio, en este caso.


MEMORABILIS CASVS

[La erupción del Vesubio en un fotograma del documental Pompeya, el último día (2003)]

En un contexto informativo, que dio inicio con la pandemia del Covid-19 y que se ha mantenido hasta hoy, en el que parece que una única noticia tiene la capacidad de eclipsar a las múltiples que, cada día, se generan, hace más de quince días que la vulcanología -y su particular relato- se ha puesto de moda, al menos en España monopolizando gran parte de los espacios informativos televisivos del país. La erupción del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, en Canarias y la reactivación de otros históricos volcanes europeos, como el Etna, en Sicilia, nos han hecho a muchos recordar lo que aprendimos en nuestros años escolares sobre el funcionamiento de estas montañas que demuestran la intensa vitalidad magmática que subyace a la corteza terrestre y que, a veces, resulta inimaginable. Como recordaba no hace mucho el arqueólogo -y antiguo becario del proyecto de Los Bañales de Uncastillo- Rubén Montoya en un sensacional artículo publicado en La Vanguardia, esos acontecimientos nos han evocado, a los amantes de la Antigüedad, la más célebre e impresionante de las erupciones volcánicas de todos los tiempos, la del monte Vesubio a finales de octubre -que no de agosto, como demostró hace pocos años un nuevo titulus esgrafiado en una de las pintadas de la ciudad- del año 79 d. C. y que sepultó, entre otras ciudades la de Pompeya que, de hecho, ha ido desfilando recientemente, por sus singulares hallazgos arqueológicos y epigráficos, por Oppida Imperii Romani. Sobre lo que supuso esa erupción para la conversación del legado urbanístico, seguramente, más impactante del mundo romano, ya nos detuvimos hace bastantes años en un viejo post de este blog post celebrativo de la muestra "Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio" que obró en la primavera de 2013 en la Fundación Canal de Isabel II, en Madrid. Fue en ese contexto en que, por primera vez, se pudo ver en España el adiovisual "A Day in Pompeii" que, aunque manejando la fecha de agosto, reconstruye íntegramente los fenómenos que acompañaron la erupción y al que vale la pena dedicarle unos minutos.

Como es sabido, se trata de uno de esos acontecimientos extraordinarios del mundo antiguo para los que contamos con dos textos descriptivos escritos por un testigo del mismo y que, además, son contrastables con otros testimonios que, cuando sea oportuno, se traerán aquí a colación. Nos referimos a las dos cartas -las cartas 16 y 20que Plinio el Joven compuso para narrar, en el libro sexto de sus Epistulae la muerte de su tío, Plinio el Viejo, y las peripecias vividas por él mismo y su madre en el día de la erupción. Respecto de estas cartas -que, de hecho, destilan ciertos ecos virgilianos que las convierten en épicas, como se ha puesto de relieve recientementepese a que fueron enviadas al historiador Tácito, el propio Plinio afirmó que, sus "detalles" (haec) "serían indignos de figurar en un relato histórico" (nequaquam historia digna uidebuntur) (20, 20) pues, como afirmaba en el cierre de la primera de las dos (16, 22) aliud est epistulam aliud historiam scribere, "una cosa es escribir una carta y otra un relato histórico" añadiendo que el relato histórico implica omnibus scribere, "escribir para todos" (la traducción de ambos textos empleada en este blog procede de González, J. (trad.), Plinio el Joven. Cartas, Gredos, Madrid, 2005, pp. 305-310 y 313-317 respectivamente). 

Aunque las cartas fueron escritas, principalmente, para, como se ha dicho, explicar Plinio el Joven la muerte de su tío -aparentemente asfixiado por los gases de la erupción aunque más verosímilmente debió sufrir un infarto mientras se acercaba al fenómeno desde Misenum, a unos 20 kilómetros del Vesubio, donde mandaba la flota imperial (sobre esta cuestión véase DUNN, D., Bajo la sombra del Vesubio: vida de Plinio, Madrid, 2021 -con interesante reseña aquí- y SERBAT, G. (trad.), Plinio el Viejo. Historia Natural. Libros I-II, Gredos, Madrid, 1995, pp. 22-35, con síntesis del status quaestionis en MALLISARD, A., en Mélanges Pierre Lévêque, París, 1990, pp. 227-243 y en RETIEF, F. P., y CILLIERS, Acta Theologica, 26-2, 2010)- lo que nos interesa es que en ellas, se alude a la erupción del Vesubio como "una catástrofe que ha destruido las tierras más hermosas (pulcherrima clade terrarum), al mismo tiempo que pueblos y ciudades (ut populi ut urbes)" (16, 2) -no en vano se califica a la zona como amoena ora, "costa hermosísima" (16, 9) y lo cierto es que aun hoy lo sigue siendo- un acontecimiento del que, en el mismo pasaje se dice fue "un suceso tan tan memorable" (memorabili casu) y que, por tratarse de "un fenómeno importante" (magnum) pareció a Plinio el Viejo, tío del autor de estas cartas, "que merecía ser contemplado desde más cerca" (propiusque noscendum) (16, 7) al tiempo que a Plinio el Joven, citando un verso de la Eneida, le habría llevado a escribir sobre esos recuerdos pese a que ello le resultase horroroso (animus meminisse horret: 20, 1) (obviamente, la bibliografía sobre estos dos relatos del joven Plinio es amplísima y sigue multiplicándose, nos limitamos a enlazar los resultados de una búsqueda somera en Google Académico para quien desee saber más sobre la cuestión).

Como se desprende de la segunda de las dos cartas, un tremor terrae per multos dies, es decir "un temblor de tierra de varios días" (20, 3) debió ser el primer indicio de que se avecinaba actividad volcánica en torno al Vesubio si bien, como el propio Plinio relataba, este tipo de temblores eran frecuentes en Campania pese a que aquél fue extraordinariamente formidolosus, es decir "violento", algo que subraya también otro testimonio bien documentado de la erupción (Cass. Dio 66, 22, 1). La documentación epigráfica, de hecho, ha dejado constancia de la existencia casi endémica de ese tipo de temblores -recordados también por las fuentes literarias (Suet. Nero 20, 2 y Tac. Ann. 15, 22 donde se le califica de celeber terrae motus)- y, no en vano, en el reinado de Nerón y en el de Vespasiano se erigieron en Pompeya inscripciones (AE 1899, 177) alusivas al mismo o se restauraron edificios como la aedes Isidis, el templo de Isis, de la que se dice fue terrae motu conlapsam (CIL X, 846) (el asunto, con evidencias también en otras inscripciones de otras ciudades campanas como Neapolis o Nuceria fue estudiado en LIVADIE, C. A. (ed.), Tremblements de terre, éruptions volcaniques et vie des hommes dans la Campanie antique, Nápoles-Roma-Bonn, 1986 y nosotros volvemos sobre él en un libro de próxima aparición sobre la construcción pública en época flavia en las ciudades del Mediterráneo y del que ya dimos avance hace algunos meses en este mismo espacio).

El primer paso de la erupción, según cuenta con detalle la primera carta -y hemos de pensar que fue al comienzo del día pues eso permite intuir el modo cómo ésta comienza-, fue la aparición "de una nube extraña por su aspecto y tamaño" (nubem inusitata et  magnitudine et specie) (16, 4) de la que se dice que surgía "mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol" (16, 5) lo que ya el propio Plinio interpretó como manifestación de "la primera erupción". Se trata de una nube que, además, se describía como de un color "manchado a causa de la tierra o cenizas (terram cineremue) que transportaba" (16, 6). Ya esa nube, según cuenta Plinio, aterrorizó a algunos vecinos como a Rectina, esposa de Tascio "aterrorizada por el peligro (inminente periculo exterrita) que la amenazaba pues su villa estaba al pie de la montaña y no tenía ninguna escapatoria, excepto por mar" (16, 8) pero, también a otros que, según se relata, "huyen despavoridos" en ese primer momento.

Avanzadas las horas, la carta de Plinio especifica que tras esa primera nube "ya las cenizas caían sobre los navíos, más compactas y ardientes (cinis calidior et densior) (...) incluso ya caían piedra pómez (pumices) y rocas ennegrecidas, quemadas y rotas por el fuego (nigrique et ambusti et fracti igne lapides)" (16, 11) tormenta ésta que, parece, generó el abandono de muchas viviendas (desertae uillae) que ardían solitarias (per solitudinem ardere) al haber sido alcanzadas por las "fuentes de fuego" (pyrós pegás) a las que alude otro fiable relato de la erupción, en este caso a cargo de Casio Dión (Cass. Dio 66, 22, 1) como paso previo a la caída de gran cantidad de cenizas (téphran) y piedras ardientes (Cass. Dio 66, 22. 4). Más de un millar de viviendas han sufrido de este modo en estos días por culpa del Cumbre Vieja. A tenor de lo que se explica en la carta sobre la experiencia de Plinio el Viejo, la propia finca de éste, en la noche, estaba ya "repleta de cenizas y piedra pómez de tal manera había subido el nivel que, si [Plinio] hubiese permanecido más tiempo en el dormitorio, ya no habría podido salir" (16, 13). Dión Casio, de hecho, alude a la cobertura de Pompeya y de Herculano por la constante caída de cenizas (Cass. Dio 66, 23, 3) que, según este último autor, parece llegaron incluso a África, Siria, Egipto o Roma (Cass. Dio 66, 23, 4). El fenómeno debió ser tan notable que, como precisa Plinio el Joven, prácticamente, la bahía quedó sumida en una "noche más densa y negra (nigrior densiorque) que todas las noches que haya habido nunca" (16, 17) (de idéntica forma se describe este fenómeno en Cass. Dio 66, 23, 1) algo extraordinariamente bien recreado en el time-lapse "A Day in Pompeii" que enlazábamos más arriba al comienzo de este post.

Se explica, también, cómo, en las zonas más alejadas -como Stabia, "al otro lado de la bahía" (sinu medio)- el peligro se fue acercando de forma progresiva pese a que la zona quedase aislada de las primeras explosiones (16, 12) justo en un momento en que la epístola pliniana alude a "enormes incendios y altísimas columnas de fuego" (latissimae flammae altaque incendia e Vesuvio monte), "en las laderas del Vesubio" (16, 13) ya en la noche del primer día del evento. El primer efecto de la proximidad de ese fuego fue, como se describe con pormenor, el intenso olor a azufre y el cierre de la laringe de los personajes afectados -y en particular de Plinio el Viejo- debido a la "densa humareda" (innitens seruolis) (16, 19) en un fenómeno que se ha atestiguado, también, estos tristes días en la isla de La Palma, como ha recogido la prensa nacional que, casi, narra y retransmite, también por YouTube, la erupción en directo.

La segunda de las dos cartas sobre las que versa este post es la que detalla otros resultados, más postreros, de la erupción al narrar cómo la vivió el autor, Plinio el Joven, con su madre. Así, en Miseno, por tanto lejos del epicentro de la erupción, "el mar se retiraba sobre sí mismo (mare in se resorberi) y se replegaba como empujado por los temblores de la tierra" (20, 9) -algo que se ha discutido si sucederá también en La Palma, en fechas próximas en respuesta a la acumulación de lava en el entorno marino- y, en el mismo pasaje, se habla de "una nube negra y espantosa (nubes atra et horrenda), desgarrada por ardientes vapores que se retorcían centelleantes [y que] se abría en largas lenguas de fuego". La detallada descripción que se hace de la reacción de la población en ese contexto resulta absolutamente espeluznante. Así, se dice "podías oír los lamentos de las mujeres, los llantos de los niños, los gritos de los hombres; unos llamaban a gritos a sus padres, otros a sus hijos, otros a sus mujeres, intentando reconocerlos por sus voces; éstos se lamentaban de su destino, aquéllos del de sus parientes; hacía incluso algunos que por temor a la muerte pedían la muerte; muchos rogaban la ayuda de los dioses, otros más numerosos creían que ya no había dioses en ninguna parte y que esta noche sería eterna y la última del universo. Y no faltaban quienes, con sus temores irreales y falsos, exageraban los peligros reales" (20, 14 y 15).

También resulta sugerente, y esperado para quienes viven de cerca la tragedia del volcán de La Palma, el modo cómo Plinio el Joven, en la segunda de sus misivas, relata el final del fenómeno: "aquella oscuridad se desvaneció y se dispersó a la manera de humo o de una nube", "el sol también brilló, amarillento, sin embargo, como suele brillar en los eclipses" y todo en medio de "una profunda capa de ceniza como si se tratase de nieve" (20, 18). Ya que hasta ahora muchos de los fenómenos descritos por las cartas plinianas, se han repetido en la erupción estromboliana del volcán de Cumbre Vieja, por más que, efectivamente, ese tipo de erupción sea diferente del de la, precisamente, denominada pliniana o vesubiana que, aparentemente mucho más destructiva por la fuerza de sus explosiones y la extensión alcanzada por su flujo piroclástico, tan bien conocemos por estos dos documentos históricos de primer nivel confiemos en que pronto pueda procederse, como nos cuenta Suetonio que hizo, en el reinado de Tito, una comisión senatorial de curatores, -con él al frente según Casio Dión (Cass. Dio 66, 24, 1) a la restitutio afflictarum ciuitatum, a la "recuperación de las ciudades dañadas" (Suet. Tit. 8, 10) y, por tanto, al final de esta catástrofe que nos ha permitido evocar con horror -como al propio Plinio el Joven- uno de los más fascinantes episodios de la Historia de Roma.