OPPIDA LABENTIA (y IV)

 


[Portada del volumen 8.7 de la serie de actas del XIX AIAC Congress celebrado en Bonn, Alemania, en 2018]

Quien es lector asiduo de Oppida Imperii Romani sabe la atención que, al menos desde febrero de 2015, hemos venido dedicando a las transformaciones urbanas vividas por algunas comunidades hispanas en el periodo que, cada vez con más nitidez, se está denominando medio-imperial, coincidente, grosso modo, con las transformaciones de época antonina y, también severiana. Esa atención ha inspirado nuestra dedicación a los denominados oppida labentia, las "ciudades en dificultad" y ha explicado, también, nuestra muy reciente atención al perfil de ciudades que pudieron, acaso, ser más sensibles a una crisis urbana -y, sí, también institucional- algo anterior a la tan discutida crisis del siglo III d. C., esas ciudades a las que, en una publicación recentísima, hemos catalogado como parua oppida, "pequeñas ciudades". 

El post que el lector lee ahora mismo figuraba como borrador en el área interna de este blog desde hace algunos años una vez que del volumen que presenta -y que pasa, por tanto, a engrosar el repertorio de recomendaciones bibliográficas que se recogen en Oppida Imperii Romani con la etiqueta Volumina- se revisaron las segundas y últimas pruebas en julio de 2019. La crisis sanitaria desatada por toda Europa algunos meses después ha retrasado, notablemente, la edición final del mismo que, sin embargo, acaba de ver la luz en este último trimestre de 2020, casi apenas unas semanas después de que el volumen sobre los parva oppida de la Serie 3 de las Monografías de Los Bañales empezase a comercializarse, por cierto, con bastante éxito.

El origen del volumen que aquí se presenta es sencillo. El pasado 2018, en el mes de mayo, y en medio de una huelga de controladores aéreos que colapsó parte del espacio aéreo de Europa, se celebró, entre Colonia y Bonn, en Alemania, la decimonovena edición del Congreso de la Asociación Internacional de Arqueología Clásica, la AIAC, centrado en el tópico "Archaeology and Economy in the Ancient World". Quien escribe este post tuvo la fortuna de moderar en dicha cita un panel ubicado en el bloque sobre "The role of the city in the ancient economy", en concreto el panel séptimo de dicha sección cuyo título coincide con el del libro que ahora ve la luz. En él intervinieron, en realidad, más colegas que los que, finalmente, acabaron presentando su texto para la edición del volumen y se generó un diálogo muy fructífero en torno al tema del proyecto de investigación de que, entontes, disfrutábamos gracias a la financiación del, entonces, Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (ahora Ministerio de Ciencia e Innovación). 

Pese a la brevedad del volumen que aquí presentamos, apenas algo más de setenta páginas, éste contribuye a internacionalizar la que ha sido la conclusión fundamental del citado proyecto: sí, por más que se intente matizar -por ejemplo en publicaciones recientes como el sensacional volumen sobre Ciudadadanías, ciudades y comunidades cívicas que acaba de coordinar Estíbaliz Ortiz de Urbina, de la Universidad del País Vasco- es evidente que para muchas ciudades hispanas, y en particular para aquéllas que se equiparon monumentalmente con programas edilicios quizás demasiado optimistas entre Augusto y los Flavios, las dificultades del siglo II d. C. acarrearon, en muchas ocasiones, un debilitamiento de sus estructuras urbanas y, muy probablemente, como es lógico, también de sus estructuras de gobierno y jurídicas. Internacionalizar esa tesis, como en parte ya había hecho el sensacional volumen coordinado, en 2015, por Laurent Brassous y Alejandro Quevedo -Urbanisme civique en temps de crise, que reseñamos en Zephyrus, 77, 2016- fue el objetivo fundamental del panel que se discutió en el Congreso pero, también, lo es ahora de la publicación que, además, ve la luz en la prestigiosa serie de editorial Propylaeum Fachinformationsdienst Altertumswissenschaften, de la Universität Heidelberg. que está incrementando, en estas últimas fechas, su catálogo (ver aquí) y que está acogiendo los volúmenes derivados del congreso en cuestión (ver los volúmenes específicos generados por el encuentro de Bonn, en este enlace). El libro está ya disponible para descarga libre y gratuita online -desde aquí- pero, además, se imprime en papel bajo demanda, como se explica en el enlace anterior. 

La estructura del volumen es muy clara: tres capítulos introductorios sobre las que pudieron ser las causas -principalmente estructurales, pero también coyunturales- del proceso de paso de las splendidissimae ciuitates a labentia oppida incidendo, sobre todo, en las contribuciones de Aitor Blanco-Pérez, Javier Andreu y David Espinosa, en las debilidades del sistema municipal romano y, en particular, del surgido al abrigo del ius Latii asunto que ha centrado parte de la producción investigadora de estos tres autores vinculados a la Universidad de Navarra, los dos primeros, y a la Universidad de Oviedo -a la que se ha incorporado muy recientemente- el tercero. La segunda parte incide ya en el estudio de casos tanto de carácter local -Baetulo, en el conuentus Tarraconensis, a cargo de Clara Forn y su equipo; Los Bañales, en el conuentus Caesaraugustanus, a cargo de Luis Romero; y Lucentum, en el conuentus Carthaginiensis, a cargo de Tamara Peñalver en una contribución que se complementa muy bien con la que sobre esta ciudad del Levante peninsular firmaron Antonio Guilabert, Manuel Olcina y Eva Tendero en el volumen Signs of weakness and crisis in the Western cities of the Roman Empire (c. II-III AD), que vió la luz en la prestigiosa editorial alemana Steiner Verlag el pasado año- como con un balance general a cargo de Diego Romero, uno de los investigadores que mejor conoce la vida urbana en la Hispania de los Antoninos y de los Severos. 

En definitiva, un volumen para descargar y que complementar con la compra (pídelo desde aquí) del recentísimo de los parua oppida de la Tarraconense -con cuya venta obtenemos fondos para seguir haciendo posible el proyecto de Los Bañales de Uncastillo- para, de ese modo, entender el final y el principio de un proceso material y cívico clave para entender la urbanización de los territorios de la península ibérica durante la Antigüedad.

DE PATRIMONIO ARAGONENSE



[Accede aquí al vídeo de la mesa sobre patrimonio arqueológico en Aragón emitida por el programa Aragón en Abierto, de Aragón Televisión, el pasado 8 de octubre]

Hace apenas unas semanas quien escribe este blog tuvo su primera experiencia, al menos de cierta duración, con un directo en un plató de televisión tras un breve paso por el mismo programa y el mismo canal en la que, técnicamente, fue la primera ocasión, exactamente en el mes de septiembre de 2018, entonces acompañado de un brillante estudiante de Historia y Periodismo de la Universidad de Navarra, Javier LarequiEsta segunda experiencia televisiva en directo de quien escribe este blog -como decíamos, la primera de entidad- ha sido, de nuevo, en el magazine de las tardes aragonesas, el programa  Aragón en Abierto, de Aragón Televisión, uno de los más seguidos de la televisión autonómica. Uno de sus redactores, César López, que pasó por Los Bañales el pasado verano para cubrir algunos de los hallazgos de la XII Campaña de Excavaciones, nos propuso, acabado el verano y al hilo del estreno de un magistral videorecorrido por Los Bañales realizado por Pablo Serrano Basterra y Juanmi Cirez que acumula miles de visitas en Facebook, intervenir en dicho programa participando en una "mesa" sobre patrimonio arqueológico en Aragón a cuyo vídeo -editado, sin la pausa publicitaria y sin alguna conexión extra que se hizo por exigencias de la actualidad informativa de la tarde del 8 de octubre- puedes acceder pinchando en el pie de la fotografía que encabeza este post (el programa entero puede verse en la excelente sección de Aragón Televisión a la carta). 

Ante tan sugerente reto no sólo no podíamos negarnos sino que, además de aprovechar la ocasión para seguir demandando y recabando apoyos para el proyecto que, desde hace más de doce años, venimos desarrollando en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo -que, hace poco, además, hemos tenido la oportunidad de mostrar como paradigma de las posibilidades que la Arqueología tiene como motor de desarrollo territorial en la conferencia inaugural del Máster Universitario en Mediterráneo Antiguo de la Universitat Oberta de Catalunya/Universitat Autònoma de Barcelona/Universidad de Alcalá de Henares- debíamos también reflexionar, como el propio César nos propuso, sobre la intensa tradición arqueológica de Aragón, sobre cómo la investigación arqueológica y la práctica profesional de la Arqueología -y también la transferencia del conocimiento- han cambiado en estos últimos años -papel fundamental ha jugado ahí la incansable iniciativa de la sección de Arqueología del Colegio Oficinal de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Aragón- y, por supuesto, para apuntar retos y ocasiones de mejora que los tiempos actuales se hacen, si cabe, más urgentes, como ya hicimos notar en un post anterior, de los incluidos en Oppida Imperii Romani con la etiqueta Covid-19.

La rapidez con la que pasa el tiempo en directo en televisión y la amplitud del tema -además de los extraordinariamente bien escogidos mini-vídeos que, sobre El Palao de Alcañiz (Teruel), Bilbilis (Catalayud, Zaragoza) y Labitolosa (La Puebla de Castro, Huesca), se incluyeron para hacer más interactiva la sesión-, obviamente, dejaron muchas cosas pendientes de tratar que, sin embargo, formaban parte de nuestras notas de preparación, tarea a la que, gracias a la profesionalidad de César López, dedicamos bastante tiempo en las semanas previas al día del programa. Son, precisamente, esas cuestiones las que nos pareció que podrían quedar aquí escritas, para discusión pública, en este nuevo post de Oppida Imperii Romani. Se trata, además, de tres ideas muy sencillas de enunciar pero, acaso, complicadas de llevar a la práctica aunque, ciertamente, quizás no tanto si hay voluntad. El tono en que se presentan puede parecer de cierta denuncia pero ésta nace exclusivamente de la experiencia, en esta última década, de un historiador de la Antigüedad -que no arqueólogo- en gestión del patrimonio arqueológico y, simplemente, abunda en ideas que ya alimentaron otras disputationes, como así las llamamos, recogidas en este espacio sobre Antigüedad Romana que es Oppida Imperii Romani

[1.] Compromiso autonómico y estrategia competitiva en la gestión pública del patrimonio arqueológico. En los últimos años, en Aragón, la iniciativa en la financiación de los proyectos arqueológicos ha recaído, casi de modo exclusivo, en fondos municipales y comarcales. La comarcalización de Aragón ha permitido que, efectivamente, en algunas de las comarcas del territorio se manejen presupuestos para actividad cultural y de recuperación patrimonial que se alinean muy bien con un proyecto de investigación arqueológica en campo y con la propia idiosincrasia de este acertado modelo de vertebración territorial que está contribuyendo, como ninguno, a la integración del mundo rural. Con ser esa, en sí misma, una buena noticia, no puede llevarnos a ocultar la que, de verdad, mucho menos positiva, subyace a esta realidad: la dolorosa retirada del Gobierno de Aragón, hace ya varias legislaturas, de la inversión en investigación del patrimonio arqueológico y su sólo testimonial dedicación -forzada, a veces, por enmiendas parlamentarias o por necesidades absolutamente perentorias e inexcusables- a la restauración y conservación que, en principio, es responsabilidad de la administración y no de los equipos investigadores. Para esta vergonzante falta de inversiones públicas autonómicas en la investigación arqueológica pueden alegarse decenas de pretextos, todos, desde luego, tan comprensibles como injustificados. Desde la situación de crisis económica en la que vivimos hasta el tamaño del territorio aragonés y una política, tristemente habitual en la administración pública y en la gestión pública del patrimonio arqueológico, de querer contentar a todos los proyectos arqueológicos por igual conduciendo a un indigno "reparto de la miseria" con aportaciones que, para algunos proyectos, apenas dan para analíticas o mínimas labores de consolidación y mantenimiento. Urge que la administración autonómica -y ésta fue una idea defendida por el Director General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón a inicios de la pasada legislatura, que luego quedó en nada pese a ser recalcada por el propio presidente del Gobierno de Aragón en su visita a Los Bañales en agosto de 2015- realice, de una vez por todas, una gestión del patrimonio arqueológico inteligente, presidida por una estrategia clara en la que se fijen grandes proyectos de legislatura y las inversiones se dediquen, quizás de modo rotativo, a esos proyectos, tal vez uno por época histórica de modo que, al cabo de los años, los grandes yacimientos arqueológicos aragoneses, se hayan beneficiado, en alguna ocasión, de inversiones que den para algo más que para sufragar pequeños gastos de investigación o de mantenimiento. Lógicamente, para hacer eso posible, el Gobierno de Aragón debería animarse, como se hace en otras Comunidades Autónomas, a valorar, de verdad, qué proyectos arqueológicos están aportando valor al territorio, cuáles pueden, de verdad, posicionar a Aragón en la ciencia y la investigación europeas y cuáles, además, están de verdad impactando económicamente -por su capacidad para convertirse en recursos turísticos, si no lo son ya- en un castigado mundo rural, castigadísimo en Aragón. Sólo, por tanto, con criterios estratégicos y con una asignación competitiva, y proactiva, de los recursos, se conseguirá que enclaves en los que se viene trabajando desde hace décadas puedan, de forma profesionalizada, convertirse en modelos de dinamización territorial como lo son en España parques arqueológicos como el de Segobriga (Saelices, Cuenca), el de Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), el de Torreparedones (Baena, Córdoba) o, en Portugal, el de Conimbriga (Condeixa) por citar, como es propio de Oppida Imperii Romani, yacimientos arqueológicos romanos. Apoyar con palabras y con disponibilidad -excelente en los últimos meses desde la nueva Dirección General de Patrimonio Cultural- no es suficiente para ninguno de los proyectos arqueológicos en marcha en Aragón. 

[2.] Unificación de los esfuerzos territoriales en torno a proyectos de impacto. No resulta infrecuente que, cuando un proyecto realiza una decidida labor de socialización patrimonial y de eso que ahora ha dado en llamarse Arqueología Pública, la investigación arqueológica se ponga de moda en el territorio y la resultante concienciación social e institucional derive en un inusitado interés por excavarlo todo, y en todas partes, como si cada municipio tuviera que tener un yacimiento arqueológico en proceso de investigación y como si cada proyecto investigador -y, por tanto, cada yacimiento- pudiera generar el mismo impacto económico que otro con el que, quizás, no comparta ni ubicación -lógicamente- ni época ni equipo ni valores. Obviamente, cualquier enclave arqueológico puede ser sugerente desde el punto de vista investigador, qué duda cabe, y más cuando las fuentes arqueológicas, como hemos repetido aquí tantas veces, son las que, de verdad, están revolucionando nuestro conocimiento sobre la península ibérica en la Antigüedad. Pero de ahí a que en un mismo territorio convivan varios proyectos arqueológicos con apoyos y subvenciones por parte de las mismas entidades va todo un trecho que, al final, puede conducir a la falta de sostenibilidad de las inversiones y a la crisis del modelo de financiación. Si se llegase a ese extremo los paganos serían, sin duda, los propios proyectos arqueológicos. En Arqueología, y en Arqueología en el medio rural, no vale -como se indicó en el punto anterior- el axioma del "divide y vencerás" sino más bien lo contrario: sólo la unificación de esfuerzos en torno a proyectos consolidados y que hayan demostrado sus posibilidades de futuro como proyectos integrales puede conducir al éxito. Tampoco a esos niveles municipales y comarcales la opción de la democratización de las inversiones -con ánimo de no ofender a nadie y de no coartar ninguna iniciativa- parece una buena política máxime cuando existan en los territorios proyectos dotados de evidentes fortalezas y posibilidades de desarrollo. La división no es buena en nada y, tampoco, en gestión del patrimonio arqueológico. Si en la cadena de valor del patrimonio la unificación de esfuerzos en torno a un proyecto es un axioma fundamental urge dotar también a la inversión municipal y comarcal de una estrategia semejante a la que se ha reclamado más arriba. Otra cosa es que se configuren proyectos de gran espectro para territorios concretos -como se ha hecho, por ejemplo, con éxito, en Aragón, en el Consorcio Patrimonio Ibérico del Bajo Aragón- que consigan generar fondos establecidos que una gerencia competente y científica atribuya consecuentemente y de modo cíclico y objetivo a las necesidades de los diversos yacimientos integrados, a través de los consistorios de que dependen, en dichos consorcios. Ese modelo, que urgiría replicar a otros territorios y que, incluso, hace algunos años, quisimos promover en la Comarca de Cinco Villas, -que, con los Ayuntamientos de Uncastillo, Layana, Biota y Sádaba tanto ha hecho y está haciendo, y hará, por la sostenibilidad e impulso de nuestro proyecto en Los Bañales- tiene también sus sombras pero lo cierto es que es capaz de crear identidad territorial en torno al patrimonio y dotar a las inversiones locales de estrategia separándolas de una lamentable gestión de subvenciones "por impulsos". 

[3.] Gestión proactiva y autosostenibilidad de los proyectos arqueológicosTodo lo escrito hasta aquí, seguramente, es, sin duda, simple reivindicación que nace de la conciencia -fraguada tras más de una década de esfuerzos en pro de crear sinergias en torno a proyectos arqueológicos tanto en Aragón, con Los Bañales de Uncastillo, como en Navarra, con Santa Criz de Eslava- de que sólo la suma de intereses y de inversiones -públicas y privadas- puede, en los tiempos que corren, hacer realmente sostenibles -materialmente y en el tiempo- los proyectos que tengan al patrimonio cultural en el centro una idea que en Los Bañales tuvimos clara desde el principio, como ya expusimos hace casi una década en un vídeotutorial para la UNIR, Es por ello que quien lidera un proyecto arqueológico debe -como también hemos recordado en una reciente publicación- ensayar sistemas de financiación acaso nunca intentados o usualmente infrecuentes en nuestro país, sistemas que inciden en la autofinanciación y autogestión, sostenible, de esos proyectos. No quiere decir esto que la Arquelogía no suponga una carga para los poderes públicos -que, no lo olvidemos, son los últimos responsables de, al menos, la conservación del patrimonio arqueológico y que han de comprometerse con esa responsabilidad, actualizándola- sino que se han de promover cuantas iniciativas -a partir de la explotación turística de los yacimientos, de la venta de artículos de merchandising o, como hacemos en Los Bañales con la Serie de Monografías Los Bañales, también de publicaciones- estimulen un micromecenazgo de largo alcance que pueda complementar al micromecenazgo a fondo perdido que nace, en ocasiones, de la vibración de determinados individuos y colectivos sociales con el patrimonio arqueológico en sí mismo. Sólo de ese modo lograremos poner la gestión del patrimonio arqueológico en nuestro país, y en Aragón, a la altura de cómo se lleva a cabo esta en países de nuestro entorno que parecen tener una concienciación -social e institucional- mayor respecto del patrimonio arqueológico como sucede en Francia, Alemania o, por ejemplo, últimamente, también en Portugal. Probablemente, en los comienzos, este tipo de recursos propios representarán poco en el presupuesto de un proyecto arqueológico pero qué duda cabe que lo hacen realmente viral y contribuyen a hacer posibles pequeños gastos que cualquier proyecto acarrea para su feliz consecución.

En una tierra como Aragón, de solvente e ilustre tradición arqueológica -desde Roque Joaquín de Alcubierre, primer arqueólogo de Pompeya a Manuel Martín-Bueno, promotor del grupo URBS de la Universidad de Zaragoza y de tantos proyectos arqueológicos dentro y fuera de Aragón- urge implementar nuevas fórmulas para, como se comentó en el programa de la televisión autonómica que inspira estas líneas, seguir haciendo del patrimonio arqueológico un verdadero recurso pedagógico, cultural y, también, económico, para el futuro. Queden aquí para reflexión algunos modos de hacerlo posible. 





PARVA OPPIDA (y II)

 

Ya hace algunos meses que hablábamos aquí de cómo, en los últimos años, en el contexto de un proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidad, desde la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, y con los proyectos de Los Bañales de Uncastillo y de Santa Criz de Eslava como paradigmas, nos habíamos detenido en caracterizar los signos de debilidad y de crisis que algunas ciudades hispanas -y no sólo hispanas- evidenciaron desde el punto de vista material a partir de finales del siglo II d. C. y, en cualquier caso, bastante antes de la discutida crisis del siglo III d. C., una línea de investigación, la de los denominada oppida labentia, que ya fue objeto de atención de otros posts de este espacio de Oppida Imperii Romani recogidos con la etiqueta del mismo nombre y que, por nuestra parte, se ha concretado en, al menos, dos misceláneas científicas de las que sentimos un particular orgullo, el volumen de la Franz Steiner Verlag alemana Signs of weakness and crisis in the Western cities of the Roman Empire (c. II-III AD) (Stuttgart, 2019) y el que constituyó el segundo de la serie de Monografías Los Bañales, Oppida labentia: transformaciones, cambios y alteración en las ciudades hispanas entre el siglo II y la tardoantigüedad (Uncastillo, 2017).

Como hemos explicado en varias conferencias recientes -una de ellas puedes verla aquí- nos parece que entre las ciudades que tuvieron más dificultades para garantizar su sostenibilidad económica tras los tiempos del Alto Imperio, en eso que, ahora, empieza a denominarse el periodo "medio-imperial", estuvieron aquellas comunidades que, no recibiendo el estatuto privilegiado hasta las reformas de la época flavia, sí optaron, sin embargo, por incorporar una serie de estructuras urbanísticas y monumentales propias del modelo romano de ciudad entre Augusto y, precisamente, la época flavia. Se trató, por tanto -como, por otra parte, el 70% de las cerca de 500 ciudades hispanorromanas- de pequeñas urbes, en su mayoría, además, alzadas donde ya existían las comunidades urbanas indígenas pero que hicieron notables esfuerzos por parecer auténticas ciudades romanas, un esfuerzo que, quizás, resultó demasiado exigente luego, a la hora de mantener la decus y la maiestas de esas estructuras monumentales tan propagandísticas. Tentativamente, las hemos denominado -como se explica en la charla a la que enlazábamos anteriormente y, también, en ésta, reciente, impartida en la UNED de Pamplona, en uno de los Cursos de Verano de las Universidades navarras- parua oppida, "pequeñas ciudades". Y, en un trabajo reciente, incluido precisamente en el volumen que presentamos en este post -y que, oficialmente, se presentará en apenas unas semanas en una jornada celebrada en Ejea de los Caballeros en colaboración con el Centro de Estudios Cinco Villas de la Institución Fernando el Católico, de Zaragoza, y con la UNED Ejea- hemos caracterizado no sólo las bases sobre las que se apoyó ese despegue urbanístico sino, también, los que fueron los principales benefactores y agentes implicados en su realización (pincha aquí para la descarga de ese trabajo). 

Pues bien, esa cuestión, bien contrastada entre época de Augusto y la fase julio-claudia en el territorio vascón que, desde hace años, centra nuestra atención investigadora, centró también unas jornadas que celebramos hace justamente un año entre la Universidad de Navarra, la ciudad romana de Los Bañales y la, hermana, de Santa Criz de Eslava y que constituyeron el III Coloquio de Arqueología e Historia Antigua de Los Bañales, que daba continuidad a los dos anteriores, sobre las cupae hispanas, en 2009, y sobre las ciudades en crisis, en 2015 comprando las actas de los cuales -a través de Pórtico Librerías, que sirve a todo el mundo- haces, además, posible la continuidad del proyecto de investigación, formación y dinamización patrimonial y territorial que llevamos años desplegando en Los Bañales. Ahora, en un volumen de más de 400 páginas, ven la luz las actas de la citada reunión científica que conforman un volumen titulado Parva oppida. Imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades en la Tarraconense hispana (siglos I a. C.-I d. C.) (Tudela, 2020) con un índice de contribuciones ciertamente enriquecedor y que abre un asunto, el del crecimiento y sostenibilidad de estos pequeños centros urbanos que, seguro, dará mucho que hablar en el futuro. 

Sólo nos resta recomendarte que adquieras el volumen, ayudes, de ese modo a que la Serie de Monografías Los Bañales pueda seguir acogiendo y publicando trabajos de interés científico y de impacto investigador y, de la mano de autores de la talla de Thomas Schattner, Manuel Martín-Bueno, Antonio Pizzo, Louise Revell, Eduard Bispham, Pedro Carvalho, o Rosario Cebrián, entre otros, te adentres en la apasionante, pero débil, historia, de muchas ciudades de la Tarraconense peninsular, y no sólo de ella.