MARCVS VENERIVS SECVNDIO

 


[Fotografías, de Turismo Italia News, y de ABC, de las inscripciones descubiertas en una de las necrópolis de Pompeya el pasado 17 de agosto]

Oppida Imperii Romani abría este año de 2021 con la hermosa noticia del descubrimiento, en Pompeya, de un nuevo espacio comercial, un thermopolium, una "casa de comidas" que incorporaba, además, singulares y jocosos tituli scariphati, divertidos grafitos que centraron nuestra atención en esa entrada de hace algunos meses. El thermopolium que se hizo viral en la pasada Navidad es ya hoy visitable como, en estos últimos días, han mostrado orgullosos, los responsables del Parco Archeologico de Pompeii (ver esta hermosa entrevista a su director, Gabriel Zuchtriegel, publicada en La Vanguardia hace apenas unos meses) y como han recordado, también, de su mano, los medios de comunicación de todo el mundo tal es el impacto que cualquier trabajo que se desarrolla en la colonia ubicada a orillas del Vesubio genera.

Casi como sucedió entonces, ahora, cuando el verano va tocando a su fin, los propios responsables del yacimiento arqueológico de la Campania italiana difunden a través de su página web la noticia del sensacional descubrimiento, y excavación, de una hermosa tumba en la Porta Sarno de la colonia que, en apenas unos días, ha hecho absolutamente viral el nombre de su comitente y, a la vez, propietario y difunto, Marcus Venerius Secundio, nombre que, sin embargo, estaba ya atestiguado en las tablillas del ilustre banquero pompeyano L. Caecilius Icundus (CIL, IV, 3340, 139), un sensacional repertorio de tablillas de madera con alusión a préstamos bancarios prácticamente único en el mundo romano y en el que libertos como éste tienen excepcional protagonismo y demuestran su capacidad de acceso a las grandes fortunas locales (sobre éstas, sobre el personaje y sobre el parecido repertorio de las Tabulae Pompeianae Sulpiciorum, con breve explicación, véase también, además de la monografía de Jacques Andreau arriba enlazada el espacio que les dedica el archivo Trimegistos). Con una excelente gestión de la comunicación que, en un ejemplar ejercicio de Arqueología Pública, incluye un vídeo explicativo del hallazgo por parte del propio Dr. Zuchtriegel, la noticia de este nuevo hallazgo ha saltado a los medios de todo el mundo -y, de ellos, a las redes sociales a través, fundamentalmente, de la utilísima página de Fasti Online- y ha tenido, también, como es lógico, una singular cobertura en nuestro país, máxime cuando ha sido el equipo del Dr. Llorenç Allapont, del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universitat de Valencia, el que ha liderado las investigaciones en dicho lugar. Así -y por citar sólo los de tirada nacional- tanto El País, como El Español, como La Vanguardia, como ABC -con sensacional repertorio gráfico, aunque no mejor que el de la sección de cultura del digital italiano Ansa- como la Agencia Efe -con extraordinario vídeo- así como algunos digitales, como 20 Minutos o páginas ávidas en recoger noticias sobre Antigüedad, como Terrae Antiquae, han dedicado atención al hallazgo contribuyendo a sacar del olvido a este Venerius Secundio que -en apenas unos días- ofrece ya, a quien quiera curiosear, un buen elenco de resultados en Google, resultados que rozan, de hecho, las 5.000 entradas y, también, ponen sobre la palestra a la mujer Nouia Amabilis -acaso su esposa- citada en una hermosa estela de mármol localizada en el acotado funerario y que amplía el elenco de las Nouiae citadas como libertas en la epigrafía pompeyana una vez que nos constaba ya una Nouia Amoena (AE, 1990, 178a) manumitidas por los Nouii, de cierta presencia, también, en el repertorio epigráfico local (AE, 1990, 178c o AE, 1984, 215) y, en algunos casos, además, en tituli sepulchrales -como los dos primeros citados- que siguen el patrón del de la pequeña estela que ha documentado ahora a Nouia Amabilis, de la que puede verse una foto en el encabezamiento de este post.

Al margen de las consideraciones paleoantropológicas y arqueológicas que, sobre el enterramiento, su tipología, la momificación del cadáver -en un contexto de predominio de la incineración- y el extraordinario estado de conservación del mismo, se puedan hacer -y en las que no nos detendremos aquí dejando que sea el lector de este blog quien recupere la información al respecto en el material que ofrecemos vinculado más arriba- y como ya sucediera con otro singular hallazgo epigráfico del pasado invierno -sobre el que también nos detuvimos aquí- ha sido el titulus sepulchralis conservado en una placa de mármol colocada sobre la entrada de la tumba el que, realmente,  ha devuelto a la vida a Venerius Secundio lo que vuelve a demostrar el sensacional poder de las fuentes epigráficas para el conocimiento de la Antigüedad, poder que hemos subrayado siempre en la sección Epigraphica de este espacio y sobre el que reflexionamos monográficamente, de hecho, en la entrada loquuntur saxa, celebrativa de un reciente hallazgo epigráfico hispano, hace algunos meses. En apenas cinco líneas en una letra actuaria cuidadísima, la nueva inscripción pompeyana desgrana lo esencial del personaje, su nombre, sus cargos y lo que hizo por la ciudad, la razón por la que quería ser recordado por sus convecinos pompeyanos y que, seguramente, él eligió individualmente como motivo central de esta suerte de elogium fúnebre que era, y sigue siendo, cualquier epitafio (ver, al respecto de su peculiar gramática, los ejemplos de tituli sepulchrales recogidos en nuestro Canal de vídeos en YouTube y cómo glosamos ésta en una entrada anterior). Así, gracias a este nuevo titulus, a esta nueva inscripción, sabemos que M(arcus) Venerius Secundio era lib(ertus) coloniae, es decir, liberto público propiedad de la colonia de Pompeya -había sido, por tanto, esclavo, con el nombre Secundius o Secundus y habría recibido la libertad de manos de la propia comunidad (ver el procedimiento en Gerión, 36-2, 2018, con bibliografía que también puede verse en Revista de Historiografía, 28, 2018) acaso prestando sus servicios en el propio templo de Venus, lo que podría explicar el gentilicio de su manumisión, Venerius- y, ya siendo liberto, habría desempeñado dos cargos religiosos tradicionalmente reservados a los individuos de extracción servil, aedituus Veneris -es decir, ayudante del templo de Venus, del que existe evidencia arqueológica en la colonia, divinidad que aparece citada en algunos candidatorum programmata como Venus Pomp(eiana) (ILLRP, 1140) y para cuyo culto conocemos, también, a una sacerdos (ILS, 6371)- y Augustalis, miembro, por tanto, del colegio de sacerdotes responsables de la promoción del culto al emperador en la ciudad, colegio del que se consideraba, además, un simple minister -min(ister) eorum, dice la inscripción-, un simple sirviente. Tras la enumeración de tan digno cursus honorum, de tan digno historial, la inscripción termina con el que, acaso, ha sido el asunto más comentado por las noticias que se han publicado en relación a este hallazgo, el hecho de que Venerius Secundio hubiese ofrecido a la ciudad (dedit) por espacio de cuatro días (quadriduo) y en solitario (hic solus) ludi Graeci et Latini, es decir, espectáculos de diverso tipo y de gran cobertura étnica o lingüística, si es que así puede expresarse. 

De las referencias epigráficas que describen los cargos de este personaje acaso resultan singulares su condición de aedituus Veneris -algo así como "sacristán de Venus" (para esta traducción ver aquí y en la voz correspondiente de la versión en red del Oxford Classical Dictionary)- que, acaso, debería desdoblarse mejor como aedituus (aedis) Veneris pues en las inscripciones del Occidente Romano dicho término va casi siempre seguido de la alusión al templum (aeditus templi eiusdem en CIL, XIII, 7282 de Mogontiacum) o al aedes (aedituus aedis Romae et Augustorum en CIL, XIV, 73 de Ostia) en que se prestaba un servicio que, a juzgar por la documentación epigráfica disponible podría incluir desde tareas de escriba (CIL, X, 1958 de Puteoli) hasta cualquiera derivada del mantenimiento material del templo en que se prestaba el servicio y de su culto. Es, precisamente, a ello, a lo que apunta la etimología del propio término aedituus, aedis + tueor, "cuidador del templo" y lo que se infiere de expresiones como aedituus de aede Iouis, de una inscripción de Roma (CIL, VI, 8708) donde se incide claramente en el edificio "sobre el que" se prestaba ese servicio. La que, sin embargo, debió reportarle mayor popularidad 

Como hemos anotado anteriormente, el término minister, aunque es más propio de la epigrafía cristiana, sí aparece, como en este caso, asociado a contextos vinculados a la Augustalidad como en Carales (ILSard, 1, 49) donde un sacerdote de este colegio se proclama a sí mismo como minister. El contexto -y otras alusiones al término en las fuentes, que fueron, en su día, recopiladas en el Latin Dictionary de CH. T. LEWIS y CH. SHORT- permiten pensar en que Venerius Senecio quiso subrayar que su rango en el colegio de la Augustalidad de Pompeya no era destacado y que estaba subordinado a quienes, como magistri, lo dirigían. Como es sabido -y ha sido un tema recurrente en la bibliografía especializada desde el sensacional trabajo de DUTHOY, R., "Les *Augustales", Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, 16/2, Berlín, 1978, pp. 1254-1315- el prestigio de los Augustales (existe un título reciente sobre ellos en el ámbito campano, con alusión específica a su labor en Pompeya: CORAZZA, G., Gli Augustales della Campania Romana, Nápoles, 2016 además de un sensacional libro reciente, en castellano, el de BAÑÓN, A., Los seviros augustales en Hispania y las Galias: una aproximación a la movilidad social en el Imperio Romano, Logroño, 2020 donde se explican las claves de este singular colegio sacerdotal de época imperial) fue extraordinario una vez que -como recuerda la voz correspondiente en el Oxford Classical Dictionary- su papel como dinamizadores del culto imperial y su compromiso con cuántos actos de munificencia pública pudieran cumplir con dicho objetivo (con reservas puede verse un viejo artículo nuestro en Vipasca, 7, 1998, sobre la cuestión) les otorgaba una extraordinaria visibilidad cívica. 

Aunque, en los medios, se ha subrayado la originalidad de la expresión final del epígrafe, en que se habla de la celebración, por cuatro días, de ludi Graeci et Latini costeados por este nuevo evergeta pompeyano esto no es tan infrecuente en la epigrafía de ámbito itálico estando atestiguada, también, la evergesía de una serie de libertos de Caere (Cerveteri), en ese sentido en época tiberiana (CIL, XI, 3613) y algunas disposiciones al respecto de los ludi Saeculares del 17 d. C., recogidas en una lápida del Museo Nazionale Romano, en Roma (ILS, 5050). El sentido de estas expresiones -inequívocamente referidas a espectáculos teatrales (DUPONT, F., "Theatre", en The Oxford Handbook on Roman Studies/Oxford Handbooks Online, 2012, s. p. o el clásico trabajo de MELCHOR, E., y RODRÍGUEZ NEILA, J. F., "Sociedad, espectáculos y evergetismo en Hispania Romana", en NOGALES, T. (ed.), Ludi Romani. Espectáculos en Hispania Romana, Mérida, 2002, pp. 135-156) no está del todo claro y no necesariamente deban referirse a representaciones teatrales bilingües (como afirma Suetonio en la expresión omnium linguarum histriones, de Iul. 39, 1 y Aug. 43, 1 y también Cicerón, según analizan recientemente PAILLARD, E., y MONTEVENTI, V., "Les ludi Graeci chez Cicerón", Hermes, 150, 2022, en prensa) o a representaciones de obras propias de la escena griega, en el caso de los primeros, o de la escena romana, en el de los segundos (SANDYS, J. E. (ed.), A Companion to Latin Studies, Cambridge, 1921, nºs 791 y 792, pp. 507 y 508) sino a la alternancia de competiciones gimnásticas -los ludi Graeci- y de espectáculos dramáticos teatrales -los Latini- como se ha apuntado, con todas las fuentes literarias disponibles al respecto, recientemente (MANUWALD, G., Roman Republican Theatre, Londres, 2011, p. 21, nota 28) algo que no debió ser infrecuente en Roma en los primeros años del Principado Romano en los que habría que datar este nuevo monumento epigráfico que vuelve a demostrar cómo, en la antigua Roma, y en este caso en la colonia Pompeiana, la Historia -también la pequeña historia de los "anónimos" habitantes del Imperio- se sigue escribiendo en piedra. 

1 comentario:

Jeromor dijo...

Estoy feliz en estar de acuerdo contigo en cuanto a los ludi graeci et latini.