NICIA CINAEDE CACATOR

 

[Representación de un perro decorando el mostrador de un thermopolium descubierto en Pompeya en diciembre de 2020 con texto jocoso en grafito, marcado en rojo y con su ductus reproducido, grosso modo, en el encarte superior. El montaje es del recreador 3D Pablo Serrano Basterra. Más fotografías del hallazgo, a buena resolución y tamaño, aquí]

En un blog como Oppida Imperii Romani, centrado en cuestiones relativas a la vida urbana en época romana, la antigua Pompeia tiene, lógicamente, una presencia generosa aunque, seguramente, todavía insuficiente. No hace mucho, de hecho, en el contexto del confinamiento impuesto por la pandemia del Covid-19, recogíamos los mensajes sapienciales y morales de algunos de los tituli scariphati, de los grafitos urbanos atestiguados en las paredes de muchos de los edificios de la colonia; poco después volvimos sobre la ciudad, en tanto que verdadero escenario del hábito epigráfico romano, reseñando el último libro, ambientado en ella, del siempre insuperable y recomendable Fernando Lillo; y, en fin, hace algún tiempo, también recogimos una buena colección de recursos bibliográficos y de todo tipo sobre la ciudad con motivo de una hermosa exposición sobre ella en el madrileño Centro de Arte Canal que, quizás, algunos lectores de Oppida Imperii Romani recordarán. Seguramente, muchos de los lectores de este blog se habrán tropezado con abundantes alusiones a la "literatura de la calle" pompeyana (pp. 284, 285 o 321) en el imprescindible y aclamado libro El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela, Madrid, 2020), de la reciente premio nacional de ensayo, la zaragozana Irene Vallejo

Casi cuando se estaban publicando las clásicas recopilaciones de los más excitantes descubrimientos arqueológicos del año, 2020 ha terminado con un nuevo y sobrecogedor hallazgo en las excavaciones de la regio V de Pompeya, que, en apenas unos días, y gracias a la excelente labor de difusión en la web social de la página de Facebook Pompeii - Parco Archeologico que aportaba un documentadísimo vídeo sobre el hallazgo -otro también útil puede verse en las noticias publicadas al efecto por Antena 3 Noticias o por Telecinco, en España- se ha convertido en viral y aun, transcurridos unos días, se sigue compartiendo profusamente en redes. Se trata del descubrimiento y excavación de un hermoso thermopolium -palabra que, sorprendentemente, se ha popularizado y convertido en los últimos días en verdadero trending topic en redes sociales- que, aunque, lógicamente, no es el único conocido en la ciudad, sí presenta un estado de conservación absolutamente extraordinario, especialmente en lo que respecta a las pinturas murales que decorarían el frente de su tabella, de su "mostrador". Basta hacerse una idea de la magnitud del descubrimiento a través de la consulta de las noticias ilustradas publicadas por medios internacionales, como The Telegraph o CNN, o por un amplio elenco de medios nacionales como El País, ABC o El Mundo -entre otros- medio éste último que traducía con acierto el término latino thermopolium como "fast-food callejero" lo que ha inspirado, de hecho, no pocos simpáticos memes que el lector sabrá encontrar en las redes sociales... El establecimiento comercial recuperado ha cobrado vida en un documental que estrenará en breve la Rai italiana y que circula ya, en un breve y muy recomendable tráiler, en las aludidas redes sociales. 

Precisamente, el primer mérito de la noticia, al margen del interés intrínseco de tan importante hallazgo arqueológico, ha sido el de poner al cabo de la calle la importancia de los thermopolia en el mundo romano y convertir el término, hasta ahora casi de especialistas, en casi un término periodístico. El Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines, el popular Daremberg-Saglio -tantas veces traído a este blog como herramienta inexcusable para amantes del mundo clásico, pese a haber sido editada entre finales del siglo XIX y comienzos del XX (ver aquí)- define el thermopolium (pp. 218-219 de su volumen 5) como "una suerte particular de establecimientos de restauración en el que se servían comidas calientes" semejantes, por tanto, a las múltiples tavola calda que no es infrecuente encontrar, todavía, en las calles de tantas ciudades italianas y, en particular, en Roma. En esa línea lo define también el diccionario latino Lewis-Short, que insiste en su condición de "taberna para la venta de guisos y tapas". En ellas, como seguramente confirmarán los análisis que van a hacerse a los restos orgánicos hallados en las dolia y recipientes del nuevo establecimiento descubierto en Pompeya en estos últimos días, se ofrecían al viandante aceitunas, productos en salmuera o en aceite, legumbres y toda una serie de platos preparados englobados en el término latino calda, seguramente una suerte de sopas con hierbas y productos aromáticos de distinto género (pp. 820-821 del volumen 1,2 del Daremberg-Saglio) indicados para ser bebidos más que para ser comidos, no en vano el comediógrafo Plauto alude a los bibentes in thermopolio (Curculio 2, 3) y ridiculiza la salsa y la potio, ambas calificadas de frigidae, de un establecimiento de dicho perfil (Rudens 2, 6).

Pero, además, si bien los aspectos estructurales y decorativos del hallazgo monopolizaron gran parte del enfoque de las noticias sobre el descubrimiento, algunos medios hicieron notar la atestiguación, sobre el hermoso dibujo de un perro que decoraba uno de los flancos del mostrador del local, de una inscripción latina, grabada con un grafito, con el texto Nicia cinaede cacator, algo así como "Nicia, maricón, cagón" presentándola, incluso, algunas noticias -bien en el interior del texto de la pieza informativa, como en El Correo, bien en el titular, como la citada noticia de The Telegraph- como un insulto de carácter homófobo lo que, seguramente, es forzar ya mucho las cosas una vez que en la antigua Roma no había un juicio jocoso sobre la homosexualidad pero sí sobre el hecho de que un hombre libre se dejase penetrar sexualmente por otro. La posición del texto esgrafiado es también interesante pues estaría ocupando la frons tabernae, el "frente de la tienda", en atinada expresión del poeta latino Catulo que alude, precisamente, al hábito romano de dibujar falos y elementos obscenos en tan transitados espacios urbanos (Catull. Carm. 37).

Si se parte de la base de que Nicia sería, acaso, el nombre del tabernarius regente del thermopolium o de uno de sus empleados o, quién sabe, quizás uno de los clientes que lo frecuentaba, el "insulto" consta de dos adjetivos, cinaedus -que aparece en vocativo- y cacator, en idéntico caso. El nombre Nicia aparece ya en otras inscripciones parietarias de la ciudad bien sólo (CIL, IV, 1252) bien con el adjetivo cinaedus (AE, 2000, 303) y, pese a ser aquí un nombre masculino -al que le convienen, por tanto, los adjetivos en dicho género que le acompañan en el titulus scariphatus que nos ocupa- está también atestiguado como nombre de liberta, por tanto femenino, en otra conocida inscripción de la colonia (AE, 1990, 181). Cinaedus es un adjetivo latino que el diccionario de Ch. T. Lewis traduce como "alguien que practica lujuria contra natura", que el Wiktionary describe como "un compañero sexual, varón, pasivo" y que, por tanto, como concluye el Oxford Latin Dictionary, suele traducirse por "afeminado" o "marica", como se dice vulgarmente en castellano. Su origen, como nos recuerda el Daremberg-Saglio (p. 1172 de su volumen 1,2) está en los danzantes griegos que practicaban el mimo y que, llamados kínaidoi, eran considerados los más afeminados de los artistas de la escena griega. Probablemente, el término latino trataba de dar forma al movimiento sexual de un acto homosexual -que en algo recordaría al de los mimos griegos antes citados-, como ha recordado con notable acierto, David Martínez Chico en un artículo reciente publicado en el Anuari de Filologia. Antiqua et Mediaevalia, 10, 2020, que recoge muy bien las acepciones del término, sus problemas y algunas de sus atestiguaciones hispanas, una de ellas, probablemente, presente en un grafito sobre cerámica de Los Bañales de Uncastillo (Ficheiro Epigráfico, 152, 2017, nº 609). Por su parte, cacator, es un participio derivado del verbo latino caco, y significa "cagón" o "cagador" (para el significado de estos términos son útiles los hilos abiertos por Néstor F. Marqués en el twitter de Antigua Roma al Día, precisamente en el marco del hallazgo que nos ocupa.

Hasta donde permiten deducir los resultados del motor de búsqueda epigráfico de Clauss-Slaby, ésta sería, además, la primera atestiguación en la epigrafía parietaria pompeyana de la combinación de ambos adjetivos, cinaedus y cacator. Cinaedus sí aparece junto, por ejemplo, a fellator -derivado del verbo fello y traducido por Lewis-Short algo así como "mamón"  (sobre este adjetivo, aunque en femenino, pueden verse las muy recientes reflexiones de Joaquín Gómez-Pantoja y de Jesús Rodríguez Morales en Ficheiro Epigráfico, 198, 2020, nº 728, como el artículo de David Martínez Chico, con abundante bibliografía)- pero nunca junto a cacator que suele aparecer, además, en Pompeya, siempre con carácter genérico (CIL, IV, 3782, 3832, 4586, 6641...) y sin ser aplicado, como adjetivo, a personaje concreto alguno pauta ésta que, por otra parte, es la habitual para este adjetivo en la Epigrafía Romana. La combinación, por tanto, añade, para los amantes de la Epigrafía Latina, valor a este ya per se sobrecogedor descubrimiento arqueológico algo que, como es lógico, las noticias de prensa no habían acertado a señalar. 

La novedad, por tanto, de este hallazgo no está sólo en la hermosura de los frescos, en el estado de conservación del conjunto o en las numerosas posibilidades que el nuevo thermopolium y los materiales en él recuperados ofrecen para la investigación interdisciplinar a todos los niveles (ver algunas de ellas en este site del Ministero per i Beni e la attività Culturali italiano) sino en que un elemento que puede pasar desapercibido del mismo, el grafito que aquí nos ha ocupado, constituye una primera jocosa atestiguación de dos adjetivos, "marica" y "cagón" que, quizás, están entre los que primero aprendemos en nuestra infancia y que sorprende que no hayan sido, hasta ahora, atestiguados epigráficamente juntos en el Occidente Romano. De nuevo, un hallazgo textual sobre una pared de Pompeya -como ya sucedió, en la propia regio V, de nuevo, con la inscripción con una fecha que ha sugerido retrasar al otoño del año 79 d. C. la erupción del Vesubio y que, por tanto, no se habría producido en agosto de ese año, como hasta ahora se creía- vuelve a poner de relieve el poder de los textos escritos, sean de la naturaleza que sean, a los que tratamos de contextualizar en la creciente etiqueta Epigraphica de este blog

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