LOCVS IN DEVERSORIO


Un clásico de Oppida Imperii Romani son las felicitaciones navideñas. Precisamente, hace algunas semanas, en nuestro anterior y, también navideño, post, comentábamos que incluso en los años de menor actividad de este blog, la tradicional felicitación de Navidad no ha faltado nunca. Tras estos tres últimos años, entre 2020 y el 2023 que se nos va, en que sí hemos logrado mantener el ritmo de 2/3 entradas mensuales, esta Navidad no iba a ser, desde luego, la excepción. Más cuando, precisamente, y como contábamos en nuestra entrada "Plenitudo temporis", el contexto histórico de la primera Navidad nos ha ocupado especialmente en estas últimas jornadas de un semestre tan intenso como apasionante parte de cuya actividad ha nutrido, de hecho, el contenido de este espacio. Tradicionalmente, en esas felicitaciones, que suponen siempre la última entrada del año en Oppida Imperii Romani, hemos colocado, como imagen de su encabezamiento, manifestaciones de la primera iconografía cristiana sobre la Navidad o, a lo más tardar, bizantina con un recurso bastante constante -por méritos propios- a la Epifanía del sarcófago de Castiliscar, del siglo IV d. C., en la aragonesa Comarca de las Cinco Villas, que siempre animamos a visitar.

En el trajín, sin embargo, de felicitaciones navideñas que, cada año en mayor número, se reciben estos días por vía telemática a través de las aplicaciones de mensajería o del omnipresente correo electrónico ha llamado nuestra atención la que, con texto incluido, corona esta última entrada del año en Oppida Imperii Romani. Se trata de una figura tradicional de belén de comienzos del siglo XX -una parecida sino idéntica también figuraba en nuestro nacimiento familiar- que, con una correctísima leyenda latina -que recuerda bastante el tono, y la gramática, con la que se felicitaban el año los antiguos romanos y que fue objeto de atención del post "Annum nouum" con el que abríamos el año de 2022- presenta la escena deducida a partir del pasaje transmitido por el evangelio de Lucas (Lc. 2, 7) acerca de que el nacimiento de Jesús se produjo in praesepio ("en el pesebre") quia non erat eis locus in deuersorio, "porque no había lugar para ellos (para la Sagrada Familia) en la posada". Y en la figura, graciosamente policromada, aparecen José y María, ella encinta, charlando con el posadero que les informa sobre el estado de su establecimiento: completo. Por citar la autoría de la felicitación, nos la hizo llegar un compañero del Departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Universidad de Navarra -donde también hemos puesto nuestro particular Belén con una muy especial ofrenda ante el pesebre, como mostramos en la siguiente imagen, para quien sepa identificarla-, Ricardo Fernández Gracia que dirige desde hace años la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro cuya web, desde luego, es de consulta inexcusable para los amantes del arte.


En estos días muchos saldremos de nuestras rutinas -siempre gratas- y tendremos, seguramente, que "buscar posada" en casa ajena o, cuando menos, acomodarnos a una realidad que es diferente a la que vivimos cada día y, tal vez por eso, será menos cómoda. Quizás eso nos ayudará a entender mejor las peripecias que la familia de Nazaret vivió desde el momento en que el censo de Quirino les obligó a ir a empadronarse a la aldea de Belén, de la que procedía la estirpe de José hasta aquél en que, como nos cuenta también el texto evangélico (Mat. 2, 13-15), debieron huir a Egipto para escapar de la autoridad judía. Será, sin duda, por una buena causa -estar con las personas a las que más queremos- y, también, será una buena razón para contemplar de cerca la esencia de la Navidad: una familia en apuros que sufre para sacar adelante una vida, como tantas familias que, en nuestro tiempo, salpicado por guerras y discordias por doquier, sufrirán en estos fríos días del inicio del invierno en que, en cualquier caso, parece renovarse la esperanza. A propósito del censo de Quirino que motivó el viaje de la familia de Nazaret y el alumbramiento de Jesús en un pesebre, de hecho, en otro belén de un buen amigo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, Álvaro Sánchez-Ostiz, Catedrático de Filología Latina, éste ha colocado, escrito en Latín, Griego y Hebreo (Jn. 19, 20) el ficticio decreto con el que dicho censo se promulgaría por el emperador Augusto y lo ha colocado en el atrio de la posada instalada en su belén. Os lo dejo aquí porque, sencillamente, me ha parecido fabuloso y porque entra en el ámbito de lo que a veces se ha llamado la "epigrafía ficticia" en este caso, de cualquier modo, bastante plausible y, por supuesto, con un lenguaje jurídico bastante correcto.

Con o sin viajes, con o sin peripecias, con o sin posadas, que estos día sean, de verdad, un remanso de paz y de felicidad inspirada en Belén, paz que, como solemos decir aquí, podamos ser capaces, luego, de repartir durante todo el año especialmente -como recordaba el vídeo con el que nos ha felicitado este año la Universidad de Navarra, que dejamos más abajo- con aquéllas personas con las que, quizás, normalmente tenemos más diferencias y mostrar ese cariño nos resulta menos sencillo. 

¡Muy feliz Navidad para todos los lectores, habituales u ocasionales, de siempre o primerizos, de Oppida Imperii Romani!


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