[Cubierta del volumen Del registro arqueológico al museo, el camino de la Historia, publicado en la Serie Historia de EUNSA, Pamplona, 2024]
No hace mucho que Oppida Imperii Romani, en la entrada "Vasconica et epigraphica scripta" daba noticia de la presentación, en el marco de las actividades del Club de Arqueología de la Universidad de Navarra, de un libro homenaje a María J. Peréx Agorreta, Inter medium Vasconum pertransibunt aquae (Madrid, 2021) que, a modo de opera selecta, recogía lo más granado -y también, en parte, menos accesible- de la prolífica producción investigadora de esta colega de la Universidad Nacional de Educación a Distancia tan unida a la investigación sobre los antiguos Vascones, tan presentes, y más últimamente gracias a la leidísima serie "Sorioneku", en este espacio. Precisamente, la semblanza de esta investigadora la firmaba, en dicho volumen (pp. 11-20) Mercedes Unzu Urmeneta, arqueóloga navarra que ha firmado con María J. Peréx un buen número de trabajos relacionados con la Arqueología en el "solar vascón" algunos de los cuales, de hecho, se llevaron al volumen homenaje a Peréx por la validez que éstos han mantenido pese al paso de los años señal, por tanto, de la acribia de sus planteamientos y de la extraordinaria vigencia de sus conclusiones.
El mes de marzo ha estado marcado en las actividades del Club de Arqueología de la Universidad de Navarra, paralelas al Grado en Historia con Diploma en Arqueología que se ofrece en la Facultad de Filosofía y Letras de dicho centro, por la presentación en el Museo de Navarra, el pasado día 13 de marzo, de una miscelánea de 395 páginas consagrada a rendir homenaje, precisamente, a Mercedes Unzu. Se trata del volumen Del registro arqueológico al museo, el camino de la Historia (EUNSA, Pamplona, 2024) que han coordinado Javier Martínez Sarasate, quien escribe este blog, y la propia María J. Peréx. Con un índice extraordinariamente atractivo el volumen articula sus veinticinco capítulos en cuatro grandes bloques, uno primero destinado a trazar aspectos variados del perfil personal y, naturalmente, profesional, como arqueóloga e investigadora, de Mercedes Unzu (pp. 13-50) y otros tres de carácter claramente cronológico: "En los albores de la Historia" (pp. 51-102), "Entre el Medievo y la era industrial" (pp. 313-394) y, como bloque central -el más completo, pues recoge trece contribuciones frente a las tres y cinco de las otras dos secciones- "Roma en el Ebro" (pp. 103-297) dedicado a la Romanización. Las contribuciones las firman treinta y tres investigadores diferentes entre prehistoriadores, arqueólogos, historiadores de la antigüedad, medievalistas, filólogos, arquitectos o historiadores del arte procedentes, además, de hasta veinte instituciones diferentes con satisfactoria presencia de las tres universidades del territorio navarro, la Universidad de Navarra, la Universidad Pública de Navarra y la UNED de Pamplona. Y, en esas contribuciones, se recogen novedades sobre importantes yacimientos arqueológicos “navarros” como la cueva de Abauntz (Magdaleniense), la necrópolis de El Castillo de Castejón (Edad del Hierro I), Pompelo o la uilla de Arellano (época romana), Roncesvalles (Edad Media) o la fábrica de armas de Eugi y Orbaiceta (Edad Moderna) entre otros. La amplitud cronológica de los estudios recogidos permite realizar un recorrido muy representativo sobre algunos de los hitos clave del patrimonio arqueológico navarro a cuyo estudio y puesta en valor ha dedicado su vida, desde los años setenta, Mercedes Unzu. Pero, como no puede ser de otro modo por los lazos que -como más abajo diremos- esta investigadora ha sabido crear con el exterior, tienen presencia también trabajos de otros importantes enclaves del valle medio del Ebro con el que siempre ha estado relacionada la producción científica de Unzu: Celsa (Velilla de Ebro) u Oiasso (Irún), entre otros. Del carácter transversal, abierto, de las contribuciones -que hacen justicia también a la polifacética labor investigadora de Mercedes Unzu- dio buena prueba también el perfil de los asistentes al acto de presentación del volumen que incluía a arqueólogos e historiadores de, prácticamente, todo el Valle del Ebro, desde Irún hasta Zaragoza. El volumen ha podido ser editado gracias a la colaboración de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y la Sociedad de Estudios sobre la Cerámica Antigua de Hispania-SECAH dos instituciones a las que Mercedes Unzu ha estado muy vinculada una vez que comenzó su labor investigadora, para la realización de su memoria de licenciatura sobre la cerámica pigmentada en Navarra, en el Seminario de Arqueología de dicho centro -cuyo testigo ha recogido el Diploma en Arqueología- y, también, porque ha participado asiduamente en la citada SECAH que, lógicamente, no podía faltar a su cita con el homenaje a esta singular investigadora navarra que, recientemente, y con justicia, aparecía en la sección "Pioneras" de la sensacional homepage del proyecto "ArqueólogAs: recuperando la memoria: recorridos femeninos en la historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX)", que dirige Margarita Díaz-Andreu, de la Universidad Complutense de Madrid.
En la misma mañana del acto de presentación del volumen, que fue también un sentido y emotivo homenaje a la trayectoria de esta arqueóloga, Diario de Navarra nos contactó para glosar la trayectoria de Mercedes Unzu, glosa que apareció después recogida en la noticia que, el 14 de marzo, y sólo en la edición en papel, publicaba el diario de mayor tirada en la comunidad foral haciendo justicia, también, con ello a la expectación que, como se ha dicho, concitó el acto al que -como muestran las fotografías sobre estas líneas, de Manuel Castells, de la Universidad de Navarra y, también la publicación que, sobre el mismo, hizo el perfil de la Facultad en Instagram- acudió un centenar largo de personas que abarrotó el salón de actos que el Museo de Navarra, generosamente, había cedido para la ocasión.
Razones para ese éxito de público no faltan y es que resulta evidente que el nombre de Mercedes Unzu está desde hace décadas inseparablemente unido a algunos de los iconos de la Arqueología navarra. Sin ánimo de exhaustividad sus recurrentes trabajos sobre Iturissa (Espinal) (Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013, con los trabajos previos), sobre el abastecimiento hidráulico a Andelo (Trabajos de Arqueología Navarra, 7, 1988), sobre Pompelo -cuyo conocimiento se vio notablemente estimulado por los trabajos del Gabinete TRAMA, que ella misma promovió y dirigió hasta su reciente jubilación (véase puesta al día en RAMÍREZ SÁDABA, J. L., y GARCÍA-BARBERENA, Mª., "Pompelo", en Ciudades romanas de Hispania. II, Roma, 2022, pp. 139-150)-, sobre Roncesvalles (Relics, shrines and pilgrimages: sanctity in Europe from Late Antiquity, Londres, 2020, pp. 78-91) o sobre la Catedral de Pamplona (Arqueología en la Catedral de Pamplona, Pamplona, 2021) son, entre otros, de auténtica referencia además, como ya se ha dicho, de su sistematización sobre la cerámica engobada (Trabajos de Arqueología Navarra, 1, 1979), profusamente citada y manejada por ceramólogos y arqueólogos. Sin embargo, nos parece que la trayectoria de un investigador, más allá de sus aportaciones, deja una huella, también, en el mundo académico por el modo cómo se enfrenta a los retos de la disciplina, en este caso, de la Arqueología -sobre algunos de cuyos retos hemos hablado en este espacio en la serie de entradas "Archaiología"- pero, también, de las Ciencias de la Antigüedad sobre cuyos retos disciplinares también nos hemos ocupado ocasionalmente -por ejemplo en "Meditatio et labor"- en Oppida Imperii Romani. Y nos parece que puede resultar conveniente glosar esos retos a partir del modo cómo, nos parece, Mercedes Unzu les hizo frente abriendo así, a nuestro juicio, un inspirador camino a todos los que, todavía, tenemos por delante años de ejercicio profesional en este apasionante -pero, también a veces, desagradable y proceloso- mundo de los studia Antiquitatis.
[1.] Lo local en lo global. La ciencia arqueológica está, necesariamente, muy pegada al terreno y, por tanto muy territorializada. Algo que, desde luego, es todavía más evidente en nuestro país en que se constata, también a efectos normativos en la legislación sobre patrimonio cultural, un peso tan fuerte del estado autonómico. En ocasiones, a los investigadores nos cuesta entender que aquello que la investigación pone al descubierto en nuestros yacimientos no constituye un unicum o un islote aislado en nuestras evidencias sino que, seguramente, se conecta con una serie de fenómenos globales que marcaron los periodos históricos en que se fue configurando el que constituye nuestro registro material del pasado. Ese peligro de lo que podríamos llamar una relativa "miopía" en la investigación acecha, quizás más -como vimos en otra entrada de este blog, "A vueltas con la Arqueología"- a la denominada Arqueología de gestión o empresarial en la que las urgencias de los plazos, de la facturación y de los propios estándares del negocio, dejan poco margen, muchas veces, al sosiego que debe acompañar a la investigación histórica que no es otra cosa sino eso la Arqueología. La Arqueología es, por esencia, además, una disciplina tanto acumulativa como comparativa y, por eso, pocas ciencias humanas como ésta permiten un cruce más oportuno -y siempre necesario- de lo local con lo global a partir de la búsqueda de paralelos que expliquen lo que atestiguamos y lo saquen de ese carácter, siempre tentador, de convertirlo en algo extraordinario, único, exclusivo. Y Mercedes Unzu, de hecho, ha sido un buen ejemplo -junto con los equipos que ha sabido crear a su alrededor, como se verá más adelante [2.]- de cómo una buena investigación se hace a partir de la contextualización de los fenómenos locales en los paradigmas globales de interpretación del pasado. Sus miradas constantes al resto de territorios del valle del Ebro y a las áreas transpirenaicas, su propio interés por la producción local de la cerámica engobada pero, siempre, adecuadamente puesta en contexto con las otras producciones con que ésta convive en los centros-receptores y su deseo, contrastadísimo, de poner al servicio de los expertos cada nuevo hallazgo, cada nuevo dato, son buenas prácticas para -junto con su constante presentación, en congresos internacionales, de sus investigaciones- imitar en nuestro afán por arrojar luz sobre los tiempos antiguos y, en particular, sobre la vida urbana en esos mismos tiempos antiguos, tema éste que también ha dado notablemente sentido, y coherencia, a la prolífica -como ya se dijo- y heterogénea producción científica de Mercedes Unzu.
[2.] Equipos mestizos, abiertos y plurales. Pocas disciplinas son tan cainitas como la Arqueología. Los celos y las envidias, los desencuentros entre la empresa, la administración y la Universidad y los deseos, a su vez, de cada una de estas instituciones, por estar a la vanguardia -y presentarse socialmente así- de la investigación y de la dinamización del patrimonio arqueológico y por medrar en un absurdo y competitivo tour de force, hacen que sea un mundo en el que -contra lo que podría parecer a simple vista en una visión romántica sobre la profesión- no siempre resulta fácil generar sinergias. En medio de esa situación y, también, en el marco de las dos velocidades que tiene la Arqueología de investigación y la Arqueología de gestión o empresarial, para muchos arqueólogos, abrir sus equipos y reconocer que necesitan de expertos que amplíen sus competencias analíticas de los materiales arqueológicos, de los contextos en que aparecen y de los problemas a los que ambos señalan se considera síntoma de debilidad y se percibe como una puerta abierta a injerencias, a veces desde el mundo científico, en un ejercicio profesional, el de arqueólogo, que mira no pocas veces con recelo a la Academia. Sin embargo, la superespecialización de nuestro tiempo, la necesidad de miradas holísticas al registro arqueológico y la interdisciplinariedad hacen necesaria, inexcusable, podría decirse, esa capacidad de diálogo entre empresa y Universidad entre Arqueología profesional y Arqueología de investigación. Un diálogo éste propio de la Arqueología moderna y que debe conducir, siempre, a la generación de equipos compactos y, también, solventes pero, necesariamente, abiertos. Precisamente, a lo largo de su dilatada carrera profesional, Mercedes Unzu ha firmado asiduamente trabajos con epigrafistas (Pablo Ozcáriz o Javier Velaza), con historiadores de la Antigüedad (María J. Peréx), con medievalistas (Julia Pavón o Carmen Jusué) y, naturalmente, con los arqueólogos que, durante años, han formado parte de su equipo de trabajo más directo, María García-Barberena, José Antonio Faro, Carlos Zuza y Nicolás Zuazúa, entre otros, además de, naturalmente, Mª Ángeles Mezquíriz, a cuyo abrigo se formó Unzu en la época en que ésta era directora del Museo de Navarra y cuyo homenaje (Trabajos de Arqueología Navarra, 17, 2004) tuvo a bien, junto con María J. Peréx, promover, siendo ahora la propia Mezquíriz la que presenta (pp. 13-14) el volumen citando un pasaje (15) del De amicitia de Cicerón. También Mercedes Unzu ha sido un ejemplo en esa capacidad de crear equipos y así lo muestra su historial investigador que se recoge (pp. 33-48) en la primera sección del libro que nos ocupa. Para muestra, un botón. Precisamente, una de las contribuciones del libro, "El color de Pompelo. Primera aproximación al estudio del marmor empleado en la ciudad romana. El área del foro" (pp. 219-250), donde Mercedes Unzu también aparece como firmante, nos parece un buen ejemplo de cómo cuando esa colaboración se hace en aras de ceder a los expertos el estudio de materiales sobre los que, por su propia especialización, tienen más que decir, la novedad y profundidad de las conclusiones está garantizada.
[3.] La generación de conocimiento histórico. En los últimos años, y más en un territorio como el actualmente navarro, se han desarrollado abundantes obras públicas y especialmente, si cabe, en una ciudad como Pamplona que ha sido, de hecho, el centro de actividad fundamental del Gabinete TRAMA fundado por Mercedes Unzu y convertido, de hecho, en una de las primeras empresas de Arqueología de nuestro país al arrancar en los primeros años 80, un poco antes, por tanto, del boom de este tipo de sociedades. Contra lo que ha sucedido en otras ciudades -en las que siempre ha sido difícil, ¡también en Pamplona!, el equilibrio entre el patrimonio arqueológico, la conservación de éste, el crecimiento urbano y el incremento del conocimiento histórico- la acción de TRAMA, generalmente, ha terminado en publicaciones que han mejorado notablemente, como indicábamos antes en algunos de los títulos traídos a colación, nuestro conocimiento de la Pamplona antigua, prelatina y romana, algunos firmados por la propia Mercedes Unzu, otros por algunos de los que, colaboradores de su equipo, antes fueron citados. Esta labor pone de manifiesto que, efectivamente, cuando hay voluntad, incluso el seguimiento de excavaciones de urgencia en los cascos históricos puede ponerse al cabo de la comunidad científica para realizar esa Arqueología integral que, de nada sirve, si no devuelve a la sociedad, y a la ciencia histórica, las conclusiones de estas, muchas veces heroicas, intervenciones arqueológicas en seguimientos urbanos. Y en eso, la acción de TRAMA, y de Mercedes Unzu en la dirección de este gabinete arqueológico -muy orientado, también, a la difusión y socialización patrimonial-, ha resultado muy inspiradora y es, desde luego, un referente de deseable réplica.
La edición de un libro como el que ha inspirado esta entrada deja, también, algunas reflexiones que trascienden al personaje al que el libro va dedicado y que, aunque puedan parecer circunstanciales, se nos antoja pertinente glosar aquí, cerrando esta entrada. La primera tiene que ver con una satisfacción académica: ha sido un auténtico placer dar entrada, en la excelente coordinación editorial del volumen, a Javier Martínez Sarasate, buen alumno de una de las primeras promociones del Grado en Historia con Diploma en Arqueología que ofrecemos en la Universidad de Navarra y que en estos últimos meses ha sido, además -y lo sigue siendo- el rostro de las visitas guiadas a la ciudad vascónica y romana de Santa Criz de Eslava. Facilitar que, en recompensa a su meticuloso trabajo editorial, cuente ya en su historial académico con un volumen científicamente editado por él es, sin duda, una alegría que augura una fructífera carrera científica en los años venideros. Ése es, al menos, nuestro deseo. La segunda reflexión, sin embargo, no es tan agradable. Antes de solicitar a la Facultad de Filosofía y Letras y a la SECAH apoyo económico para hacer posible la edición, los coordinadores del volumen nos pusimos en contacto con las instituciones forales y, en particular, con la Dirección General de Cultura/Institución Príncipe de Viana. Por el servicio que, en todos estos años de profesión, Mercedes Unzu ha prestado a la Arqueología de Navarra nos parecía que el Gobierno de Navarra podría tener interés en rendirle homenaje alojando éste en alguna de sus publicaciones. La respuesta fue desoladora: ya no se publican homenajes en sus órganos editoriales ni se promueven estos con fondos propios del Servicio de Publicaciones que apenas reserva una partida, en este sentido, en la convocatoria de ayudas a la edición que se resuelve en concurrencia competitiva y al margen de intereses estratégicos o de oportunidad académica. La respuesta puede parecer coherente en el tono general de austeridad que, en buena lógica, se ha impuesto en las administraciones públicas, pero resulta totalmente obscena si se echa un vistazo a algunas de las recientes publicaciones que, esa misma institución, ha puesto en marcha y ha difundido casi con coste 0 para instituciones y estudiosos, y sobre las que, cuando menos, es legítimo dudar sobre su conveniencia, su originalidad, su rigor, su utilidad y su oportunidad. El órgano cultural que representa a todos los navarros ha perdido, una vez más, una inmejorable oportunidad de rendir homenaje, tributo, a quien tanto lo ha merecido en estos años trabajando, además, por la promoción y conservación del patrimonio cultural de Navarra. En cualquier caso, negativas institucionales aparte, ahí está el homenaje y es magnífico, además, que éste, como dijimos, lo hayan hecho posible -con la excelente labor editorial de EUNSA, Ediciones Universidad de Navarra- dos instituciones tan vinculadas a la biografía profesional de Mercedes Unzu, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, en cuyo Seminario de Arqueología dio ella sus primeros pasos como investigadora y la Sociedad de Estudios para la Cerámica Antigua de Hispania cuyos congresos periódicos ha secundado y animado notablemente en los últimos años. En el enlace que figura arriba, bajo la foto de la cubierta puede adquirirse el volumen, tanto en formato papel, en una edición sobria pero elegante, como en formato ebook. Las múltiples novedades que éste trae lo convierten en un volumen que tendrá, seguro, un largo recorrido editorial del que, seguro, se sentirá muy satisfecha Mercedes Unzu a cuyo homenaje van dedicados los estudios que reúne.
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