Aunque Los Bañales, tanto como ciudad romana como en tanto que proyecto arqueológico de dimensión investigadora, social, y pedagógica, había protagonizado ya algunos posts de Oppida Imperii Romani -siendo, de hecho, la etiqueta "Los Bañales" una de las mejor representadas en el blog- lo cierto es que lo vivido en estas últimas semanas en la XII Campaña de Excavaciones, especialmente en las dos últimas, nos anima a cerrar este curso académico -en que, definitivamente, hemos tomado el pulso de nuevo a este blog- con una reflexión inspirada por los extraordinarios estudiantes que este año, becados por la Comarca de Cinco Villas, han pasado por Los Bañales y que, como algunos de ellos han declarado a las cámaras de Aragón Televisión, han convertido nuestro yacimiento en una auténtica Universidad de verano más auténtica, si cabe, este año, por la extraordinaria calidad humana y académica de sus protagonistas, auténtica alma de nuestro proyecto, los propios estudiantes.
En trece años ininterrumpidos de trabajo, con campañas de prospección arqueológica, de geoarqueología y, especialmente de excavación, han sido más de 400 los estudiantes que hemos acogido en los campos de trabajo de Los Bañales en torno a un yacimiento arqueológico que se ha convertido -como recordábamos en un vídeo explicativo sobre los valores del proyecto, de hace ya algunos años- en una referencia en la pedagogía de las Ciencias de la Antigüedad en nuestro país y en un proyecto que ha reservado siempre una parte importante de sus fondos -y así desea seguir haciéndolo- a la formación de jóvenes universitarios estudiantes de Historia y de Arqueología (esta aparición en Aragón Televisión, de hace apenas un par de otoños, volvió a recordar el papel de los jóvenes estudiantes en el proyecto de Los Bañales). Entre esos 400 estudiantes, en esta larga década de trabajo, ha habido, obviamente, de todo, estudiantes malos y muy malos, estudiantes mediocres y estudiantes buenos y muy buenos, también excelentes. Muchos, de hecho, tras su paso por Los Bañales, y al cabo de los años, han encaminado sus pasos hacia la investigación universitaria, sea en Antigüedad o en otras ramas del saber histórico ocupando ya algunos destacados puestos en la enseñanza superior en todo el mundo.
Como sabe quien ha tenido la oportunidad de dirigir alguna intervención arqueológica con estudiantes, una excavación arqueológica, por las circunstancias en que se trabaja, puede hacer que aflore lo mejor y lo peor de cada participante. Así lo hemos comprobado en todos estos años pero lo cierto es que, en esta ocasión, en esta campaña de 2020, los estudiantes han dado lo mejor de sí mismos en torno a una serie de valores que, desde hace años, recordamos siempre a los alumnos que son seleccionados -este año apenas 30 entre más de 250 solicitudes recibidas- para formar parte de este proyecto de investigación y recuperación patrimonial, esencia de lo que ahora se ha dado en llamar "aprendizaje-servicio" (recientemente, hemos publicado un artículo sobre lo que esta nueva metodología docente puede aportar a la investigación arqueológica en el Journal of Tourism and Heritage Research, 3-3, 2020). Con ser valores bastante obvios, y, a nuestro juicio -aunque sobre esto no haya consenso- propios del auténtico espíritu universitario, lo cierto es que es difícil encontrarlos de modo conjunto en un grupo de apenas una decena de estudiantes como el que ha integrado el segundo turno de esta campaña, sin duda -con los del primer turno, que rayaron a un nivel parecido- uno de los mejores de cuantos han pasado, en años, por nuestro proyecto en Los Bañales. Es por eso que nos ha parecido oportuno glosarlos a continuación por si resultan de utilidad para quien tiene, como nosotros, la responsabilidad de hacer de team-builder en un proyecto académico y universitario de investigación arqueológica en campo.
[1] Capacidad de convivencia. Una excavación arqueológica de perfil académico exige un constante ejercicio de la generosidad y del espíritu de servicio de quien toma parte en ella y es, desde luego, una extraordinaria oportunidad para exteriorizar la alegría de la pasión científica compartida. De lo contrario, el cansancio, la falta de sueño, el calor, o las incomodidades del duro trabajo pueden convertir los pequeños roces de la convivencia diaria en montañas aparentemente insuperables que acaban por agriar la relación entre los miembros del equipo llegando, incluso, a dañar, a la postre, el propio proyecto. Quien está habituado a un clima de convivencia mutua basado en el respeto, en la admiración, en la generosidad, en la empatía, en dar más que en recibir y en el enriquecimiento con los puntos de vista del otro -incluso de ese "otro" al que apenas conocía antes de comenzar a trabajar con él- tiene mucho más fácil disfrutar de la enriquecedora experiencia de convivir con alumnos de distintas procedencias, en este año, en Los Bañales, de sitios tan dispares como la Università di Roma La Sapienza, la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Navarra, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Nacional de Educación a Distancia, la Universidad CEU San Pablo o la Universidad Autónoma de Madrid.
[2] Actitud de escucha. Cuando enviamos a los estudiantes un documento de recomendaciones prácticas sobre la excavación arqueológica de Los Bañales una vez han sido seleccionados para participar en ella, una de las cosas que, según los propios estudiantes, más les choca, es cuando, en dicho documento, ponemos el acento en que una excavación es un lugar al que es bueno que -como decíamos más arriba- uno vaya a dar y no a recibir, a enriquecerse con los pareceres del otro, a escucharle, a dejarse sorprender por las historias personales, y de inquietud científica y personal, que cada estudiante puede aportar a descubrir el background con que cada individuo llega al grupo. Sólo de ese modo se vive cada hallazgo, cada avance, cada incógnita, y cada dificultad, en grupo, y no sólo como hallazgos, avances, incógnitas o dificultades individuales exclusivamente de quien las protagoniza. La tensión intelectual que caracteriza la investigación arqueológica en campo es una imparable fuerza generadora de sinergia y de grupo si se gestiona adecuadamente y así lo hemos comprobado en los mejores años de las excavaciones estivales en Los Bañales y de un modo soberbio en este último mes.
[3] Ilusión y vocación profesional. Cuando un estudiante solicita beca de alojamiento y manutención para participar en las campañas estivales en Los Bañales se les solicita la composición y envío de una declaración de intenciones en la que explique el por qué "aplica" a nuestro proyecto y qué busca que éste les aporte. Es ahí donde se ve si, para el candidato, Los Bañales es, sencillamente, un proyecto arqueológico más entre los muchos en marcha cada verano -este año menos, debido a la situación creada por la pandemia del coronavirus, como ya glosamos en un anterior post de este espacio- o si, de verdad, está verdaderamente interesado en formarse con nosotros. Normalmente, aquellos cuyos escritos más nos deslumbran son quienes evidencian, en primer lugar, una gran ilusión por su profesión futura -sea ésta la Historia o la Arqueología- y, también, por aprender y formarse con expertos en un contexto de fomento del crecimiento en valores personales. Que, en estos años, Los Bañales se haya convertido en una "cantera" de jóvenes investigadores es algo que descansa, desde luego, en la selección de estudiantes que dan claras muestras de esa vocación que es, siempre, un extraordinario motor para dinamizar sus logros personales y académicos y para contribuir con ilusión a un proyecto necesitado de la ilusión y la vibración de todos. Es por eso que decimos que Los Bañales es, esencialmente, un proyecto universitario, con todas las letras.
[4] Compromiso con el crecimiento personal. En algunas ocasiones, no faltan estudiantes que en su condición de universitarios con espíritu crítico -alguno hemos padecido en estos años en Los Bañales- parece creen que tienen derecho a sentirse superiores y a considerarse ya auténticos arqueólogos aunque apenas hayan culminado el primer curso de sus estudios de Grado permitiéndose, incluso, rectificar a los técnicos contratados por el proyecto o poner en cuestión los modos de trabajar de aquéllos avalados por años de experiencia profesional. A diferencia de eso, resulta muy satisfactorio encontrar a jóvenes que sienten que su condición de universitario descansa en dos pilares fundamentales: la capacidad de aprendizaje y la humildad personal para, de ese modo, aprovechar cada minuto de su experiencia en campo -pero también de la convivencia que rodea esa experiencia en campo- para enriquecerse con los puntos de vista, pareceres y opiniones de los demás, tanto de sus compañeros como de sus "jefes" por más que en Los Bañales intentemos que la jerarquía desaparezca en un trabajo codo con codo netamente horizontal. Cuando eso sucede, como recordaba una ejemplar estudiante que hemos tenido el privilegio de acoger en el equipo de alumnos este año, la individualidad de los caracteres, irrepetibles, de cada estudiante se funde en una simbiosis de equipo que, ciertamente, convierte la experiencia en campo en algo único, ¡hasta sublime!, que enriquece mucho las cualidades personales y las competencias profesionales de los estudiantes y que hace que el final de la campaña se tiña de la pena de la despedida y del dolor de la incertidumbre de si esa sinergia, única este año, podrá volver a repetirse con idénticos mimbres.
Hace bastantes siglos, el Calagurritano M. Fabio Quintiliano afirmaba en su manual de retórica (Inst. 1, 1) que no es cierto que sean pocos los hombres -de ahí el título de este post, paucissimi homines- capaces de aprender lo que se les enseña y de disfrutar con el aprendizaje pero que encontrarlos exige siempre tiempo y esfuerzo (laborem ac tempora) por parte de los aprendices y por parte, también, de los maestros. Resulta gratificante que un proyecto como el de Los Bañales esté reuniendo en los últimos años -y de un modo sublime en este año- a algunos de esos paucissimi homines (et mulieres) a los que se refería el maestro de oratoria de época flavia. Estudiantes que disfrutan, que nos hacen disfrutar y que vuelven a demostrar el prometedor futuro que espera a un proyecto como éste y a la Universidad española contra todo lo que, de negativo, se dice sobre la juventud universitaria en estos últimos años en tantos medios. Sirva este post como homenaje de gratitud a todos ellos.
¡Excelente verano a tod@s, lectores de Oppida Imperii Romani!