Seguramente, para muchos lectores de Oppida Imperii Romani el libro Camino, escrito por San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei y primer Gran Canciller de la Universidad de Navarra, es, cuando menos, un título conocido, uno de esos libros de espiritualidad -con más de cinco millones de ejemplares publicados, en casi cincuenta lenguas- de los que, aunque no se sea creyente, se ha oído hablar alguna vez o que, incluso, se ha hojeado. Desde hace algunos años, resuena en mi mente un punto -de hecho el penúltimo- de los 999 que componen su texto, que dice así: "¡Bendita perseverancia la del borrico de noria! -Siempre al mismo paso, siempre las mismas vueltas. -Un día y otro: todos iguales. Sin eso, no habría madurez en los frutos, ni lozanía en el huerto ni tendría aromas el jardín. Lleva ese pensamiento a tu vida interior". Y entiendo que todos, también, incluso quienes tenemos el privilegio de disfrutar mucho con nuestro trabajo, alguna vez hemos sentido esa monotonía de los días aparentemente iguales y nos hemos sentido "borricos de noria".
Estos días atrás se viralizó en las redes sociales -gracias a la labor de difusión y promoción del mundo antiguo que hacen simpáticas páginas de Facebook como la de Legonium y gracias, de hecho, a un post en concreto, de la misma (del que tomamos la imagen que cierra esta entrada)- un grafito de Roma -no hace mucho alguno inédito de Pompeya era centro de atención de de este blog- que resulta conocido para quienes, al menos, trabajamos a menudo con fuentes epigráficas y disfrutamos, además, con ellas. Aunque el post lo citaba como publicado en las Inscriptiones christianae Vrbis Romae (Roma, 1857-1997) el sensacional repertorio de inscripciones cristianas romanas anteriores al siglo VII d. C. incoado por Giovanni Battisa de Rossi y ahora disponible en red, dicha inscripción no aparece en ese repertorio sino que lo hace con el número 289 del volumen primero de los Graffiti del Palatino (Roma, 1966, pp. 223-224), del epigrafista finés Heikki Solin, estando recogida, también, por el carácter yámbico del texto, en los Carmina Latina Epigraphica con el número 1798a (toda la traditio puede verse recogida en la ficha del grafito en el Epigraphic Database Rome-EDR) e inventariada, más recientemente, en el volumen CANALI, L., y CAVALLLO, G., Graffiti Latini: scrivere sui muri a Roma antica, Milán, 1991, pp. 150-151 y que, como una reciente y muy recomendable publicación del aclamado proyecto europeo LatinNow (MULLEN, A., y BOWMAN, A., Manual of Roman Everyday Writing Vol. I. Scripts and Texts, Nottingham, 2021) recoge algunos de los más singulares textos escritos -grafitos parietarios, en este caso- de la Roma antigua, entre ellos varios del Paedagogium, una escuela de esclavos ubicada al pie de la colina Palatina de Roma y destinada a la formación de quienes iban a servir en la residencia imperial justo el espacio del que procede la inscripción que inspira estas líneas.
Como puede verse en la imagen que encabeza este post, en la parte superior, el grafito muestra el dibujo de un hermoso asno haciendo girar un molino -labor atribuida a este tipo de jumentos en las fuentes antiguas (VERG. G. 1, 273-275 y, especialmente, OV. Ars. am. 3, 290 -ut rudit a scabra turpis asella molat- y Fast. 6, 318 -et quae pumiceas versat asella molas- en alusión, en este último pasaje a los molinos de piedra volcánica tan usuales en el entorno vesubiano)- y, bajo las patas del mismo aparece el texto, en cursiva pero muy bien escrito, lo que dice mucho, efectivamente, de la formación cultural de quien lo compuso (CORRERA, L., "Graffiti di Roma", Bulletino della Comissione Archeologica Comunale di Roma, 22, 1894, pp. 89-94, esp. p. 92). El texto dice: labora Aselle quomodo ego laboraui et proderit tibi, que puede traducirse como "Trabaja, Asellus, como yo trabajé y te irá bien" (puede verse la traducción en la parte inferior de este post). La figuración del molino coincide claramente con el aspecto de los numerosos ejemplares giratorios que, como el representado en el documento que nos ocupa, se han hallado, por ejemplo, en Pompeya y que eran empleados, especialmente, para la molienda del grano tal como describe, de hecho, Varrón (Rust. 1, 20, 4) que habla de los asini ad molas en las labores agrícolas y de molienda de aquéllas derivadas (véase, por ejemplo, el clásico trabajo de MORITZ, L. A., Grain-mills and flour in Classical Antiquity, Nueva York, 1958; BENTON, J. T., "Banking, Roman", en Oxford Classical Dictionary, Oxford, 2016, s. pp., o la síntesis que ofrece la web Romae Vitam). La abundante presencia del cognomen Asellus en inscripciones cristianas tanto africanas (AE, 2003, 1948) como de Roma (ICUR, 3, 6566; 4, 10345; 6, 15984 o 9, 24847: ver selección a través de la búsqueda Aselle y Asellus en EDR) y, en cualquier caso, casi siempre en contextos serviles, sean éstos paganos o cristianos -una de las inscripciones en que el nombre aparece es en la tumba de Trebius Iustus en la vía Latina (AE, 2004, 304), con excelente aparato iconográfico- hace especialmente interesante, desde un punto de vista social el grafito. Se da, además, la circunstancia de que el término asellus es habitualmente empleado, en un contexto poético -y como diminutivo en -ellus de un sustantivo en -inus, asinus ("asno"), ya antes citado- para definir al asno doméstico, como ha recopilado de forma sensacional, con estudio de testimonios PASCUAL-BAREA, J., "Asinus y asellus: los dos tipos de asno doméstico en Latín clásico", Pallas, 101, 2016, pp. 279-291 de igual modo que se emplea ese término en Apuleyo para hablar de quien carga, a menudo, con muchas cosas (Apul. Met. 6, 26). Esto daría razón de ser, en un sentido alegórico, a la figuración del propio jumento, como una alegoría del trabajo realizado por el Asellus al que se cita en el titulus (sobre este procedimiento alegórico habitual en los grafitos romanos figurados o con elementos figurativos, es sensacional la reflexión que publicó a finales del siglo XIX CORRERA, L., "Graffiti di Roma", Bulletino della Comissione Archeologica Comunale di Roma, 21, 1893, pp. 245-260, esp. pp. 245-246 y 258, nota 1). El recurso, además, al burro como caricatura jocosa está bien constatado en la que, probablemente, sea la primera mofa de la fe cristiana que conservamos gracias al repertorio epigráfico esgrafiado de, precisamente, el mismo lugar en que se documenta el que aquí nos ocupa, el Paedagogium Palatino, el famoso grafito de Alexámenos en el que, como es sabido, se figura a un personaje postrado ante una cruz en la que el crucificado es un asno (debe recordarse aquí el texto paulino en Corintios 1, 22-23 sobre la gentibus stultitiam, la "necedad para los gentiles", que suponía la Crucifixión de Cristo). Resulta bonito que una segunda mano -quizás la del propio esclavo objeto de burla en el primer grafito- añadiera más tarde a la inscripción griega con el motivo caricaturesco el texto "Alexámenos es fiel" (sobre este hermoso documento epigráfico, inventariado como nº 246 en los Graffiti del Palatino, el mismo volumen en que aparece el grafito protagonista de este post, y su papel en la primera iconografía cristiana -el documento parece de época flavia- puede verse GONZÁLEZ SERRANO, P., "Genésis y evolución de la iconografía cristiana", en LÓPEZ, M., SANZ, I., y DE PAZ, P. (eds.), Los orígenes del cristianismo en la literatura, el arte y la filosofía, Madrid, 2016, pp. 307-321, esp. p. 313). Volviendo al de Asellus, el recurso al asinus, al asno, por tanto, parece bien constatado en este ambiente de chanza y burla que debió inspirar algunos de estos textos y muy probablemente, estos dos. No resulta difícil imaginar que en un contexto de duros trabajos como los que asumirían en este espacio los esclavos alguien -acaso incluso el propio Asellus (DE ROSSI, G. B., "Antichi mulini in Roma en nel Lazio", Annali dell'Istituto di Correspondenza Archeologica, 29, 1857, pp. 274-282, esp. pp. 275-276)- quisiera caricaturizarse o caricaturizar a un compañero con la imagen de un burro motivada por la naturaleza de los esfuerzos que formaban parte del día a día del Paedagogium pero, también, explicada por el nombre, Asellus, citado en el grafito y que significaba, precisamente, eso "asno doméstico".
En cualquier caso, la interpretación de la elección del motivo y de su conexión con el mundo cristiano, con el servil o con, incluso, el militar, ha estado detrás de la discusión que ha provocado este singular y hermoso titulus scariphatus. Así, aunque la crítica histórica -principalmente a través de los autores citados hasta aquí- no se ha puesto de acuerdo sobre si el contexto del grafito es o no cristiano, lo cierto es que la reiteración del asno como motivo de burla contra los cristianos en el mismo espacio del Palatino del que procede el grafito, el carácter del nombre, acaso asumido por algún cristiano como manifestación de humildad (contra esta opción, aunque para otros cognomina, y no para el que nos ocupa, puede verse KAJANTO, I., "On the problem of "names of humility" in early christian Epigraphy", Arctos, 3, 1962, pp. 45-53), el propio fondo del mensaje cristiano de obediencia y aceptación de las contradicciones que encaja muy bien con la disciplina de un asno doméstico, y, también, el hecho de que la imagen del asno luego tuviera -a partir, al menos, de la obra de D. Heinsius, de 1629, Laus asini- una notable difusión en la literatura aurisecular bajo el tópico del "asno ilustrado" (ver ACEDO, Th., Exaltación artística del asno, Madrid, 2017, pp. 21-36 o FLASCHE, H., Geschichte der spanischen Literatur. III, Stuttgart, 1989, p. 95) como imagen del hombre sumiso y obediente a sus obligaciones, aunque fueran costosas, nos parece permiten refrendar la idea de que estamos ante un consejo dado por un esclavo, acaso cristiano, a sus compañeros en uno de esos espacios fascinantes de la Arqueología de Roma como es la escuela de esclavos del palatium imperial, el Paedagogium. No parece que San Josemaría -tan admirador de la ascética del cristianismo primitivo- tomase de este grafito del Palatino el asunto del punto con que abríamos este post pues, como ha explicado RODRÍGUEZ, P., Camino. José María Escrivá de Balaguer. Edición crítico-histórica, Madrid, 2004, pp. 1015-1016, la reflexión del Fundador del Opus Dei sobre la fidelidad del borrico de noria parece que se compuso en los últimos años 30 y el grafito, aunque se conocía desde finales del siglo XIX -como se ha mostrado con algunas de las referencias arriba incluidas- no se popularizó, como vimos, hasta mediados de los años 60 en que se recopilaron en un único volumen los graffiti del Palatino.
En cualquier caso, la vigencia del mensaje de esta singular inscripción romana nos puede venir bien en esos momentos -¡que nunca faltan!- en que la vida nos presente obligaciones y deberes necesarios pero, acaso, no siempre ilusionantes y, muchas veces, monótonos. Tocará, entonces, trabajar y confiar en que, efectivamente, lo que hacemos, aunque resulte poco creativo, será para nuestro bien: proderit nobis.
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