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Como se traslucía en la entrada "Pro Uniuersitate" de este blog, de ahora hace casi un año, el ayuntamiento, la colaboración entre estudiantes y profesores está, como afirmaba Alfonso X El Sabio, en el centro mismo de la vocación de las Universidades y, a nuestro juicio, debe seguir estando haciendo de esa colaboración, de ese aprendizaje mutuo, el centro de la educación transformadora que debe presidir el ideal, necesariamente humanista, de cualquier centro de enseñanza superior. Quizás, en ese punto, la relación que se establece entre los estudiantes de Doctorado y sus maestros sea la más plena, aunque no sólo. Ya en otras ocasiones, diversas entradas de Oppida Imperii Romani -como varias sobre Vascones- han nacido en el marco de esa colaboración o, en fin, otras -como "Lar mihi" o "Mulier obsequentissima", sobre Historia Antigua "de género"- han anotado líneas de trabajo desarrolladas por algunos de ellos que, en definitiva, las han inspirado. 

Precisamente, al final del pasado curso, uno de los primeros y más brillantes egresados del Grado en Historia con Diploma en Arqueología que ofrecemos en la Universidad de Navarra, en el proceso de discernimiento sobre cuáles podían ser sus intereses de cara a una Tesis de Doctorado me hablaba de la llegada a España, en época de Felipe IV, de una serie de obras pictóricas italianas que recuperaban diversos asuntos de temática clásica que, en un claro ejercicio de "recepción de la Antigüedad", la monarquía de los Austrias, consideraba sugerentes e, incluso, legitimadores políticamente. Javier Martínez Sarasate, que así se llama el estudiante -que ha firmado ya algunos artículos y reseñas en revistas de Antigüedad- nos habló, entonces, de la existencia de una representación de la "La entrada triunfal de Vespasiano en Roma" elaborada por los pintores italianos Viviano Codazzi y Domenico Gargiulo que, proyectada para el Casón del Buen Retiro, se puede ver hoy en la pinacoteca del Museo del Prado de Madrid. Una fotografía de dicha composición la ofrecemos tras estas líneas para quien,  como es nuestro caso, no la conociera. Desconocíamos esa representación que, automáticamente, nos recordó a la, más conocida, de Giulio Romano pintada en 1537 sobre el mismo asunto, expuesta en el Museo del Louvre de París y que corona este post.

Sin ser, obviamente, un experto en Historia del Arte, las dos obras remiten a elementos de atrezzo de ecos arqueológicos y tomados de la iconografía clásica no todos ellos, por cierto, contemporáneos al momento en que estaría ambientada la escena, el otoño del año 70 d. C. La obra de Giulio Romano parece netamente inspirada en alguno de los relieves del arco de Vespasiano y Tito, particularmente de los que figuran en el pilar norte del monumento -al que parece se dirige el carro triunfal con Vespasiano y Tito en la obra de este pintor romano- mientras que la de los dos pintores del seteccento italiano parece una visión premonitoria -pues los relieves no se descubrieron hasta los años 30 del siglo XX- de la escena del aduentus de Vespasiano que aparece en uno de los denominados Relieves de la Cancillería Apostólica de Roma uno de los cuales, el correspondiente a la escena de aduentus recogemos más abajo, y que se conservan en los Museos Vaticanos de esa ciudad y que, en cualquier caso, ofrecen una imagen clásica de entrada triunfal imperial habitual en la iconografía clásica (BEARD, M., The Roman triumph, Harvard, 2007, esp. pp. 154-159, con algunos otros casos de "recepción" del motivo del triumphus en la pintura moderna). Sin embargo es evidente que las dos escenas recuerdan a un texto de la Literatura Latina, contemporáneo a los acontecimientos del aduentus de Vespasiano y de Tito en Roma en octubre del 70 d. C., que nos parece oportuno citar a continuación. El texto en cuestión procede del libro séptimo del Bellum Judaicum, La guerra de los judíos, del historiador hebreo, luego pro-romano, Flavio Josefo. El texto, que recortamos en algunos pasajes y que reproducimos aquí según la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, disponible en red en The Internet Archive y traducido del griego por Jesús Mª Nieto Ibáñez (Madrid, 1997) dice como sigue y tiene, además, algunos ecos epigráficos una vez que conservamos una buena colección de inscripciones de salutación a Vespasiano, alusivas a valores centrales de la domus Flauia, sobre las que ya nos ocupamos en algunos trabajos anteriores al hilo de nuestro y la largo interés en esta singular dinastía del Principado Romano (ANDREU, J., "La imagen epigráfica de la dinastía flavia en el Occidente Romano: las inscripciones de Roma", en LÓPEZ, J. (ed.), Govern i Societat a la Hispània Romana. Novetats epigràphiqes, Tarragona, 2013, pp. 35-49 y "Religión, política y vida municipal. Las dedicaciones a los emperadores flavios en las provincias del Imperio", en BAGLIONI, I. (ed.), Storia delle Religione e Archeologia. Discipline a confronto, Roma, 2010, pp. 1-34):

"[63-68] Cuando Vespasiano aún se hallaba lejos, todos los habitantes de Italia le estimaban en su interior, como si ya hubiera venido. Tantas eran las ganas que tenían de verlo que para ellos la espera de su visita significaba ya su llegada y sentían por él un afecto libre de toda coacción. Pues el Senado, por el recuerdo de las desgracias ocurridas durante los cambios de emperadores, estaba muy deseoso de recibir a un príncipe investido del prestigio de la vejez y de la gloria de las hazañas militares (...) Por su parte, el pueblo, cansado de las guerras civiles, deseaba aún con más ahínco que él viniera, pues esperaba entonces librarse plenamente de las calamidades y confiaba en conseguir la seguridad al mismo tiempo que la prosperidad. El ejército era el que sobre todo tenía puestos sus ojos en él, en especial los soldados que conocían la magnitud de sus éxitos bélicos (...) [71-74] La gente, a la que el emperador se iba acercando, por la alegría de verlo y la mansedumbre que se desprendía de su persona, profería todo tipo de exclamaciones y le llamaba benefactor, salvador y el único que era digno de ser emperador de Roma. Toda la ciudad, como un templo, estaba repleta de guirnaldas e incienso. Una vez que a duras penas, a causa de la multitud que le rodeaba, pudo entrar en el palacio, él hizo en persona sacrificios a los dioses del hogar en acción de gracias por su llegada (...) Se celebraron banquetes por tribus, familias y grupos de vecinos y suplicaron con libaciones a Dios para que Vespasiano permaneciera durante el mayor tiempo posible en el Principado de Roma y para que sus hijos y los descendientes de éstos conservaran siempre el poder sin que nada se les opusiera. Así recibió afectuosamente a Vespasiano la ciudad de Roma y pronto llegó una gran prosperidad"

(Joseph. BJ. 7, 63-68 y 71-74, pincha sobre los enlaces para el texto griego original avanzando, después, hacia los capítulos de los que procede la cita)

En estos últimos días de nuestra estancia, financiada por la Fundación Alexander von Humboldt, en el Seminar für Alte Geschichte und Epigraphik de la Universität Heidelberg, en Alemania, hemos estado trabajando sobre este pasaje y este autor a propósito de la preparación de una conferencia, que impartiremos la última semana de septiembre, en la UNED de Pamplona, en el marco de un curso de Verano de las Universidades navarras que, con un ambicioso y -entendemos- sugerente programa, llevará por título "Cum pax parta esset: paz, pacifismo y diplomacia en el mundo antiguo". Las inscripciones están abiertas desde hace semanas y el curso puede seguirse también online, por si alguno de los lectores de Oppida Imperii Romani quiere inscribirse en él. Como avance al contenido de esa charla -en que figurará un análisis detallado de este pasaje-, bastará decir que sobre el autor, Flavio Josefo, y sobre su relato relativo al ascenso de la dinastía flavia al poder en Roma tras el episodio neroniano, la conquista de Judea, y el año de los cuatro emperadores -huelga decir aquí que el asunto flavio ha sido bastante habitual en este espacio, por razones de interés investigador, en los últimos años y remitimos a la etiqueta "gens Flavia", que agrupa las entradas de dicha temática- escribió esto, en 2003, en un volumen de referencia sobre la época (BEARD, M.: "The triumph of Flavius Josephus", BOYLE, A. J., y DOMINIK, W. J. (eds.): Flavian Rome. Culture, image, text, Leiden-Boston, 2003, pp. 543-558), la, probablemente, más mediática estudiosa de la Antigüedad de los últimos años, la profesora de la University of Cambridge Mary Beard a la que, de hecho, citábamos más arriba por su monografía sobre el triunfo romano (la traducción del original inglés de su trabajo, disponible para descarga más arriba, es nuestra):

"Imagina simplemente que es un nuevo descubrimiento. El relato de una guerra antigua escrita por un hombre que ha servido en ambos lados del conflicto. No simplemente una guerra sino una violenta insurrección de una comunidad provincial contra sus supervisores supremos, los Romanos, violentamente reprimida. El punto cero del imperialismo romano. El autor, el traidor más afortunado de la Historia. Escapando, como él mismo cuenta, de un pacto suicida que mató a treinta y ocho de sus compatriotas, el consiguió ser llevado y agasajado por el alto mando romano para, después, verse envuelto en una lucha con mejores intereses en juego: la guerra civil y el despegue del Imperio en sí mismo. Esta es la historia que hay detrás de su relato de 'esta' guerra. Con su escandalosamente interesada disculpa y su delicioso sesgo a favor de los nuevos gobernantes, nos lleva al corazón mismo de uno de los momentos más excitantes de todo el imperialismo romano: cambio dinástico, la gestión de la sucesión, el relato de una guerra civil empaquetada como legitima transición de poder. Y todas estas cosas contadas desde el punto de vista de un auto-proclamado insider/outsider, al tanto de las conversaciones entre bastidores de la nueva casa imperial pero escribiendo en un lenguaje no propio sino de una perspectiva religiosa y cultural algo diferente. Este es el tipo de texto por el que los historiadores de la Antigüedad y los críticos literarios serían capaces de morir. Es el tipo de texto que hace del estudio de la Antigüedad greco-romana algo más rico que el de cualquier otra sociedad antigua. El tipo de texto del que nunca podemos cansarnos"

Más allá de ello, y aunque no es la única descripción -pero sí la más detallada- que existe de esa entrada triunfal, a la que también atendieron Casio Dión (65, 10 y 12) o Suetonio (Vesp. 12; Tit. 6) la lectura del pasaje de Flavio Josefo que antes reproducíamos -y, en definitiva, la propia puesta en escena del aduentus de Vespasiano en Roma y de la celebración del triunfo en la guerra de Judea- nos parece que nos ponen en contacto con el interés, por parte del afamado historiador hebreo, de hacer un detallado repaso a los elementos sobre los que -desde la fundación del Principado por parte de Augusto, y desde su propia presentación de estos en el testamento político del primer emperador, en las res gestae diui Augusti (sobre ellas ver este vídeo de nuestro canal de YouTube)- debía gravitar la refundación del Imperio que los Flavios se disponían a operar tras la muerte de Nerón y la guerra civil subsiguiente. En definitiva, los elementos que en época de Augusto habían formado parte del consensus uniuersorum, de la concordia entre Senado, pueblo, ejército y provincias que, básicamente, son los elementos que Flavio Josefo repasa para medir la lealtad del orbe al nuevo Princeps. Así, si se analiza en detalle el orden en que Flavio Josefo presenta cómo fue recibido Vespasiano en Roma, aparecen enumeradas y ordenadas las que hoy llamaríamos "reacciones" a esa nueva política que, como afirman las fuentes, conduciría pronto a un periodo de notable prosperidad (Joseph. BJ. 7, 74) para Roma que duraría, al menos, hasta la crisis medio-imperial de la que tanto hemos hablado en este blog en los últimos años. Esa conexión entre Augusto, como fundador del Principado, y los Flavios, como refundadores de un Imperio maltrecho por la guerra civil y los abusos neronianos -Imperium suscepit firmauitque, dice Suetonio respecto de Vespasiano, "asumió y consolidó el Imperio" (Vesp. 1)- y entre los valores de pax, concordia, aeternitas y fortuna de ambas casas dinásticas, ha sido, de hecho, señalada recientemente por la activísima historiografía sobre la dinastía flavia, siempre en crecimiento (BOYLE, A. J.: "Introduction: reading Flavian Rome", en BOYLE, A. J., y DOMINIK, W. J. (eds.): op. Cit., pp. 1-68; MASON, S., "Vespasian's rise from civil war in Josephus' Bellum Iudaicum", en DONOVAN, L., y KRASNE, D. (eds.), After 69 CE-Writing Civil War in Flavian Rome, Berlín-Boston, 2018, pp. 199-225MOORMANN, E.: "Some observations on the templum Pacis: a summa of Flavian politics", en HEERINK, M., y MEIJER, E. (eds.), Flavian responses to Nero's Rome, Amsterdam, 2023, pp. 127-162) se hizo, si cabe, especialmente patente en el periodo de la censura conjunta entre Tito y Vespasiano, de la que hablamos en Oppida Imperii Romani no hace mucho, momento que, entre otros, centrará parte de nuestra conferencia del próximo día 27 de septiembre de la que, lógicamente, no queremos aquí hacer spoiler, como ahora se dice.

Sin embargo, o quizás precisamente por eso, la relación Augusto-Vespasiano resulta natural como tendremos oportunidad de demostrar en la citada charla y como, con muchos argumentos, demuestra la bibliografía citada y hemos subrayado también en nuestro ANDREU, J., Liberalitas Flavia. Obras públicas, monumentalización urbana e imagen dinástica en el Principado de los Flavios (69-96 d. C.), Sevilla, 2022. Los dos emperadores son presentados por la historiografía clásica como "buenos emperadores", responsables de dos de los episodios clímax de la Historia de Roma y, ambos, además, con una notable capacidad de administración y gestión, el primero del cambio del viejo modelo republicano al nuevo modelo monárquico y el segundo con el reto de modernizar y rejuvenecer las estructuras del Imperio tras los últimos desmanes julio-claudios apostando, también, por la paz y por la estabilidad, como recuerda un conocido juicio del historiador Tácito (Tac. Hist. 4, 52) sobre Vespasiano, sobre el que abunda el imprescindible trabajo de TUCK, S. L. "Imperial Image-Making", en ZISSOS, A. (ed.), A companion to the Flavian age of Imperial Rome, Oxford, 2016, pp. 109-128. 

Precisamente por ello, en una encomiable apuesta de uno de los diarios de referencia en la prensa salmón de nuestro país, Expansión, que, en una serie de artículos que arrancó el pasado año, pretende aportar a los directivos enseñanzas sobre management que puedan desprenderse de lecturas clásicas de cualquier periodo de la Literatura Universal (la serie, de hecho, se titula "Libros y gestión") hemos tenido la oportunidad de presentar, a finales de agosto de 2022 y de julio de 2023 respectivamente, dos reflexiones, una sobre Augusto y la gestión del cambio y otra sobre Vespasiano y el buen gobierno, precisamente. Las dos reivindican lo que la Literatura Latina y los grandes modelos de la Roma clásica pueden aportar a la gestión empresarial, y de equipos en general, tan cotidiana (al respecto debe verse el inexcusable libro FERNÁNDEZ AGUADO, J., Roma, escuela de directivos, Madrid, 2011). Nos parece que, en el arranque del nuevo curso, ambos artículos, justificaban un post más de Oppida Imperii Romani ahora que tras el parón de agosto este espacio querrá seguir siendo un punto de encuentro entre el mundo antiguo y la investigación y docencia sobre él y tantos adeptos como éste tiene. Los dos artículos siguen, además, muy de cerca, la información que sobre el reinado de ambos emperadores, proporciona el De uita Caesarum de Suetonio por lo que pueden ser, también, un buen pretexto para descubrir a este biógrafo romano que aborda las biografías imperiales entre César y, precisamente, el último de los Flavios, Domiciano y que, con sus salvedades, es una de nuestras principales fuentes para conocer el, prácticamente, primer siglo del Principado romano.

Con los mejores deseos para este nuevo curso académico dejo aquí las imágenes de esas dos colaboraciones con Expansión que estas líneas, y lo que se dirá en la citada charla en la UNED de Pamplona, sólo pretendían, en cierta medida poner en contexto. ¡Un excelente curso académico para tod@s, lectores de Oppida Imperii Romani!





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