PERIÉGESIS

 

Los periplos y los libros de viaje constituyeron un género literario de notable éxito en la Antigüedad Clásica y, en particular, en el mundo griego que los denominó con un sugerente y muy parlante sustantivo derivado del verbo griego "conducir alrededor de". Ese sustantivo es periégesis. De hecho, los estudiantes universitarios familiarizados con la Antigüedad seguro que han oído hablar, al menos, de la periégesis de Hecateo de Mileto, uno de los logógrafos antecesores del historiador griego Heródoto de Halicarnaso y que escribió en el siglo VI a. C., de la periégesis Ora Maritima, traducida por el poeta latino Rufo Festo Avieno en el siglo IV d. C. a partir de un original griego del VI a. C. y que constituye una de las menciones más antiguas a determinados accidentes geográficos de la península ibérica; y, por supuesto -pues constituye una fuente esencial para el conocimiento del arte clásico y de la Arqueología griega- de la Héllados Periégesis de Pausanias, normalmente traducida por Descripción de Grecia y compuesta durante los comienzos del siglo II d. C. 

Precisamente, quienes se han dedicado al estudio y edición de los diez libros de la Descripción de Grecia -alguna referencia bibliográfica válida se da en la nota que cierra esta entrada- han subrayado la modernidad de dicho texto. Y lo han hecho, además, haciendo hincapié, entre otras cosas, en algunas de las principales virtudes del texto de Pausanias, por ejemplo en el orden topográfico con el que articula el recorrido que hace por cada una de las regiones de la Hélade para presentar sus edificios, monumentos y obras de arte; su sopesada decisión -obligada- de realizar una selección ante la abundancia del material disponible -la mayor parte de la producción artística y, también, epigráfica, conservada en la época y que pudo visitar de manera personal-; su afán, como buen periegeta, de "hacer ver en detalle" -que es el sentido del verbo periegeómai del que procede la expresión que titula esta entrada- cada monumento al lector; y su alineamiento con las denominadas periégeseis históricas o anticuarias que, más allá de familiarizar al público con una región geográfica -que era la esencia de las periégeseis geográficas como las de Avieno o Hecateo- tratan de incidir en las peculiaridades históricas y monumentales de la misma, rasgos todos que definen muy bien el género de los libros de viajes, o guías de viajes, durante la Antigüedad que, de hecho, en el siglo II d. C. alcanzaron un notable éxito en virtud de la prosperidad alcanzada en esa época de cénit del Imperio Romano en particular en los territorios de raíz helénica. 

Aunque desde 2020, Oppida Imperii Romani haya evolucionado hacia un blog con reflexiones heterogéneas y variadas -metodológicas, en muchas ocasiones, sociales, otras, y de transferencia de los resultados nuestra investigación- sobre la Antigüedad Clásica en general y sobre la Romana en particular, como saben los lectores más fieles su filosofía fundacional fue la de constituir, efectivamente, una periégesis, un recorrido por ciudades romanas aportando, en la presentación de las mismas, recomendaciones de todo tipo para hacer de su visita una experiencia satisfactoria. Así lo hemos hecho recientemente a propósito de dos importantes enclaves romanos de la Meseta sur peninsular y así describíamos los objetivos y pretensiones de este blog en su primera entrada hace ya más de quince años. Es por ello que resultó especialmente feliz que, gracias al trabajo en nuestro blog, a finales de 2022, la Editorial Anaya se dirigiera a nosotros con un encargo que, lógicamente, aceptamos desarrollar y con el que hemos aprendido y disfrutado casi a partes iguales. Ese encargo, la revisión y actualización del libro cuya portada encabeza esta nueva entrada -y del que existía ya una editio princeps fechada en noviembre de 2015-, es el que inspira estas líneas que, por cierto, no son las primeras que nuestro espacio dedica a una valorar y, al tiempo, recomendar una guía arqueológica peninsular pues ya en 2014 publicamos una reseña de la sensacional Guía Arqueológica de la Península Ibérica, de Luis del Rey Schnitzler (Madrid, 2013) que, entre tanto, ha conocido una segunda, y mejorada, edición (Madrid, 2016)

Así, en febrero de este año, ha visto la luz, en la serie Guías singulares de la colección Anaya Touring, el libro Los mejores destinos arqueológicos en España. Se trata de un volumen que, a lo largo de erca de doscientas páginas (descargar índice completo desde aquí), propone, por regiones -al modo de la Descripción de Grecia de Pausanias y al modo como hacía también el trabajo de Luis del Rey arriba recomendado- un muy documentado y bien contextualizado -pero necesariamente sucinto- recorrido por la Arqueología peninsular, desde Atapuerca (pp. 78-42) a los enclaves tardoantiguos e incluso altomedievales (pp. 28-41, por ejemplo) y en el que, lógicamente, la huella romana tiene una notable y, casi diríamos, mayoritaria, presencia. Nuestro papel ha sido, sencillamente, el de unificar aspectos de estilo, incorporar enclaves que se habían ido merecidamente ganando espacio -debidamente musealizados y visitables- en el selecto elenco de destinos arqueoturísticos de nuestro país desde que vio la luz la primera edición y redactar una sucinta presentación en la que, de hecho, hemos reivindicado -como podrá ver el lector que acceda a ella desde el enlace que hemos dejado unas líneas más arriba, a propósito del índice- el valor que las fuentes arqueológicas tienen para la generación de conocimiento histórico y que, de hecho, como hemos subrayado tantas veces en la serie Disputationes de este blog, está generando para nuestro estudio de la Antigüedad peninsular presentación que, de hecho, destila parte de algunas de esas recientes reflexiones metodológicas de Oppida Imperii Romani.

Como podrá ver quien descargue, en el enlace superior, el índice del volumen, éste articula el recorrido por la Arqueología peninsular en cuatro grandes secciones de carácter geográfico que abarcan, por este orden, la España septentrional (pp. 22-71), la central (pp. 74-131), la meridional (pp. 132-160) y la mediterránea e insular (pp. 166-205) destacando después, en cada una de ellas, bien yacimientos que, por su entidad, merecen un capítulo monográfico -sin perjuicio de que en éste se de entrada a otros enclaves menores que con aquél guardan relación o que se encuentran próximos- tales como Julióbriga (pp. 54-56), Clunia (pp. 96-98), Baelo Claudia (pp. 154-164), Tarraco (pp. 174-177) o Sagunto (pp. 182-185) bien conjuntos que configuran rutas o de carácter temático o de tipo regional. Entre las primeras, por ejemplo, y centrándonos en enclaves de cronología romana, la ruta del lapis specularis (pp. 112-115) que integra a Ercauica, Segobriga y Valeria o la sección dedicada al "Aragón romano" (pp. 102-106) algunas de cuyas páginas capturamos más abajo para facilitar que el lector pueda hacerse una idea de la estructura y principales fortalezas de esta guía. Entre las segundas, las de los enclaves articulados en rutas, los conjuntos arqueológicos de Carranque y de Complutum, presentados como "dos enclaves romanos cerca de Madrid" (pp. 106-110) o la atención prestada, conjuntamente, a "Italica y Carmona" (pp. 136-140), por ejemplo. La presentación de cada apartado, y de cada uno de los yacimientos seleccionados, es sencilla, con detalles básicos sobre cada enclave pero con la virtud, en una redacción muy animada, de motivar la curiosidad del lector que, además, encuentra al final de la guía un cuidado glosario (pp. 206-210) al tiempo que, en el inicio de cada una de las secciones, aparece un mapa que cartografía cada uno de los puntos a los que se atiende en los textos. Todo ello convierte este volumen en un vademecum sensacional, y desde ya inexcusable, para quien desee seguir practicando ese arqueoturismo que tanto hemos contribuido a reivindicar en este espacio y que, además, en muchos ámbitos de la España interior, se está convirtiendo en un extraordinario recurso para el desarrollo -incluso para la supervivencia- del mundo rural, tan necesitado de proyectos culturales que impacten en el entorno y que generen, por tanto, desarrollo contribuyendo, en cierto modo, a fijar población. Cada uno de los cuatro apartados de la guía se abre con una panorámica histórica de las regiones comprendidas en ellas donde se glosan los acontecimientos históricos clave que explican la riqueza patrimonial que va a detallarse para, a continuación, en las rutas, ir desgranando temáticamente cada uno de esos atractivos no ya con los enclaves paradigmáticos -que son los que se citan en esas introducciones- sino con relativa exhaustividad dando entrada a todos aquellos que son visitables o que se consideran exponentes importantes de la categoría temática que centra cada una de las rutas propuestas. 


Efectivamente, nuestro país, como se afirma en los materiales de promoción del volumen, y como dejan claro tantas entradas de Oppida Imperii Romani, es "uno de los más grandes yacimientos arqueológicos del mundo si consideramos la cantidad de ruinas monumentales dispersas por su territorio", todos ellos, además -o, al menos, el cerca de medio centenar seleccionado para protagonizar capítulos específicos pero más de dos centenares de enclaves mencionados, si quiera, de manera tangencial- convertidos ya en "símbolos de toda la riqueza histórico-artística de la Prehistoria, la Antigüedad y los albores de la Edad Media en España". Una obra, por tanto, imprescindible que, seguro, se cuela pronto en las bibliotecas arqueológicas de miles de hogares españoles. El primor que se ha puesto en su edición y la oportunidad de la misma, de hecho, lo merecen. 

NOTA.- Cualquier entrada de Oppida Imperii Romani es una ocasión para estimular la curiosidad de los lectores y mejorar, también, su formación. Recogemos, por tanto, aquí, algunas sugerencias bibliográficas que nos parecen oportunas en relación a lo tratado en esta entrada y a la cultura arqueológica hispana. Una muy buena edición de la Descripción de Grecia de Pausanias, en castellano, es la de la Biblioteca Clásica Gredos, articulada en hasta tres volúmenes, con traducción, notas e introducción, muy recomendable, de Mª Cruz Herrero Ingelmo. Todos los volúmenes, como gran parte de esta sensacional biblioteca de clásicos greco-latinos, están además disponibles en el repositorio de The Internet Archive (enlazamos al volumen I, que contiene la recomendada introducción y que permite acceder a los restantes). El asunto de los viajes en el mundo antiguo -y en particular en el romano- cuenta, en castellano, con, al menos, los siguientes títulos de referencia: MORERE, N. (ed.), Viajes en el Mediterráneo antiguo, Sevilla, 2009; SIMÓN, F., PINA, F., y REMESAL, J. (eds.), Viajeros, peregrinos y aventureros en el mundo antiguo, Barcelona, 2010 y, también, IGLESIAS, J. M., y RUIZ, A. (eds.), Viajes y cambios de residencia en el mundo romano, Santander, 2011. Por último, aunque tienen una filosofía totalmente universiaria, y no de guía de viajes, en los últimos diez años han visto la luz dos trabajos tan sensacionales como envidiables y útiles que, desde la óptica de la Arqueología Romana, son fundamentales para comprender la Arqueología de la península ibérica, a saber, RODRÍGUEZ, O., Hispania arqueológica: panorama de la cultura material de las provincias hispanorromanas, Sevilla, 2011 y SÁNCHEZ LÓPEZ, E., y BUSTAMANTE, M. (eds.), Arqueología romana en la península ibérica, Granada, 2019 dos sensacionales estados de la cuestión sobre la Arqueología de la España romana. 


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