EPIGRAPHICA AESTIVA


Hispania Epigraphica es la revista que, publicada por el Archivo Epigráfico de Hispania, hace las veces de anuario epigráfico para España y para Portugal. En él se recogen, cada año, con entrada propia, las inscripciones inéditas que se dan a conocer cada ejercicio y, también, aquéllas que, ya conocidas y publicadas en el pasado, han sido objeto de revisión en su lectura. El último número que cubrió un único año, el de 2013, que vio la luz en 2019, acumulaba un total de 617 entradas. Matizando esa cifra, pues, como se ha dicho, hay entradas que no aportan editiones principes de inscripciones sino variantes de lectura de tituli ya conocidos, se podría estimar que en 2013 vieron la luz en los territorios que integraron la Hispania Romana en torno a 400 inscripciones nuevas. Es decir, se descubren en España y Portugal 1,09 inscripciones al día. Es evidente que el "pico" resulta obsceno pero el dato permite ilustrar en qué medida la aparición de nuevos documentos epigráficos marca el día a día de la investigación arqueológica en nuestro país. Nótese, por ejemplo, que el penúltimo post de Oppida Imperii Romani, que viera la luz en junio, justo a comienzos del verano, se felicitaba por un nuevo hallazgo epigráfico, el altar dedicado a la divinidad vascónica Larra descubierto en Larunbe, en Navarra. 

Por todo ello, y dado que la investigación arqueológica se concentra en nuestro país, notablemente, en el periodo estival -aunque no sólo- nos parecía que una buena manera de abrir el nuevo curso académico era el de hacernos eco, y valorar, tres hallazgos epigráficos que podría decirse que han marcado la temporada estival y que han vuelto a subrayar de qué manera, como hemos desarrollado en alguna reciente publicación, nuestro conocimiento en Ciencias de la Antigüedad depende, en buena medida, del hallazgo de nuevas inscripciones que, en esencia, constituyen, se analicen desde el prisma desde el que se analicen, nuevos documentos históricos. Se trata, además, de tres tituli, de tres inscripciones de naturaleza bien diversa y que permiten, también, documentar hasta qué punto se generalizó en el periodo imperial romano el hábito de grabar inscripciones sobre el que, también, nos hemos detenido en algunos trabajos en acceso abierto.

[I.] A finales de junio, el Diario de Sevilla informaba de una serie de hallazgos arqueológicos en el cruce entre las sevillanas calles de Avenida de Miraflores y Carretera de Carmona en un solar de la antigua fábrica de vidrios "La Trinidad" de la capital andaluza que confirmaban las sospechas que, en febrero, ya había levantado el hallazgo en la zona de algunos restos óseos humanos. La noticia, que pronto se viralizó en redes sociales a través de grupos especializados en la Antigüedad hispalense, ha supuesto una nueva alegría para la investigación epigráfica sobre la Hispalis romana. Gracias al buen hacer de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, la información que, sobre el hallazgo, ha trascendido, ha puesto el foco no sólo en la aparición de una nueva inscripción que pasará a engrosar e incrementar el, per se, generoso repertorio epigráfico de Sevilla sino, también, en la tipología de los monumentos descubiertos que han sido adecuadamente calificados como cupae y, en concreto, cupae structiles, es decir, monumentos abovedados fabricados en mampostería llamados a albergar en su interior un contenedor de las cenizas del difunto, comunicado con el exterior a partir de una serie de canales libatorios o infundibula que, en este caso, además, han sido localizados. La tipología de cupae structiles, poco conocida en Sevilla, ha sido muy bien estudiada para uno de los conjuntos más icónicos de este tipo de monumentos funerarios, el de la necrópolis de la Plaza de la Vila de Madrid en Barcino, la actual Barcelona (ver aquí) y al que siempre se remite cuando, como hiciéramos en 2009, se trabaja sobre este singular tipo de monumento funerario romano, las cupae, que protagonizó el volumen I de la Serie de Monografías "Los Bañales"; del que se habla en este viejo vídeo, todavía de actualidad.




Desde un punto de vista estrictamente epigráfico, la inscripción localizada, popularizada en X como "la tumba de Calliope", tiene interés por varias razones. En primer lugar, porque constituye uno de los más meridionales ejemplos de cupa structilis con inscripción aunque este tipo de sepultura había sido sobradamente atestiguada, por ejemplo, en la capital de la Baetica, en Corduba. Como exigía este tipo de monumento, y como sucede también, ocasionalmente, en cupae solidae, por ejemplo en las de Tarraco, la inscripción iba grabada sobre una placa pétrea -en este caso, aparentemente, por la fotografía difundida, mármol- que se encastraba en la estructura del monumento. En segundo lugar porque ya se conocían otras mujeres con el nombre Calliope -nombre griego propio de personas de estatuto servil- en el repertorio epigráfico bético, con ejemplares en Corduba, en Ostippo (CIL II2/5, 990) o en Tucci (CIL II2/5, 100) entre otros lugares pero es la primera vez que este nombre aparece en Hispalis. Además esta difunta , entre el final de la línea 2 y el comienzo de la línea 3, aparece calificada por el dedicante -que comparece en línea 3, al final, Irenaeus- como con(iugi) rarissimae, un adjetivo éste, el superlativo de rarus -"exclusivo", "raro", "excepcional": "excepcional esposa", en este caso- que, frecuentemente, se emplea para calificar a mujeres no tanto en la Baetica, donde es escaso, sino en la Tarraconense donde tiene cierto predicamento en el paradigmático y generoso repertorio epigráfico de Tarraco, como han estudiado Carmen Gregorio y Laura Díaz en varias de sus publicaciones sobre la imagen femenina en la epigrafía hispanorromana.

[II.] En la prosopografía de la ciudad romana de Pompeya era conocido ya el nombre de Numerius Agrestinus a quien, en la necrópolis de Porta Nocera, le habría dedicado un recuerdo funerario conjunto su esposa Veia Barchilla (EDR 146858, ver foto). En julio de este año, el E-Journal degli Scavi di Pompei daba a conocer el  hallazgo, en el contexto de unas obras de ampliación de la biblioteca del Parco Archeologico di Pompei, de una tumba del tipo a schola ornamentada con una monumental exedra a modo de banco corrido semicilíndrico con garras de felino haciendo de patas y con soberbia inscripción en la espalda del banco, alusiva, precisamente, a Numerius Agrestinus (descargar artículo aquí). La noticia, rápidamente pasó a la prensa española (El Español, La Vanguardia, ABC o El País) y, por razones que pronto se dirán, también saltó a portales y blogs relacionados con la Romanización del norte peninsular como Astures.es o a medios de carácter más local como el vasco El Correo que, como era de esperar, puso el acento en el carácter "vasco" -totalmente ficticio- de la tribu citada en el titulus.



Como se explica de manera clarísima en el vídeo que abre este post por parte del Prof. Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, la inscripción atestigua la carrera completa de Numerius Agrestinus Equitius Pulcher que porta, como era habitual en la aristocracia romana -no en vano hay otros Numerii entre los magistrados más antiguos atestiguados en Pompeya como Numerius Barca (CIL IV, 75)-, uno de estos singulares poliónimos que constituían, también, marca de distinción en la onomástica latina. Ésta comenzó con el desempeño del cargo de IIuir -el equivalente a "alcalde"- en la propia comunidad pompeyana, cargo que llegó a iterar, es decir, a detentar en dos ocasiones, pero después, dio paso a una carrera del ordo equester que le llevó a ser prefecto de los artesanos (praefectus fabrum), tribuno militar (tribunus militum) y, finalmente, praefectus Autrygon(um) en alusión a una tribu hispana, de carácter indoeuropeo, del norte peninsular bien conocida en las fuentes antiguas, la de los Autrigones. El texto da razón a una referencia de Estrabón (Str. 3, 4, 20) sobre la presencia de varios ayudantes del legatus Augusti que gobernaba la Hispania Citerior desde el 19-19 a. C. Uno de ellos, según todo parece indicar, sería éste praefectus Autrigonum que ha tenido, en este verano, su particular epifanía en las excavaciones de Pompeya. La inscripción alude, en letras de menor tamaño y en una segunda línea, a que el lugar -que no se refiere- de la tumba ((locus) datus sepulturae) se le otorgó, seguramente en virtud de su destacada carrera y proyección militar, por decreto decurional, d(ecreto) d(ecurionum).

[III.] 2025 va a ser año jubilar en la capital de la cristiandad, Roma y la ciudad está desarrollando una intensa actividad de modernización urbanística articulando nuevos espacios que servirán para a acoger a los miles de peregrinos a los que esta celebración atraerá. Precisamente, en el inicio de agosto de este año, y en el marco de los trabajos que, a orillas del río Tíber, en el área del Castel de Sant Angelo -que fosiliza el antiguo mausoleo funerario del emperador Adriano- se están llevando a cabo para dicho fin se ha producido felizmente el -aparentemente nimio pero muy interesante históricamente- tercer hallazgo epigráfico de esta serie de epigraphica aestiva, de "cosas epigráficas veraniegas". 

En el apasionante estudio de la topografía de la Roma antigua, poco se sabía acerca de los Horti Agrippinae, un complejo recreativo que se extendía desde las orillas del río Tiber hasta el ager Vaticanus y la colina del mismo nombre y que aparece citado en los textos antiguos que, precisamente, certifican -especialmente a partir de Séneca (De ira, 3, 18)- que dicho espacio y las construcciones anejas acabaron por pasar a Calígula, hijo de Agripina la Mayor, esposa de Germánico

A diferencia de los otros documentos, grabados en piedra, el protagonista de esta tercera entrada es una inscripción en plomo responsable, precisamente, de certificar esa noticia dada por las fuentes antiguas y que se había transmitido usualmente en los estudios sobre la topografía de Roma en las áreas vaticana y tiberina. Al margen de los machones de un pórtico que dignificaría dichos horti y, a una cota superior, de una sensacional fullonica para el lavado de telas fechada ya en el siglo II d. C. (muy bien ilustrada en las fotografías difundidas por el Ministero della Cultura), los trabajos de construcción del espacio para peregrinos a que antes aludíamos han conducido al hallazgo, en la Piazza Pia, de una tubería de plomo -lo que en Latín, y así también en la tipología epigráfica solemos llamar fistula plumbea o fistula aquaria- marcada cuidadosamente con el texto C(aii) Caesaris Aug(usti) German(ici), es decir, "propiedad de Cayo César Augusto Germánico", por tanto, de Calígula. La inscripción, por tanto, permite concluir que el complejo al que se daba servicio la red de abastecimiento con que debe relacionarse esta nueva fistula se edificó en época de Calígula y, por tanto, estaría probando las transformaciones vividas por ese complejo ribereño del Tíber cuando pasó a ser propiedad del tercer emperador de Roma. Como han subrayado las noticias que, sobre el hallazgo, se han difundido (Finestre sull Arte o National Geographic España).


Los tres documentos epigráficos tienen, por tanto, varias cosas en común: los tres han aparecido en el transcurso de excavaciones arqueológicas si bien ninguna de las tres era, propiamente, una excavación de investigación sino que se enmarcaban en el contexto de seguimiento de obras públicas de diverso signo. Las dos últimas, además, han aportado nuevas luces a dos asuntos historiográficos que habían interesado a la investigación, el de la entidad de uno de los Numerii de Pompeya y el de la ubicación de los Horti Agrippinae. La primera, por su parte, ha traído a la vida, nos ha permitido "recordar", a Calliope la finada cuyos herederos eligieron para ella un sepulcro en forma abovedada del tipo cupa. Con ser, sin embargo, un documento de aparente menor calado histórico lo cierto es que permite conocer a alguien que, de otro modo, si no es por el recuerdo funerario, no habría surcado el umbral de la Historia. Tres documentos, por tanto, que nos parece -y, entre, seguro, muchos otros que se podrían haber elegido- hacen bastante justicia a la aportación que la documentación epigráfica hace al conocimiento histórico en Antigüedad.

NOTA.- Aunque se ha enlazado más arriba a algunos materiales complementarios, nos parece pertinente, conforme a la filosofía de la etiqueta Epigraphica de este blog, aportar aquí algunos títulos más específicos respecto de las cuestiones que se han tratado en los comentarios de las tres inscripciones aquí consignadas. Lo hacemos, como siempre, con el deseo de que Oppida Imperii Romani sea, en cada una de sus entradas, el punto de arranque para despertar una curiosidad casi "artesanal" en torno de aspectos sociales, económicos, materiales y, en definitiva, históricos, de la Antigüedad. Sobre la contribución de las inscripciones a nuestro conocimiento de la Historia de la Antigüedad es lectura inexcusable, además de la enlazada en el cuerpo del post, la publicada por Juan Manuel Abascal en Antigüedad y Cristianismo, 12, 1995. Sobre el éxito de la literacy epigráfica y del hábito epigráfico, resulta inexcusable el capítulo "The Epigraphic habit in the Roman World", que Francisco Beltrán Lloris firma en el manual de Epigrafía Romana de Oxford. [I.] Sobre las cupae, además del volumen de la Serie de Monografías Los Bañales que ya fue citado resulta esencial actualizarlo con las diversas contribuciones del libro Cupae: riletture e novitá (Faenza, 2018) donde, precisamente, se aborda, a partir de hallazgos posteriores a 2009, el asunto de las llamadas cupae structiles, con toda la bibliografía. El volumen incluye, de hecho, una contribución nuestra, de temática hispana, que actualiza el catálogo de hallazgos del libro Las cupae hispanas: origen, difusión, uso, tipología (Uncastillo, 2012). Para la inserción de la necrópolis Hispalense de la que proceden los hallazgos en la topografía urbana de la colonia Romula, puede verse el trabajo de Daniel González Acuña Forma urbis Hispalensis (Sevilla, 2011). Por último, a propósito del adjetivo rarissima para referirse a una fémina, debe verse el trabajo de Laura Díaz en Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 32, 2024[II.] Con las actualizaciones pertinentes -que pueden obtenerse en el sensacional opúsculo de Manuel Salinas sobre la etnografía de la Hispania prelatina- es de justicia remitir a los trabajos de José Mª Solana sobre la Autrigonia prerromana y romana, clásicos pero que recogen las fuentes disponibles sobre esta etnia histórica peninsular. [II.] Los datos prosopográficos y, también, topográficos y arqueológicos proporcionados por el estudio de las fistulae plumbeae aquariae de Roma pueden verse en el clásico de Christer Bruun The water supply of ancient Rome (Helsinki, 1991) y en su artículo en Arctos, 46, 2012

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