VBIQVE RESPVBLICA, VBIQVE VITA

 

[Detalle del mosaico descubierto en Artieda de Aragón en fotografía del equipo de investigación. Pueden verse más imágenes en el elenco facilitado por Gobierno de Aragón]

En los tradicionales y útiles balances de la actividad arqueológica estival que, para el territorio aragonés, se han publicado en las últimas semanas -por ejemplo éste de El Periódico de Aragón o éste otro de Heraldo- se ha colado con derecho propio como uno de los hallazgos más representativos del verano el descubrimiento de un hermoso mosaico bícromo en un enclave de cuya categoría urbana en época romana ya advertíamos en un post de hace algunos meses, categoría que se ha celebrado como novedosa, con razón en parte, en algunos medios digitales. Nos referimos al Forau de la Tuta de Artieda de Aragón, casi en el límite entre la Comarca de Cinco Villas y la de Jacetania aunque administrativamente ya en ésta última en tierras, en cualquier caso, prepirenaicas. Gobierno de Aragón se ha apresurado a liderar el protagonismo de la noticia y ha publicado en su órgano informativo digital incluso muy útiles declaraciones y valoraciones del hallazgo por parte del equipo investigador, capitaneado por la arqueóloga Paula Uribe, de la Universidad de Zaragoza, así como ha incluido también un buen elenco de fotografías de detalle del hermoso pavimento en opus tessellatum que, desde luego, constituye una buena recompensa al tesón demostrado, en torno a la puesta en marcha de este proyecto, por el Ayuntamiento de Artieda. Esta labor, de hecho, ha sido reconocida hace apenas unos días en un sensacional reportaje publicado en el digital de ABC

El sensacional equipo científico que se ha hecho cargo de la investigación en dicho enclave y que, además de a la propia Paula Uribe, incluye a José Ángel Asensio y a Lara Iñíguez, ha concluido que, efectivamente, nos encontramos ante un mosaico de servicio a un establecimiento termal -pues es frecuente este tipo de motivos decorativos en estancias termales, especialmente en los frigidaria (NIELSEN, I., Thermae et balnea. The architecture and cultural history of Roman public baths, Aarhus, 1993, pp. 153-162)- y que este hallazgo, unido a las infraestructuras de saneamiento que ya se conocían y a los restos del viario urbano que han sido localizados en los sondeos de este verano revela que nos encontramos ante un enclave de entidad urbana. Una nueva ciudad romana más que añadir a un territorio -el de las tierras prepirenaicas del Pirineo Central y del Occidental- de cuyo interés investigador hemos ido dando cuenta asiduamente en este blog. Se trata del mismo ámbito geográfico en que se ubican la ciudad de los Iluberitani plinianos, en Lumbier (Navarra), la de Campo Real/Fillera, en Sos del Rey Católico (Zaragoza), la de Santa Criz, en Eslava (Navarra), la de Cabezo Ladrero, en Sofuentes (Zaragoza) y la de Los Bañales, en Uncastillo (Zaragoza) que este año, como podrá juzgar el lector a través del sensacional vídeo que ha preparado Juanmi Cirez y que hemos difundido en nuestro canal de vídeos en YouTube también ha ofrecido interesantes hallazgos en el que fuera su barrio septentrional. Todas estas ciuitates se encuentran ubicadas en la parte septentrional del antiguo conuentus Caesaraugustanus y todas, de hecho, revisten ese sesgo de parua oppida que hemos sostenido, con datos concretos para algunas de ellas, en publicaciones bien recientes, a las que remitimos: pequeñas ciudades dotadas, tempranamente, de infraestructuras urbanísticas de primer nivel en un claro deseo de emular a la capital conventual y a las ciudades privilegiadas del entorno (Parua oppida. Imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades en la Tarraconense hispana, Uncastillo, 2020, pp. 3-24 o Actualidad de la Investigación Arqueológica en España. I. 2018-2019, Madrid, 2020, pp. 505-522).

Es precisamente este punto en el que quisiéramos detenernos someramente en estas líneas. Varias son las aportaciones que el hallazgo de Artieda, a nuestro juicio, representa para la Arqueología hispanorromana. Una de las más felices significaciones del hallazgo que nos ocupa es que ha vuelto a recordar la peculiar erótica que los mosaicos tienen para los medios de comunicación y, también, para el público en general como los hallazgos de la pasada primavera en Peralta (Navarra) -en esta ocasión en un contexto rural, de uilla rustica- o las recientes rehabilitaciones de los de La Malena de Azuara, en Zaragoza, o de los de La Caridad de Caminreal, en Teruel, estos últimos domésticos y urbanos, han evidenciado en los últimos meses. La segunda, efectivamente, es la constatación del carácter urbano del lugar, asunto sobre el que nos entretuvimos, con otros argumentos en el post que, sobre el yacimiento de Artieda, compusimos la pasada primavera y al que hemos remitido más arriba. Y la tercera -y a nuestro juicio la más interesante- es que un mosaico como éste -en el que, en las fotografías que han trascendido, pueden verse varios erotes cabalgando y domesticando hipocampos, animales típicos de estos thiasoi relacionados con divinidades y geniecillos acuáticos y muy propios de establecimientos termales (ver sensacional galería con los de las termas de Neptuno de Ostia, en Italia, en Spine, 32, 3, 2007 y, para un catálogo hispano, en el trabajo de SAN NICOLÁS, P., Espacio, Tiempo y Forma. Serie 2. Historia Antigua, 17-18, 2005, pp. 301-334 con alusión a los hipocampos en pp. 315-316)- vuelve a subrayar los procesos de monumentalización más o menos comunes -y estimulados, seguramente, por la emulación- que vivieron las ciudades arribas citadas. Si ya en su día (SPAL. Prehistoria y Arqueología, 20.1, 2020) pusimos de relieve la similitud estructural y de planta de los criptopórticos de los foros de Santa Criz de Eslava y de Los Bañales de Uncastillo, ahora el hallazgo de Artieda pone en valor la constatación, hace ya varias décadas, de un hermoso mosaico marino, también en teselas blancas y negras de buen tamaño y también, verosímilmente, vinculado a termas, que estudiamos hace algunos años en Campo Real/Fillera y que, hace apenas un año, ha sido felizmente entregado por sus descubridores al Museo de Zaragoza (Roma y las provincias: modelo y difusión, Roma, 2011, pp. 45-55). El mosaico de Artieda no es, por tanto, un hallazgo aislado sino que, en un escrutinio no exhaustivo (para éste procederá consultar BLÁZQUEZ, J. Mª., y MEZQUÍRIZ, Mª Á., Mosaicos romanos de Navarra, Madrid, 1985, pp. 55-56, nºs 35-37 -con enumeración de paralelos hispanos- y FERNÁNDEZ GALIANO, D., Mosaicos romanos del convento Cesaraugustano, Zaragoza, 1987) debe ponerse en relación, al menos, de manera nítida, también -y además de con el vecino ejemplar de Fillera- con uno de Pompelo, hallado entre las calles Curia y Navarrería (FERNÁNDEZ GALIANO, D., Mosaicos romanos del convento Cesaraugustano, Zaragoza, 1987, pp. 121-122, nº 191, también incluido en los repertorios hace nada citados, y cuya imagen encabeza el post sobre Pompelo de este blog) y, también, con la evidencia de teselas blancas y negras atestiguada por A. Beltrán Martínez en sus excavaciones en las termas de Los Bañales como tuvimos la oportunidad de constatar hace algunos años en nuestros primeros trabajos de revisión del material arqueológico de sus históricas campañas de excavación (Caesaraugusta, 82, 2011, pp. 150, 154 y 158, con foto; el de Fillera aparece inventariado en FERNÁNDEZ GALIANO, D., Mosaicos romanos del convento jurídico Cesaraugustano, Zaragoza, 1987, p. 37, n1 52 que, sin embargo, no recoge las noticias sobre los de Los Bañales pero que sí inventaría, exhaustivamente y de forma completa, los ejemplares conocidos para entonces en Artieda de Aragón: pp. 29-34, nºs 18-16, uno de ellos, nº 19, precisamente del Forau de la Tuta: "un mosaico de tesela gruesa y colores blanco y negro que dibujaban una composición geométrica" pero que "fue destruido" si bien se anota que "en 1965 aún se descubrieron teselas sueltas y algún trozo del mismo, de proporciones reducidas"; muy útiles son los mapas que aporta este volumen para hacerse cargo de la difusión de este tipo de mosaicos). No debe, pues, olvidarse esto en una disciplina, la Arqueología, que debe ser esencialmente comparativa y que nos ofrece, siempre, un conocimiento en constante incremento. 

Está claro que algo llevó a estas pequeñas comunidades del somontano pirenaico a monumentalizarse siguiendo patrones más o menos comunes que se nos presentan hoy como destellos de ese proceso de auto-romanización (WOOLF, G., Becoming Roman. The origin of Roman provincial civilization in Gaul, Cambridge, 1998) que transformó para siempre la decus urbana de antiguos enclaves indígenas, ahora de perfil totalmente romano (los procesos en que ésta transformación se llevó a cabo y los principales agentes que la facilitaron fueron objeto de un trabajo nuestro presentado hace algunos años a la Semana Romana de Cascante y que inspiró un post anterior en Oppida Imperii Romani, al que remitimos) y que contribuyó a hacer real, también en su aspecto material, la afirmación de Tertuliano (De anima, 30, 3) ubique respublica, "por todas las partes (hay) ciudades-estado", afirmación que inspiró algunas interesantes reflexiones sobre la vida urbana en Occidente (ver, por ejemplo, LEPELLEY, C., en L'Afrique dans l'Occident Romain (Ier siècle av. J. C.-IV siècle ap. J. C.), Roma, 1990, pp. 403-421). El sensacional hallazgo de Artieda no hace sino poner en valor los otros testimonios arriba indicados, recordarnos la eficaz globalización a que Roma sometió a las pequeñas ciudades del interior en todo Occidente y, también, desde una óptica romántica, subraya lo mucho que queda por descubrir no sólo en el lugar donde este mosaico ha sido hallado sino en todas las otras ciuitates antes mencionadas y que tienen -también el territorio en su conjunto- un sensacional futuro investigador máxime dada su práctica total homogeneidad étnica prerromana una vez que pertenecieron al territorio, -acaso incluso neurálgico, a juzgar por los testimonios onomásticos- de los antiguos Vascones

No queremos, sin embargo, cerrar este post, con el que, definitivamente, tomamos el pulso a la serie de entradas de Oppida Imperii Romani en este nuevo curso académico en que esperamos alcanzar las 400.000 visitas, sin una reflexión relacionada con las políticas patrimoniales y que, en cualquier caso, no es nueva pues ya la volcamos profusamente en la visitadísima entrada "De patrimonio Aragonense" del pasado mes de octubre. que, parece, es replicable a la gestión patrimonial en otras Comunidades Autónomas como denunciaba este reciente artículo de Eldiario.es, de hace apenas unas semanas. Por regla general es constante en nuestro país -aunque hay excepciones- la escasez de recursos económicos que dedican las administraciones al patrimonio arqueológico. Por ello resulta ciertamente lamentable que cuando se producen hallazgos como éstos los gobiernos de turno traten de sacar partido del appeal que despiertan en la opinión publica bien afirmando que van a impulsar "las labores de protección, investigación y difusión del yacimiento romano del Forau de la Tuta" -cuando lo más que van hacer, según desvela la propia nota y matizó con acierto Heraldo de Aragón, es, en cumplimiento con su responsabilidad como órgano de tutela del patrimonio arqueológico, la declaración del lugar como BIC (asunto que ya ha sido criticado en la página web de AraInfo/Diario Libre d'Aragón)- bien siendo oportunistas y, a propósito de las inversiones en la protección de los mosaicos de La Malena de Azuara, se afirme (ver nota completa, de la que proceden los extractos, aquí) que "130.000 euros se han destinado a financiar más de veinte trabajos científicos sobre patrimonio cultural aragonés" y, a renglón seguido, y, a nuestro juicio de forma tendenciosa y aprovechando la consolidada imagen de marca del proyecto de Los Bañales, se hable de que "de esta manera, la Dirección General de Patrimonio cumple con su cometido de investigar, proteger y difundir el rico patrimonio de la Comunidad Autónoma. Destacan, entre otros elementos, los yacimientos de Los Bañales (...)" cuando la ciudad romana que estamos excavando en Uncastillo no recibe dinero, para investigación, de Gobierno de Aragón, desde el año 2011. Creemos que es de recibo pedir seriedad, transparencia y sinceridad a quienes gestionan unos fondos públicos que, todos, con nuestros impuestos, contribuimos a nutrir. También cuando la Arqueología nos depara, gracias al trabajo investigador de equipos solventes como el de Artieda, hallazgos como el que ha inspirado esta reflexión. 



ORATORES BONI VIRI

[Lienzo Expectations, de Lawrence Alma-Tadema, 1885]

En otras ocasiones, Oppida Imperii Romani ha recogido en sus posts, especialmente en la sección Disputationes, el contenido de conferencias dictadas en actos académicos en que ha intervenido el autor de este espacio. En muchas ocasiones, además, el contenido de esas alocuciones ha girado en torno a la reivindicación de la validez educativa del mundo clásico y de la perennidad de sus valores. Así, sucedió, por ejemplo, hace unos meses con las visitadísimas entradas "Praecepta ex Historiae corde" -sobre las enseñanzas de Roma para una vida lograda- o la titulada "Omnes libellos" -sobre el perenne valor de los clásicos- y, hace algún tiempo, con "Antiqua tempora?" que se planteaba como un recordatorio de lo que la Historia Antigua nos enseña hoy.

Esta entrada recoge el texto, debidamente anotado y editado, con acceso, cuando existe versión en red, a los textos originales que se citan y con algunas recomendaciones bibliográficas finales, de la intervención que, en calidad de Vicedecano de Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, pronunciamos en la Jornada de Bienvenida a los alumnos de dicho centro al arrancar, el 1 de septiembre, el curso 2021-2022. La reflexión, breve, plantea de qué modo la concepción que, de la educación, volcó en la Institutio Oratoria, el maestro de Retórica romano Marco Fabio Quintiliano, natural de Calagurris Iulia, puede aportar pautas a estudiantes que inician su aventura universitaria. 

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Apreciados estudiantes, buenos días a todos y bienvenidos/Beloved students, good morning and welcome everyone/Ikasle maiteak, egun on guztioi eta ongi etorri

Es tradicional que, en esta Jornada de Bienvenida, el miembro de la Junta Directiva de la Facultad que tiene entre sus responsabilidades todo lo relacionado con vosotros, con los alumnos, os dirija unas palabras. En los años que llevo ejerciendo este encargo de la Facultad -en el que me tenéis a vuestra disposición- he tratado que éstas glosen dos elementos principales y así será también en esta ocasión. En primer lugar, la emoción del momento que vivís -primeros minutos en la Universidad y primer acto académico en esta misma Aula Magna que, en unos años, acogerá también vuestra Graduación- y, en segundo lugar, algunos consejos para que vuestro paso por la Universidad sea provechoso y, como se dice ahora, de éxito [1]. El volumen de información que se os transmite hoy aconseja que, en cualquier caso, sean unas palabras breves aunque convendréis conmigo en que el marco en que éstas se pronuncian exige una cierta solemnidad y un aire ajustadamente académico. 

Como en esta Facultad quien os habla, además de Vicedecano de Alumnos, es profesor de asignaturas relacionadas con el mundo clásico y como, también estaréis de acuerdo conmigo en que, como una brillante alumna de 1º afirmó en clase el pasado año, Roma, la antigua Roma, es pasado y proyección, quiero que los primeros consejos que os voy a transmitir encuentren su semilla y su inspiración en la labor de formación que hace 2000 años, en la década de los ochenta y noventa del siglo I d. C., protagonizó un maestro de retórica romana que, técnicamente, fue el primer Catedrático de la Historia, una vez que el emperador Vespasiano le adjudicó unos honorarios estatales para dedicarse a la docencia. Me refiero a Marco Fabio Quintiliano, natural, por otra parte, de la ciudad vascona de Calagurris, la actual Calahorra, en La Rioja [2]. Él dejó parte de su concepción de la labor pedagógica glosada en su Institutio Oratoria, un manual de retórica compuesto hacia el año 95 d. C. y orientado a la formación de los oratores [3], de los “hombres de bien instruidos en la elocuencia” (Praef. 9), como él los definía. Precisamente, a formar hombres de bien, a formar “estudiantes en una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad promoviendo el bien común con [vuestro] trabajo profesional y con [vuestra] actuación cívica” es a lo que dedica sus desvelos -como escribió San Josemaría Escrivá, fundador de esta Universidad, a quien pertenece la cita- la Universidad de Navarra cuya Facultad de Filosofía y Letras os da hoy la bienvenida. Si, siguiendo con esa cita (Conversaciones, 6, 74), con el ejercicio de vuestra libertad personal, acompañada siempre de vuestra responsabilidad, conseguís, en estos años “tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que [os] lleve a enfrentaros a esos problemas y a procurar encontrar la mejor solución” os habréis convertido en auténticos universitarios capaces, además, de transformar la sociedad en la que vivís [4].

Hace no muchos meses, en esta misma mesa, y casi en este mismo sitio, la entonces escritora de moda, Irene Vallejo, como lo ha hecho en su libro El infinito en un junco, definió a los clásicos como “supervivientes” [5]. Quintiliano, desde luego, es uno de esos supervivientes del pasado. Y así lo muestran algunos de los consejos que él daba a los jóvenes estudiantes de la nobilitas romana y, también, a los que estaban destinados a ser sus maestros. Me parece que cuatro son los pilares básicos que, a juicio de este maestro romano, garantizaban -y siguen, desde luego, garantizando- el éxito en la aventura de la formación, del aprendizaje y que, pormenorizadamente, Quintiliano fue desgranando en los tres libros que componían su deliciosa obra. 

Studio nihil consecutus (I, 1, 3), “no se encontrará estudiante alguno” -afirma Quintiliano- “en que no se consiga algo a fuerza de estudio”. Quintiliano era un gran defensor de la cultura del esfuerzo y añadía, incluso, que los ánimos endurecidos, atrofiados -rudibus animis, escribe (I, 1, 5)- inhabilitaban tanto al maestro para enseñar como al estudiante para aprender. Iniciáis, ahora, años en que el estudio va a ser -debe ser- vuestra principal obligación. Ese estudio deberá ser constante -perpetuus, dice el sabio Calagurritano (I, 1, 10)- pero, creo que vosotros, futuros filólogos, filósofos, arqueólogos, humanistas, historiadores, creadores literarios, pensadores políticos o sociólogos, jugáis con una ventaja que también estaba muy asumida por la concepción romana, clásica, de la educación: tenéis curiosidad por un saber global, universal, humanístico. Quintiliano decía que la variedad de aprendizajes “sirve de recreo como acaece con los alimentos que siendo diversos, nutren, pero sin fastidio” (I, 11, 1). Pensad en esto, en la conveniencia de las plurimae disciplinae -como él las llamaba: “muchas ciencias”- para vuestra formación, cuando tengáis que cambiar de materia de estudio -no os confiéis, pronto llegan los primeros exámenes parciales- y pasar, quizás, de materias que os resulten más gratas a otras que, quizás, no os motiven tanto. “No ha de trabajar el estudiante en una sola cosa de las que miran a su ejercicio, sino en todas universalmente, aunque sienta alguna repugnancia” (II, 10). Junto al esfuerzo y el estudio la curiosidad académica debe ser, sin duda, vuestro mejor aliado en estos próximos años. Esa curiosidad, de la mano de vuestros profesores y de vuestros asesores -de los que luego hablaremos- y más en una Facultad como ésta, de Letras, os pondrá seguro, en contacto con libros que, como recomendaba Quintiliano, “fomenten el ingenio y aumenten las ideas” (I, 5). Quizás convenga, de hecho, desechar dedicar tiempo en estos años a lecturas que no cumplan ese binomio. 

Hemos hablado de estudio, de esfuerzo, de lecturas, de curiosidad… Quizás os sorprenda saber que nuestro maestro de retórica concedía un papel fundamental a las amistades que, fraguadas en los años de aprendizaje universitario, deben durar ad senectutem, “hasta la vejez” (I, 2, 20). Para él, de hecho, tener unos mismos estudios, iniciarse en ellos -iisdem quam studiis initiari, de hecho, en Latín- generaba un vínculo tan fuerte como el de compartir credo religioso. Haced muchos amigos entre vuestros compañeros de clase, Grado y Facultad y aprended mucho de ellos. El maestro de Calagurris consideraba a los amigos forjados en las aulas garantes de eso que se llama “conocimiento común” (I, 2, 20), “sentido común”, en realidad, por traducir más literalmente la expresión sensum ipsum qui communis dicitur, que emplea Quintiliano. Ya tenéis, por tanto, cuatro puntos sobre los que trabajar en estos próximos años y desde hoy: estudio, curiosidad, libros, amigos. 

Sin embargo, ahora que estáis todos acostumbrados a los hashtags y a la economía de caracteres que nos impone twitter, me parecía oportuno, para terminar, glosar la esencia de este mensaje en un sencillo acróstico que, por la palabra que forma, creo que no os resultará difícil recordar y al que, quizás, os resulte útil volver a menudo en estas próximas semanas, meses y años una vez que no recordéis nada de lo que escribió Quintiliano ni de lo que yo os haya contado en estos minutos. La propuesta es sencilla. Imaginemos que la palabra UNAV puede descomponerse -o, al menos, la descompongo yo así hoy- en la U…, de unión, en la N…, de Navarra, en la A…, de asesoramiento y en la V…, de vida. 

U, de unión: no dejéis de sorprenderos de y con vuestros compañeros, aprendiendo de ellos. Tenéis, por delante, años de convivencia con gente de una variedad cultural extraordinaria que hace, también, Universidad y que, os aseguro, marca la diferencia con cualquier otra Universidad que hubierais podido elegir. En esto, y en tantas otras cosas, lo sabéis bien, habéis elegido la mejor Universidad, el mejor lugar del mundo para estudiar, como a nuestro Rector le gusta repetir. N de Navarra: con una Historia milenaria, Pamplona y el viejo Reino os van a acoger en los próximos años, descubrid sus múltiples rincones y su riqueza cultural y patrimonial, haced territorio, como ahora se dice, más vosotros que sois humanistas y que debéis ejercitaros, también, en la contemplación y en la promoción de todo lo que, de espiritual -¡y es mucho!- tiene nuestra sociedad. A, de Asesoramiento: no dejéis de contar con vuestro asesor. Quintiliano esperaba de sus estudiantes que “no [tuvieran] a sus maestros menos amor que al estudio” (I, 5) y consideraba a los profesores “padres no corporales, sino espirituales” de los alumnos pidiéndoles ser “serios pero no desapacibles, afables pero sin chocarrería (...) sufridos en el trabajo, constantes en la tarea, pero no desmesurados” -tened esto en cuenta cuando juzguéis a vuestros profesores- y les instaba a que respondieran “con agrado a las preguntas” de los alumnos (II, 2). Estamos a vuestra disposición. Y estoy seguro que en el asesor -mentor, como se le llama ahora con una figura que procede también del pensamiento y la literatura clásicas- encontraréis a ese guía que sabrá aconsejaros en todo. Frequentad su despacho desde la cita que se os ha asignado ya con él, preguntadle y escuchadle. La frecuencia en el asesoramiento, especialmente en primer curso, está detrás, casi siempre, de unos buenos resultados académicos y de una vivencia, intensa, de la experiencia universitaria. Y, por último, V, de vida. Esta Universidad -y de un modo especial el Museo de la Universidad de Navarra- ofrecen una vida universitaria que no tiene igual en otras Universidades de España ni del mundo. Ya habréis recibido muchos inputs de ella a través de las redes sociales tanto de la Universidad como de la Facultad. Dejad que esa vida universitaria llene vuestro tiempo más allá de las clases y de los trabajos, implicaros -siempre con equilibrio y con mesura- en tareas culturales, deportivas y de voluntariado que amplíen vuestros horizontes y que os hagan vivir, de verdad, la Universidad sabiendo que estos años son irrepetibles y que constituirán unos de los mejores de vuestras vidas. Sed, por tanto, universitarios, a jornada completa, no os limitéis sólo a ser alumnos las horas que pasáis en las clases por mucho que éstas sean -y lo son- importantes. Unión, Navarra, asesoramiento, vida, no lo olvidéis. No se separan mucho de estudio, curiosidad, libros y amigos, en que resumíamos la propuesta de Quintiliano.

Comenzaba mis palabras citando al primer Gran Canciller de la Universidad, San Josemaría Escrivá. Quiero cerrarlas volviendo a mencionarle, en esta ocasión en un discurso que pronunció en esta misma sede el octubre de 1972: “La Universidad no vive de espaldas a ninguna incertidumbre, a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de los hombres. No es misión suya ofrecer soluciones inmediatas. Pero, al estudiar con profundidad científica los problemas, remueve también los corazones, espolea la pasividad, despierta fuerzas que dormitan, y forma ciudadanos dispuestos a construir una sociedad más justa. Contribuye así con su labor universal a quitar barreras que dificultan el entendimiento mutuo de los hombres, a aligerar el miedo ante un futuro incierto, a promover -con el amor a la verdad, a la justicia y a la libertad- la paz verdadera y la concordia de los espíritus y de las naciones” (Discursos sobre la Universidad, 7). Si, en la parte que os corresponde, nos ayudáis a que, como Universidad, esto sea posible, habréis andado gran parte de vuestro camino como universitarios y, siguiendo a Quintiliano, habréis empezado a ser oratores boni uiri lo que, libremente, podríamos traducir como “universitarios de bien”.

Muchas gracias y mucha suerte/Thank you very much and good luck/Eskerrik asko eta zorte on

NOTAS.- [1] Acaba de ver la luz, en la Editorial EUNSA, un prometedor volumen sobre las claves del éxito en la vida universitaria, que recomendamos: LÓPEZ GUZMÁN, J., 23 claves para el éxito (personal y académico) en la Universidad, EUNSA, Pamplona, 2021 [2] La relación entre M. Fabio Quintiliano y Calagurris fue magistralmente tratada por ESPINOSA, U., Calagurris Iulia, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de La Rioja/Ayuntamiento de Calahorra, Logroño, 1984, pp. 155-168. Como perfil del personajes es útil también PUJANTE, D., El hijo de la persuasión. Quintiliano y el estatuto oratorio, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 1996 [3] Existe en red, en la Biblioteca Cervantes Virtual, acceso a una traducción al castellano de la Institutio Oratoria, de Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier, aunque antigua (1887), útil y que es la que se incluyó en la Biblioteca Clásica Hernando. La versión latina, con traducción al inglés de H. Edgeworth, de 1920, puede obtenerse en la Perseus Digital Library. Interesante y útil es el volumen de HERNÁNDEZ RUIZ, S., Antología pedagógica de Quintiliano, Fernández Editores, México, 1963 que constituye una sensacional antología de algunos de los pasajes de mayor carga pedagógica del manual de retórica que nos ocupa [4] La vocación universitaria fue clave en el pensamiento de San Josemaría Escrivá. Sus textos y discursos sobre la Universidad se recogieron, fundamentalmente, en el libro Josemaría Escrivá y la Universidad, EUNSA, Pamplona, 1993 y, también, en uno de los capítulos del volumen Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid, 1970, en concreto el sexto, titulado "La Universidad al servicio de la sociedad actual". Como análisis sobre ellos pueden ser útiles e inspiradores ILLANES, J. L., La Universidad en la vida y la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, Universidad de Navarra, Pamplona, 1985 o LLANO, A., "Universidad y unidad de vida según Josemaría Escrivá de Balaguer, Romana, 30, 2001, pp. 112-125 [5] VALLEJO, I., El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo, Siruela, Barcelona, 2019, con reseña, valoración y comentario en un post anterior de Oppida Imperii Romani


MARCVS VENERIVS SECVNDIO

 


[Fotografías, de Turismo Italia News, y de ABC, de las inscripciones descubiertas en una de las necrópolis de Pompeya el pasado 17 de agosto]

Oppida Imperii Romani abría este año de 2021 con la hermosa noticia del descubrimiento, en Pompeya, de un nuevo espacio comercial, un thermopolium, una "casa de comidas" que incorporaba, además, singulares y jocosos tituli scariphati, divertidos grafitos que centraron nuestra atención en esa entrada de hace algunos meses. El thermopolium que se hizo viral en la pasada Navidad es ya hoy visitable como, en estos últimos días, han mostrado orgullosos, los responsables del Parco Archeologico de Pompeii (ver esta hermosa entrevista a su director, Gabriel Zuchtriegel, publicada en La Vanguardia hace apenas unos meses) y como han recordado, también, de su mano, los medios de comunicación de todo el mundo tal es el impacto que cualquier trabajo que se desarrolla en la colonia ubicada a orillas del Vesubio genera.

Casi como sucedió entonces, ahora, cuando el verano va tocando a su fin, los propios responsables del yacimiento arqueológico de la Campania italiana difunden a través de su página web la noticia del sensacional descubrimiento, y excavación, de una hermosa tumba en la Porta Sarno de la colonia que, en apenas unos días, ha hecho absolutamente viral el nombre de su comitente y, a la vez, propietario y difunto, Marcus Venerius Secundio, nombre que, sin embargo, estaba ya atestiguado en las tablillas del ilustre banquero pompeyano L. Caecilius Icundus (CIL, IV, 3340, 139), un sensacional repertorio de tablillas de madera con alusión a préstamos bancarios prácticamente único en el mundo romano y en el que libertos como éste tienen excepcional protagonismo y demuestran su capacidad de acceso a las grandes fortunas locales (sobre éstas, sobre el personaje y sobre el parecido repertorio de las Tabulae Pompeianae Sulpiciorum, con breve explicación, véase también, además de la monografía de Jacques Andreau arriba enlazada el espacio que les dedica el archivo Trimegistos). Con una excelente gestión de la comunicación que, en un ejemplar ejercicio de Arqueología Pública, incluye un vídeo explicativo del hallazgo por parte del propio Dr. Zuchtriegel, la noticia de este nuevo hallazgo ha saltado a los medios de todo el mundo -y, de ellos, a las redes sociales a través, fundamentalmente, de la utilísima página de Fasti Online- y ha tenido, también, como es lógico, una singular cobertura en nuestro país, máxime cuando ha sido el equipo del Dr. Llorenç Allapont, del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universitat de Valencia, el que ha liderado las investigaciones en dicho lugar. Así -y por citar sólo los de tirada nacional- tanto El País, como El Español, como La Vanguardia, como ABC -con sensacional repertorio gráfico, aunque no mejor que el de la sección de cultura del digital italiano Ansa- como la Agencia Efe -con extraordinario vídeo- así como algunos digitales, como 20 Minutos o páginas ávidas en recoger noticias sobre Antigüedad, como Terrae Antiquae, han dedicado atención al hallazgo contribuyendo a sacar del olvido a este Venerius Secundio que -en apenas unos días- ofrece ya, a quien quiera curiosear, un buen elenco de resultados en Google, resultados que rozan, de hecho, las 5.000 entradas y, también, ponen sobre la palestra a la mujer Nouia Amabilis -acaso su esposa- citada en una hermosa estela de mármol localizada en el acotado funerario y que amplía el elenco de las Nouiae citadas como libertas en la epigrafía pompeyana una vez que nos constaba ya una Nouia Amoena (AE, 1990, 178a) manumitidas por los Nouii, de cierta presencia, también, en el repertorio epigráfico local (AE, 1990, 178c o AE, 1984, 215) y, en algunos casos, además, en tituli sepulchrales -como los dos primeros citados- que siguen el patrón del de la pequeña estela que ha documentado ahora a Nouia Amabilis, de la que puede verse una foto en el encabezamiento de este post.

Al margen de las consideraciones paleoantropológicas y arqueológicas que, sobre el enterramiento, su tipología, la momificación del cadáver -en un contexto de predominio de la incineración- y el extraordinario estado de conservación del mismo, se puedan hacer -y en las que no nos detendremos aquí dejando que sea el lector de este blog quien recupere la información al respecto en el material que ofrecemos vinculado más arriba- y como ya sucediera con otro singular hallazgo epigráfico del pasado invierno -sobre el que también nos detuvimos aquí- ha sido el titulus sepulchralis conservado en una placa de mármol colocada sobre la entrada de la tumba el que, realmente,  ha devuelto a la vida a Venerius Secundio lo que vuelve a demostrar el sensacional poder de las fuentes epigráficas para el conocimiento de la Antigüedad, poder que hemos subrayado siempre en la sección Epigraphica de este espacio y sobre el que reflexionamos monográficamente, de hecho, en la entrada loquuntur saxa, celebrativa de un reciente hallazgo epigráfico hispano, hace algunos meses. En apenas cinco líneas en una letra actuaria cuidadísima, la nueva inscripción pompeyana desgrana lo esencial del personaje, su nombre, sus cargos y lo que hizo por la ciudad, la razón por la que quería ser recordado por sus convecinos pompeyanos y que, seguramente, él eligió individualmente como motivo central de esta suerte de elogium fúnebre que era, y sigue siendo, cualquier epitafio (ver, al respecto de su peculiar gramática, los ejemplos de tituli sepulchrales recogidos en nuestro Canal de vídeos en YouTube y cómo glosamos ésta en una entrada anterior). Así, gracias a este nuevo titulus, a esta nueva inscripción, sabemos que M(arcus) Venerius Secundio era lib(ertus) coloniae, es decir, liberto público propiedad de la colonia de Pompeya -había sido, por tanto, esclavo, con el nombre Secundius o Secundus y habría recibido la libertad de manos de la propia comunidad (ver el procedimiento en Gerión, 36-2, 2018, con bibliografía que también puede verse en Revista de Historiografía, 28, 2018) acaso prestando sus servicios en el propio templo de Venus, lo que podría explicar el gentilicio de su manumisión, Venerius- y, ya siendo liberto, habría desempeñado dos cargos religiosos tradicionalmente reservados a los individuos de extracción servil, aedituus Veneris -es decir, ayudante del templo de Venus, del que existe evidencia arqueológica en la colonia, divinidad que aparece citada en algunos candidatorum programmata como Venus Pomp(eiana) (ILLRP, 1140) y para cuyo culto conocemos, también, a una sacerdos (ILS, 6371)- y Augustalis, miembro, por tanto, del colegio de sacerdotes responsables de la promoción del culto al emperador en la ciudad, colegio del que se consideraba, además, un simple minister -min(ister) eorum, dice la inscripción-, un simple sirviente. Tras la enumeración de tan digno cursus honorum, de tan digno historial, la inscripción termina con el que, acaso, ha sido el asunto más comentado por las noticias que se han publicado en relación a este hallazgo, el hecho de que Venerius Secundio hubiese ofrecido a la ciudad (dedit) por espacio de cuatro días (quadriduo) y en solitario (hic solus) ludi Graeci et Latini, es decir, espectáculos de diverso tipo y de gran cobertura étnica o lingüística, si es que así puede expresarse. 

De las referencias epigráficas que describen los cargos de este personaje acaso resultan singulares su condición de aedituus Veneris -algo así como "sacristán de Venus" (para esta traducción ver aquí y en la voz correspondiente de la versión en red del Oxford Classical Dictionary)- que, acaso, debería desdoblarse mejor como aedituus (aedis) Veneris pues en las inscripciones del Occidente Romano dicho término va casi siempre seguido de la alusión al templum (aeditus templi eiusdem en CIL, XIII, 7282 de Mogontiacum) o al aedes (aedituus aedis Romae et Augustorum en CIL, XIV, 73 de Ostia) en que se prestaba un servicio que, a juzgar por la documentación epigráfica disponible podría incluir desde tareas de escriba (CIL, X, 1958 de Puteoli) hasta cualquiera derivada del mantenimiento material del templo en que se prestaba el servicio y de su culto. Es, precisamente, a ello, a lo que apunta la etimología del propio término aedituus, aedis + tueor, "cuidador del templo" y lo que se infiere de expresiones como aedituus de aede Iouis, de una inscripción de Roma (CIL, VI, 8708) donde se incide claramente en el edificio "sobre el que" se prestaba ese servicio. La que, sin embargo, debió reportarle mayor popularidad 

Como hemos anotado anteriormente, el término minister, aunque es más propio de la epigrafía cristiana, sí aparece, como en este caso, asociado a contextos vinculados a la Augustalidad como en Carales (ILSard, 1, 49) donde un sacerdote de este colegio se proclama a sí mismo como minister. El contexto -y otras alusiones al término en las fuentes, que fueron, en su día, recopiladas en el Latin Dictionary de CH. T. LEWIS y CH. SHORT- permiten pensar en que Venerius Senecio quiso subrayar que su rango en el colegio de la Augustalidad de Pompeya no era destacado y que estaba subordinado a quienes, como magistri, lo dirigían. Como es sabido -y ha sido un tema recurrente en la bibliografía especializada desde el sensacional trabajo de DUTHOY, R., "Les *Augustales", Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, 16/2, Berlín, 1978, pp. 1254-1315- el prestigio de los Augustales (existe un título reciente sobre ellos en el ámbito campano, con alusión específica a su labor en Pompeya: CORAZZA, G., Gli Augustales della Campania Romana, Nápoles, 2016 además de un sensacional libro reciente, en castellano, el de BAÑÓN, A., Los seviros augustales en Hispania y las Galias: una aproximación a la movilidad social en el Imperio Romano, Logroño, 2020 donde se explican las claves de este singular colegio sacerdotal de época imperial) fue extraordinario una vez que -como recuerda la voz correspondiente en el Oxford Classical Dictionary- su papel como dinamizadores del culto imperial y su compromiso con cuántos actos de munificencia pública pudieran cumplir con dicho objetivo (con reservas puede verse un viejo artículo nuestro en Vipasca, 7, 1998, sobre la cuestión) les otorgaba una extraordinaria visibilidad cívica. 

Aunque, en los medios, se ha subrayado la originalidad de la expresión final del epígrafe, en que se habla de la celebración, por cuatro días, de ludi Graeci et Latini costeados por este nuevo evergeta pompeyano esto no es tan infrecuente en la epigrafía de ámbito itálico estando atestiguada, también, la evergesía de una serie de libertos de Caere (Cerveteri), en ese sentido en época tiberiana (CIL, XI, 3613) y algunas disposiciones al respecto de los ludi Saeculares del 17 d. C., recogidas en una lápida del Museo Nazionale Romano, en Roma (ILS, 5050). El sentido de estas expresiones -inequívocamente referidas a espectáculos teatrales (DUPONT, F., "Theatre", en The Oxford Handbook on Roman Studies/Oxford Handbooks Online, 2012, s. p. o el clásico trabajo de MELCHOR, E., y RODRÍGUEZ NEILA, J. F., "Sociedad, espectáculos y evergetismo en Hispania Romana", en NOGALES, T. (ed.), Ludi Romani. Espectáculos en Hispania Romana, Mérida, 2002, pp. 135-156) no está del todo claro y no necesariamente deban referirse a representaciones teatrales bilingües (como afirma Suetonio en la expresión omnium linguarum histriones, de Iul. 39, 1 y Aug. 43, 1 y también Cicerón, según analizan recientemente PAILLARD, E., y MONTEVENTI, V., "Les ludi Graeci chez Cicerón", Hermes, 150, 2022, en prensa) o a representaciones de obras propias de la escena griega, en el caso de los primeros, o de la escena romana, en el de los segundos (SANDYS, J. E. (ed.), A Companion to Latin Studies, Cambridge, 1921, nºs 791 y 792, pp. 507 y 508) sino a la alternancia de competiciones gimnásticas -los ludi Graeci- y de espectáculos dramáticos teatrales -los Latini- como se ha apuntado, con todas las fuentes literarias disponibles al respecto, recientemente (MANUWALD, G., Roman Republican Theatre, Londres, 2011, p. 21, nota 28) algo que no debió ser infrecuente en Roma en los primeros años del Principado Romano en los que habría que datar este nuevo monumento epigráfico que vuelve a demostrar cómo, en la antigua Roma, y en este caso en la colonia Pompeiana, la Historia -también la pequeña historia de los "anónimos" habitantes del Imperio- se sigue escribiendo en piedra.