MEMORIAM AMICITIAE


[Cubierta del volumen Del registro arqueológico al museo, el camino de la Historia, publicado en la Serie Historia de EUNSA, Pamplona, 2024]

No hace mucho que Oppida Imperii Romani, en la entrada "Vasconica et epigraphica scripta" daba noticia de la presentación, en el marco de las actividades del Club de Arqueología de la Universidad de Navarra, de un libro homenaje a María J. Peréx Agorreta, Inter medium Vasconum pertransibunt aquae (Madrid, 2021) que, a modo de opera selecta, recogía lo más granado -y también, en parte, menos accesible- de la prolífica producción investigadora de esta colega de la Universidad Nacional de Educación a Distancia tan unida a la investigación sobre los antiguos Vascones, tan presentes, y más últimamente gracias a la leidísima serie "Sorioneku", en este espacio. Precisamente, la semblanza de esta investigadora la firmaba, en dicho volumen (pp. 11-20) Mercedes Unzu Urmeneta, arqueóloga navarra que ha firmado con María J. Peréx un buen número de trabajos relacionados con la Arqueología en el "solar vascón" algunos de los cuales, de hecho, se llevaron al volumen homenaje a Peréx por la validez que éstos han mantenido pese al paso de los años señal, por tanto, de la acribia de sus planteamientos y de la extraordinaria vigencia de sus conclusiones.

El mes de marzo ha estado marcado en las actividades del Club de Arqueología de la Universidad de Navarra, paralelas al Grado en Historia con Diploma en Arqueología que se ofrece en la Facultad de Filosofía y Letras de dicho centro, por la presentación en el Museo de Navarra, el pasado día 13 de marzo, de una miscelánea de 395 páginas consagrada a rendir homenaje, precisamente, a Mercedes Unzu. Se trata del volumen Del registro arqueológico al museo, el camino de la Historia (EUNSA, Pamplona, 2024) que han coordinado Javier Martínez Sarasate, quien escribe este blog, y la propia María J. Peréx. Con un índice extraordinariamente atractivo el volumen articula sus veinticinco capítulos en cuatro grandes bloques, uno primero destinado a trazar aspectos variados del perfil personal y, naturalmente, profesional, como arqueóloga e investigadora, de Mercedes Unzu (pp. 13-50) y otros tres de carácter claramente cronológico: "En los albores de la Historia" (pp. 51-102), "Entre el Medievo y la era industrial" (pp. 313-394) y, como bloque central -el más completo, pues recoge trece contribuciones frente a las tres y cinco de las otras dos secciones- "Roma en el Ebro" (pp. 103-297) dedicado a la Romanización. Las contribuciones las firman treinta y tres investigadores diferentes entre prehistoriadores, arqueólogos, historiadores de la antigüedad, medievalistas, filólogos, arquitectos o historiadores del arte procedentes, además, de hasta veinte instituciones diferentes con satisfactoria presencia de las tres universidades del territorio navarro, la Universidad de Navarra, la Universidad Pública de Navarra y la UNED de Pamplona. Y, en esas contribuciones, se recogen novedades sobre importantes yacimientos arqueológicos “navarros” como la cueva de Abauntz (Magdaleniense), la necrópolis de El Castillo de Castejón (Edad del Hierro I), Pompelo o la uilla de Arellano (época romana), Roncesvalles (Edad Media) o la fábrica de armas de Eugi y Orbaiceta (Edad Moderna) entre otros. La amplitud cronológica de los estudios recogidos permite realizar un recorrido muy representativo sobre algunos de los hitos clave del patrimonio arqueológico navarro a cuyo estudio y puesta en valor ha dedicado su vida, desde los años setenta, Mercedes Unzu. Pero, como no puede ser de otro modo por los lazos que -como más abajo diremos- esta investigadora ha sabido crear con el exterior, tienen presencia también trabajos de otros importantes enclaves del valle medio del Ebro con el que siempre ha estado relacionada la producción científica de Unzu: Celsa (Velilla de Ebro) u Oiasso (Irún), entre otros. Del carácter transversal, abierto, de las contribuciones -que hacen justicia también a la polifacética labor investigadora de Mercedes Unzu- dio buena prueba también el perfil de los asistentes al acto de presentación del volumen que incluía a arqueólogos e historiadores de, prácticamente, todo el Valle del Ebro, desde Irún hasta Zaragoza. El volumen ha podido ser editado gracias a la colaboración de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y la Sociedad de Estudios sobre la Cerámica Antigua de Hispania-SECAH dos instituciones a las que Mercedes Unzu ha estado muy vinculada una vez que comenzó su labor investigadora, para la realización de su memoria de licenciatura sobre la cerámica pigmentada en Navarra, en el Seminario de Arqueología de dicho centro -cuyo testigo ha recogido el Diploma en Arqueología- y, también, porque ha participado asiduamente en la citada SECAH que, lógicamente, no podía faltar a su cita con el homenaje a esta singular investigadora navarra que, recientemente, y con justicia, aparecía en la sección "Pioneras" de la sensacional homepage del proyecto "ArqueólogAs: recuperando la memoria: recorridos femeninos en la historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX)", que dirige Margarita Díaz-Andreu, de la Universidad Complutense de Madrid.


En la misma mañana del acto de presentación del volumen, que fue también un sentido y emotivo homenaje a la trayectoria de esta arqueóloga, Diario de Navarra nos contactó para glosar la trayectoria de Mercedes Unzu, glosa que apareció después recogida en la noticia que, el 14 de marzo, y sólo en la edición en papel, publicaba el diario de mayor tirada en la comunidad foral haciendo justicia, también, con ello a la expectación que, como se ha dicho, concitó el acto al que -como muestran las fotografías sobre estas líneas, de Manuel Castells, de la Universidad de Navarra y, también la publicación que, sobre el mismo, hizo el perfil de la Facultad en Instagram- acudió un centenar largo de personas que abarrotó el salón de actos que el Museo de Navarra, generosamente, había cedido para la ocasión. 

Razones para ese éxito de público no faltan y es que resulta evidente que el nombre de Mercedes Unzu está desde hace décadas inseparablemente unido a algunos de los iconos de la Arqueología navarra. Sin ánimo de exhaustividad sus recurrentes trabajos sobre Iturissa (Espinal) (Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013, con los trabajos previos), sobre el abastecimiento hidráulico a Andelo (Trabajos de Arqueología Navarra, 7, 1988), sobre Pompelo -cuyo conocimiento se vio notablemente estimulado por los trabajos del Gabinete TRAMA, que ella misma promovió y dirigió hasta su reciente jubilación (véase puesta al día en RAMÍREZ SÁDABA, J. L., y GARCÍA-BARBERENA, Mª., "Pompelo", en Ciudades romanas de Hispania. II, Roma, 2022, pp. 139-150)-, sobre Roncesvalles (Relics, shrines and pilgrimages: sanctity in Europe from Late Antiquity, Londres, 2020, pp. 78-91) o sobre la Catedral de Pamplona (Arqueología en la Catedral de Pamplona, Pamplona, 2021) son, entre otros, de auténtica referencia además, como ya se ha dicho, de su sistematización sobre la cerámica engobada (Trabajos de Arqueología Navarra, 1, 1979), profusamente citada y manejada por ceramólogos y arqueólogos. Sin embargo, nos parece que la trayectoria de un investigador, más allá de sus aportaciones, deja una huella, también, en el mundo académico por el modo cómo se enfrenta a los retos de la disciplina, en este caso, de la Arqueología -sobre algunos de cuyos retos hemos hablado en este espacio en la serie de entradas "Archaiología"- pero, también, de las Ciencias de la Antigüedad sobre cuyos retos disciplinares también nos hemos ocupado ocasionalmente -por ejemplo en "Meditatio et labor"- en Oppida Imperii Romani. Y nos parece que puede resultar conveniente glosar esos retos a partir del modo cómo, nos parece, Mercedes Unzu les hizo frente abriendo así, a nuestro juicio, un inspirador camino a todos los que, todavía, tenemos por delante años de ejercicio profesional en este apasionante -pero, también a veces, desagradable y proceloso- mundo de los studia Antiquitatis.

[1.] Lo local en lo global. La ciencia arqueológica está, necesariamente, muy pegada al terreno y, por tanto muy territorializada. Algo que, desde luego, es todavía más evidente en nuestro país en que se constata, también a efectos normativos en la legislación sobre patrimonio cultural, un peso tan fuerte del estado autonómico. En ocasiones, a los investigadores nos cuesta entender que aquello que la investigación pone al descubierto en nuestros yacimientos no constituye un unicum o un islote aislado en nuestras evidencias sino que, seguramente, se conecta con una serie de fenómenos globales que marcaron los periodos históricos en que se fue configurando el que constituye nuestro registro material del pasado. Ese peligro de lo que podríamos llamar una relativa "miopía" en la investigación acecha, quizás más -como vimos en otra entrada de este blog, "A vueltas con la Arqueología"- a la denominada Arqueología de gestión o empresarial en la que las urgencias de los plazos, de la facturación y de los propios estándares del negocio, dejan poco margen, muchas veces, al sosiego que debe acompañar a la investigación histórica que no es otra cosa sino eso la Arqueología. La Arqueología es, por esencia, además, una disciplina tanto acumulativa como comparativa y, por eso, pocas ciencias humanas como ésta permiten un cruce más oportuno -y siempre necesario- de lo local con lo global a partir de la búsqueda de paralelos que expliquen lo que atestiguamos y lo saquen de ese carácter, siempre tentador, de convertirlo en algo extraordinario, único, exclusivo. Y Mercedes Unzu, de hecho, ha sido un buen ejemplo -junto con los equipos que ha sabido crear a su alrededor, como se verá más adelante [2.]- de cómo una buena investigación se hace a partir de la contextualización de los fenómenos locales en los paradigmas globales de interpretación del pasado. Sus miradas constantes al resto de territorios del valle del Ebro y a las áreas transpirenaicas, su propio interés por la producción local de la cerámica engobada pero, siempre, adecuadamente puesta en contexto con las otras producciones con que ésta convive en los centros-receptores y su deseo, contrastadísimo, de poner al servicio de los expertos cada nuevo hallazgo, cada nuevo dato, son buenas prácticas para -junto con su constante presentación, en congresos internacionales, de sus investigaciones- imitar en nuestro afán por arrojar luz sobre los tiempos antiguos y, en particular, sobre la vida urbana en esos mismos tiempos antiguos, tema éste que también ha dado notablemente sentido, y coherencia, a la prolífica -como ya se dijo- y heterogénea producción científica de Mercedes Unzu.

[2.] Equipos mestizos, abiertos y plurales. Pocas disciplinas son tan cainitas como la Arqueología. Los celos y las envidias, los desencuentros entre la empresa, la administración y la Universidad y los deseos, a su vez, de cada una de estas instituciones, por estar a la vanguardia -y presentarse socialmente así- de la investigación y de la dinamización del patrimonio arqueológico y por medrar en un absurdo y competitivo tour de force, hacen que sea un mundo en el que -contra lo que podría parecer a simple vista en una visión romántica sobre la profesión- no siempre resulta fácil generar sinergias. En medio de esa situación y, también, en el marco de las dos velocidades que tiene la Arqueología de investigación y la Arqueología de gestión o empresarial, para muchos arqueólogos, abrir sus equipos y reconocer que necesitan de expertos que amplíen sus competencias analíticas de los materiales arqueológicos, de los contextos en que aparecen y de los problemas a los que ambos señalan se considera síntoma de debilidad y se percibe como una puerta abierta a injerencias, a veces desde el mundo científico, en un ejercicio profesional, el de arqueólogo, que mira no pocas veces con recelo a la Academia. Sin embargo, la superespecialización de nuestro tiempo, la necesidad de miradas holísticas al registro arqueológico y la interdisciplinariedad hacen necesaria, inexcusable, podría decirse, esa capacidad de diálogo entre empresa y Universidad entre Arqueología profesional y Arqueología de investigación. Un diálogo éste propio de la Arqueología moderna y que debe conducir, siempre, a la generación de equipos compactos y, también, solventes pero, necesariamente, abiertos. Precisamente, a lo largo de su dilatada carrera profesional, Mercedes Unzu ha firmado asiduamente trabajos con epigrafistas (Pablo Ozcáriz o Javier Velaza), con historiadores de la Antigüedad (María J. Peréx), con medievalistas (Julia Pavón o Carmen Jusué) y, naturalmente, con los arqueólogos que, durante años, han formado parte de su equipo de trabajo más directo, María García-Barberena, José Antonio Faro, Carlos Zuza y Nicolás Zuazúa, entre otros, además de, naturalmente, Mª Ángeles Mezquíriz, a cuyo abrigo se formó Unzu en la época en que ésta era directora del Museo de Navarra y cuyo homenaje (Trabajos de Arqueología Navarra, 17, 2004) tuvo a bien, junto con María J. Peréx, promover, siendo ahora la propia Mezquíriz la que presenta (pp. 13-14) el volumen citando un pasaje (15) del De amicitia de Cicerón. También Mercedes Unzu ha sido un ejemplo en esa capacidad de crear equipos y así lo muestra su historial investigador que se recoge (pp. 33-48) en la primera sección del libro que nos ocupa. Para muestra, un botón. Precisamente, una de las contribuciones del libro, "El color de Pompelo. Primera aproximación al estudio del marmor empleado en la ciudad romana. El área del foro" (pp. 219-250), donde Mercedes Unzu también aparece como firmante, nos parece un buen ejemplo de cómo cuando esa colaboración se hace en aras de ceder a los expertos el estudio de materiales sobre los que, por su propia especialización, tienen más que decir, la novedad y profundidad de las conclusiones está garantizada.

[3.] La generación de conocimiento histórico. En los últimos años, y más en un territorio como el actualmente navarro, se han desarrollado abundantes obras públicas y especialmente, si cabe, en una ciudad como Pamplona que ha sido, de hecho, el centro de actividad fundamental del Gabinete TRAMA fundado por Mercedes Unzu y convertido, de hecho, en una de las primeras empresas de Arqueología de nuestro país al arrancar en los primeros años 80, un poco antes, por tanto, del boom de este tipo de sociedades. Contra lo que ha sucedido en otras ciudades -en las que siempre ha sido difícil, ¡también en Pamplona!, el equilibrio entre el patrimonio arqueológico, la conservación de éste, el crecimiento urbano y el incremento del conocimiento histórico- la acción de TRAMA, generalmente, ha terminado en publicaciones que han mejorado notablemente, como indicábamos antes en algunos de los títulos traídos a colación, nuestro conocimiento de la Pamplona antigua, prelatina y romana, algunos firmados por la propia Mercedes Unzu, otros por algunos de los que, colaboradores de su equipo, antes fueron citados. Esta labor pone de manifiesto que, efectivamente, cuando hay voluntad, incluso el seguimiento de excavaciones de urgencia en los cascos históricos puede ponerse al cabo de la comunidad científica para realizar esa Arqueología integral que, de nada sirve, si no devuelve a la sociedad, y a la ciencia histórica, las conclusiones de estas, muchas veces heroicas, intervenciones arqueológicas en seguimientos urbanos. Y en eso, la acción de TRAMA, y de Mercedes Unzu en la dirección de este gabinete arqueológico -muy orientado, también, a la difusión y socialización patrimonial-, ha resultado muy inspiradora y es, desde luego, un referente de deseable réplica.

La edición de un libro como el que ha inspirado esta entrada deja, también, algunas reflexiones que trascienden al personaje al que el libro va dedicado y que, aunque puedan parecer circunstanciales, se nos antoja pertinente glosar aquí, cerrando esta entrada. La primera tiene que ver con una satisfacción académica: ha sido un auténtico placer dar entrada, en la excelente coordinación editorial del volumen, a Javier Martínez Sarasate, buen alumno de una de las primeras promociones del Grado en Historia con Diploma en Arqueología que ofrecemos en la Universidad de Navarra y que en estos últimos meses ha sido, además -y lo sigue siendo- el rostro de las visitas guiadas a la ciudad vascónica y romana de Santa Criz de Eslava. Facilitar que, en recompensa a su meticuloso trabajo editorial, cuente ya en su historial académico con un volumen científicamente editado por él es, sin duda, una alegría que augura una fructífera carrera científica en los años venideros. Ése es, al menos, nuestro deseo. La segunda reflexión, sin embargo, no es tan agradable. Antes de solicitar a la Facultad de Filosofía y Letras y a la SECAH apoyo económico para hacer posible la edición, los coordinadores del volumen nos pusimos en contacto con las instituciones forales y, en particular, con la Dirección General de Cultura/Institución Príncipe de Viana. Por el servicio que, en todos estos años de profesión, Mercedes Unzu ha prestado a la Arqueología de Navarra nos parecía que el Gobierno de Navarra podría tener interés en rendirle homenaje alojando éste en alguna de sus publicaciones. La respuesta fue desoladora: ya no se publican homenajes en sus órganos editoriales ni se promueven estos con fondos propios del Servicio de Publicaciones que apenas reserva una partida, en este sentido, en la convocatoria de ayudas a la edición que se resuelve en concurrencia competitiva y al margen de intereses estratégicos o de oportunidad académica. La respuesta puede parecer coherente en el tono general de austeridad que, en buena lógica, se ha impuesto en las administraciones públicas, pero resulta totalmente obscena si se echa un vistazo a algunas de las recientes publicaciones que, esa misma institución, ha puesto en marcha y ha difundido casi con coste 0 para instituciones y estudiosos, y sobre las que, cuando menos, es legítimo dudar sobre su conveniencia, su originalidad, su rigor, su utilidad y su oportunidad. El órgano cultural que representa a todos los navarros ha perdido, una vez más, una inmejorable oportunidad de rendir homenaje, tributo, a quien tanto lo ha merecido en estos años trabajando, además, por la promoción y conservación del patrimonio cultural de Navarra. En cualquier caso, negativas institucionales aparte, ahí está el homenaje y es magnífico, además, que éste, como dijimos, lo hayan hecho posible -con la excelente labor editorial de EUNSA, Ediciones Universidad de Navarra- dos instituciones tan vinculadas a la biografía profesional de Mercedes Unzu, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, en cuyo Seminario de Arqueología dio ella sus primeros pasos como investigadora y la Sociedad de Estudios para la Cerámica Antigua de Hispania cuyos congresos periódicos ha secundado y animado notablemente en los últimos años. En el enlace que figura arriba, bajo la foto de la cubierta puede adquirirse el volumen, tanto en formato papel, en una edición sobria pero elegante, como en formato ebook. Las múltiples novedades que éste trae lo convierten en un volumen que tendrá, seguro, un largo recorrido editorial del que, seguro, se sentirá muy satisfecha Mercedes Unzu a cuyo homenaje van dedicados los estudios que reúne.

SORIONEKU (y IX)


[Fig. 5 del artículo publicado en Antiquity, 98, 2024, sobre el contexto arqueológico de la mano de Irulegi, con secuenciación del momento del hallazgo al posterior a su limpieza y restauración] 

En noviembre de 2022, con notable expectación mediática y en un acto retransmitido en streaming por Aranguren Televisión, la Presidenta del Gobierno de Navarra dio a conocer, acompañado de los arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de los lingüistas Joaquín Gorrochategui y Javier Velaza, el hallazgo, en junio del año anterior, en el monte Irulegi de "una mano de bronce con la inscripción en lengua vascónica más antigua que se conoce hasta la fecha", como entonces se dijo, la ya conocidísima "mano de Irulegi". El extraordinario impacto mediático que tuvo la noticia nos llevó a, en ese mismo mes, abrir en Oppida Imperii Romani la etiqueta "Sorioneku" de la que ésta es ya la novena entrega y que ha tenido notable éxito contando cada una de las anteriores con miles de visitas y varios comentarios. Aunque hoy parece que -a tenor de la editio princeps del texto, presentada en la revista Palaeohispanica (23, 2023, pp. 267-293) en diciembre de 2023- conviene leer en la l. 1 de la citada inscripción mejor sorioneke que sorioneku, optamos por mantener la segunda opción en el título de nuestra serie. Una serie para la que, dicho sea de paso, a cada entrada que escribíamos, hemos deseado y creído, de hecho, que sería la última. Algo que la evolución de los acontecimientos nos ha demostrado que era, sólo, un deseo imposible. Esta lámina de bronce con cuatro líneas esgrafiadas en texto paleohispánico habrá de depararnos, todavía, muchos titulares, no pocas alegrías y, sobre todo, momentos de buena, y discutida, ciencia pero, también, de impropio y manipulado apasionamiento justo lo contrario de lo que debe ser la actividad científica presidida por la mesura, la prudencia y el diálogo.

Y es que, el pasado mes de febrero, la mano de Irulegi ha vuelto a estar de actualidad por, al menos, dos razones que justifican, de hecho, esta nueva entrega de la serie que, algún día, acaso deberemos publicar en otro formato de mayor impacto que el de este blog. La primera razón, la declaración de la pieza, en acuerdo de Gobierno de Navarra del 14 de febrero, como Bien de Interés Cultural en la categoría de bien mueble, el primero, de hecho, con esta modalidad en Navarra. La segunda la publicación en la revista de la Universidad de Cambridge Antiquity (98, 2024, pp. 66-84), del contexto arqueológico detallado de la pieza con nuevas reflexiones en torno a la lengua en que ésta fue escrita y al papel de la misma en la epigrafía "vascónica". Si la publicación del decreto de declaración del objeto como BIC se hizo en el Boletín Oficial de Navarra de 27 de febrero, el impacto mediático del artículo de Antiquity ha sido equiparable al que ha acompañado a este singular objeto arqueológico en estos últimos dos años y se ha extendido a lo largo de la segunda quincena del citado mes. De nuevo, El País, en la serie de reportajes sobre Arqueología que publica Vicente G. Olaya, ha hecho balance de lo que sabemos sobre este ya insigne documento epigráfico y, también, la prensa local, tanto Diario de Noticias -que titulaba "La prestigiosa revista Antiquity tiende la mano de Irulegi al mundo"- como Diario de Navarra -co titular más mesurado- se han hecho eco, con tono, por tanto, diferente, de las conclusiones del citado trabajo. A tenor de la serie de artículos que, en Diario de Navarra, hemos venido publicando sobre el documento y su transferencia a los circuitos científicos y, también, políticos -tanto de política cultural como de política partidista- tuvimos, incluso, ocasión de valorar la importancia de la feliz declaración de la pieza como BIC en los micrófonos de COPE Navarra.

Pero es que, además, febrero ha sido el mes en que, como ya sucediera en enero de 2023 en la conferencia "Sorioneku: la Navarra del siglo I (a. C y d. C.) y los antiguos Vascones" organizada por la Asociación Pompaelo en el Civivox de Iturrama -cuyo salón de actos se quedó pequeño- hemos tenido la oportunidad, en un acto organizado por la Sociedad de Estudios Históricos de Navarra, dictar una conferencia titulada "La mano de Irulegi y los Vascones: del mito a la ciencia" en la que repasamos con pormenor todo el iter mediático y científico que ha acompañado a esta mano y, en parte, compartimos las conclusiones de lo que hemos ido vertiendo en las distintas entradas de Oppida Imperii Romani dedicadas a este documento en lengua paleohispánica acaso el más mediático de los pocos que pertenecen a ese insigne repertorio. Aunque la idea de la organización de la citada conferencia era la de, como se hizo en la charla de enero del 2023, grabarla y subirla al recomendable canal de vídeos en YouTube de la propia Sociedad de Estudios Históricos, algunos problemas técnicos frustraron esa intención. En cualquier caso, nos parece que la generosa noticia que, de la misma, publicó, al día siguiente, 1 de marzo de 2024, Diario de Navarra en pluma de Jesús Rubio, y esta entrada, suponen un buen resumen de lo esencial de cuanto fue tratado en la misma y que podría glosarse, de modo ordenado, en los puntos que se recogen más abajo. El salón del Nuevo Casino de Pamplona, en la céntrica Plaza del Castillo, en Pamplona, se quedó pequeño para acoger al centenar largo de personas que acudieron a la conferencia como demuestra la sensacional fotografía de Jesús Garzaron, de Diario de Navarra, que aquí abajo compartimos y, también, las que en su perfil de twitter, publicó la propia Sociedad de Estudios Históricos de Navarra en el transcurso de la sesión.



En primer lugar [I.] es evidente que, dado que, como de hecho se señala en los artículos en Palaeohispanica y Antiquity antes enlazados, faltan evidencias para trazar una conexión clara entre la lengua en que está escrita, esgrafiada sobre el bronce, la inscripción de la mano y el vasco actual, el diseño de la expresión "lengua vascónica" ha resultado uno de los más felices resultados científicos, y, en este caso, de semántica científica, y lingüística, que han acompañado al hallazgo de este singular objeto y a la investigación que, sobre él, se ha vertido. Si a la lengua de los íberos la llamamos "lengua ibérica" y a la de los celtíberos "lengua celtibérica", era lógico -y conveniente- diseñar el sintagma "lengua vascónica" para referirse a la lengua de los Vascones aunque, como veremos en [III.], con matices. De esta manera, evitamos términos como "paleovasco", "lengua euskara", "eusquérico" o "vasco-aquitano" que se habían venido usando profusamente en la bibliografía hasta la fecha si bien no convendrá, acaso, aislar el último dada la mucha mayor presencia de antroponimia y teonimia vascónica en la vertiente norte -aquitana- que en la sur -vascónica- del Pirineo como recordaba no hace mucho un artículo de Joaquín Gorrochategui en Palaeohispanica (20, 2020, pp. 721-728). En segundo lugar [II.] quizás será, en adelante, conveniente seguir hablando de "adaptación del signario ibérico" -como se dijo en los primeros momentos inmediatos a la aparición de la mano- que de un "signario vascón" como afirmaba el decreto de declaración de la mano de Irulegi como Bien de Interés Cultural. Nos parece que no es lo mismo que un grupo étnico adapte un signario con caracteres principalmente tomados del ibérico e incorpore a él apenas un par de signos adaptados para expresar fonemas que no existían en la lengua ibérica y sí en la vascónica, que atribuir carta de naturaleza de "signario" a esa sencilla -pero muy sugerente e históricamente relevante- adaptación. Además, [III.] pese al acierto del término "lengua vascónica" nos parece que debemos huir de la identificación, que social y mediáticamente sí se ha hecho, entre "lengua vascónica" y "lengua de los Vascones". Sabemos, fundamentalmente por un pasaje de Tito Livio, que había un Vasconum ager en el entorno de Calagurris y es en ese contexto, in confinio Beronum, "en el límite de los Berones", como dice el texto liviano, en el que se ha producido el hallazgo -especialmente en La Custodia de Viana (Navarra)- de un buen número de textos escritos sobre bronce -hasta nueve-, fundamentalmente téseras de hospitalidad, todos ellos, además, en lengua celtibérica lo que obliga a hacer evidente la matización de que aunque existiera una "lengua vascónica" en territorio vascón ésta no fue la única hablada entre los Vascones donde, más verosímilmente, las evidencias, como se afirma en algunas de las contribuciones del dossier publicado en Fontes Linguae Vasconum (136, 2023, pp. 485-637) que centró una entrada anterior de esta serie, apuntan a que el multilingüismo debiera ser la nota lingüística predominante, con evidencias de lengua vascónica, sí pero, también, de lengua indoeuropea. [IV.] Por más que la inscripción de Irulegi constituya la primera manifestación escrita de unos Vascones a los que se tenía por ágrafos y por más que el documento inspire los más profundos sentimientos identitarios del imaginario social navarro, vasco-navarro o vasco, el soporte empleado (bronce), el procedimiento técnico de esgrafiado de sus letras (a través de líneas guía de ordinatio y combinando un primer trazo esgrafiado, en línea, y un segundo trazo en círculos) y la propia función votiva de la pieza -dedicada a la fortuna, expresada con el dativo sorioneke, en lengua vascónica- no son sino una prueba clara de que los Vascones de Irulegi conocían el uso del medio epigráfico que fue consustancial a la cultura romana y, además, estaban en contacto con usos próximos del mismo como el grabar los caracteres en círculos -propio del ámbito indoeuropeo, vecino del vascónico hacia el sur y hacia occidente- o con el propio signario, y hasta el concepto de la mano cortada, procedentes, ambos, del, también vecino, ámbito ibérico, en este caso de los que eran sus vecinos al este, los iberos. Convendría, pues, como ya hiciéramos nosotros en el primer artículo que, en noviembre de 2022, publicamos en Diario de Navarra, sobre el tema -y que fue recogido en una entrada anterior de esta serie- poner de relieve que la mano de Irulegui, en realidad, es una radiografía de la notable diversidad étnica y lingüística del solar de Navarra en la Antigüedad, diversidad a la que, como elemento característico sobre los Vascones, venía apuntando la investigación reciente, tal como demostramos en el post "Navarrorum", otro de los más leídos de este blog. [V.] Ha de tenerse en cuenta que las ciencias de la Antigüedad trabajan con evidencias y que éstas, acumuladas, adquieren capacidad de generar conocimiento histórico. A más evidencias, ese conocimiento, siempre en construcción, es más firme y nos acerca más, si cabe, a la verdad histórica, no siempre posible, como sabemos, cuando se trata de la Historia Antigua. Si se construye un relato -que no una "verdad"- sin las evidencias suficientes éste acaba por generar exactamente eso, un mito que sólo nuevas evidencias pueden aupar al rango de verdad científica. Sobre la mano de Irulegi se ha creado el mito social de ser el primer texto escrito en euskera con que se cuenta en Navarra -cuando ya remitían a la lengua vascónica algunos nombres de, por ejemplo, el bronce de Áscoli y, además, no existe acuerdo entre los lingüistas ni en la lengua en que está escrito ni en la conexión de ésta, si es la vascónica, con el vasco actual- y el de convertirlo en la prueba de una literacy, de un hábito escriturario, desconocido hasta ahora para los antiguos Vascones -de ahí el mérito del documento, o, al menos, uno de ellos- que, aunque se incremente un poco con los instrumentos de escritura -un stylus en hueso- y esgrafiados -dos sobre fondos de cerámica- localizados en las excavaciones de Irulegi en el mismo contexto en el que apareció la mano, sigue siendo notablemente exigua frente a la literacy que sí demuestran las poblaciones ibéricas o celtibéricas contemporáneas y se operó, sencillamente, en una clara consecuencia de la emulación de la cultura escrita de los Romanos y de los pueblos del entorno que recibieron aquélla, también, de éstos últimos. 


Impartir conferencias sobre cualquier tema que resulte atractivo socialmente -como, desde luego, lo es, al menos en Navarra la mano de Irulegi- y hacerlo, además, de forma abierta y transparente, científica, tiene siempre premio. Y en esta charla, el premio fue doble, o triple, si se tiene en cuenta la expectación que concitó y el numeroso público que congregó. Por un lado, al día siguiente, recibimos un correo de una buena estudiante del Grado en Historia y Relaciones Internacionales que ofrecemos en la Universidad de Navarra, y que asistió a la charla, en el que nos felicitaba por la conferencia y manifestaba que su contenido le había servido para descubrir que "todo lo que creía que sabía, y había aprendido sobre los Vascones en el colegio, era mentira", algo que nos recordó los resistentes tópicos que, sobre esta etnia histórica de la Antigüedad siguen vigentes en el ámbito escolar y que hemos denunciado, en, al menos, dos entradas recientes, con bibliografía, de este blog, "Sorioneku (y VI)" y "Dein Vascones". Pero, como segunda recompensa, entre las múltiples preguntas que se formularon al final de la charla -tanto las públicas como las privadas- un asistente, colega en la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra, nos preguntó por una de las pocas inscripciones paleohispánicas que, hasta ahora, habían sido localizadas en el entorno de Irulegi y que, junto con el mosaico de Andelo y la adaptación de algunos elementos del signario ibérico atestiguada en las leyendas monetales de algunas cecas del denominado "grupo vascón", se venían esgrimiendo como evidencias del uso de la escritura por los Vascones. Nos referimos al bronce de Aranguren, recuperado en los primeros años noventa en búsquedas irregulares en las proximidades del monte Irulegi y conservado, hasta donde nos consta, en el Museo de Zaragoza y de cuya inscripción delantera ofrecemos imagen, en foto, tal como obra en el Banco de Datos de Lenguas Paleohispánicas Hesperia, de siempre recomendable consulta y en cuyo motor de búsqueda, por cierto, no aparece todavía una categoría de "lengua vascónica". A este colega le interesaba conocer algo más sobre la pieza -en particular sobre las circunstancias, oscuras e irregulares, de su hallazgo- y nos comprometimos a volver sobre su editio princeps y enviarle lo esencial de la misma (BELTRÁN LLORIS, F., y VELAZA, J., "Una nueva inscripción ibérica sobre bronce (Aranguren, Navarra)", en ADIEGO, I. J., SILES, J., y VELAZA, J. (eds.), Studia Palaeohispanica et Indogermanica J. Untermann ab amicis Hispanicis oblata, Barcelona, 1993, pp. 89-99).

 

"El interés de esta fragmentaria pieza deriva ante todo de su lugar de aparición así como de su carácter híbrido, al tratarse de una inscripción grabada con una técnica y sobre un soporte del todo inhabituales en la epigrafía ibérica (...) La mixtura cultural señalada para el territorio vascónico y el contexto histórico en el que parece inscribirse el bronce de Aranguren proporcionan un telón de fondo adecuado para explicar el carácter híbrido ya mencionado que exhibe este epígrafe. A pesar del carácter fragmentario de nuestro texto parece poder afirmarse a partir de las comparaciones léxicas (...) que se trata de un documento en lengua ibérica, si bien debe reconocerse también que ninguna de ellas resulta del todo concluyente (...). La reciente llamada de atención a propósito de la posible utilización del ibérico como lengua vehicular por hablantes de otras lenguas (...) resulta de particular interés para el ámbito vascónico de mixtura lingüística demostrada. Pero, por otra parte y desde el punto de vista epigráfico, resulta anómala la utilización para un texto ibérico tanto de un soporte de bronce, excepcional en su tradición epigráfica, como de la técnica de punteado para grabar los signos, igualmente inhabitual. Por el contrario ambos son normales o incluso preponderantes en la epigrafía celtibérica -caso de las téseras de hospitalidad y de las tabulae de bronce- y en su modelo inmediato, la latina, que ofrecen un buen número de ejemplos de uso de los mencionados soporte y técnica de grabación. Todo lo dicho parece indicar que, a pesar del carácter ibérico de la lengua, el bronce de Aranguren forma parte de una tradición epigráfica distinta, celtibérica o latina, que pone bien de manifiesto tanto las peculiaridades como la condición de trifinium cultural del territorio vascónico (...)"

No deja de ser curioso cómo esta afirmación (pp. 95-97), que resultaba parte fundamental de la communis opinio sobre los dominios lingüísticos en territorio vascón y sobre el hábito escriturario de los antiguos Vascones hace apenas unos años, se haya sacado completamente del debate mediático y político que, con inusitada expectación, ha seguido a la presentación en sociedad de la mano de Irulegi y que su contenido -que, en esencia, fue una de las partes de lo que reivindicamos en nuestra charla del 29 de febrero pasado- sea hoy motivo de escándalo para algunos. En la filosofía de dejar hablar a los expertos -que impregnó gran parte de la conferencia y de la mayor parte de las cosas que, también en Oppida Imperii Romani, hemos escrito sobre el particular- nos parece oportuno cerrar este post con esa cita dedicándola de modo muy especial, y cariñoso, a quienes, asistiendo a la charla, se dedicaron a comentar, entre cuchicheos, durante ella, cada cosa que sostuvimos y que, sin embargo, a la hora del verdadero debate científico, el momento del turno de preguntas, prefirieron guardar silencio acaso porque, en ellos -como en parte de la manipulada opinión pública- puede también más el mito que la ciencia, ciencia a la que, si queremos ser serios, en todo lo que respecta al estudio y a la difusión en medios de lo que la mano de Irulegi dice, nos parece deben añadirse las cinco matizaciones antes numeradas.