DEIN VASCONES



[Mapa recogido en libro de texto de 1º ESO, de Ciencias Sociales: Geografía e Historia, de la Editorial Anaya (2015) elaborado, en los contenidos relativos a Navarra, por el geógrafo Juan José Calvo y los historiadores Román Felones e Iñigo Mugueta]

"Desde 2006 prácticamente, en mi historial investigador, no ha habido año en que los Vascones no hayan formado parte de mi preocupación investigadora bien en forma de artículos, conferencias -algunas, además, volcadas en mi perfil de SlideShare, como ésta- o, incluso, posts en este mismo blog (éste puede servir de ejemplo al tiempo que proporciona más material sobre algunas de las cuestiones que aquí van a discutirse)". Esto -que sirve como contexto, también, para esta nueva entrada- escribíamos en nuestro blog hace ya seis años. Lo hacíamos en uno de los posts más leídos de Oppida Imperii Romani -con más de 4000 visitas- y que alimenta, de hecho, una de las etiquetas, la de Vascones, de mayor impacto social a tenor del número de lectores que suscitan sus entradas. El post en cuestión lo compusimos con motivo de nuestra visita, en septiembre de 2017, a la exposición "Navarrorum: Euskararen gaineko dokumentu nafarren bi mila urteko ondarea / Dos mil años de documentos navarros sobre el euskera", que entre septiembre y diciembre de ese año acogió el Archivo Real y General de Navarra. De esta exposición, lo hemos sabido estos días, se ha publicado un catálogo que ha contribuido, si cabe, a amplificar el alcance de algunas de las imprecisiones y generalizaciones en que, a nuestro juicio, incurría el discurso de la muestra.

Dando razón a lo que afirmábamos en 2017, este año de 2022 también ha arrancado con atención investigadora a los Vascones de las fuentes antiguas los mismos a los que hemos dedicado hasta tres misceláneas con participación de diferentes colegas que, en cierto modo, entre 2006 y 2013, han contribuido a dinamizar la cuestión (Navarra en la Antigüedad: propuesta de actualización, Pamplona, 2006; Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia histórica de la Antigüedad peninsular, Barcelona, 2009 y Entre Vascones y Romanos. Sobre las tierras de Navarra en la Antigüedad, Pamplona, 2013) y sobre la que hemos vuelto (pp. 63-187, esp. pp. 63-64 y 129-130) en la reciente Opera selecta de Mª Jesús Peréx Agorreta (Madrid, 2021), una de las grandes estudiosas de la cuestión en las dos últimas décadas del siglo XX. La razón de nuestra atención, en estas últimas semanas, a esa "controversia vascona" la ha brindado nuestro colega de la Universidad del País Vasco Antonio Duplá que coordina un número monográfico, de los Anejos de Veleia, sobre la cuestión que esperan pueda ver la luz en la segunda parte del año en curso y en el que ha tenido a bien invitarnos a participar.

En esta ocasión, y aunque el lector de este post deberá esperar a la publicación del volumen -que, oportunamente, se anunciará y que reunirá contribuciones de casi todos los colegas que han trabajado sobre la cuestión en las últimas dos décadas- hemos decidido contribuir a él realizando una aproximación al "imaginario colectivo" con el que los Vascones son conceptualizados por la sociedad de Navarra y del País Vasco no ya en los últimos años sino, prácticamente, desde los escritos primordiales de eruditos del XVIII, del XIX y de comienzos del XX como Arnaldo de Ohienart, José de Moret, José Yanguas y Miranda (de su visión del asunto ya nos ocupamos en nuestra contribución a Navarra: memoria e imagen. Actas del VI Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, 2006, pp. 23-42) o Julio Caro Baroja (sobre él sigue siendo útil el número monográfico de Revista de Historiografía, 4-1, 2006) todos bien conocidos por cualquiera que, en alguna ocasión, se haya aproximado a la cuestión. Y lo hemos hecho porque, es cierto, se ha ido operando respecto del asunto un cierto "frentismo historiográfico" -como lo ha llamado acertadamente el reciente trabajo de LANZ, J., Los vascones y sus vecinos (siglos II a. C.-VIII d. C.), Pamplona, 2020, p. 18)- que, en cualquier caso, no ha sido sólo historiográfico sino que tiene, también, un cierto carácter social -cuando no político- como anteriores -y recientes- posts de este blog han venido a demostrar. En parte, ya nos aproximamos al tema en un artículo del tercero de los volúmenes de recopilación arriba citado (Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013, pp. 355-383) en el que trazamos algunos de esos rasgos a partir de las publicaciones escolares, didácticas, al uso en la Navarra de hace unos pocos años. Un escrutinio realizado, para este nuevo trabajo, en estas últimas semanas ha permitido comprobar que, efectivamente, algunos aspectos de ese "imaginario" se han matizado ligeramente en los últimos años -luego indicaremos cuáles- pero otros siguen fieles a cuestiones historiográficas que nacen de una esencialista, e interesada, interpretación de las fuentes antiguas y que parecen obviar lo que ya en los últimos años noventa un sagaz trabajo de J. J. Sayas puso de relieve, que, seguramente, la etnia histórica de los Vascones fue un constructo de Roma que, además, "no se deja confundir, totalmente, con el pueblo vasco antiguo y moderno" (SAYAS, J. J., "Algunas cuestiones relacionadas con la etnia histórica de los Vascones", en RODRÍGUEZ NEILA, J. F., y NAVARRO, J. (eds.), Los pueblos prerromanos del norte de Hispania: una transición cultural como debate histórico, Pamplona, 1998, pp. 89-140, esp. p. 90; a este respecto es muy útil la digresión que este autor desarrolla en la nota 2 de un trabajo suyo publicado en Espacio, Tiempo y Forma. Serie 2. Historia Antigua, 15, 2004, pp. 139-166 donde deja claro que los términos "vascón" y "vasco" no son equiparables) pese a los esfuerzos que, históricamente, se han hecho al respecto y a que, en parte, el atractivo de los antiguos Vascones descanse en parte sobre esa interesada identificación.

A día de hoy, parece que algunos se empeñan -insistimos, y lo vimos ya en nuestro post sobre "Navarrorum"- en mostrar a lo Vascones con los siguientes cinco rasgos que definirían esa imagen social que estos tienen en el imaginario popular vasco-navarro: [1] como un pueblo emparentado directamente con el vasco actual; [2] cuya lengua, resistente a la Romanización y al paso del tiempo, fue el euskera (aunque hoy sabemos que ésta no fue ni la única ni la mayoritaria en la zona, como han demostrado J. de Hoz o B. Prósper o F. Villar, a los que "hacíamos hablar" en el post enlazado varias líneas atrás); [3] una lengua cuya dispersión, más tarde, por el País Vasco actual -pues no constan evidencias del mismo en esa zona durante la Antigüedad Clásica (para los registros lingüísticos de la zona es muy útil VELAZA, J., "El vasco antiguo y sus vecinos según la epigrafía", en IGARTUA, I. (ed.), Euskara eta inguruko hizkuntzak historian zehar, Vitoria, 2012, pp. 75-84)- habría justificado el carácter también vasco de caristios, várdulos y autrigones, los pueblos antiguos de esa zona cuyo registro onomástico y toponímico, sin embargo, remite a un contexto indoeuropeo (RAMIREZ SÁDABA, J. L., "Las ciudades vasconas según las fuentes literarias y su evolución en la tardoantigüedad", Antigüedad y Cristianismo, 23, 2006, pp. 185-199, esp. pp. 194-196); [4] que, además, fue un pueblo no homogéneo no porque su nota característica -como se ha señalado sobradamente recientemente (véase, por ejemplo, PINA, F., "Sertorio, Pompeyo y el supuesto alineamiento de los Vascones con Roma", en ANDREU, J. (ed.), Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la Antigüedad peninsular, Barcelona, 2009, pp. 159-214, esp. pp. 205-213)- fuera la diversidad étnica -con un espacio compartido con poblaciones ibéricas y, especialmente, indoeuropeas- sino porque, en él, se afirma que existían dos espacios diferenciados, el saltus Vasconum, boscoso, apenas romanizado y sin evidencias de la vida urbana -contra lo que los trabajos, por ejemplo, de Aranzadi, están demostrando en Espinal-Burguete (MARTÍNEZ-TXOPEREA, J. M., y ZUBIRIA, R., "La vía de Hispania a Aquitania en el paso del Pirineo por Ibañeta: resultado de la investigación sobre la calzada romana desde Campo Real-Fillera a Donezaharre/Sain-Jean-le-Vieux", en Erromatar garaiko galtzadak Aintzin Arona. Jardunaldiak - Jornadas sobre las calzadas romanas en la Antigüedad, Aritz-Burguete, 2017, pp. 151-204)- y el ager Vasconum donde, sí, existían ciudades, algunas de estatuto privilegiado como Cascantum, Gracchurris o Calagurris una dicotomía que debe romperse ya por razones que tienen que ver con el desigual sesgo, interés y fecha de los autores que transmiten ambas menciones y porque, muy probablemente (véase URTEAGA, M., "El Vasconum saltus y Oiasso", Arkeolan, 15, 2007-2008, pp. 171-184) el primero de los términos, el del saltus, más deba interpretarse como un distrito minero argentífero; y, por último, [5] un pueblo que, además, contaba con una "capital", Pompelo -nada de eso se puede inferir de los textos antiguos- cuyo nombre antiguo, prelatino, fue Iruña de lo que -a diferencia de lo que sucede con la Ilurcis anterior a Gracchurris o la Salduie anterior a Caesar Augusta- nada dicen las fuentes antiguas (curiosamente, todos estos tópicos fueron repetidos por colegas arqueólogos y gestores de patrimonio en dos interesantes programas -1 y 2-, emitidos el pasado otoño por Navarra Televisión, en el popular espacio El Tiramillas cuyo contenido en lo que respecta al mundo romano, en cualquier caso, debería hacer reflexionar a los responsables de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra respecto de qué "marca Navarra", en materia de investigación arqueológica, estamos generando y de en manos de quiénes estamos dejando la gestión y transferencia del conocimiento histórico en materia arqueológica).

A priori, sería lógico llegar a pensar que sostener una caracterización de ese tipo -esencialista y territorializada- podría obedecer, se haga desde el País Vasco, se haga desde Navarra, a motivaciones políticas. Puede ser pero no entraremos aquí en esa discusión que, seguro, ya alimentará los comentarios que esta entrada suscite. Sin embargo, nos parece que en el mantenimiento y defensa -casi como patrimonio heredado e inmutable- de esos tópicos tienen mucho que ver -y han tenido- no sólo la auctoritas de quienes, primero, sostuvieron, desde la erudición de finales del XIX o de los comienzos de la investigación sobre el tema en el XX, ese tipo de afirmaciones -muchas de las cuales, como demostrara hace no mucho ALMAGRO, M., "Etnogénesis del País Vasco: de los antiguos mitos a la investigación actual", Munibe, 7, 2005, pp. 345-364, también han pasado a los estudios sobre Prehistoria- sino, también, el extraordinario alcance editorial que tuvieron, en los últimos años ochenta y primeros noventa del siglo XX, enciclopedias y síntesis históricas locales -auspiciadas por destacadas instituciones o editoriales vascas y navarras- en las que se volcó en ese momento el que era el status quaestionis sobre el tema que sólo a partir de 2006 comenzó a verse modificado en algunos de sus extremos más característicos al ritmo de las publicaciones que tuvimos el privilegio de coordinar, más arriba recogidas. Nos referimos, por ejemplo, a trabajos como el Diccionario enciclopédico del País Vasco (San Sebastián, 1985), la Enciclopedia general ilustrada del País Vasco (San Sebastián, 2000), la Gran Enciclopedia de Navarra (Pamplona 1990) o la Historia de Navarra (Pamplona, 1993) que, de hecho, se citan, todavía, como material complementario en algunos de los textos escolares que sometíamos a análisis y escrutinio en la publicación de 2013 antes enlazada. Como se analizará en detalle en el texto que hemos entregado a imprenta en estos días, estos -y otros- volúmenes parecen insistir, del lado vasco o del lado navarro, en esos cinco rasgos fundamentales todos, como se dijo, totalmente superados por la investigación de los últimos casi quince años. La razón es lógica, parece más conveniente a un proyecto autonomista la imagen de unos Vascones identificados con el pasado de una Comunidad Autónoma moderna -sea la vasca, impropiamente, o sea la Navarra, con algo más de conocimiento de causa, aunque también de modo impropio- que el presentar a una etnia elusiva, seguramente minoritaria y que vivió en un claro contexto de diversidad, de auténtico trifinio cultural -como recordaba, parafraseando a Guillermo Fatás, este trabajo de J. Santos Yanguas en el homenaje a este profesor zaragozano (Zaragoza, 2014, pp. 623-625) cuya síntesis FATÁS, G., "Los Vascones y su territorio", en MONTENEGRO, A. (dir.), Historia de España. 2. Colonizaciones y formación de los pueblos prerromanos (1200-218 a. C.), Madrid, 1989, pp. 376-400 conviene releer hoy, casi treinta años después- y que, además, parece no tuvo -más allá de que algunos de sus integrantes, seguramente no la elite, hablase el vasco- elementos materiales distintivos respecto de su entorno cultural inmediato, claramente indoeuropeizado.

Sin embargo, es evidente que pese al peso que esos volúmenes -y otros cuya lista no vamos a aportar aquí y que se verán en el artículo en cuestión- han tenido en la configuración de esos "Vascones prototípicos" -como los llamaron con acierto FORTÚN, J. L., y JUSUÉ, C., Historia de Navarra. 1. Antigüedad y Alta Edad Media, Pamplona, 1993, p. 31- no todo está perdido y los esfuerzos de transferencia que, quienes investigamos sobre la cuestión, estamos haciendo en los últimos años, van recogiendo sus frutos unidos al esfuerzo de muchos docentes de Secundaria y Bachillerato por estar al día de esa investigación y dar, a sus resultados, espacio en las aulas y en los materiales pedagógicos complementarios. Dos botones como muestra. En un reciente texto de 1º de Educación Secundaria Obligatoria (GARCÍA SEBASTIÁN, M., y GATELL, C., Geografía e Historia. 1. 2. Historia, Barcelona, 2016, publicado por Vicens Vives) y en el que, editado por Anaya, citábamos en el pie de la fotografía que corona esta entrada (CALVO, J. J., FELONES, R., y MUGUETA, I., ESO 1º. Ciencias Sociales. Geografía e Historia, Madrid, 2015) empiezan a vislumbrarse algunas enmiendas a los cinco puntos que, entre otros de ese perfil prototípico vascón de la historiografía tradicional, hemos querido destacar aquí. Así, aunque se sigue hablando de que "los Vascones (...) debían de tener cierta conciencia de grupo" y se sigue planteando la dicotomía ager-saltus Vasconum, se pone en valor la presencia de "celtas e íberos en territorio vascón" -un territorio que "no contaba con una unidad política ni con fronteras delimitadas, sino que era un área territorial que compartía algunas características culturales comunes (lengua, creencias, costumbres)"-, se plantean actividades que pretenden conectar a los berones con los vascones y que buscan subrayar la diversidad del solar atribuido a estos últimos por las fuentes antiguas, se pone de relieve el carácter indoeuropeo de gran parte de la escritura paleohispánica atestiguada en la zona, se insiste en que "bajo estas denominaciones [étnicas] los autores romanos, como por ejemplo Estrabón, pretendían diferenciar de manera sencilla algunos grupos tribales de territorios del norte peninsular" y se pide, de hecho, que los estudiantes reflexionen sobre la fiabilidad de las informaciones transmitidas por los autores antiguos.

La aceptación social, por tanto, de los Vascones reales, no los de la historiografía ni los del imaginario colectivo de carácter popular y social -legitimador, como estudiamos hace tiempo en la Revista de Historiografía, 8, 2008, pp. 41-54, de posturas políticas diametralmente opuestas y que siempre han puesto la cuestión territorial en el centro- es sólo cuestión de tiempo pues, como hemos repetido en varias ocasiones, y recordaba también HOBSBAWM, E., Sobre la Historia, Barcelona, 1997, p. 269, la transferencia de conocimiento es siempre lenta y cuando se trata de deshacer tópicos de carácter identitario, esa lentitud todavía es mayor. Paciencia, pues. Y trabajo. De igual modo que está cambiando la imagen sobre otras etnias del mosaico prelatino peninsular, llegará el momento en que, como escribió Plinio, dein Vascones, "entonces (serán) los Vascones" (Plin. Nat. 3, 3, 22) los que serán asumidos por la sociedad como realmente fueron y no cómo, desde ópticas y presupuestos actuales, nos habría gustado que fueran. 




18 comentarios:

Iñigo dijo...

Gracias por las matizaciones, Javier. En el nuevo texto de Anaya no me atreví a romper del todo con el texto anterior, pero este post es absolutamente contundente a la hora de desterrar determinados tópicos sobre los vascones. La rotundidez de tus argumentos ayuda mucho a la hora de ir rompiendo con lo anterior, esa es la verdad. Gracias y un saludo.

Javier ANDREU PINTADO dijo...

Gracias, Iñigo,

Tu texto es perfecto, la verdad. De hecho, verás que en el artículo -que se publicará en un número monográfico de los "Anejos de Veleia" (https://www.ehu.eus/es/web/argitalpen-zerbitzua/anejos-de-veleia-series-maior-minor-y-acta-), lo coordina el Prof. Antonio Duplá- pongo vuestro manual -y otro reciente, de Vicens Vives- como ejemplo de cómo, poco a poco, se van rompiendo tópicos en la materia. Vuestro trabajo es muy meritorio. Enhorabuena.

Un saludo,

Jeromor dijo...

Muy buen post. Algunas de las afirmaciones me parece un poco discutible. Por ejemplo, qué piensas de la vasconización tardía del actual País Vasco?

Javier ANDREU PINTADO dijo...

Gracias, Jesús,

Obviamente, ése es un tema que no puede negarse y que guarda relación con la reorganización étnica del territorio franco y su entorno en época tardoantigua. Sin embargo, pese a que es evidente que se produjo, no puede retrotraerse lo que sucedió en ese momento a la Antigüedad.

Mi trabajo, y los que he publicado sobre la cuestión, se centran en los "Vascones" de la Antigüedad que, desde luego, poco tienen que ver con el País Vasco y con los "vascos". Generar una identidad de las "tribus vascas" -caristios, autrigones, várdulos y vascones (para algunos)- a partir de esa vasconización tardía es, sencillamente, retrotraer casi siete siglos lo que sólo está atestiguado para un momento histórico muy concreto alumbrado, además, por unas fuentes también muy concretas y presididas por un claro intento de erudición clásica que, a veces, enmascara la realidad histórica.

Un saludo,

Alicia M. Canto dijo...
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Alicia M. Canto dijo...

1) El 13 de marzo de 2019 el estimado (porque para mí lo cortés no quita lo valiente) colega Prof. Andreu publicó un artículo de opinión (que no cita aquí) con un título que lo decía (¡y lo dudaba!) todo: “¿Es Navarra la tierra de losVascones?”, en
https://www.plazanueva.com/articulo/actualidad/es-navarra-tierra-vascones/20190307130618198515.html, con afirmaciones tan sorprendentes como que los Vascones fueron un mero constructo o invento de Roma.

Pero, si se quieren ver las dos caras de la moneda, y un poco más objetivamente, recomiendo (porque el autor no lo ha hecho ni lo va a hacer, me temo) una actualización que hice, y bastante atónita después de leer dicho artículo, a partir de un tema del que ya había tratado en 2005: “Lo que Estrabón dijo de verdad sobre los Vascones (con Apéndices sobre Eturissa y otras 18 ciudades vasconas, y un Epílogo)”, accesible en https://www.academia.edu/41370313/Lo_que_Estrab%C3%B3n_dijo_de_verdad_sobre_los_Vascones_con_Ap%C3%A9ndices_sobre_Eturissa_y_otras_18_ciudades_vasconas_y_un_Ep%C3%ADlogo_ , y especialmente al final su “Epílogo semipolítico” (págs. 20-23), donde traté expresamente de los graves problemas históricos que presenta la posición del Prof. Andreu, en su intento –casi una Cruzada– de arrinconar a los Vascones, y especialmente a su lengua, por un lado a la estrecha franja oriental navarra que linda con Zaragoza (a “tierras aragonesas”) y por otro al “área aquitana transpirenaica” (o sea, a Francia). Ya que, según él, los Vascones no existieron por sí mismos (sic!), sino que fueron una creación artificial romana. Cuando lo cierto es que la bellísima tierra navarra fue la cuna y el más genuino y antiguo solar de los Vascones, llegando hasta Ejea/Segia y Alauona/ (Alagón), casi a las puertas de Zaragoza. Tanto, que (entre otros varios ejemplos), el relato del (tan poco sospechoso) historiador árabe al-Himyari de la campaña de Abderramán III contra Pamplona en el año 935 d.C. nos dice todavía que allí “la mayoría hablan vasco [“al-baskiya”], lo que les hace incomprensibles” (Kitab al-Rawd al-Mitar, trad. de P. Maestro, Valencia, 1963, pág. 199). Por no recordar la Concordia de 1167 de Sancho el Sabio de Navarra, donde el propio rey define al vascón como la “lingua Navarrorum”), etc., etc. Y es que la verdad histórica suele ser bastante más poliédrica, y no se puede prescindir de documentos válidos, aunque vayan en contra de nuestras ideas. (continúa).

Alicia M. Canto dijo...
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Alicia M. Canto dijo...

2) Que haya autores o políticos que quieran arrastrar a los Vascones antiguos al actual País Vasco (donde sólo ocuparon la franja oriental de Álava-Codés, como también se ve en sus (para mí) “estelas de danzantes”: http://www.tierravascona.info/aliciacanto/vascones_tierra_toro.htm), no justifica que para oponerse a ello se quiera echar a los Vascones de su Navarra natal, o decir que como pueblo, original, civilizado y más bien “pactista”, no existieron más que en la mente de Roma.

Por ello creo que no se puede afirmar, como él lo hace, que “en lo arqueológico, no hay NADA en la cultura material del territorio actualmente navarro, que resulte diferente de la que se percibe en los ámbitos vecinos atribuidos históricamente a autrigones, várdulos o celtíberos, por ejemplo”. Salvo que se quieran olvidar deliberadamente, como máxima prueba de especificidad vascona y navarra, las llamadas “aras y sillares taurobólicos” (ibid., fig. 3), cuyo mapa de dispersión, junto con el de las estelas con símbolos lunares, coincide, o incluso es capaz de definir, el propio territorio del Ager Vasconum, como creo que demostré en un ya lejano trabajo de 1997, con un título ad hoc: “La Tierra del Toro. Ensayo de identificación de ciudades vasconas”, en https://www.academia.edu/1136888/La_Tierra_del_Toro_Ensayo_de_identificaci%C3%B3n_de_ciudades_vasconas (fig. 1, y aquí el mapa en la versión digital mejorada de 2004: http://www.tierravascona.info/aliciacanto/mapa_estelas_toro.gif). Porque, al contrario de lo que él asegura, el ancestral culto al toro SÓLO se conserva en Navarra (y ahí están los sanfermines para demostrarlo, dos milenios después), mientras que nunca prendió en el actual País Vasco. Además, contamos con bastantes testimonios epigráficos navarros de nombres vascones entre los dioses y los hombres de la Vasconia antigua, aunque haya mezcla de otros, indoeuropeos, ibéricos y latinos, pues no en balde el Ager vascón, al revés que el Saltus o zona montuosa, fue en época romana un crisol de culturas.

Aquel artículo mío, bastante rompedor, casi nunca ha tenido o tiene el honor de ser citado o valorado por el Prof. Andreu, aunque, observando bien las fechas de la eclosión y el repentino interés de los congresos y artículos que él sí cita, todos posteriores a mi trabajo (2002, 2004, 2006, 2009, 2012, 2013, 2021…), para mí fue un o el detonante (o “dinamizador”, como dice él) de tan inusitado interés por los Vascones entre los autores nativos actuales. ¿Quizá porque lo firmaba una colega de Madrid? No lo sé.

Aunque, claro, comprendo que, cuando lo que se intenta es echar de Navarra a los Vascones, el mío puede resultar un estudio bastante fastidioso de mencionar, porque yo voy exactamente en el sentido opuesto. Pero a la vez sin olvidarme de aclarar que, a sensu contrario, tratar de convertir a los actuales vascos en los antiguos Vascones es una quimera parecida, aunque de distinto signo político.

Un saludo cordial,
Alicia M. Canto (UAM)
Página web: https://uam.academia.edu/AliciaMCanto

P.D.- El mapa de la cabecera atribuye a los Iacetanos de Jaca (Huesca) un territorio meridional inmenso, que sin duda no era suyo. Y “dein/deinde” en latín es un adverbio de sentido espacial. Simplemente Plinio quiso decir que, “a lo largo de los Pirineos, tras los Iacetanos y Cerretanos, a continuación se encuentran los Vascones” (https://www.loebclassics.com/view/pliny_elder-natural_history/1938/pb_LCL352.21.xml ). Pero lo tomaremos como una licencia poética del autor ;-) (Siento la extensión, y haber eliminado mis mensajes iniciales, al advertir en ellos algunas erratas). Valete!

Javier ANDREU PINTADO dijo...

Apreciada Profª Canto,

Celebro que considere usted un honor el “ser citado o valorado”, cualquiera de sus trabajos, “por el Prof. Andreu”. Realmente, lo que me honra es que siga mi “blog” con tanto interés y que lo enriquezca con aportaciones, como siempre, tan inspiradoras que le agradezco de corazón.

En cualquier caso, sí quiero recordarle que el trabajo que escribí en 2009, con nuestra querida común amiga, la Profª Mª Jesús Peréx, para el volumen “Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia histórica de la Antigüedad Peninsular” (Barcelona, 2009) y que los lectores encontrarán aquí (https://www.academia.edu/9609092/Los_Vascones_de_las_fuentes_cl%C3%A1sicas_en_%C3%A9poca_romana_cr%C3%B3nica_historiogr%C3%A1fica_2004_2008_) comenzaba:

“Entre 1997 y 199, A. Mª Canto –contribuyendo, sin duda, a revitalizar los estudios sobre el poblamiento vascónico en la Antigüedad iniciados a mediados de los años ochenta por la única monografía consagrada al asunto hasta la fecha– publicó dos muy citados trabajos con diversas hipótesis sobre la identificación de las comunidades vasconas aludidas no sólo por Plinio y por Ptolomeo sino, también, por otras fuentes tardías, itinerarias o menores y que, como casi todos sus sagaces trabajos, ha generado no poca controversia, controversia que, por otra parte, ha enriquecido notablemente el debate respecto del asunto”

No puedo aceptar, sin embargo, que mi defensa de lo que usted llama “expulsión de los Vascones de Navarra” la califique como “Cruzada” (incluso con mayúsculas). Realmente, y en su excelente reflexión publicada en Academia.edu –y cuya lectura recomiendo vivamente– usted reproduce algunos pasajes de mi colaboración con la revista “Plaza Nueva” (que no he citado en el artículo porque no tengo por costumbre volver sobre trabajos míos) que dejan muy clara mi postura. Ahí me limito a recordar que los antropónimos y teónimos vascónicos que hay en el solar vascón se concentran exclusivamente en una franja que va desde Ujué (Navarra) hasta Valpalmas (Zaragoza) con el testimonio de “Urde” procedente de Muzqui (AE 2012, 779) como evidencia más oriental. No soy por tanto yo quien pretende –y desde luego, si lo pretendiera no sería con intención política alguna, y declararlo, sencillamente, supone un preconcepto que no se puede admitir– sacar a los Vascones de Navarra. Es la documentación epigráfica la que se empeña en subrayar, al menos hasta ahora, que la población de Navarra en la Antigüedad fue totalmente diversa, con elementos vascónicos, sí, pero, como usted indica “con mezcla de otros, indoeuropeos, ibéricos y latinos”. No me considero “autoridad” en casi nada y tampoco en esta cuestión de los Vascones por lo que citaré, en el mismo volumen que enlazaba anteriormente, los trabajos de Francisco Pina (https://www.academia.edu/1258474/Sertorio_Pompeyo_y_el_supuesto_alineamiento_de_los_Vascones_con_Roma) o de mi maestro, Francisco Beltrán Lloris y Javier Velaza (https://www.academia.edu/1172738/De_etnias_y_monedas_las_cecas_vasconas_una_revisi%C3%B3n_cr%C3%ADtica) que, como el profesor Ramírez Sádaba –en un artículo citado en el “post”– en los que se insiste sobre ello. El lector de “Oppida Imperii Romani” sacará sus propias conclusiones. También en el “post” “Navarrorum”, de hace algunos años (http://oppidaimperiiromani.blogspot.com/2017/10/navarrorum.html) hice hablar a otros colegas como Joaquín Gorrochategui, Fernando Wulff o Blanca Prósper que piensan lo mismo que yo porque, sencillamente, es a ello a lo que la evidencia apunta.

(continúa)

Javier ANDREU PINTADO dijo...

En segundo lugar, el carácter artificial de las etnias antiguas es algo que, creo, ofrece ya pocas dudas a la investigación, al menos respecto de las etnias paleohispánicas. Así lo resumí en un trabajo de hace algunos años (https://www.researchgate.net/publication/277044388_Regere_imperio_populos_pacique_imponere_morem_sobre_la_alteridad_la_etnicidad_y_la_identidad_en_Roma) en el que traía, además, la doctrina respecto del asunto. Es a través de esa idea que repito –con Juan José Sayas y otros, a los que cito en la entrada– que, muy probablemente, los “Vascones” fueron creados por Roma para dar unidad territorial a un espacio cuya nota más característica era la diversidad. Traer una fuente árabe, muy ilustrativa, o el documento de Sancho el Sabio, de los siglos X y XI d. C. respectivamente, para reivindicar la lengua vasca como lengua de los Navarros es, sencillamente, tan anacrónico como seguir sosteniendo que “Iruña” es el nombre antiguo de “Pompelo” porque así aparece en fuentes altomedievales. Creo que los historiadores de la Antigüedad debemos hablar sobre la Antigüedad y manejar las fuentes que, por lógica contemporaneidad histórica e historiográfica, competen al periodo sobre el que investigamos. Lo contrario puede llevar a todo tipo de tergiversaciones. Sabe bien usted que entre el panorama étnico y lingüístico del siglo I-II d. C. –o incluso anterior– y el del siglo X hubo algunas transformaciones.

Por último, me parece muy sugerente que la posición de las aras taurobólicas, que usted ha estudiado mejor que nadie, sea esencialmente “navarra” (aunque no sólo pues un buen conjunto de ellas, en realidad, procede de esa zona aragonesa a la que usted me acusa de “arrinconar” a los Vascones: Sos del Rey Católico, Los Bañales de Uncastillo, Farasdués…, en definitiva las Cinco Villas de Aragón) pero de ahí a que se pueda relacionar con el “ager Vasconum” creo que dista mucho. La alusión al “ager” y al “saltus”, como comentaba en el “post” es, esencialmente, augústea (de Livio y luego de Plinio, con fuentes de esa época) y los altares en cuestión son ya tardíos, del siglo IV d. C., por lo que, de nuevo, me parece forzar demasiado las fuentes. De ser así también podríamos sostener que el “ager” es la zona en que caló el hábito epigráfico y el “saltus” aquélla en la que no lo hizo y todos sabemos como terminan ese tipo de reducciones, volviendo a dibujar un “ager” romanizado y un “saltus” totalmente agreste por su carácter “montuoso”, como usted lo define con acierto.

Sí celebro que estemos de acuerdo, en cualquier caso –y ése era el objetivo principal de mi entrada y, también, del artículo de investigación en que se inspira, y que verá la luz más adelante– en que “convertir a los actuales vascos en los antiguos Vascones es una quimera”. En cualquier caso, es evidente que tenemos que seguir trabajando y esta satisfactoria discusión lo pone, una vez más, de manifiesto. A ver si encontramos ocasión de coincidir pronto, pues hace mucho tiempo –desde Tudela en 2007, para ser exactos- que no nos vemos. Le pondremos remedio.

Recibe un afectuoso saludo y un abrazo, pese a las diferencias,

Fernando dijo...

Hola Javier, es de agradecer el esfuerzo que haces por analizar la historia de los vascones. Te he leído mucho, aunque tengo que reconocer que discrepo ampliamente de muchas de tus afirmaciones. Pero pienso que la Historia tiene que estar abierta a todas las interpretaciones y que cada cual extraiga sus conclusiones. En cuanto al primer punto unas aclaraciones: Fue Humboldt el que en 1799 dijo aquello de que ha perdido este desdichado pueblo hasta la unidad de su nombre. Los propios habitantes se han valido del término Euskal Herria y euskaldunak desde que hay testimonios en el siglo XVI (Leizarraga, Lazarraga…), aunque hay que recordar también el Marzuq ibn Uskara de 797. Pero los extranjeros, como dice Humboldt, utilizaron otras denominaciones. Las últimas citas de los pueblos que formaban lo que hoy es Euskadi desaparecieron rápido: Vardulia (Alfonso III 884, aunque llama así a Castilla), caristios (Ptolomeo s. III), autrigones (Orosio 420). El nombre de vascones, sin embargo, resistió y trashumó gracias a las fuentes externas y no a las nativas. Hagamos un resumen: El nombre de la ceca de vascones/ barskunes lo definió Fco. Villar en 1995 como un caso ablativo “[hecho] por vasco” (con flexión según los temas en -n, Jordan 2001). Vasco/ *Barsku era pues una supuesta ciudad, que eran las que acuñaban las monedas, pero que en nuestro caso nunca ha sido testimoniada por las fuentes (Burillo 1998, Beltrán/ Velaza 2009). La voz vasco fue testimoniada 4 veces por Silio Itálico en siglo I (aut Vasco insuetus galeae ferre arma morati…), además de por Prudencio, Fortunato, etc. La voz vascón como singular de vascones es invento de la historiografía moderna (Tovar 1938, Comencemos por vascón, lat. Vasco). Los vascos de hoy están emparentados con los vascos de entonces en la misma medida (mucha o poca) que los cántabros o los navarros de hoy con los de entonces (los Anales de Lorsch 801 distinguen entre Nabarri et Pampilonenses y en el Fuero de Estella de 1146 ni la Sakana ni Peralta eran parte del territorio navarro, Lacarra 1976). Los romanos se sirvieron de este nombre de “Vascones” que tenían a mano (la ceca más importante) para, como dices, dar nombre a un territorio que debía de abarcar a una población con características propias, aunque no tuviera una conciencia de nación (podían habernos llamado bentias, arsaos… que también acuñaron moneda). Y, como digo, no fueron los vascos los que extendieron el nombre a las otras tribus contiguas (desde Bilbao hasta Burdeos), sino los autores extranjeros. Primero hacia Aquitania: Ausonio 393 Vasconiae, Fredegario 660 Wasconiae patriam… (y quedó como Gascuña); y después hacia Hegoalde, incluido Navarra: Anónimo de Rávena 670 Spanoguasconia, Saint Sever 1050 UUasconia, Alfonso de Palencia, en Vitoria habitan los vascos, Lalaing 1502, Lange 1526 das Landt Bashko, Wedel 1580 landes Baska, Poole 1610 Basks, Baffin 1612 Basks, Favyn 1612 Basques…, y más recientemente españoles como Pedro Murillo 1752 los Vascos, y Traggia 1802 pais vasco, Villaamil 1844 país Vasco, Gonzalo Morón 1845, país vasco, Fabié 1878, país vasco/ País Basco, Pérez Galdos 1898, país vasco… Nos impusieron un nombre desde fuera y nosotros lo aceptamos. Y ahora resulta que no nos aclaramos con la dichosa denominación y parecemos nosotros los culpables del despropósito.

Fernando dijo...

Con respecto al punto dos te diré que el euskera sí que fue la lengua mayoritaria (que no la única, evidente) y uno de los rasgos distintivos de aquellos vascos, aunque no fuera exclusivo de ellos. De Hoz (1993) ya contempló el ibero como lengua vehicular y dijo que en el valle del Ebro se debió hablar algún tipo de lengua perieuskérica. En verdad, cuando los romanos clasificaron a las etnias culturalmente, se debieron de fijar en sus dirigentes, las élites que las gobernaban. Las élites vasconas serían vascas, pero las beronas eran celtas, aunque todo el pueblo hablara mayoritariamente euskera (en mi opinión, el trifinium cultural afecta únicamente a las élites que gobernaban las ciudades-estado). Menéndez Pidal (1922) ya discutía el carácter vasco del euskera, ya que eran muchos los pueblos que lo hablaron en aquella época (ilergetes, cerretanos, vacceos). Aunque después viniera Gómez- Moreno en 1925 y le diera la vuelta, diciendo que en Euskadi y Navarra vivían gentes de raza cántabro-astur, sin el más leve rasgo de vasquismo perceptible. A partir de ahí Sánchez-Albornoz, Villar y compañía hicieron el resto (teoría de la Vasconización Tardía). A partir del 2014, sin embargo, los genetistas (Lalueza-Fox, Günther, Reich, Flores-Bello, Iriarte) empiezan a concebir el euskera como un idioma llegado con los primeros agricultores a la península, tardando más de dos mil años en asimilar a los últimos cazadores. Así lo ve también Villar (2014), que vincula la lengua directamente con la dispersión de la cerámica cardial en el V milenio a.C. Para este lingüista, sin embargo, aquella avalancha paleoeuskalduna se debió de quedar en la muga entre Navarra y Aragón, pegando un espectacular salto de cinco mil años hasta que entró por Aquitania en el siglo V. d.C. No lo entiendo la verdad. Muchos son los investigadores que antes que ellos habían visto una conexión mediterránea: Hübner 1860, Schuchardt 1884, Trombetti 1902, Obermaier 1913, Lafon 1923, Bertoldi 1931, Wagner 1950, Hubschmidt 1953, Blasco Ferrer 1984, Paulis 1987, Piazza 1988. Yo concibo el euskera como un idioma neolítico que fue ascendiendo desde la Ribera hacia el norte (entrando con esos primeros agricultores), realizando el mismo recorrido de dos mil años que después tuvieron que hacer los romances. No hace mucho me decidí a rastrear el nombre de mi pueblo (Gares y sus variantes) y pude comprobar lo extendido que estaba por el occidente de Europa. Ese mapa fijaba para mí la expansión del protoeuskera a la llegada de los romanos. Para mi sorpresa, el paleolingüista Bengtson, buscando en el 2017 en los diccionarios etnolingüísticos de Europa las variantes de palabras vascas como suge, había realizado un mapa calcado para la misma época (siglo III a.C.) (https://euskeraenvaldizarbe.blogspot.com/2021/08/capitulo-5-garros-gares.html).

Javier ANDREU PINTADO dijo...


Gracias, Fernando. Yo sí que he de agradecer el sensacional alarde historiográfico que haces en estos comentarios. Y, sobre todo, agradezco que los dejes en el blog y no en redes sociales donde, normalmente, pasan desapercibidos. En "Oppida Imperii Romani" buscamos construir conocimiento entre todos y aportaciones como las tuyas o, hace varios días, las de la Profª Canto, resultan muy loables. Gracias.

Lógicamente, hay varias cosas que, creo, se pueden matizar en ese impecable estado de la cuestión que has hecho. Voy a tratar de hacerlo con todo el orden que me sea posible:

1.- ¿No te parece que si los autores extranjeros, como tú dices, y como dijo Humboldt (magnífica cita) empezaron a emplear otros nombres para definir a los "vascos" de la Antigüedad en lugar de el de "vascones" será porque esa identificación vascos-vascones es problemática? O, al menos, porque esos estudiosos -muchos de notable prestigio, a quienes citas- se dieron cuenta de que los autores antiguos jamás incluían a los "vascones" en el solar del actual País Vasco donde sí había "caristios", "várdulos", "autrigones"... Creo que da qué pensar.

2.- Totalmente de acuerdo en que Roma dio el nombre de "vascones" a "una población con características propias". Pero, cuidado, eso no quiere decir que esas características propias pasasen por un carácter monolítico en lo lingüístico. Discrepo profundamente en que los Romanos "se debieron fijar en sus dirigentes, en las élites que los gobernaban" para crear estas etnias y atribuirles rasgos. Pues si así fue -que, realmente, no lo sabemos- por qué los rótulos monetales de las llamadas "cecas vasconas" ("barskunes" incluida) no están escritos en vasco y sí con signario ibérico y lengua celtibérica. Creo que de haber sido el vasco la lengua de esa élite habría muchos más topónimos antiguos en vasco (por no hablar de hidrónimos y nombres de lugar menor, donde casi todo el sustrato remite al celtibérico) y, por supuesto, los rótulos monetales se habrían escrito en esa lengua.

(continúa)

Javier ANDREU PINTADO dijo...


3.- No creo que haya que separar -y en esto la lingüística y la morfología latina son inapelables- el término "Vasco" ("vascón", en singular) del término "Vascones" ("vascones", en plural). No se puede decir que "la voz vascón es un invento de la historiografía moderna". En absoluto. "Vascones" aparece en Livio, en Plinio, en Ptolomeo pero el término "vascón", en singular, aparece, como bien citas, en Silio Itálico o en Prudencio. Se trata de la misma palabra, de hecho, sólo que en casos diferentes por lo que no podemos atribuir la creación del "término vascón" a la historiografía moderna. Está ya en las fuentes antiguas y es con ellas con las que tenemos que construir nuestro conocimiento del pasado.

Es necesario tratar de localizar algunas evidencias "materiales" que, más allá de las cecas -que se desvanecen como grupo unitario-, de los taurobolios -que, como dejé claro más arriba, se circunscriben a un área muy concreta- o de la cerámica -que debe estudiarse en detalle aunque con acierto Jesús Sesma, buen conocedor de ella citaba en redes sociales, a propósito de este "post" los trabajos de C. Olaetxea- que permitan saber qué llamó la atención a Roma para establecer ese término "Vascones" que, como bien señalas, con el paso del tiempo fue refiriéndose a una tierra seguramente mayor que aquélla -muy reducida- en la que se concentran los teónimos, topónimos y antropónimos en vasco antiguo.

Gracias, Fernando, espero seguir leyéndote

LABORDA dijo...

Está claro que vascones se refería al principio a la zona navarra y que en la depresión vasca habitaban los várdulos, caristios y autrigones, pero la última cita para estos pueblos en esa zona es de Hidacio 489 (várdulos). A partir de ahí el término de vascones / Vasconia se extiende para todo el ámbito vascoparlante de aquel momento. Tovar (1975) comentaba que “debemos suponer no que la lengua fue llevada por los vascones hacia el Oeste y también hacia el Norte, sino que lo que se extendió a todos los euskaldunes fue el nombre de vascones: vasco y euskera comenzaron entonces ya a ser sinónimos” (más o menos el triángulo Andorra, Bilbao, Burdeos que formó el supuesto Ducado de Vasconia del 601, aquella región vascona de influencia merovingia que destapó la memoria de la excavación de Aldaieta, y que tenía su frontera meridional en el eje Gasteiz-Iruña, Azkarate 1999). Los euskaldunes nunca se llamaron a sí mismos de esa manera y son denominaciones exógenas. Más bien se habrían llamado a sí mismos Uskara (Marzuq ibn Uskara 797), igual que a los demás les llamaban Erdara “extranjero”: Miguel Erdara, García Erdalduna (1300, Glez. Ollé 2004). No es difícil deducir que si para esa época había un erdalduna, habría también un euskalduna. En cuanto al significado de las cecas, nadie es capaz de decir con seguridad qué significan. Bien pudieran ser muchas de raíz celta por las modas que imponían las élites (siempre las élites…) y los vascones se dejarían seducir por las sociedades más cultas de iberos y celtas, hasta que llegaron los romanos y tanto de lo mismo. De la misma manera se latinizaron en el medievo muchas poblaciones de mayoría vascoparlante: Vitoria/ Gasteiz, Estella/ Lizarra, Puente la Reina/ Gares. El mismo término de vascones/barskunes puede ser una composición celtovasca ¿o alguien lo sabe? ¿Y varduli y caristoi? ¿Y Andelo? Calagurri se suele dar por celta, pero en la antigüedad hay otros dos Calagurri(s) más y ambas se encuentran en el área vascónica, Huesca y Toulouse (Aznar Mnez. 2017). Tampoco podemos partir de la base de que todos los antropónimo y teónimos vascones encontrados en Navarra, La Rioja, Soria y Aragón (medio centenar) eran de oficiales, mercenarios y pastores trashumantes. En cuanto a Euskadi pocos datos escritos para poder certificar una cosa o la otra… Nadie se hubiera imaginado que Murillo el Fruto habría sido vascoparlante hasta que se encontró el Libro de pechas que constata una euskaldunización casi total de su población en el siglo XV (Monteano 2019).

LABORDA dijo...

En cuanto al término vascón, Tovar ya insinuó que vascón es voz nueva. Vasco (así, sin declinar) aparece en: Silio Itálico siglo I cuatro citas; Prudencio 404, Venencio Fortunato 580 tres citas, Ermoldo el Negro 835 wasco, Astronomus 840 wasco Lupus, y Annales Fuldenses 840 Lupus wasco. El resto con declinación en –n deben ser plurales, pero yo no lo puedo asegurar, no sé latín. Vasco y vascones es lo mismo, se ha introducido desde fuera por los romances, al igual que vascongado (Pérez de Guzman 1400, “vascongados medio mudos”). Todos los nombres tienen su origen en un sitio concreto y aquella voz vasco que comenzó como denominación de una pequeña población en la muga entre Aragón y Navarra se fue extendiendo hasta lo que es hoy. Uno tiene la impresión de que Basque Country y Baskenland son términos más integradores e inclusivos y abarcan extensiones similares a las de Euskal Herria, pero distintas a las de País Vasco, que cada día se limita más. Sobre las evidencias materiales (esa cultura material vascona que parece estar aún por descubrir), a mí me parece que ya están, pero no las vemos. No tenemos que ir a buscarlas a la recientemente descubierta ciudad de Espinal/ Burguete (quizá Iturissa), sino que están en el valle del Ebro. Esos eran los auténticos vascones, herederos de los protovascos que habitaron las ciudades de la Edad de Hierro como Las Eretas de Berbinzana, el Alto de la Cruz de Cortes o Santa Criz de Eslaba, todas de corte similar y que son una reproducción a pequeña escala de Els Vilars d’Arbeca, en territorio ilergense, cuando los iberos aún no habían comenzado su expansión. El protoeuskera, que había llegado con los primeros agricultores y que tenía lenguas hermanas a su alrededor, envolvía entonces todo el Pirineo.

Javier ANDREU PINTADO dijo...


Gracias, Fernando,

De nuevo, varias cosas:

1. Debemos ser prudentes a la hora de justificar todo por "las modas que imponían las elites" o por lo que, como bien sabes, en Historia llamamos argumentos "ex silentio". De ahí a argumentar, como hacen determinados medios nacionalistas, que no hay más evidencias de vasco antiguo en el territorio vasco-navarro en los siglos de Roma porque los "Vascones" no tuvieron la necesidad de escribir su lengua hay un paso. Si el vasco fue la lengua principal de la zona -que no lo parece (recomiendo la lectura del capítulo "Los vascones como paradigma", firmado por F. Wulff en el libro suyo, con J. M. Rodlán, "Citerior y Vlterior. Las provincias de Hispania en la época republicana")- lo lógico es que, élites al margen, esos rótulos monetales se hubieran escrito en lengua eúscara, no en celtibérica. Que se escribieran en indoeuropeo muestra el carácter mixto de la población local y, acaso, que la elite era céltica. Pero, ¿por qué sí tenemos abundantes testimonios de antropónimos vascónicos en Aquitania y tan pocos en la península y, en concreto, muy circunscritos al área que describes (para época romana incluso menor de la que citas)?

2. En segundo lugar, creo que para un adecuado análisis de la cuestión no hay que confundir -y es algo que desarrollo en el artículo que ha dado lugar a este "post"- los procesos de extensión de las lenguas en la Antigüedad con las "vasconizaciones" atestiguadas en la Alta Edad Media o en los inicios de la Modernidad. Que haya testimonios de vasco en Murillo el Fruto o en Toulouse en época moderna no quiere decir que hubiera hablantes de vasco en la Antigüedad. Cuidado con esto.

Por último, si no hay una cultura material diferente en época romana para esos "Vascones" me temo que más difícil es encontrarla en los poblados de la Edad del Hierro I que, como tú mismo muestras, son adaptaciones locales de otros próximos y que tienen modelos de organización, tecnologías y tipologías cerámicas, comunes en todo el Ebro Medio.

¡Seguimos!

LABORDA dijo...

1. El argumento “ex silentio” no es aplicable cuando se descubre una larga lista de nombres vascos: 9 teónimos (Urde, Larrahe…), 7 topónimos (Iturissa, Oiasso…), 38 antropónimos (Turma saluitana de Zaragoza, lápidas de Soria…), y a pesar de ello se niega la euskaldunidad a estas zonas (sin necesidad de hacer una comparativa con Aquitania). Está claro que las élites celtas dejaron su impronta. Para cuando llegaron los romanos ya llevaban 400 años merodeando por los alrededores. Si entiendes por carácter mixto que hubiera una minoría celta, pues te lo concedo. Eran élites más avanzadas y generaron cambios entre las élites vascones. ¿Pero cómo sabemos que barskunes es una voz celta o celtovasca? ¿Qué significan los rótulos arsaos o bentian? Siempre hay dudas… Si los vascos no tuvieron en época medieval la necesidad de escribir en su lengua (habiendo miles de documentos) y cambiaron al latín mucha de su onomástica, ¿qué pasaría mil años antes?
2. A mí me parece que las razones para presumir una vasconización de ciertas zonas en la Edad Media son endebles. Nadie se va a conquistar un territorio con toda la fuerza de una comunidad en expansión y se queda con las peores zonas, los bosques y las montañas, que es dónde se encuentran los rastros de la lengua a día de hoy en La Rioja y en el Pirineo. Este hecho es el indicio de una lengua en regresión y no en expansión. Yo no mezclo épocas, evidentemente. El ejemplo de Murillo el Fruto lo he puesto para visualizar a qué ritmo puede desaparecer el rastro del idioma vasco en 500 años. En cuanto a los ‘calagurris’, 3 en época romana y los tres en zona no celta. ¿No es suficiente indicio para proponer su vasquidad?
Por último: es razonable cuestionarse la relación entre los vascones y las comunidades anteriores de la Edad de Hierro en el Ebro. Si los vascones son nativos (que es lo que yo creo), serían herederos directos de aquellos, que eran por lo tanto protovascos. El arqueólogo Renfrew 1990 ya habló de que la densidad de población de los agricultores que llegaron era cincuenta veces mayor que la de los cazadores. Los genetistas han precisado el dato (1 a 10). En ese caso ninguna lengua paleolítica pudo sobrevivir y mucho menos bajar de las montañas pirenaicas y extenderse. El primero que intentó demostrar que el euskera era neolítico de manera metódica fue Francisco Villar (Indoeuropeos, iberos, vascos y sus parientes 2014) y el segundo Lalueza-Fox (La forja genética de Europa 2018). Aquel idioma que llegó (Villar lo llama arqueoindoeuropeo) fue envolviendo los Pirineos y los vascos son probablemente los últimos que lo adquirieron y los últimos que lo conservan, lo que tiene su lógica. Por eso digo que es en el Ebro donde hay que buscar la cultura material que heredaron los vascones.
Traer a colación el tema del nacionalismo vasco no me parece adecuado porque yo me podría quejar del nacionalismo español, veinte veces más potente y por tanto veinte veces más dañino. Después de estar leyendo durante 40 años la leyenda ‘barskunes’, ahora se publica el volumen de la Historia de la lengua vasca 2019 de la UPV y se lee ‘braskunes’, que es como siempre lo han leído gente como Villar, que así suena como más céltico. ¿A cuenta de qué se cambia esto ahora? ¿Tendrán que cambiar ahora también los libros de texto?
Un saludo, Fernando