[Instantánea de los trabajos de excavación del templo que presidió la plaza del foro de la ciudad romana de Santa Criz de Eslava, © Jesús Caso para Diario de Navarra, que ofreció una galería completa aquí]
Corría el año 1989 y uno de los más prolíficos investigadores sobre el asunto vascónico, Juan José Sayas, publicaba en la Serie III de la revista Espacio, Tiempo y Forma, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, un artículo titulado "El culto al emperador entre las gentes vasconas" que, poco después, era recogido también en su best-seller Los vascos en la Antigüedad (Cátedra, Madrid, 1994). En el citado trabajo el emérito investigador de Buñuel (Navarra) repasaba las evidencias que, sobre el culto imperial, existían entonces para el territorio de los Vascones y recogía, esencialmente, las epigráficas. Para entonces, básicamente, la alusión a C. Sempronius Fidus, natural de Calagurris, que alcanzó el flaminado provincial en época de Adriano, en Tarragona (CIL II2/14, 1166), y a un Cn. Pompeius como flamen prouinciae Hispaniae citerioris en un pedestal de Tarraco (CIL II2/14, 1157), la ostentación del mismo cargo por T. Porcius Verrinus, citado en otro documento epigráfico de la capital provincial en el que también se alude a la flaminica de Cara Postumia Nepotiana (CIL II2/14, 1183) y la referencia a la también flaminica, en este caso natural de Pompelo, Sempronia Placida, esposa del ilustre C. Cornelius Valens (CIL II2/14, 1184) conocido también por financiar para la provincia -como también estudiaría el propio Sayas (Espacio, Tiempo y Forma. Serie II, 2, 1989)- y entre los años 172-175 d. C. una legatio censualis, una embajada, ante el emperador Marco Aurelio, a la sazón en Sirmium, en la actual Serbia (CIL II2/14, 1193). Sobre algunos de ellos, auténticos "Vascones por el mundo", volvimos nosotros en un artículo sobre movilidad geográfica de las gentes vasconas publicado en la revista Príncipe de Viana, 261, 2015. Los dos últimos párrafos del artículo antes citado de Juan José Sayas iban destinados a analizar la placa de bronce en que dos aediles de Andelo -seguramente recientes beneficiarios de la extensión del ius Latii por Vespasiano (véase E. García Fernández, Espacio, Tiempo y Forma. Serie II, 25, 2012) de la que tanto hemos hablado en la serie "gens Flauia" de este blog- dedicaban un monumento a Apollo Augustus (AE 1989, 456).
Y es que, hasta hace bien poco, eran esas, las epigráficas, prácticamente las únicas evidencias con que se contaba, en el territorio de los antiguos Vascones, para conocer la incidencia de un fenómeno tan esencial en la historia cultural e ideológica del Principado Romano como fue el del culto imperial. Sin embargo, y como, precisamente, subrayábamos en una recentísima entrada de Oppida Imperii Romani sobre religión romana, la investigación arqueológica ha venido contribuyendo a incrementar las evidencias y a hacer que esta región sea una de las que concentre un mayor número de testimonios -en el conjunto, al menos, del conuentus Caesaraugustanus- en lo que a la recepción por parte de su población del culto al emperador respecta. Y, como no puede ser de otro modo, excepción hecha de la ciudad de los Carenses -que no conoce excavaciones arqueológicas desde los trabajos de Mª Ángeles Mezquíriz- las novedades han llegado de la mano de los trabajos arqueológicos de excavación desarrollados en Los Bañales de Uncastillo (Zaragoza) y Santa Criz de Eslava (Zaragoza) y de revisión de materiales en Campo Real/Fillera de Sos del Rey Católico (Zaragoza) y en el Forau de la Tuta de Artieda de Aragón (Zaragoza). Ese incremento vuelve a poner de relieve la importancia de esta región desde el punto de vista de la comprensión del fenómeno urbano en el área septentrional de la Tarraconense hispana, región que ofrecemos aquí en simpático croquis de la ilustradora de moda Patite.
Efectivamente, en el año 2019, revisando materiales en el Museo de Navarra de cara a la edición de un volumen monográfico de la serie Corpus signorum Imperii Romani consagrado a las ciudades del área vascónica, Luis Romero Novella reinterpretaba un, hasta la fecha, retrato varonil no identificado (Príncipe de Viana, 136-137, 1974), como una imagen de Augusto divinizado probablemente fechable en época claudiana como recogió la Oficina de Comunicación de la Universidad de Navarra y la prensa nacional y como éste demostró, con argumentos, en un solvente trabajo científico, ya citadísimo (Yakka. Revista de Estudios Yeclanos, 22, 2017-2019). Algo antes, en el año 2011 dábamos a conocer nosotros mismos (Príncipe de Viana, 253, 211) una cornucopia en mármol blanco que, recuperada en el territorium de la ciudad romana de Campo Real/Fillera pudo pertenecer a alguna estatua alto-imperial del programa iconográfico público de la ciuitas que, de nombre ignoto, ocupó dicho lugar, justo en la encrucijada entre la vía Caesar Augusta-Beneharnum y la vía Iacca-Vareia (sobre el valor de esa encrucijada puede verse este estudio nuestro). La pieza había sido hallada en superficie por el matrimonio Zuazúa-Wegener que, diligentemente, la había entregado al Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarra donde aun hoy se conserva. En esa línea de revisión de materiales de colecciones antiguas conformadas por sus descubridores, la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, de la que es editor quien firma este blog, ha acogido en su último número (Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 31, 2023) un estudio de José Ángel Asensio y otros investigadores de, principalmente, la Universidad de Zaragoza y que trabajan en el enclave, también de nombre desconocido, del Forau de la Tuta, en el que dan a conocer una mano con pátera de una más que probable estatua de culto al emperador, acaso una representación del Genius Augusti, noticia de la que también se ha hecho eco no hace mucho la prensa nacional.
Los Bañales de Uncastillo, por su parte, como hemos repasado en algunos repertorios recientes (Escultura Romana en Hispania VIII, Córdoba, 2018) ha incrementado notablemente la percepción que teníamos sobre la difusión de la imagen imperial en una ciudad de los Vascones. Así, el foro se fundó a partir de sendos homenajes a Cayo y a Lucio César hacia el año 12 a. C. (AE 2016, 818 e HEp5 916); a partir del año 19 d. C. debió erigirse, en algún lugar de la plaza pública, un retrato al César Germánico; en los años 31/32 d. C., se honró a Tiberio monumentalizando, en su memoria, el acceso a la porticus duplex occidental de la plaza pública (AE 2015, 656 y 657 y 2017, 566); y, finalmente, en la década de los años 80 del siglo I d. C. se completó el lateral occidental del foro con un recinto consagrado a la celebración de la Victoria imperial (AE 2014, 703) presidido por una estatua del emperador Domiciano -seguramente de las de mayor calidad técnica en su ejecución de cuantas conservamos en la península ibérica- que publicamos ya hace algunos años (Zephyrus, 73, 2014) y que recibió culto a partir de uno de los sacra localizados en la ciudad romana, el altar cilíndrico en arenisca (AE 2018, 1000) también consagrado a la exaltación de la Victoria imperial (Studia Historica. Historia Antigua, 36, 2018). Todos los hallazgos, además, son ya sobradamente conocidos gracias al esfuerzo que, desde el proyecto en cuestión, hemos hecho para su viralización, fundamentalmente incluyendo los modelos 3D de las piezas en cuestión en el Museo Virtual de Los Bañales, modelos que han sido enlazados en las líneas previas.
En este sensacional incremento de nuestra documentación respecto de la cuestión que nos ocupa en esta entrada, Santa Criz de Eslava también ha desempeñado un papel esencial. Como contábamos en Oppida Imperii Romani hace algunos años, gracias a una enmienda parlamentaria aprobada por el Parlamento de Navarra para el ejercicio de 2020, el año del Covid-19, trabajos de inventario y estudio del repertorio escultórico descubierto en Santa Criz en los últimos años 90 del siglo pasado y en los primeros años del siglo XXI permitieron constatar la existencia en el lugar de una estatua tipo hufmantel correspondiente a un emperador heroizado de época de Claudio o Calígula, seguramente, el diuus Augustus. Con la pieza de Artieda, antes citada, y como hemos señalado en una reciente publicación en que ofrecemos imagen del citado ejemplar (Small towns. Una realidad urbana en la Hispania Romana, Alicante, 2022), esta representación constituiría la más septentrional imagen de Augusto divinizado conservada en toda la Tarraconense junto a la que ahora han aportado los colegas que trabajan en Artieda de Aragón.
Con esos prolegómenos, ciertamente sensacionales, en la tercera campaña de sondeos que, gracias al convenio entre el Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra y las entidades locales de la Comunidad Foral, se han venido realizando en Santa Criz, se ha producido el sensacional hallazgo -casi exactamente en el lugar en que se propuso que debía estar ubicado, aunque algo más hacia el oeste (SPAL, 29-1, 2020)- del templo principal de la plaza del foro de la ciudad romana, el único foro que, poco a poco, vamos conociendo en el territorio actualmente navarro como se subrayaba en los micrófonos de SER Navarra hace algunos días. Como hemos ido contando en las redes sociales del proyecto, tanto en Facebook como en Twitter, sabemos todavía muy poco del edificio. Conservamos apenas unos 11 metros de longitud del podio en su lado norte, construido con extraordinarios sillares en opus quadratum de hasta 90 cm de altura y con la singular anatirosis para calzado de estos propia del momento julio-claudio inicial y de unos 9 metros en el límite trasero de la que sería la cella, próxima ya al muro de cierre del foro por el lado oriental. Las imágenes, a vista de pájaro, tomadas por el dron de Juanmi Cirez y que cierran esta entrada, ciertamente, sobrecogen al tiempo que demuestran el potencial de lo hallado. Falta, en cualquier caso, por excavar todo el área de acceso a la cella -y la propia cella, donde se ubicaría la estatua de culto- y que, seguramente, si el templo, por el formato, siguió la fórmula de los templos in antis propios de la época, contaría con una escalinata de acceso (antae) y con una fachada acaso tetrástila a la que sí podrían pertenecer algunos de los monumentales tambores de columna -de hasta 80 centímetros de diámetro- que han sido localizados en la excavación. Probablemente, como también debió serlo -con una estructura arquitectónica parecida- el localizado en Andelo -que se ha venido interpretando, sin embargo, como un castellum aquae- se trató de un templo pseudoperíptero, con columnas adosadas en los laterales norte y sur y que, verosímilmente, debió construirse en el momento de la gran renovación de la plaza del foro que, a juzgar por la decoración arquitectónica conservada -y que puede verse en la sensacional exposición "Santa Criz de Eslava, reflejos de Roma en territorio vascón", instalada en Eslava- debió producirse a partir de época tiberiana. Es oportuna, por tanto, la alusión que Nerea Alejos, de Diario de Navarra y responsable del sensacional reportaje que dejábamos unas líneas más arriba -también con su correspondiente versión digital- hacía de la conocida noticia del historiador romano Tácito alusiva a la erección, en época de Tiberio, y en Tarraco, del primer templo de culto imperial provincial que, a juzgar por lo que éste afirma, sirvió in omnes prouincias exemplum, como ejemplo para todas las provincias (Ann. 1, 78), noticia de la que se toma la expresión templum datum que encabeza esta entrada. El templo Tarraconense se conoce por las excavaciones desarrolladas hace una década en la Catedral de Tarragona pero, también, por su inclusión -junto a la estatua de culto- como tipo de una serie de dupondios en bronce emitidos por la propia colonia (RPC I, 224).