Con la revitalización de la saga de
Star Wars, quien más quien menos ha rememorado en estas últimas fechas -al hilo también de la exposición
Indiana Jones y la aventura de la Arqueología, auspiciada por
National Geographic- la saga cinematográfica del más famoso -o al menos el más mediático- "arqueólogo" de todos los tiempos (pincha
aquí, con todos los datos sobre el personaje y su presencia en la cultura popular contemporánea).
La cuestión de Indiana Jones como arqueólogo y la de la contribución de sus películas a la construcción de una singular imagen social del arqueólogo y de la Arqueología ha interesado, de hecho, a varios blogueros especializados en materia arqueológica que han resuelto el tema de un modo magistral. Así,
Katia Silveira ha afirmado que "los arqueólogos odian a Indiana Jones" (pincha
aquí) señalando por qué Indiana no debe ser considerado, bajo ningún concepto, un arqueólogo;
MagnificoElMulo ha subrayado que urgía deconstruir el mito de Indiana Jones y lo ha hecho en un extraordinario
post sobre los problemas de la Arqueología Profesional en la actualidad (pincha
aquí) -no os perdáis el interesante debate surgido en los comentarios a esa entrada, muy aprovechable-; y, por su parte,
Adrián Carretón, en
Arqueoblog, ha llevado a cabo una detallada disección de las diferencias entre la "Arqueología Real" -como él la llama- y la que practica este singular "arqueólogo" de Hollywood (pincha
aquí). El asunto ha saltado, incluso, a las publicaciones científicas (
CARVAJAL, Á., et alii: "El síndrome de Indiana Jones. La imagen social del arqueólogo", Estrat Critic, 5-3, 2011, pp. 38-49, esp. pp. 44-46) y ha servido para dar título a libros que han analizado de forma detenida y muy sagaz el futuro de la ciencia arqueológica y de la profesión de arqueólogo (
RODRÍGUEZ TEMIÑO, I.: Indianas Jones sin futuro. La lucha contra el expolio del patrimonio arqueológico, Madrid, 2012).
Aunque existe cierto consenso en que, con los criterios actuales, ciertamente Indiana Jones no es un arqueólogo también suele subrayarse que ha contribuido a acercar la Arqueología -desde una óptica muy peculiar, sin duda- a la sociedad (lee
aquí la reivindicación del papel de Indiana Jones en la Arqueología contemporánea que hace National Geographic, en ingles) y ha tenido, acaso, que ver, en el origen del interés por la disciplina arqueológica de muchos jóvenes en el despertar de sus inquietudes profesionales y universitarias. De hecho, la saga de
Indiana Jones suele aparecer en el
ranking de "las mejores películas sobre Arqueología" junto a otras sagas -que merecerían, también, comentario aparte- como
Lara Croft (1999-2008) o
La Momia (2001-2008) entre algunas otras (pincha
aquí).
No es la primera vez que en las series
Instrumenta o
Disputationes de
Oppida Imperii Romani nos detenemos en el valor de determinadas producciones audiovisuales como herramienta pedagógica en el sentido más completo del término. Aunque, efectivamente, Indiana Jones -por las razones que, como se ha visto más arriba, otros colegas blogueros han aducido con mucha más solvencia de cómo nosotros podamos hacerlo en las líneas que siguen- no es,
stricto sensu, un arqueólogo, sí nos parece que de varias escenas de sus películas -en particular de
Indiana Jones, en busca del arca perdida (1981) y de
Indiana Jones y la última cruzada (1989)- pueden servir para reflexionar sobre algunos elementos clave de la práctica arqueológica reflexión que, no se oculta, nace de varios años de experiencia en la gestión y dirección científica del proyecto arqueológico de
Los Bañales y de mi práctica docente en "Arqueología Clásica" en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra donde, desde hace un par de años, funciona también un dinámico
Club de Arqueología.
[I] Escena de Indiana Jones, en busca del arca perdida: aspectos contextuales y legales de la Arqueología: Arqueología, fuentes orales, deontología profesional
Esta conocida escena, apenas en los quince primeros minutos de la primera entrega de la saga, nos presenta a Indiana Jones enseñando a sus estudiantes del Marshall College, aparentemente, Etruscología. Habla de una tumba etrusca procedente de
Tarquinia -cuya planta dibuja detalladamente- y ello le permite introducir algunas reflexiones sobre el modo concreto -que reduce a una cuestión de legalidad o no- de excavar -
"retirar", dice él- los depósitos cerrados de este tipo de enterramientos (nótese que, como se ha subrayado habitualmente en los comentarios sobre la "Arqueología" de Indiana Jones, este personaje incide más en el objeto que en su contexto, que prácticamente obvia aunque, en esta "clase", le conceda, como veremos, cierta importancia). Al terminar la sesión, el profesor cita como bibliografía complementaria a un tal Michaelson acaso un antropólogo americano (Scott Michaelson, pincha
aquí) o más probablemente un personaje inventado creado para la ficción cinematográfica (pincha
aquí). Sus palabras, en algunos pasajes de esta secuencia, nos parece que no tienen desperdicio.
Para empezar vemos al Prof. Jones caracterizando la cultura material objeto de estudio a partir de una perspectiva claramente tipológica. Su descripción -visual y verbal- del túmulo etrusco es exacta y pormenorizada, nada genérica:
"está formado por un corredor central y tres cámaras o cellas
funerarias". Obviamente, la Arqueología no es sólo tipología pero también es tipología. Podría decirse que es, esencialmente, tipología aunque entendiendo ésta sólo como un primer paso, como una primera herramienta. De hecho es inconcebible el avance en materia arqueológica -y en particular en Arqueología Clásica- si no somos capaces de conocer a fondo la evolución tipológica de los objetos que forman parte de las sociedades del pasado o, al menos, de aquélla sociedad con la que estemos, en cada caso, trabajando. La Arqueología es, de hecho, "la historia material de las sociedades del pasado" como la ha definido con acierto
S. Gutiérrez Lloret (GUTIÉRREZ LLORET, S.:
Arqueología. Introducción a la historia material de las sociedades del pasado, Valencia, 1997, un título recomendabilísimo) y esa "historia material" es imposible de ser comprendida sino es a partir de la categorización -por tanto ordenada- de los objetos con que la "escribimos". Así, sólo la consideración de los objetos en parte como únicos pero, en parte, a su vez, como manifestaciones de patrones concretos de distribución y de datación (
CONTRERAS, F.: "Clasificación y tipología en Arqueología: el camino hacia la cuantificación", Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 9, 1984, pp. 327-385, esp. pp. 328-329) hace posible que la Arqueología avance en su caracterización de las sociedades antiguas. Cualquier estudiante de Arqueología, cualquier profesional de la Arqueología, tarde o temprano, habrá de enfrentarse con la clasificación y la ordenación del material recuperado y, con él, con la adecuada interpretación del registro arqueológico. Pero, hay más.
Volvamos a la escena. Aparentemente transcurrido un tiempo de la clase, el Prof. Jones termina la explicación sobre el túmulo de Tarquinia diciendo
"(...) la cámara 3 quedó sin tocar y esta cámara y los artículos fúnebres encontrados en otra en la zona dieron razón para fechar este hallazgo como hemos hecho". Además de que en esa afirmación se subraya la importancia de la preservación del registro arqueológico y de su uso como herramienta de datación, de nuevo Indiana vuelve a subrayar la importancia de la cultura material, de los objetos -
"artículos fúnebres", en la versión castellana de la película- en relación con el gran objetivo de la Arqueología: la datación, la composición de un discurso histórico algo que, tristemente, se obvia cada vez más en el gremio arqueológico en aras de una simple descripción material que no termina de trascender de los objetos en sí mismos y que poco o nada aporta a la investigación. Tan terrible es la conversión del objeto en el fin último de la investigación arqueológica -como sucedía en las prácticas anticuaristas y como el propio Indiana hace en sus películas (el arca, el grial...)- como el no ser capaces de trascender de la descripción a la auténtica interpretación histórica. La Arqueología es Historia (ya lo afirmamos vehementemente hace tiempo en otro
post: pincha
aquí) y, de ese modo, la Arqueología Clásica es Historia de la Antigüedad Clásica por más que el desencuentro -a veces personal, otras institucional, muchas veces de ambos tipos- entre colegas de ambas disciplinas haya marcado -tristemente- tendencia en la Universidad española (para un diagnóstico, desde la perspectiva de la América prehispana pero válido en cualquier caso, puede verse
LANGEBAEK, C. H.: "Historia y Arqueología: encuentros y desencuentros", Historia Crítica, 27, 2005, s. pp.; de nuevo,
CARVAJAL, Á. y DE SOTO, Mª R.: "Arqueología e Historia: propuesta para una reflexión conjunta", El Futuro del Pasado, 1, 2010, pp. 21-35; y, especialmente,
SAUER, E. (ed.): Archaeology and Ancient History. Breaking down the boundaries, Londres, 2004, esp. pp. 17-47 y 99-114. Para los menos versados, podrá ser útil la lectura de este
post de Arqueoblog: pincha
aquí).
Indiana realiza, pues, la datación de esta tumba a través de dos instrumentos: la cultura material y la tipología y, por tanto, a través de esta última, incide en la necesidad de documentar "paralelos" para esa adecuada integración de los objetos estudiados en su contexto histórico y cultural. Recurrir a diccionarios y repertorios, tanto para Arqueología como para otras disciplinas de la Antigüedad debe formar parte -lo veremos más abajo a propósito de la segunda escena que comentaremos- del trabajo cotidiano del arqueólogo (para una relación de éstos por áreas de conocimiento, pincha
aquí). Además -lo veremos en la escena siguiente, en la que Indiana citará las excavaciones de
Naucratis desarrolladas por
W. M. Flinders Petrie en el siglo XIX- conocer de qué modo -siempre en sentido acumulativo- la investigación arqueológica ha ido, a través de la Historia, obteniendo nueva información sobre las culturas del pasado resultará, también, algo fundamental. Un buen arqueólogo ha de ser -si no en tiempo real sí con el estudio y la dedicación- un buen "fichero" que guarde en su cabeza paralelos que puedan ayudar en la labor de contextualización a la que estamos haciendo referencia.
"La Arqueología busca el hecho, no la verdad", sentenciará Jones en la escena que comentaremos a continuación. Para concluir esta primera reflexión, el
"hecho" sería la evidencia, el dato concreto, el dato arqueológico que constituye la huella de una actividad humana en el pasado y que -habría quizás que rectificar aquí esa afirmación- permite obtener un tipo singular de
"verdad", la histórica, siempre en construcción y más en Ciencias de la Antigüedad (de nuevo convendría citar aquí el inexcusable trabajo de
ALFÖLDY, G.: "La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico", Gerión, 1, 1983, pp. 39-61).
[II] Escena de Indiana Jones y la última cruzada: variantes de la práctica arqueológica, la Arqueología como investigación histórica
A nuestro juicio, la más aprovechable -y más necesaria- afirmación de Indiana Jones, en clase, en toda la saga es:
"el setenta por ciento de la Arqueología se hace en la biblioteca, investigando, leyendo". Tal sentencia procede, precisamente, como habrá visto nuestro lector, de esta escena en la que
Spielberg parece querer hacer un
remake de la escena anterior con la que los paralelos cinematográficos son incuestionables. En esta ocasión encontramos en el aula a un Dr. Jones muy desmitificador -
"olviden toda idea acerca de ciudades perdidas, viajes exóticos y agujerear el mundo"- y que si en la escena anterior concedía importancia a la
"tradición local" (esas "fuentes orales" y la fijación de parte del contenido de las mismas sobre el paisaje, las toponímicas, son fundamentales en Arqueología; esto no debe olvidarse y es otra de las "enseñanzas" de la secuencia de
Indiana Jones, en busca del arca perdida:
RIESCO, P.: "Nombres en el paisaje: la toponimia, fuente de conocimiento y aprecio del territorio", Cuadernos Geográficos, 46, 2010, pp. 7-34;
ZAFRA, N.: "Nombrar, apropiar. La Arqueología del paisaje y toponimia en la aldea de Otíñar (Jaén) (1300-2000 DNE)", Arqueología y Territorio Medieval, 11-1, 2004, pp. 23-58, esp. pp. 27-36 y, por supuesto, FERNÁNDEZ, V.:
Teoría y método de la Arqueología, Madrid, 1992, pp. 49-50, otro clásico) ahora, en
Indiana Jones y la última cruzada, concluye, no sin razón, en que
"no podemos tomar la mitología al pie de la letra". Aunque, efectivamente, eso es cierto, convendría recordar aquí el convencimiento de
Heinrich Schliemann de que tan grandes epopeyas como los poemas homéricos -léase cualquier otro acontecimiento, por cotidiano que sea, de la Antigüedad- no podrían proceder, exclusivamente, sólo, de la ficción ni haber desaparecido sin dejar registro alguno... No nos resistimos a recoger la cita textual de
CERAM, C. W.: Dioses, tumbas y sabios. La novela de la Arqueología, Barcelona, 197013, otro título imprescindible:
<< El padre [de H. Schliemann] le explicaba al niño [el propio H. Schliemann] muchos cuentos y leyendas. Le contaba también, cual viejo humanista, la lucha de los héroes de Homero, de Paris y Helena, de Aquiles y de Héctor, de la fuerte Troya, incendiada y destruida (...)
- ¿Así era Troya?
El padre asentía con la cabeza
- ¿Y todo esto se ha destruido, destruido completamente? ¿Y nadie sabe dónde estaba emplazada?
- Cierto -contestaba el padre.
- No lo creo -comentaba el niño Heinrich Schliemann- ¡Cuando sea mayor, yo hallaré Troya, y encontraré el tesoro del rey!
Y el padre se reía >>
Efectivamente, de cualquier actividad humana en el pasado queda -en principio, salvo alteraciones diversas, que las hay- un vestigio en forma de dato arqueológico que, debidamente bien recuperado y contextualizado, aporta muchísima información histórica. Con ser la metodología importante, que lo es, y mucho, y siendo la técnica empleada para la documentación del registro una auténtica "piedra de toque" en materia arqueológica (con bibliografía puede verse
RUIZ DEL ÁRBOL, Mª.: "La organización, articulación y tratamiento de la documentación arqueológica. El sistema de administración de la base de datos relacional 'Lusitania'", ArqueoWeb, 5, 2013, s. pp. o GARCÍA-DIEZ, M., y ZAPATA, L.:
Métodos y técnicas de análisis y estudio en Arqueología Prehistórica, Vitoria, 2013 y
RODÀ, I. (ed.): Ciencias, metodologías y técnicas aplicadas a la Arqueología, Barcelona, 1992) lo cierto es que la afirmación de que
"el setenta por ciento de la Arqueología se hace en la biblioteca" no puede estar más a la orden del día. En primer lugar, por lo que se dijo anteriormente respecto de la necesidad de poner en contexto cualquier material arqueológico a partir de su inserción en una identidad cultural concreta y, por tanto, a partir de la localización de sus paralelos formales y, por tanto, si es posible, también cronológicos. Pero, además porque, como se dijo, la Arqueología es una Ciencia de la Antigüedad y como tal "ciencia" vuelve a ser un saber acumulativo en el que la historiografía trazada sobre un determinado problema debe ser tenida en cuenta antes, durante y después de cualquier intervención arqueológica. Y no nos referimos sólo a la "literatura gris" que sobre un determinado yacimiento -en el que uno esté trabajando- exista tanto a nivel administrativo como a nivel público sino también -y especialmente- a toda la producción bibliográfica que haya sobre un tipo determinado de material arqueológico o sobre los problemas -normalmente de naturaleza histórica- ante los que nos coloque la investigación y el estudio sobre esos materiales (este tipo de asuntos están muy bien recogidos en un manual que nos atrevemos, también, a recomendar: BURKE, H., y SMITH, C.:
Manual de campo del arqueólogo, Barcelona, 2007, muy inspirador). Qué frecuente es, tristemente, en la Arqueología actual, la "miopía" de pensar que lo que en un enclave arqueológico se está documentando es algo absolutamente exclusivo del citado lugar sin conceder ni un espacio -muchas veces por pereza, siempre por negligencia culpable- a una perspectiva mucho más general que inserte los datos arqueológicos de un lugar en la dinámica histórica correspondiente y en el conocimiento, también, de otros enclaves sometidos a problemáticas semejantes y que pueden aportar coordenadas históricas e interpretativas de largo alcance. A un estudiante de Arqueología deberían sonarle, apenas iniciado en la disciplina, volúmenes como el
Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines Daremberg-Saglio, como la
Realencyclopädie des classischen Altertumswissenschaft Pauly-Wisowa (sobre sus posibilidades y su acceso en línea ya nos detuvimos hace algunos meses en este blog: pincha
aquí), como la
Enciclopedia dell'Arte Antica, Classica e Orientale, o como el
Lexikon Iconographicum Mytologiae Classicae (¡¡¡ya disponible como base de datos
online!!!) y, entre otros muchos recursos en internet, al menos, los
Fasti Archeologici Online. Sorprende, de hecho, que para muchos estudiantes jóvenes, estos títulos no signifiquen apenas nada o, incluso, obtengan sus títulos en Historia o, en el peor de los casos, en Arqueología, sin haber manejado nunca estas herramientas. Herramientas que durante generaciones han sido el primer punto de partida para la labor de documentación y de interpretación de la cultura material, fundamental, como se dijo, en Arqueología.
Urge, pues, saber compatibilizar, en materia arqueológica la Arqueología "de bota" (es decir, la tradicionalmente llamada Arqueología de campo) por la Arqueología "de bata", la de laboratorio, la de biblioteca, la que hace posible vibrar con cada hallazgo al comprobar nuestra propia capacidad de insertarlo en la cultura que lo creó y de escribir, con su análisis, parte de la Historia de nuestra cultura. Parece que hasta Indiana Jones, tantas veces denostado como modelo de "arqueólogo", nos enseña algo a este respecto...