PARVA LABENTIA (y III)

 

[Cornucopia en mármol blanco de Proconesos procedente de la ciudad romana de Campo Real/Fillera, en Sos del Rey Católico]

Si cuando hablamos de Epigrafía Romana, al mencionar el Corpus Inscriptionum Latinarum -el gran repertorio de inscripciones romanas que, surgido a mediados del siglo XIX, sigue aun alumbrando nuevos volúmenes- sentimos una cierta reverencia, cuando hablamos de estatuaria romana esa misma sensación se despierta en los investigadores cuando se habla del Corpus Signorum Imperii Romani. Si el CIL es el gran repertorio de las inscripciones latinas el CSIR es el gran repertorio de las esculturas romanas de todo el Imperio. Para la península ibérica, para las provincias hispanas, la edición de sus fascículos -el Corpus Signorum Imperii Romani España- se gestiona de modo ejemplar entre la Universidad de Murcia y el Institut Català d'Arqueologia Clàssica, dos de las instituciones que, por otra parte, más han contribuido en los últimos años a dinamizar la buena investigación arqueológica en nuestro país. De esos fascículos hispanos se han publicado ya diez siendo el último el que José Beltrán Fortes y Mª Luisa Loza Azuaga han dedicado a los materiales escultóricos romanos de la provincia de Cádiz (BELTRÁN FORTES, J., y LOZA AZUAGA, L., Corpus Signorum Imperii Romani. España. Provincia de Cádiz (Hispania Vlterior Baetica), Cádiz-Sevilla, 2020) si bien la serie se ha detenido en el repertorio escultórico de otras importantes ciuitates hispanas.

Si algo ha definido, precisamente, la categoría de los parua oppida en la que venimos trabajando desde hace algunos años (véase, al menos ANDREU, J., "El fenómeno de los parua oppida: definición y caracterización de una categoría urbana del interior de la Tarraconense", en Parua oppida. Imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades de la Tarraconense hispana, Uncastillo, 2020, pp. 3-24, pero también nuestra entrada "Parua oppida (y III)", en este mismo espacio) eso ha sido la temprana apertura de las comunidades que podemos calificar como tales a los programas iconográficos de carácter oficial -y, por tanto, también escultóricos, no sólo epigráficos- que, en muchos casos, se produjo, además, antes de su promoción estatutaria. Recientemente, por ejemplo, uno de nuestros colaboradores, con ya un extenso y brillante historial de publicaciones sobre la cuestión, se ha ocupado del tema en la última entrega de la serie de monografías de Los Bañales: ROMERO, L., "El trabajo del mármol en el programa escultórico del foro de Los Bañales de Uncastillo (Uncastillo, Zaragoza)", en ANDREU, J., BLANCO-PÉREZ, A., y ALGUACIL, E. (eds.), Pecunia communis. Recursos económicos y sostenibilidad de las pequeñas ciudades hispanorromanas, Ejea de los Caballeros, 2023, pp. 135-159).

Pues bien, como una actividad más del proyecto de investigación "De parua a oppida labentia: ciudad, ciudadanía y desarrollo urbano en el piedemonte vasco-aquitano (siglos I a. C.-II d. C.)" financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y de cuyos avances venimos informando en esta etiqueta de Oppida Imperii Romani, en estos días, tanto Luis Romero como quien escribe estas líneas estamos trabajando en la que será una de las próximas entregas del Corpus Signorum Imperii Romani y que, esperamos, esté lista para ser presentada el próximo mes de octubre en Pamplona ciudad que acogerá, también con paradas en Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava, la XI Reunión de Escultura Romana en Hispania para la que acabamos de abrir el call para comunicaciones. El volumen estará dedicado a recoger toda la documentación escultórica -no sólo de bulto redondo, también relieves- atestiguada en el territorio que las fuentes antiguas atribuyen a los Vascones, otro de los temas recurrentes en este blog. Constituirá, de hecho, el primer volumen de la serie de Corpus Signorum Imperii Romani que no coincide, en su ámbito geográfico de estudio, con una ciudad antigua o con una provincia actual sino que se centra en un territorio que -aunque de fronteras e identidad discutida y discutible- funciona -y, de hecho, ha funcionado- en cierta medida como categoría coherente para su aprehensión científica. No será ésa la única sorpresa que aporte el volumen pero para las otras el lector tendrá que esperar a su publicación...

Así, en estos días de intenso trabajo de preparación del manuscrito para su entrega a imprenta hemos tenido que realizar un balance -que figurará en el volumen- sobre cómo se ha ido formando y, en los últimos años, incrementado el repertorio de material escultórico en la zona objeto de estudio de esa próxima e ilusionante entrega del CSIR. Y, en ese balance hay un punto de partida que resulta referente inexcusable para quienes trabajamos sobre la Antigüedad de Navarra y de su entorno. Se trata del inventario "Localidades de Navarra donde se conservan ruinas o se han hallado objetos romanos" que, en su quinta entrega de la serie "Excavaciones arqueológicas en Navarra" firmaron, en 1946 y en la revista Príncipe de Viana (24, 1946, pp. 423-439) dos de los "padres" de la investigación arqueológica en Navarra y en, prácticamente, gran parte del norte peninsular, Blas Taracena y Luis Vázquez de Parga. En él, y en el apartado de la estatuaria, apenas se inventariaban algunos de los relieves decorativos de monumentos funerarios romanos de las áreas de Eslava y de Gallipienzo; el repertorio de estelas decoradas de Gastiáin, en el valle de Lana, límite occidental del territorio vascón con el várdulo; y los ejemplares de bronce -uno desaparecido y otro, muy conocido y recientemente recuperado- de Pompelo, en la actual Pamplona, sobre el que luego volveremos. Sin embargo, el volumen que estamos preparando reúne cerca de 275 piezas repartidas entre algo más de 30 municipios del territorio actualmente navarro, del zaragozano de la Comarca de Cinco Villas y del extremo occidental de la Jacetania y del riojano de las áreas controladas por las ciudades de Graccurris, la actual Alfaro, y Calagurris, la actual Calahorra. Todo ello da muestra de hasta qué punto, en este último siglo, el trabajo de documentación arqueológica y de investigación que ha acompañado a ese incremento y que, además, han protagonizado algunos de los nombres de referencia en la historia de la investigación arqueológica en la zona ha resultado decisivo. Por citar los nombres más conocidos Mª Ángeles Mezquíriz -que presentó, por ejemplo, una cabeza varonil en mármol blanco procedente de la ciudad de los Carenses, en Santacara (Navarra) (MEZQUÍRIZ, Mª Á., "Retrato masculino aparecido en las excavaciones de Santacara (Navarra)", Trabajos de Arqueología Navarra, 136-137, 1974, pp. 403-404)-, Urbano Espinosa y Aurora Luezas -que valoraron el repertorio escultórico de Calagurris conformado, en gran parte, gracias a los trabajos de Pedro Gutiérrez Anchútegui (ESPINOSA, U., Calagurris Iulia, Calahorra, 1984, pp. 11-116 y LUEZAS, A., "Manifestaciones artísticas en Calagurris Iulia", en CINCA, J. L., y GONZÁLEZ SOTA, R. (eds.), Historia de Calahorra, Calahorra, 2011, pp. 115-130)- o José Antonio Hernández Vera y su equipo que, para Graccurris, también contribuyeron a ese incremento y a la sistematización de las piezas conocidas de antiguo (MARTÍNEZ TORRECILLA, J. A., AGUIRRE, A., y DEL FRESNO, P., "Nuevas esculturas del yacimiento de las Eras de San Martín-Graccurris", Graccurris, 24, 2014, pp. 157-180).

En cualquier caso, nos parece que el más decisivo incremento del repertorio se ha producido en la última década y ha tenido que ver con el desarrollo de actividades de investigación auspiciadas por el tejido universitario local y, en particular, por la Universidad de Navarra. Esa investigación ha permitido, por este orden, bien  la recuperación de obras que se daban por perdidas, bien la mejor identificación de otras del repertorio clásico, bien el incremento -en excavaciones arqueológicas concretas- de los materiales disponibles, bien el adecuado estudio de materiales aparecidos en proyectos arqueológicos ajenos a la institución universitaria. De todo ello hay ejemplos singulares que merece la pena destacar pues todos, además, nos han permitido conocer mejor el impacto que los programas decorativos oficiales tuvieron en las ciudades romanas del ámbito vascónico. Así, como es sabido -aunque, lamentablemente, esto se haya silenciado en el panel explicativo de la pieza que se ha instalado en el Museo de Navarra- fue un artículo publicado en el número 23, de 20015, de la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra y firmado por Luis Romero y Rubén Montoya el que permitió que, al escribir el entonces propietario a los autores y éstos facilitar sus datos al Museo de Navarra, se procediera a la cesión, primero y, compra, más tarde, del, seguramente, mejor togado en bronce que tenemos en Hispania y que debió salir e veta desde Pompelo, donde había sido hallado, a comienzos del siglo XX. Así lo explicamos hace algunos meses en un episodio de "Arqueomanía" dedicado a la Arqueología navarra y emitido en Televisión Española en Febrero de 2023 y así lo ha recogido la prensa nacional y local antes enlazada y lo recordábamos, nosotros, no hace mucho -en junio de 2023-, en una tribuna en Diario de Navarra que, ahora, ante la proximidad de la XI Reunión de Escultura Romana en Hispania, tiene más sentido traer aquí a colación pues vuelve a estar de actualidad.

Quien fuera, en buena medida, artífice del inicio de los trámites que condujeron a la recuperación del togado de Pompelo, Luis Romero, también fue el responsable de la identificación como un retrato del diuus Augustus de época claudiana de la cabeza masculina de mármol que, procedente de la ciudad de los Carenses (Santacara, Navarra), Mª Ángeles Mezquíriz había presentado en 1974 como perteneciente a algún ignoto priuatus. Esa nueva identificación, que se presentó en la IX Reunión de Escultura Romana en Hispania, celebrada en Yecla (Murcia) en marzo de 2019 y cuya publicación ya está disponible en red, también ocupó titulares de prensa en los medios locales, en particular en Diario de Navarra y nos permitió, de la mano de Pablo Serrano, difundir, incluso, lo esencial de la identificación en un visor virtual en el portal Sketchfab. Quizás, esa rápida transferencia de la investigación ha sido otra de las singularidades que mejor han acompañado a esta intensa investigación universitaria como dan buena muestra los materiales escultóricos que se "exponen" en los Museos Virtuales de Los Bañales de Uncastillo y de Santa Criz de Eslava algunos de los cuales, gracias a los esfuerzos de los consistorios de Layana (Zaragoza) y Eslava (Navarra) pueden, de hecho, verse in situ en los respectivos espacios expositivos locales ubicados próximos a los yacimientos arqueológicos en cuestión. Sirvan como muestra dos de esos visores, el segundo, aunque no perteneciente a ninguno de los dos espacios virtuales, alusivo a la pieza de Cara que mencionábamos al comienzo de este párrafo.



Pero, sin duda, han sido los trabajos arqueológicos de los últimos años -en particular desde 2013- en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo -y, por extensión, los que se han llevado a cabo en la Comarca de Cinco Villas- los verdaderamente responsables del sensacional incremento que, en materia escultórica, ha experimentado el territorio de los antiguos Vascones. Desde el hallazgo del thoracatus de Domiciano en la campaña de excavaciones de ese año -que vería la luz en un citadísimo artículo del número 73 de la revista Zephyrus (2014) y que fue, de hecho, objeto de un programa monográfico en el Canal UNED de Televisión Española- se han venido produciendo, en la excavación de un sensacional nivel de amortización de estatuaria ubicado en el flanco meridional del foro de la ciudad, constantes hallazgos que han conformado un repertorio único que, además, ha tenido la virtud de ir acompañado, también, de material epigráfico que ha permitido un mejor trazado de las peculiaridades de dicho repertorio monumental contribuyendo a su mejor inteligibilidad. Una primera recopilación del mismo se publicó en las actas de la VIII Reunión de Escultura Romana en Hispania que tuvo lugar en Baena en 2016 (ROMERO, L., y ANDREU, J.: "El programa escultórico del foro de la ciudad romana de Los Bañales: novedades y aspectos iconográficos, programáticos e históricos", en Reunión de Escultura Romana en Hispania. VIII, Córdoba, 2018, pp. 365-278) si bien muy recientemente ha visto la luz un sensacional volumen que dedica una buena parte de sus más de 520 páginas al estudio de estos programas y de sus evidencias (ROMERO, L., El foro de Los Bañales de Uncastillo: arquitectura y programas epigráficos, escultóricos y decorativos, Uncastillo-Pamplona, 2023).





Hace algo más de un año, en el Centro de Estudios de las Cinco Villas, en Ejea de los Caballeros, tuvo lugar una jornada conmemorativa del cuarenta aniversario de las I Jornadas de Estudio sobre las Cinco Villas y tuvimos la ocasión de presentar un balance de actualización sobre nuestro conocimiento de la Antigüedad en dicha región. De ese balance, que pronto verá la luz, proceden las dos láminas que hemos traído a este post, sobre estas líneas. Nos parece que ambas resumen muy bien los dos ámbitos en que el incremento de que venimos hablando se ha concretado mejor, todo ello sin tener en cuenta -pues no suelen formar parte de los repertorios del CSIR- las piezas de pequeño formato en bronce como -entre otras- la célebre pesa con busto de Attis de Sofuentes o la tortuga de bronce, acaso de un larario, hallada en Los Bañales y que reproducíamos, no hace mucho, en otro post de este blog. Por un lado, y especialmente en las ciuitates romanas de la parte más septentrional del territorio actualmente comarcal, las de Campo Real/Fillera en Sos del Rey Católico y las de Cabezo Ladrero en Sofuentes, han confirmado algo que ya en 2011 constatábamos (ANDREU, J., "Mors Vasconibus instat: aspectos del hábito epigráfico funerario en territorio de Vascones", en ANDREU, J., ESPINOSA, D., y PASTOR, S. (eds.), Mors omnibus instat: aspectos arqueológicos, epigráficos y rituales de la muerte en Roma y en el Occidente Romano, Madrid, 2011, pp. 491-529), que los monumenta sepulcrales en forma de altar decorados con pulvinos resultaron un elemento clave del paisaje funerario de estas comunidades, asunto sobre el que, de hecho, hemos podido volver recientemente (ANDREU, J., "Los tituli sepulchrales y el origen del hábito epigráfico en el extremo  oriental del solar de los Vascones", en RUIZ OSUNA, A. (ed.), Morir en Hispania. Novedades en topografía, arquitectura, rituales y prácticas funerarias, Sevilla, 2021, pp. 317-331). Las piezas nº 1 y 2 de la primera imagen que figura sobre estas líneas así lo muestran procediendo ambos puluini, respectivamente, de Sos del Rey Católico y de Sofuentes y bien custodiados los dos en colecciones particulares de buenos amigos. La lámina segunda, por su parte, recoge algunas de las piezas en mármol más representativas del repertorio de Los Bañales que incluyen elementos de retratística imperial: 1, el retrato post-mortem del César Germánico; 3 y 4, el thoracatus de Domiciano con su hermosa coraza decorada con Germanos vencidos y esculpido en la década de los 80 del siglo I d. C.; 5, la mano de un, probable, segundo emperador representado como thoracatus; y 2, la parte inferior de una probable estatua femenina, acaso del recinto de exaltación de la Victoria imperial, promovido por los notables de las familias locales Fabia y Porcia.

Si ese incremento se ha dado en el territorio cincovillés gracias al impulso de nuestro trabajo en Los Bañales, algo semejante ha sucedido en la vecina ciudad de Santa Criz de Eslava. Aunque los hallazgos escultóricos han sido mérito de un equipo anterior, ha sido gracias a la implicación del Parlamento de Navarra -como contábamos aquí hace algunos años- que se ha podido llevar a cabo un detallado estudio de esos materiales que, desde luego, han subrayado el extraordinario futuro que, como se señalaba no hace mucho en una publicación sobre la cuestión (BISPHAM, E., "Small towns, big futures: between Italy and Iberia", en ANDREU, J. (ed.), Parua oppida: imagen, patrones e ideología del despegue monumental de las ciudades de la Tarraconense hispana (siglos I a. C.-I d. C.), Pamplona, 2020, pp. 25-38), tiene la investigación sobre estos parua oppida y, en concreto, sobre los del ámbito vascónico-aquitano. Y, lógicamente, si nos acompaña la energía, aquí seguiremos contándotela.



SORIONEKU (y VIII)


[Montaje fotográfico: © Argia

Parece que haya pasado mucho tiempo pero sólo hace un año y un par de meses que, en el Valle de Aranguren, en Navarra, fuera presentado el hallazgo de una lámina de bronce con texto paleohispánico en el oppidum de Irulegi pieza que, en poco tiempo, se convirtió en un documento extraordinariamente mediático que concitó todo tipo de interpretaciones -casi más sociológicas y políticas que históricas o lingüísticas- y que ha generado en este blog una larga serie de artículos, del que éste supone ya la octava entrega, artículos que, de hecho, se cuentan entre los más seguidos de Oppida Imperii Romani, agrupados todos ellos en la etiqueta "Sorioneku" en honor de lo que, hasta la fecha, parece que decía la primera línea de la inscripción. Quizás, para palpar el impacto social que tuvo la noticia de su hallazgo baste reproducir la conferencia que, en enero de 2023, y para la Asociación Pompaelo, dictamos en un abarrotado Civivox en el barrio pamplonés de Iturrama, conferencia cuya versión en YouTube, por cierto, cuenta con el doble de reproducciones que las que acumula la charla que, en diciembre de 2022, y ante una desbordante expectación, el Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra organizó en el Planetario de Pamplona para una preliminar presentación de las primeras investigaciones sobre la pieza, lógicamente, también muy recomendable.

Si 2023 estuvo marcado por la expectación generada en torno al documento, el año terminó con la publicación, en acceso abierto y en dos revistas de absoluta referencia, de los primeros resultados de la investigación arqueológica y, sobre todo, epigráfica y lingüística, sobre la pieza. Así, el número 23, correspondiente a 2023, de la revista Palaeohispanica, de la Institución Fernando el Católico, hacía, un hueco -en su apartado de "Novedades Epigráficas" y en un dossier que, principalmente, recogía las actas del Coloquio de Lenguas y Culturas Paleohispánicas celebrado en 2001 en la Université de Bordeaux- a un trabajo de Mattin Aiestaran, Joaquín Gorrochategi y Javier Velaza titulado "La inscripción vascónica de Irulegi (Valle de Aranguren, Navarra)". Por su parte, la revista Fontes Linguae Vasconum, del Gobierno de Navarra, acogía, en su segundo número de 2023, que hace el 136 de su histórico, una generosa colección de artículos agrupados en su sección de "Varia" y que conforman el dossier "La mano de Irulegi: reflexiones desde la paleohispanística y la vascología" coordinado por Joaquín Gorrochategi y por Ekaitz Santazilia.

La publicación de ambos trabajos en open access, como debe ser en la ciencia moderna, motivó que la prensa navarra se hiciera eco de las conclusiones de ambos. Cierto que, de modo sintomático, no toda la prensa navarra, pues, por ejemplo, Diario de Noticias de Navarra apenas publicó, justo antes de la presentación de esos resultados, una sugerente reivindicación del valor cultural de la ciencia arqueológica firmada por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, promotora de la excavación de Irulegi y no se ha hecho, hasta donde nos consta, eco de las dos publicaciones aquí referidas. Sí lo hizo, en primer lugar, Diario de Navarra donde Laura Puy, con una entrevista a Javier Velaza, publicaba el reportaje "Los expertos ya pueden discutir sobre la Mano de Irulegi" titular que no podía ser más premonitorio y que acababa por dar razón a lo que Amaia Otazu publicaba en noviembre de 2022 en El País, "La Mano de Irulegi, más incógnitas que respuestas sobre el origen del euskera", quizás prescindiendo de esa segunda parte del titular, como ahora se verá. 

Apenas se publicó el reportaje de Laura Puy dedicamos unas horas a escudriñar, con verdadera avidez, los contenidos del dossier de Fontes Linguae Vasconum y las conclusiones del artículo de Palaeohispanica. Nuestras impresiones sobre ellas las recogimos en una tribuna publicada en Diario de Navarra ya en este recién estrenado 2024. En ella volvíamos sobre algunos de los elementos que destacábamos en nuestra primera aproximación al documento, que recogimos en las dos primeras entradas de esta serie "Sorioneku" y "Sorioneku (y II)". Se trataba, a saber, de los siguientes elementos: la "fotografía" de la diversidad cultural, del crisol de culturas que debieron ser las tierras de Navarra en la Antigüedad y que la mano y su texto muestran desde las ópticas epigráficas y, también lingüísticas y simbólicas; el carácter absolutamente sensacional del hallazgo y su contribución a nuestro mejor conocimiento de la cultura escrita, la literacy, de los antiguos Vascones; la necesidad de poner el foco investigador en el área neurálgica del territorio de los Vascones; y, por último, el impacto cultural de Roma que, en el propio hecho de la grabación de la pieza, va implícito y que recuerda la intensa latinización que, para el momento de la destrucción de Irulegi, que ocultó el documento, había cristalizado de un modo bastante notable que es, por otra parte, el que explica la toma de partido de las poblaciones locales del área de la actual Navarra en uno u otro bando del llamado bellum Sertorianum.

Quizás por ser la primera valoración de los citados resultados científicos que, desde el ámbito académico, veía la luz en la prensa generalista, nuestras reflexiones motivaron también una muy grata entrevista en los micrófonos de COPE Navarra, de la mano de Fermín Astrain, que muy pronto se viralizó a través de las redes sociales como ha sucedido con todo lo que, en este vertiginoso último año, se ha publicado sobre esta ya tan discutida pieza broncínea. 

La llamada a la prudencia, y el relativo escepticismo, de que hicimos gala en esas dos comparecencias en medios y que, de hecho, han nutrido gran parte de nuestras reflexiones en esta serie de entradas de Oppida Imperii Romani, en realidad sólo se desprendían de una lectura más o menos detenida de los resultados de las investigaciones vertidas en Fontes Linguae Vasconum y en Palaeohispanica. Sin embargo, esas llamadas a la cautela han dado el salto, en estas primeras semanas del año, a los medios en palabras, también, de algunos de los protagonistas de los trabajos en cuestión. En primer lugar a la Cadena SER, donde ha comparecido Ekaitz Santazilia mostrando sus dudas y haciéndose eco de las aportaciones de los expertos que intervienen en el monográfico de Fontes Linguae Vasconum -que él coordinó- y, después en Diario de Navarra que, en un mismo día, ha mostrado, en, al menos, tres reportajes de Jesús Rubio -"La Mano de Irulegi también genera dudas", "Mayor afinidad de la esperada con el idioma ibérico" y "Unas líneas indescifrables que llaman a la cautela"- lo esencial de lo vertido en el citado dossier. Finalmente, también Navarra Televisión ha atendido a las conclusiones de estos trabajos ahondando, con el propio Ekaitz Santazilia, en las dudas e incertidumbres que la interpretación del documento -nunca su autenticidad, fuera de toda duda- plantea. Los contenidos desgranados por esta útil serie de Diario de Navarra han dado el salto a la prensa nacional, tanto a El País como a ABC oa El Debate y, a buen seguro, seguirán protagonizando titulares en las próximas semanas.


Si algo han demostrado estos meses de controversia en torno a la mano de Irulegi ha sido que, tratándose de los antiguos Vascones, no es tan importante lo que los documentos dicen sino lo que algunos afirman que dicen los documentos generándose un "relato" que es el que, mucho nos tememos, va a quedar anclado permanentemente -como tantos otros tópicos del imaginario colectivo sobre la Navarra antigua, sobre los que hemos vuelto no hace mucho- casi sociológicamente. Desde el día de su presentación, en el otoño de 2022, la mano de Irulegi se ha convertido en un símbolo de la antigüedad de la lengua vasca en el territorio navarro, de la capacidad de escritura de quienes fueran los pobladores de dicho solar y se ha manejado como poderoso argumento identitario sirviendo a diversos intereses políticos. Y, desde luego, convertida ya en icono, así va a seguir siendo. Por eso, y como han hecho muchos medios en estas primeras semanas de este recién estrenado 2024, nos parecía totalmente oportuno recoger a continuación algunos textos extractados tanto de la editio princeps de la pieza alojada en Palaeohispanica como de la sugerente, y profunda, discusión vertida en Fontes Linguae Vasconum dos revistas que, desde luego, van a acumular seguro, gracias a este documento epigráfico, unas cotas de visibilidad que, hasta ahora, ni habrían imaginado.

Como no es la primera vez que, en Oppida Imperii Romani, y a propósito de los Vascones, dejamos hablar a los expertos -lo hicimos, con notable éxito en la entrada "Navarrorum", en octubre de 2017- hagámoslo de nuevo conscientes, además, de que lo que ellos dicen lo disfrutarán y entenderán, sobre todo, quienes hayan seguido la polémica hasta la fecha pues, por increíble que parezca, sigue habiendo gente que ni siquiera ha tenido conocimiento del que es, sin duda, el más mediático hallazgo epigráfico producido en nuestro país en la última década. Simplemente, nos limitaremos, eso sí, a organizar sus reflexiones y citas por temas para facilitar que el lector se dirija a las cuestiones que más le interesen. En aras de la simplificación, sólo citaremos por nombre/s del autor/es, revista de la que la referencia está tomada, página en que se cita y páginas del trabajo del que procede dejando al autor, si le interesa, que vaya a los dossieres en cuestión, arriba citados, para abundar en las opiniones recogidas:

[I.] Lectura e interpretación lingüística de la mano

"En el análisis anterior hemos intentado ofrecer algunas pautas interpretativas a la inscripción, teniendo en cuenta tanto el soporte como el texto. Nos llama la atención la dificultad en hallar nombres de persona que ayuden a articular el texto, aunque hay algunas secuencias, como sorione-ku/ke inicial o kunekeŕe de la l.2, susceptibles de serlo. Siendo verosímil que la inscripción, al no estar fragmentada, contenga al menos una oración completa con su verbo, nos parece que eŕaukon reúne por su posición y aspecto las mejores condiciones para ello. Si su equiparación con el vasco zeraukon es correcta, habría que entender la inscripción como una dedicación a la entidad expresada en la l. 1, sorioneke, que está en posición resaltada y aislada del resto del texto, siendo akaŕi la expresión de la donación. El texto intermedio debería expresar el nombre del oferente y alguna otra circunstancia; hemos sugerido que oTiŕtan sea un nombre de lugar en caso inesivo, abriendo la posibilidad de que el signo T exprese un lateral. Pero todo ello es, por el momento, muy provisional. El texto carece de secuencias ibéricas claras, especialmente de morfemas y partículas conocidas, lo que unido al lugar de aparición, a la presencia de signos propios vascónicos y la comparación de algunos segmentos con términos vascos sugieren una adscripción vascónica, aunque hemos visto las dificultades de detalle que cada equiparación tiene" (AIESTARÁN, M., GORROCHATEGUI, J., y VELAZA, J., Palaeohispanica, pp. 290-291, pp. 267-293)

"(...) un problema similar de adscripción lingüística, una circunstancia que, habida cuenta de la escasa información epigráfica que ofrece la región y de los testimonios de multilingüismo documentados en la parte meridional, aconseja no cerrar la puerta a otras líneas interpretativas" (BELTRÁN LLORIS, F., Fontes Linguae Vasconum, p. 505, pp. 505-514)

"El dilema que se plantea es, o bien rechazar que la inscripción de la MdI y el vascónico sean parte de la familia del vasco -en la forma extrema del postulado de Michelena, o, en todo caso, no su ancestro directo, en su forma moderada, por no encajar en los paradigmas del protovasco reconstruido-, o bien aceptar que la hipótesis de Michelena no era correcta y que el protovasco del s. I a. C. inteligible desde el vasco actual no existe y que, probablemente, fuera una lengua más cercana al ibérico de lo previsto, habilitando la candidatura del vascónico para ser el protovasco (...) Si la MdI hubiera aparecido en un yacimiento ibérico, la inscripción se habría analizado como ibérica, no porque presente inequívocos elementos onomásticos, morfológicos y léxicos ibéricos, sino por no encajar en los parámetros de ninguna otra lengua conocida (...) Después del análisis realizado, se confirma que la inscripción vascónica de la MdI no encaja exactamente en los parámetros estándar de la lengua ibérica, pero sí que podría llegar a interpretarse a través de ella como una inscripción cultual. Los posibles puntos de contacto entre vascónico e ibérico en la MdI serían tanto fonéticos (...) como morfológicos (...) y léxicos (...)" (FERRER I JANÉ, J., Fontes Linguae Vasconum, p. 528 y 535, pp. 515-538)

"Si lo que late bajo la enigmática inscripción es el vascónico, este era ciertamente muy distinto de nuestra imagen reconstruida del vasco hablado en la antigüedad, que en cambio hubo de estar cerca, relativamente al menos, del aquitano que conocemos por inscripciones de los siglos I-III d. C." (IGARTUA, I., Fontes Linguae Vasconum, p. 554, pp. 551-563)

"El conjunto de lecturas, interpretaciones y propuestas realizadas desde la perspectiva del vasco -ya sea histórico, ya sea protovasco- resulta muy problemático. Más allá de casos aislados, creemos que la cantidad y cualidad de dichos problemas se relaciona no solo con la dificultad de leer e interpretar materiales de hace más de veinte siglos, sino también con la metodología y la perspectiva empleadas (...) Los problemas estructurales para explicar los textos de la MdI a través del euskera o del protoeuskera son muchos y generales: se repiten en todos los elementos que, según lo expuesto, se se han pretendido relacionar con el vasco. Dichos problemas derivan, por lo general, de explicaciones pancrónicas; es decir, de la búsqueda de paralelos en formas históricas y modernas, y no -o no tant- en el pasado de dichas formas" (ZULOAGA, E., y ARIZTIMUÑO, B., Fontes Linguae Vasconum, p. 576 y p. 577, pp. 566-581)

"En las restantes líneas, me pareceque no hay nada indiscutiblemente paleoeuskérico, ni que aclare nada sobre el pasado de la gramática del euskera histórico (...) Tampoco se puede dar por absolutamente seguro que la lengua de la MdI sea la autóctona del castro (y no p. ej. la de uno o dos grabadores ambulantes, o de un lugar más oriental o meridional del que hubiera sido importado), auque muchos elementos apunten a ello. Sea como sea, personalmente considero lo más probable que, al menos el cuerpo principal del texto, no esté en paleoeuskera" (MARTÍNEZ-ARETA, M., Fontes Liguae Vasconum, p. 635, pp. 617-637)

[II.] Simbología del objeto

"Pensamos que el epígrafe contiene un texto completo, relacionado con el grave conflicto bélico del momento expresado mediante el símbolo de la mano cortada, que hace referencia al enemigo vencido y por consiguiente a la victoria. En un contexto semejante tendría sentido la dedicación de un exvoto, una ofrenda, a la Fortuna, que como decía Cicerón se arroga todo el protagonismo en asuntos bélicos (...) Hemos mencionado asimismo la cercanía con formas supuestamente verbales del ibérico, en especial las del conglomerado -eŕok-, aunque sea pertinente decir que en toda la amplia documentación ibérica no hay testimonio de diptongo -au- en esas secuencias" (GORROCHATEGUI, J., y VELAZA, J., Fontes Linguae Vasconum, p. 501, pp. 491-502)

[III.] La etnia histórica de los Vascones

"(...) región en la que la escritura parece efectivamente patrimonio de ciertos sectores sociales entre los que se cuentan las elites dirigentes. Así cabe deducirlo del hecho de que los primeros documentos escritos de la región sean precisamente las leyendas monetales emitidas en el noroeste del valle medio del Ebro bajo el control de las autoridades locales por las impropiamente denominadas 'cecas vasconas'" (BELTRÁN LLORIS, F., Fontes Linguae Vasconum, pp. 506-507, pp. 505-514)

"Muy posiblemente, y en contra de las ideas tradicionales heredadas sobre todo de los estudios etnográficos, los 'vascones no eran una etnia prerromana, sino que fueron una etnia artificial que los romanos de alguna manera crearon para organizar el territorio conquistado (...) Si esto es así -es mi reflexión- entonces es inexacto hablar de 'lengua vascónica  o vascona', y, para cualquier debate relativo a la etnia y la etnicidad, es mejor liberar la terminología de los grandes étnicos de las fuentes clásicas (que generan asociaciones anacrónicas), y basarse exclusivamente en las fuentes primerias, en en espacial en la epigrafía lapidaria y los nombres propios y de divinidades que la gente autóctona hace grabar in situ (...) No rechazo el término 'aquitano-vascónico' en tanto en cuanto refleja  más o menos fielmente el espacio geográfico del grueso de esas atestiguaciones, pero considero que el término 'vascónico' activa una serie de connotaciones engañosas" (MARTÍNEZ-ARETA, M., Fontes Liguae Vasconum, p. 620 y 621, pp. 617-637)

Como deducirá quien lea sin prejuicios lo antes recogido, es evidente que se abren, pues, ahora, meses, tal vez incluso años, de controversia, de una discusión que, acaso, fuera ya de los focos mediáticos, pasará, incluso desapercibida. Para unos la mano de Irulegi permitirá reactivar el viejo vascoiberismo mientras que para otros seguirá siendo el estandarte de sus sueños e interpretaciones esencialistas y, también, nacionalistas. A unos y a otros, a todos, convendrá recordarles que los documentos epigráficos, en tanto que fuentes primarias sometidas a crítica y a discusión -más si están escritos en signarios y lenguas ya desaparecidas y de las que estamos bien distantes en el tiempo y, también, en nuestro grado de comprensión sobre ellas- deben ser analizados desde el método científico que está, siempre, hecho, de hipótesis, evidencias, crítica, replanteamiento de las hipótesis a partir de nuevas evidencias y síntesis, como ya explicamos en Oppida Imperii Romani a propósito, de hecho, de otro sugerente documento epigráfico. A veces, sometemos a nuestras fuentes a una exégesis forzada en la que, desde luego, la urgencia, no parece sea la mejor consejera. Lo que está claro, y también lo venimos afirmando en este espacio y en la serie "Sorioneku" en él alojada, que la mano de Irulegi ha revitalizado, ¡y de qué modo!, esa tantas veces aquí calificada como "controversia vascónica".