TRANSEAMVS VSQVE BETHLEEM


[Epifanía de la portada de Santa María la Real, en Ujué, Navarra]

Transeamus usque Betlheem et uideamus hoc uerbum quod factus est. Según el evangelio de San Lucas (Luc. 2, 15, ver versión castellana aquí y latina completa aquí), con estas palabras ("marchemos, pues, a Belén y veamos a ese Niño que se nos ha anunciado"), y tras el gozoso anuncio del Ángel, los pastores se aproximaron a Belén para descubrir, por primera vez en la Historia, el Misterio de la Navidad. La narración de Lucas termina especificando lo que los pastores encontraron al llegar al portal, cómo uenerunt festinantes ("marcharon llenos de gozo") et inuenerunt Mariam et Joseph et infantem positum in praesepio ("y encontraron a María, a José, y al Niño, acostado en un pesebre").

Ya es Navidad; otro año -esta vez un, para quien escribe este blog, inolvidable y difícilmente superable 2010- se nos va y lo hace con ese especial y cálido espíritu de la Navidad. Y en Navidad, todos, creyentes y no-creyentes, viajamos -o, debemos viajar, al menos mentalmente- a Belén para dejarnos embargar por el Misterio de la Navidad. Es más, ese Misterio del portal nos asalta, gracias a Dios, en tantos y tantos belenes instalados en nuestras calles, en los escaparates de las tiendas de nuestras ciudades, en los apacibles nacimientos de muchas iglesias, o en el colocado en nuestra propia casa..., lo que, desde luego, hace difícil que nos sustraigamos a dicho "viaje". Y a Belén, desde luego, debemos volver nuestra vista todos para llenarnos de gracias del Niño Jesús -los que somos creyentes- o, en definitiva, para cargarnos -para todo el año nuevo- de la paz, la sencillez, la humildad, el amor y el cariño -todos, también los no creyentes- que de allí emanan, pues ésos son, además, los regalos del "misterio" de la Navidad: hacernos niños para, siendo más niños, ser más sencillos y estar, en definitiva, algo más pendientes de los demás.

Un año más, ¡Feliz Navidad a todos los lectores de este blog! De nuevo, y como ya es tradición en el post navideño de Oppida Imperii Romani (ver aquí el de 2008, y aquí el de 2009), esa felicitación va acompañada de música, al modo tradicional (ver aquí, con un llamamiento muy latino y muy adecuado al título y al espíritu de este post) o a un modo igualmente entrañable pero algo más poppy (ver aquí a través de una canción de ésas que, en apenas dos minutos, glosa a la perfección el espíritu navideño): el lector ya conocerá mis debilidades. Ojalá seamos capaces de, en estos días, viajar a Belén y -como los pastores- celebrar la Navidad festinantes, "llenos de gozo", extendiendo ese gozo también a nuestro alrededor y a lo largo de un venturoso 2011. ¡Felicidades a tod@s, querid@s lectores de este blog!



DE LVSITANIA (NON HISPANIA) TELEVISA


[Cartel promocional de "Hispania, la leyenda", de Antena 3]
[Pincha aquí para ver el trailer completo de la serie]

Fiel a su política de extensión universitaria (más de 100 actividades anuales) y, sobre todo, consciente de que un acontecimiento mediático como lo está siendo la serie televisiva "Hispania, la leyenda" -emitida, en su primera temporada, en estos últimos meses en las noches de los miércoles por Antena 3- es también susceptible de una aproximación universitaria, la UNED de Tudela ha reflexionado sobre el asunto en un evento celebrado el día 17 de Diciembre, justo en el cénit de la popularidad de la serie, evento (ver aquí) en el que, por otra parte, el invitado principal ha sido, precisamente, el asesor científico de la serie y experto en Viriato y los Lusitanos, el Dr. D. Mauricio Pastor, Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Granada (ver aquí su curriculum, amplísimo; y aquí un vídeo ofrecido por la propia página web de la serie en la que desgrana qué nos dicen las fuentes sobre el episodio escogido).

Por más que el estudio, y la divulgación -en tono riguroso, casi siempre ameno y, desde luego, totalmente "viajero"- de lo que sabemos sobre ciudades romanas de todo el Imperio Romano (oppida Imperii Romani) es el propósito fundamental de este blog (ver aquí), siguiendo una "licencia" que ya nos hemos tomado en otras ocasiones a propósito de eventos científicos o editoriales reseñables (ver, por ejemplo, aquí o aquí), no queremos dejar pasar la oportunidad brindada por la serie y por el acto académico organizado por la UNED de Tudela para dejar aquí nuestras reflexiones sobre "Hispania, la leyenda". Lo hacemos, además, una vez que ya reputados expertos universitarios han opinado sobre los -a su juicio- "desaciertos" de la serie (ver noticia publicada, al respecto, en Heraldo de Aragón, hace algunas semanas: aquí), afamados blogeros sobre cuestiones histórico-arqueológicas han repasado -con pormenor- los "desvaríos históricos" de la ficción (ver aquí reflexión de Gabriel Castelló en la revista ArQuehistoria), y, en fin, los editores y productores de la serie han defendido las licencias dramáticas de la misma (ver aquí un artículo del guionista en Bloguionistas). Y también, lo hacemos conscientes de que nadie ha subrayado -hasta donde nos consta- el mérito que tiene que -como glosa el título de este post- la conquista de Lusitania (que no de Hispania, o, mejor de las Hispaniae, que tres fueron las provincias en que Roma acabó por dividir el solar peninsular)- aparezca ahora en la televisión -gracias a la programación de Antena 3- y con ese acontecimiento invadan nuestro salón, de nuevo, ilustres gobernadores romanos, legendarios héroes de la resistencia a la conquista y, en definitiva, una parte clave de nuestro pasado, la relativa a las Guerras Lusitanas. Para no hacer largísimo este post -y yendo por delante nuestra defensa de todo lo que, en términos mediáticos, reviva el mundo clásico- lo dividiremos en varios asuntos que nos parece sugerente abordar (y que se apartan de los que casi todo el mundo ha criticado o destacado negativamente sobre la serie).

[1] Algunos de los anuncios empleados para promocionar la serie por Antena 3 -creo que, técnicamente, se llaman "cortinillas"- presentan explícitamente la serie como la historia de "la lucha de un pueblo contra el poder de un Imperio" (ver aquí, por ejemplo, o aquí, con introducción histórica incluida). Se resucita, por tanto, el asunto -muy historiográfico, por otra parte- del debate sobre el imperialismo romano, un debate al paso del cual tuvo que salir la mismísima propaganda de Augusto cuando, en la Eneida, Virgilio glosó, en unos pocos versos (Virgilio, Eneida, 6, 852-853, ver aquí), las verdaderas artes de Roma: pacique imponere morem ("imponer normas a la plaz"), parcere subiectis ("perdonar a los sometidos"), et debellare superbos ("abatir a los soberbios"). Más allá de posturas románticas -que reeditan, respecto de Roma, la cuestión tan debatida en el reciente centenario de la resistencia española a la invasión napoleónica: ¿España salió ganando por resistir al invasor o, sencillamente, marcó con el atraso el sino de su evolución histórica durante buena parte del siglo XVIII?- la cuestión ya preocupó a la historiografía romana. Es más, la fuente principal por la que conocemos los acontecimientos de las guerras lusitanas -los mismos que son presentados en la serie "Hispania, la leyenda"- el historiador griego Apiano, ya se interrogó por la cuestión (quien haya visto la serie ha de leer, necesariamente, el Sobre Iberia, de este autor alejandrino: una buena ocasión puede ser ésta, a partir de este enlace) y llegó a la conclusión (específicamente en el capítulo 7 de su obra) de que Roma recibió poco de unos pueblos a los que conquistó -primero- e integró -después- aun a sabiendas que "le resultaban gravosos". La serie "Hispania, la leyenda" se convierte, pues, a nuestro juicio, en un escenario pedagógico muy válido desde el que intentar averiguar en qué consistió la Romanización: ¿sólo en imposición? ¿sólo en destrucción? ¿en aculturación? ¿en intercambio mutuo? Algunas prácticas políticas romanas atestiguadas por la documentación epigráfica incluso en el territorio lusitano (véase, por ejemplo CIL, II, 5041, el bronce de Lascuta; o AE, 1984, 495, la deditio de Alcántara: en las que Roma impone "condiciones de rendición" a diversos núcleos poblacionales vencidos) permiten suponer que no siempre Roma fue implacable con los vencidos y que, como afirmó Polibio, emitir un juicio de valor en este sentido ha de tener siempre cuenta el estado en que los pueblos conquistados se encontraban antes, y después, del contacto con Roma (Polibio, 3, 4, cuarto párrafo aquí). Recuperar el mito del pueblo débil que resiste ante el fuerte (como, por otra parte, hizo el franqusimo durante muchos años a propósito de este mismo asunto o del de la toma de Numancia) es, también, muy sugerente respecto de la validez y del poder aun evocador de los acontecimientos antiguos.

[2] Pero hay más, Apiano, en los capítulos que, en su Historia Romana, dedicó a las guerras en Iberia, llevó a cabo un interesante ejercicio de juicio moral que, indirectamente y, seguramente, de modo casual -pero acertado- la serie ha sabido llevar a cabo. Para Apiano -y así lo expresa claramente en los capítulos 7 y 11 de su obra: ver aquí, PDF a partir del cuál el lector podrá buscar el pasaje en cuestión- Roma había ejercido su poder por el mundo con "prudencia", "constancia", "laboriosidad" y "virtud". Es por eso que, en cierta medida el propio Apiano -y, con él, toda la historiografía romana: Diodoro de Sicilia, especialmente, pues es nuestra principal fuente al respecto- opusieron, respecto de la experiencia romana en Lusitania, por ejemplo, el comportamiento de Viriato -el caudillo lusitano que, a tenor de todas las fuentes disponibles, fue el responsable de la larga duración del conflicto que narra la televisiva serie (ver vídeo aquí)- con el del gobernador Servio Sulpicio Galba (ver vídeo aquí). En la serie, como en las fuentes antiguas, Galba es ejemplo de "engaño", "traición" y "afán de riqueza" a través de la extorsión (Valerio Máximo, por ejemplo, en época de Augusto aun le pone como ejemplo de perfidia: Val. Max. 9, 6, 2 y hasta Suet. Galba, 3 reconoce que el que fuera gobernador de la Vlterior fue la mancha más grande en el historial del después emperador Galba: buscar el pasaje aquí, en el epígrafe III). También en ella, sin embargo, Viriato es "frugal", "escrupuloso en la distribución de los botines", "sobrio" y, en definitiva, dotado de todas las cualidades básicas de un buen líder político (véase, por ejemplo, Diod. Sic. 33, 5). ¿Alguien se atreverá a negar que ese contraste -por más que Galba sólo estuviera en Lusitania entre el 152 a. C., y el 150 a. C., no coincidiendo, por tanto, con Viriato, como la serie ha querido hacer, sin duda para marcar una "lucha de contrarios", por otra parte, muy historiográfica- está mal logrado? Creo, sinceramente, que, al margen del problema de la no-contemporaneidad de ambos personajes, su dramatismo es muy del gusto de la literatura clásica en general y de la historiografía romana -tan introspectiva psicológicamente, en particular-.

[3] Lógicamente, hay algunos olvidos, algunas omisiones y algunos errores importantes pero hasta ésas son aprovechables. Nos referiremos a algunas de ellas relativas a la figura de Galba pero también a la supuesta "identidad" de esos Lusitanos -a los que los anuncios promocionales de la serie (ver ejemplo aquí) identifican con las "yegüas fecundadas por el viento" de la noticia del epitomista Trogo Pompeyo, ver aquí- como hispanos. La primera y fundamental -en tanto que incide en la imagen negativa que se vierte de casi todo lo romano a través de la serie- es la de no dejar constancia (al menos hasta lo emitido mientras se escribe este post) de que a su regreso a Roma, en el 149 a. C., Servio Sulpicio Galba fue juzgado, a propuesta de un tribuno de la plebe. L. Escribonio Libón, por "abuso de autoridad" (repetundae) y que, aunque sus contactos en el Senado -de ello habla constantemente, en la ficción televisiva, con su esposa Claudia-, le sirvieron para ser absuelto, la propuesta de Escribonio sentó las bases para que luego, en el mismo 149 a. C., L. Calpurnio Pisón promulgase la Lex Calpurnia de repetundis que juzgaba, precisamente, ese tipo de abusos (justamente los que la serie retrata tan bien en el personaje de Galba: ¡otro recurso pedagógico más!). Como se anticipó antes, la serie –sin duda para acentuar el efecto dramático y para facilitar la identificación del espectador con los supuestos “Hispanos” (véase, por ejemplo, este vídeo promocional: aquí)– pone excesivamente el acento en la conciencia de identidad de los Lusitanos y, más aun, en la presentación de éstos como Hispanos. Nada más lejos de la realidad. Seguramente, los Lusitanos es una de las más elusivas etnias de la Antigüedad Peninsular más cuando el propio concepto de etnia –y de los supuestos elementos “identitarios” y definidores de dichas etnias– está en profunda discusión en la investigación en Historia Antigua. Seguramente, estos Lusitanos –que, de hecho, en las pocas inscripciones vernáculas que nos han legado, se presentan como pueblos diversos más unidos por lazos familiares que étnicos: los Veaminicori, los Magareaicoi, los Caielobricoi, por ejemplo, de la inscripción de Lamas de Moledo (Castro Daire, Viseu: CIL, II, 416)– lucharon contra Roma para defender –cada uno de ellos– los territorios de sus ciudades, centros urbanos que, no se olvide, eran, durante el siglo II a. C. –y continuaron siéndolo durante gran parte de la República y del Principado Romano– los auténticos “puntos de ignición” para el contacto de Roma con esos pueblos y los únicos elementos que, supuestamente, podrían haber generado un sentimiento de pertenencia de estos supuestos grupos étnicos (algo que, por otra parte, la serie presenta de modo magistral cuando el gobernador romano alude a las ciudades –Caurium, Norba, Aeminium, todas con nombres latinos– como puntos de control territorial del avance militar romano). Del mismo modo que las fuentes latinas –como anotábamos para el caso de Diodoro– engrandecieron la fama de Viriato para –a posteriori– presentar al ejército romano luchando contra un líder casi tan preparado como ellos, las propias fuentes debieron dotar a estos Lusitani de una supuesta conciencia étnica que –como la mayor parte de los pueblos de la Antigüedad hispana– no fue sino un artificio de control creado por Roma para aportar “unidad” en la notable “diversidad” que fueron las Hispanias. Nos queda, en cualquier caso, a los historiadores, reflexionar sobre cuáles pudieron ser los elementos comunes que inspiraron en Roma el catalogar a unos pueblos como Lusitani, a otros como Celtiberoi, a otros como Vascones, etcétera (algo de eso puede sondearse en la bibliografía citada al final de este post) y, también, a propósito de la oportunidad que brinda esta mediática serie, sobre qué elementos de dichas etnias se han recuperado en el imaginario colectivo autonómico, por ejemplo.
[4] Aun hay un último punto que, a nuestro juicio, es aprovechable en la serie. Con su muy maniquea presentación de “buenos” (los Hispano-Lusitanos) y “malos” (Roma, su gobernador y sus generales, particularmente Quinto –ver vídeo aquí– que, por cierto, también aparece citado en las fuentes (Apiano, Iber. 66, como Quinctius, lógicamente) los “ojos” del espectador ven desfilar delante de sí toda la serie de tópicos con que la Geografía y la Historiografía clásicas caracterizaron la barbarie de aquellos pueblos de “condición incivilizada (…) a causa de su aislamiento” como escribió Estrabón (Strab. 3, 3, 8, acceso desde aquí a una versión de dicho texto disponible online) en época de Augusto, precisamente sobre Lusitanos y otros pueblos del Norte Peninsular. Como en Estrabón, los Lusitanos de “Hispania, la leyenda” llevan el pelo largo, usan un escudo redondo y de pequeño tamaño como el documentado en algunas sumarias esculturas del ámbito galaico (ver recreación aquí), son afamados cabreros y beben cerveza en lugar de vino, la bebida de la “civilización” (una escena de la serie presenta precisamente al general Quincio sorprendido ante este hecho y repugnado ante el sabor de dicha bebida). Podrán, por tanto –y como casi todo el mundo ha criticado rápidamente–, no haberse elegido los nombres apropiados –entre otras cosas, seguramente, porque nuestro conocimiento de los nombres propios de los antiguos Lusitanos dista mucho de estar bien documentado y, como sucede para muchas otras “etnias” paleohispánicas, apenas tenemos evidencias ya pasadas por el tamiz de la lengua latina: Ambatus, en CIL, II, 738 de Arroyo de la Luz o Tiro y Rufinus de la ya citada CIL, II, 416 de Lamas de Moledo– pero la presentación del imaginario lusitano hecha en pantalla es, desde luego –como la oposición Viriato/Galba antes descrita– altamente válida como recurso pedagógico en su dimensión historiográfica. Al final, igual que la Troya de W. Petersen (ver aquí) o el Alejandro de O. Stone (ver aquí) ofrecían –especialmente ésta última– una singular reinterpretación contemporánea de dos acontecimientos clave en la Historia del Mundo Clásico (la Guerra de Troya y el expansionismo de Alejandro), “Hispania, la leyenda” vuelve sus ojos al mundo antiguo para analizarlos desde clichés contemporáneos pero hasta eso es positivo pues ya en la historiografía clásica la distancia que separaba al historiador del objeto de estudio era directamente proporcional a la subjetividad de la aproximación que a él hacía.
En conclusión: gracias a Dios ni la televisión ni el cine son ni pretenden ser cátedras universitarias (no seamos ingenuos ni pretenciosos…). La televisión, ha de buscar –y, de hecho, busca– entretener, divertir, facilitar la evasión del espectador (y más en prime time). Así, de igual modo que tantos colegas que se han lanzado a criticar la serie tienen la prudencia suficiente para, ante un texto poético de la Antigüedad –por ejemplo pongamos un Homero o un Silio Itálico– poner en cuarentena muchas de las afirmaciones en él vertidas pero no dejar, por ello, de manejarlo como fuente histórica, a nuestro juicio, “Hispania, la leyenda”, contribuye a recuperar para nuestro día a día las señas de identidad de un pasado que ha construido nuestro presente lo que ya es un mérito indiscutible que hay que saber ponderar. Lo hace, además, ofreciendo –para quien sepa leerlas– abundantes posibilidades didácticas muy pegadas, además –como aquí hemos visto– a los textos clásicos y a la “visión” que éstos dieron de los mismos acontecimientos (otra cosa es que dicha coincidencia haya sido intencional o casual en el proceso de producción de la serie). Artísticamente, desde luego, la serie podrá dejar mucho que desear –algunos de los actores son poco creíbles– y es posible que algunas de sus inexactitudes podrían haberse evitado, pero también es cierto que si sirve para que nuestros jóvenes descubran –de la mano de sus docentes que habrán de analizar la serie con sentido crítico pero también constructivo– algunas de las cuestiones de referencia en la investigación sobre la Historia de las Guerras Lusitanas y algunos de los episodios y de los personajes clave –aunque estén cronológicamente desubicados– de dicho conflicto ya habrá valido la pena. Seamos, pues, positivos, ante un esfuerzo como éste.
NOTA.- Dada la clara dimensión pedagógica de este blog, no pueden faltar aquí algunas recomendaciones bibliográficas que, para docentes y estudiantes, podrán resultar útiles. Para acercarse a las fuentes básicas sobre los personajes históricos que aparecen en la serie (Galba, Apiano y Quincio) resulta inexcusable la lectura de Apiano (quien opine sobre la serie sin haber leído al historiador griego comete un atrevimiento, desde luego, nada científico y poco constructivo). Una buena edición es GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J. (ed.): Sobre Iberia y Aníbal, Madrid, Alianza Editorial, 1993 (en cuya introducción se insiste precisamente en la visión que Apiano transmite del imperialismo romano y en el contraste Viriato/Roma que la serie redibujar de nuevo). Para disponer de todas las fuentes –además comentadas– sobre los acontecimientos –y, en especial, sobre la influencia de aquéllos en la política romana– puede verse la clásica recopilación de SCHÜLTEN, A.: Fontes Hispaniae Antiquae. IV. Las guerras de 154-72 a. de J. C., Barcelona, Bosch, 1937, esp. pp. 96-140. Sobre el periodo en general resultan muy sucintas y de fácil lectura las pp. 149-163 de ROLDÁN, J. M., y WULFF, F.: Citerior y Ulterior. Las provincias romanas de Hispania en época republicana, Madrid, Itsmo, 2001. Y, lógicamente, sobre Viriato –el auténtico protagonista de la serie–, existen dos monografías casi coetáneas, excelentes y con toda la bibliografía y un enfoque a la vez ameno y riguroso: VAZ, J. I.: Lusitanos no tempo de Viriato, Ésquilo, Lisboa, 2006 y, por supuesto, PASTOR, M.: Viriato, el héroe hispano que luchó por la libertad de su pueblo, La Esfera de los Libros, Madrid, 2004.
Si quieres, además, seguir la conferencia que inspiró este post, pincha en este enlace: aquí.

AVE VIATOR (Los Bañales) (Uncastillo) (y V)




El primer post de este blog (ver aquí), escrito hace más de dos años, glosaba la filosofía de Oppida Imperii Romani a partir de la fórmula epigráfica que, ocasionalmente, y como imaginaria alocución dirigida por el difunto al viandante, incorporaban los epitafios romanos: auete uos uiatores et bene ualete: "hasta luego caminante, y que te vaya bien".

Por eso, y por la notable atención que recibe en este espacio el yacimiento que quien escribe estas líneas tiene la enorme responsabilidad de dirigir científicamente, no podíamos dejar de poner aquí a disposición de todos nuestros lectores el programa que, a comienzos de este mes de Noviembre que ya se nos escapa, emitió Aragón Televisión en su espacio Chino-Chano, un espacio ya tradicional -y excelente en calidad- en la programación de la televisión autonómica por encontrarse ya en su tercera temporada y por contar con el sello de calidad de Prames y de Turismo del Gobierno de Aragón. Si quieres descubrir el por qué... no tienes más que ver los dos vídeos... y, después, venir a vernos al lugar que se explica en ambos... ¡Te esperamos!



[Vídeos "Ruta arqueológica en Los Bañales", del programa Chino-Chano, de Aragón TV, una excelente aproximación a todo lo que puede ofrecer la ciudad romana de Los Bañales]

OLISIPO (Lisboa)












[Cupa funeraria de Ossonoba -IRCP, 50- imitando las duelas de un tónel, objeto en que parecen haberse inspirado este tipo de singulares sepulcros romanos de incineración; monumental bloque arquitectónico -IRCP, 184- procedente de Salacia con dedicatoria a Augusto por Vicanus Bouti f(ilius); y pedestal dedicado a Apolo por el augustalis M. Iul(ius) Tyrannus en Olisipo -AE, 1936, 107-, todos hoy expuestos en el Museu Nacional de Arqueologia de Lisboa]

Situación: Lisboa, capital de Portugal, es extraordinariamente accesible a día de hoy tanto por vía ferroviaria como por unas excelentes carreteras (especialmente grato es el viaje en coche desde España bien desde el Norte -por Vitoria, Valladolid, Salamanca, la Beira Litoral y, a través de la Regiao Centro y de puntos tan sugerentes como Leiria, Batalha, o Fátima, a Lisboa: para esos sugerentes atractivos pincha aquí- bien a través de Elvas/Évora, por Extremadura) o por medio de un transitadísimo aeropuerto. Sirva, además, el presente post para reivindicar la inclusión en la agenda de visitas de cualquier turista lisboeta de algunos lugares representativos de la huella romana en la ciudad y, desde luego, también modélicos del modo cómo pueden ponerse en valor enclaves arqueológicos en mitad de activos y dinámicos cascos urbanos como lo es el de la ciudad del Tajo.
Acceso: Remitimos -como casi siempre que abordamos las hoy grandes ciudades que antaño fueron apacibles municipios y ciuitates latinas- a lo dicho en el apartado anterior. Para acceder a los espacios arqueológicos que constituyen la huella arqueológica de la Olisipo romana se ofrece información suficiente en el apartado "Descripción" de este post. En cualquier caso -y como ha sucedido en muchas otras de las ciudades que dan razón de ser a este blog, prueba de la mentalidad estratégica y logística (diríamos hoy) romanas- si hoy Lisboa es una ciudad abierta a todas las posibilidades de comunicación, su antecesora romana no lo fue menos. Así, conforme a las menciones de Olisipo en los documentos viarios antiguos (It. Ant. 416, 4; 418, 7; 419, 7 y 420, 8 o Rav. Cosm. 307, 1) sabemos que la ciudad era punto de partida de una vía que se dirigía hacia Baesuris (la actual Castro Marim) pero también de otra que se dirigía hacia Bracara Augusta (la actual Braga, en el Norte del país) así como de tres que se dirigían hacia Augusta Emerita por lo que estaba perfectamente conectada con todos los puntos de la provincia.
Tipología: Las numerosísimas alusiones que las fuentes antiguas hacen a Olisipo (que pueden seguirse a través de los textos recomendados más abajo, en el apartado de "Bibliografía") y, en especial, Plin. Nat. 4, 117 permiten saber que la ciudad fue un municipio de ciudadanos romanos desde la época de Augusto teniendo, además, el sobrenombre de Felicitas Iulia que está bien atestiguado en algunas inscripciones latinas procedentes de la ciudad (CIL, II, 185 y 186 o CIL, II, 4992 donde se citan, además, dos IIuiri locales). Precisamente, fue su promoción al estatuto municipal en época de Augusto la que -como se verá más adelante- garantizó la monumentalización de la ciudad durante dicho reinado y hasta, al menos, la época de Nerón (notablemente en el teatro, objeto de acciones munificentes por parte del liberto C. Heius Primus Cato -CIL, II, 183- que pagó la decoración de la frente escénica y de la orquesta del citado edificio, en época neroniana).
Descripción: No es demasiado lo que queda de la antigua Olisipo romana pero sí es verdad que los tres puntos de interés sobre los que aquí nos detendremos son suficientemente atractivos como para que -en la obligada visita que Lisboa supone para quien se acerque a Portugal (ver aquí)- el mundo romano esté presente en dicho recorrido y lo esté por méritos propios. Y dichos atractivos son: el Museu Nacional de Arqueologia, instalado junto al Mosteiro dos Jerónimos, en pleno barrio de Belêm (uno de los más turísticos y hermosos de la ciudad); el Museu do Teatro Romano, cerca del Castelo de San Jorge, con una de las mejores panorámicas de la ciudad del Tajo y que expone -con un moderno diseño museográfico- los restos del teatro romano de la ciudad (ver más datos sobre dicho monumento aquí); y las galerías del monumental criptopórtico del Museu da Cidade, en la Baixa lisboeta que, en cualquier caso, sólo pueden visitarse una vez al año (ver sección "Recursos en internet" de este mismo post para más información y para una visita "de ocasión"). Acudir a los dos últimos lugares citados, el Museo del Teatro y el criptopórtico del Museo de la Ciudad, permite conocer de cerca el notable desarrollo monumental que vivió la ciudad de Olisipo al promocionar al estatuto municipal en época de Augusto tal como, de hecho, recogen y explican con notable acierto los sites aquí citados y los que se recogen más adelante en este mismo post. Pero es que, además, desde hace más de cinco años, el Museu Nacional de Arqueologia -que tiene cerrada su exposición permanente por más que parte de sus colecciones pueden verse online aquí- mantiene abierta la exposición Loquuntur Saxa: Religioes da Lusitânia, un excelente repaso (como excelente e inexcusable es su catálogo: RIBEIRO, J. Cardim: Religioes da Lusitânia: Loquuntur saxa, Lisboa, 2002) -con la excusa de la cuestión religiosa de la antigua provincia Lusitania como telón de fondo- al fascinante repertorio epigráfico del territorio de esta antigua provincia. Se antoja muy útil visitar dicha muestra y conocer de cerca el suculento catálogo de grandes cupae monumentales (sepulcros de incineración abovedados en forma de medio tonel: ver aquí) como las procedentes de Ossonoba (IRCP, 44 y 50, en Faro: para esta ciudad romana ver el post de referencia en el blog Os Romanos na Península Ibérica) que en ella se exhiben; los excelentes testimonios vinculados con el culto imperial tanto con la dimensión oficial del mismo -como el pedestal alusivo a una flaminica procedente de Olisipo (AE, 1953, 255) o la pieza alusiva al homenaje a Claudio por la ciuitas Ammaiensis (IRCP, 615: sobre la ciudad, ver aquí)- como con la devoción que éste despertaba en la población como vector de cohesión de la munificencia local (IRCP, 184 de Salacia, en Alcácer do Sal, ver datos sobre la ciudad romana, nuevamente, aquí) que la muestra ha reunido; las evidentes y emotivas manifestaciones de la religiosidad popular -como el exvoto a las aguas ofrecido en Conimbriga (AE, 1989, 377, en Condeixa, ciudad que ya fue objeto de atención en otro post de este blog: ver aquí, y sobre la que existe notable material audiovisual y 3D aquí)- y de la oficial -como el pedestal en honor de Venus dedicado por Seuera in honorem Rufinae Reburrini f(iliae) (AE, 1961, 356) en la Ciuitas Igaeditanorum, en Idanha-a-Velha- que marcaron la vida espiritual de los antiguos habitantes de estas tierras; y, en fin, los notables ejemplos que, sobre la variedad de los tipos de monumentos epigráficos funerarios -desde los espectaculares y costosísimos altares como el de IRCP, 210, de Caetobriga, cerca de Tróia a los modestos de fábrica como AE, 1984, 460 también de Caetobriga, ver aquí-, puede aprehenderse a partir de las piezas expuestas en la muestra. En definitiva, un excelente paseo en torno a lo que la documentación epigráfica puede ofrecer a la investigación del historiador de la Antigüedad (tema sobre el que, por cierto, resulta muy útil el trabajo de ABASCAL, J. M.: "Epigrafía Latina e Historia Antigua", Antigüedad y Cristianismo, 12, 1995, pp. 437-447, disponible online aquí: muy recomendable).
Bibliografía: Una buena síntesis la aporta OSLAND, D.: The Early Roman Cities of Lusitania, Oxford, 2005, pp. 19-25 una reciente y meritoria monografía que recoge y analiza -como de otras ciudades de dicha provincia- todas las evidencias disponibles y que puede actualizar el sensacional panorama documental descrito por un válido trabajo de MANTAS, V.: "As cidades marítimas da Lusitânia", en Les Villes de Lusitanie Romaine, París, 1990, pp. 149-206, esp. pp. 160-173. Con carácter general, y a modo de diccionario con todas las referencias que dan sobre Olisipo las fuentes antiguas y una buena síntesis de la problemática arqueológica de su urbanismo, puede verse GUERRA, A.: "Olisipo (Lisboa)", en ROLDÁN, J. M. (dir.): Diccionario Akal de la Antigüedad Hispana, Madrid, 2006, pp. 686-687 y, también, ALARCAO, J.: Roman Portugal. II, Warmmister, 1988, pp. 123-126.
Recursos en internet: Desde una perspectiva general, sobre Olisipo puede obtenerse información a través de la versión portuguesa de la Wikipedia o de la siempre recurrente Tarraconensis, esta vez, tal vez demasiado escueta. Y muy documentado, aunque también desigual y farragoso, es el tratamiento que dedica a la Lisboa romana el Blog De Lisboa que, en cualquier caso, repasa todas las menciones a la ciudad en las fuentes antiguas lo que hace especialmente útil dicha entrada. Una síntesis sobre los principales restos arqueológicos romanos de la antigua Olisipo puede verse en la página del Centro Nacional de Cultura de Lisboa. Por su parte, la página web antes citada a propósito del Museo del teatro romano ofrece también una muy buena síntesis sobre la Lisboa romana, que no debe dejar de consultarse (pincha aquí). Recientemente, TVE emitió un simpático reportaje sobre el criptopórtico que -efectivamente, y como antes se dijo, sólo se abre una vez al año (ver datos aquí)- puede servir para conocer de cerca y visitar -si quiera "virtualmente"- dicho monumento (pincha aquí) sobre el que está accesible online un trabajo muy descriptivo y conocido del Prof. J. d'Encarnaçao (pincha aquí). Muy útil también como guía del viajero es la información ofrecida por la página E-Cultura que analiza, en detalle, los lugares lisboetas en los que se pueden contemplar vestigios romanos.
Recomendaciones: Lisboa merece tantas visitas -con una, ciertamente, no basta- que en estas líneas finales sólo haremos dos recomendaciones. Una, la primera, arqueológica, inexcusable: emplear un día para, recorriendo Sintra y su entorno, visitar el sensacional repertorio epigráfico del Museu Arqueológico de Sao Miguel de Odrinhas, enclavado en el centro del que sería el ager Olisiponensis, es decir, el territorio rural administrado por el antiguo municipio romano. La segunda, descubrir el encanto que tiene uno de los barrios lisboetas por los que tal vez se pasa más deprisa -por su marcado carácter turístico y por estar algo alejado del centro histórico propiamente dicho (Praça do Comércio, por ejemplo)- y que bien merecen una parada con tranquilidad: Belêm (ver situación aquí). Hace no mucho, en el centro de dicho barrio, a 20 metros del Mosteiro dos Jerónimos, en la Rúa dos Jerónimos, se ha abierto el Hotel Jerónimos 8, un confortable, asequible y moderno hotel ideal para convertirlo en "centro de operaciones" de ese redescubrimiento de esta parte de Lisboa. Belêm, a nivel turístico lo tiene todo: la Torre de Belêm, el Padrao dos Descobrimentos, el Planetario de la Fundación Calouste Gubelkian, el propio Museo de Arqueología..., pero, además, existen múltiples opciones de ocio no demasiado lejos: la Doca de Alcântara, por ejemplo, donde existen no sólo pubs y discotecas para la noche sino agradables cafés y restaurantes para almuerzos y cafés durante la mañana o al atardecer; las típicas "tasquinhas" portuguesas en las que degustar cualquier plato típico (en la propia Rúa dos Jerónimos es muy recomendable el Restaurante A Rampa: nada del otro mundo pero un ambiente típicamente portugués y una cocina excelente, casera y muy económica); y una convivencia de ofertas de ocio globalizadoras -como Starbucks- con otras que forman parte de la más arraigada tradición portuguesa -exquisita, por cierto- como la pastelería de los auténticos Pastéis de Belém, un dulce a modo de torta de crema de receta secreta sencillamente delicioso y con miles de fans en Facebook (ver aquí). En fin, así es esta parte de la antigua Olisipo, Lisboa, "brisa de Alfama y de mar" (como rezan los versos de Gabriel Sopeña musicados hace ya algunos años por Loquillo: ver vídeo aquí) digna, por supuesto, de ser descubierta -también en su pasado romano- al ritmo de cualquier nostálgica melodía de Madredeus (para esta ocasión me quedo con Viagens Interditas, sencillamente, Lisboa en estado puro: escuchar aquí).

VT DE PLANO RECTE LEGI POSSINT




[Un ejemplo visual clarísimo del respaldo social del proyecto de Los Bañales: las 200 personas que asistieron a la II Jornada de Puertas Abiertas de la Excavación, el pasado mes de Julio]

En una de las más citadas obras de la Literatura Latina, el Satiricón de Petronio (accesible, en latín, desde aquí), Trimalción -el anfitrión de una de las cenas que se narran en dicha obra, tal vez de las más rememoradas de la literatura romana- exhibe ante sus invitados los logros de su carrera como dispensator publicus ("gestor de una caja fiscal") y de su encumbramiento a la elite de Roma como liberto a través de las pinturas que decoran su casa. Este habitualmente invocado ejemplo pone de manifiesto cómo Roma fue, desde luego, una civilización que supo -tal vez como ninguna otra- promocionar los logros de su elite y mostrar como general un procedimiento -el de la promoción social- que, seguramente, no fue tan frecuente como la documentación -y la propia Roma- se ha empeñado en reseñar (al respecto, sigue siendo válida la lectura del genial trabajo de ALFÖLDY, G.: Historia social de Roma, Madrid, 1988). Si algo caracterizó, además -al menos desde Augusto- al arte y a la imaginería política romana fue su obsesión con la publicidad, con lo que algunos han denominado "auto-representación" (este vídeo del Prof. Alföldy, precisamente, lo explica muy bien para el papel que, en ese sentido, jugaron las inscripciones romanas -pincha aquí- aunque también es útil, al respecto, la obrita de DONATI, À.: Epigrafia romana. La comunicazione nell' antichità, Bolonia, 2002). La auto-representación conistía presentar al exterior la imagen de sí mismo que resultase estratégica y oportuna en cada momento apoyando, además, esa presentación pública con merita ("méritos") y con exsistimatio ("prestigio"), algo que, desde luego, resultaría clave, como puede suponerse, también en las campañas electorales (ver aquí traducción del Commentariolum petitionis, el "Manual del Candidato" escrito por Q. Cicerón como consejos dedicados a su hermano Marco para su campaña electoral al consulado del 64 a. C.). Incluso la documentación jurídica pública de la época perseguía un claro afán de notoriedad. Vt d(e) p(lano) r(ecte) l(egi) p(ossint): "para que pueda ser leída con claridad, a la altura de la vista" habría que traducir una indicación habitual en la legislación municipal de época flavia... En resumen, Roma buscaba magnificar sus logros, haciendo partícipe a la sociedad de sus logros; y sin esa publicidad, sin mostrarse de un modo concreto al exterior, nada tenía sentido...

En absoluto pienso que a día de hoy, la Arqueología sólo busca primeras páginas en los periódicos (como alguien, con escaso acierto, ha dicho estos días en un coloquio celebrado en la Universidad española). Pero debe buscarlas y debe apostar, además, por -manteniendo siempre el rigor- llegar a la sociedad y que ésta participe de sus descubrimientos que, en definitiva, son los que, a la postre, construyen el futuro en tanto que nos permiten a todos acercarnos más al pasado. Por eso algo falla en un yacimiento arqueológico cuyos resultados científicos no lleguen a la comunidad intelectual pero, sobre todo, tampoco lo hagan a la sociedad lo que, desde luego, parece tan grave -o más- que lo primero. Y, por eso, en Los Bañales de Uncastillo -tan presentes en este blog-, desde el comienzo del Plan de Investigación de la Fundación Uncastillo en el lugar, nos hemos empeñado en que los resultados de los trabajos arqueológicos lleguen asiduamente al circuito científico (pincha aquí), a las redes sociales (pincha aquí para unirte a la página en Facebook del proyecto), a los estudiantes y docentes de escuelas e institutos (pincha aquí) y, por supuesto, también a ese espacio 2.0 multimedia tan excelente como es YouTube (pincha aquí). Y, todo ello, no es ni obsesión por "hacer ruido", ni marketing banal, es, sencillamente, el ejercicio que el Proyecto de Los Bañales hace de su responsabilidad social. Gracias a nuestros patrocinadores (Gobierno de Aragón, E.On, Fundación ACS, Genera Eólica Aragonesa, Caja Navarra y SERCOMSA) estamos desarrollando un proyecto de investigación que, necesariamente, ha de revertir en la sociedad en forma no sólo de la presentación de nuevos atractivos patrimoniales y de conservación de los ya existentes sino, sobre todo, en una dimensión educativa y social: que la ciudad romana de Los Bañales se convierta en espacio de referencia desde el que aprehender mejor el peso que la cultura romana tuvo -y tendrá- en la conformación de la cultura occidental. En definitiva, que además de investigar, el objetivo es, desde luego "que todos puedan entender con claridad lo que se investiga", que esa investigación llegue a todos con claridad de modo que todos puedan beneficiarse de ella (como rezaba la rúbrica legal con que damos título a este post).

Y, la próxima cita con ese reto está ya fijada en el calendario de este recién estrenado otoño. El día 22 de Octubre, en la UNED de Tudela -socia académica preferente del Plan de Investigación de Los Bañales, por más que algunos sigan sin entenderlo o, mejor dicho, no quieran hacerlo-, a partir de las 17 horas, tendrá lugar un evento científico y divulgativo orientado a hacer balance de los tres años de trabajo que el Equipo de Investigación ha venido desarrollando en Los Bañales y que -ojalá: así lo esperamos todos- han de ser prólogo de una dilatada labor de futuro. Una conferencia sobre la ciudad romana, la presentación en Tudela de la exposición "Los Bañales, una ciudad romana en las Cinco Villas" y una Mesa Redonda con algunos de los miembros del Equipo Científico pondrán a disposición de quien lo desee (el acto es de entrada libre, aunque es necesario inscribirse para recibir la documentación: a través de este enlace, en que también puede verse el programa: pincha aquí) los entresijos de nuestra Historia a través de los de una importante ciudad romana que, ojalá, nos habrá de deparar muchas sorpresas en el futuro. Y el día 23, Sábado, se realizará una visita guiada al yacimiento -una más pero, es cierto que cada una es diferente- para que quien lo desee pueda comprobar de primera mano los retos que tiene abiertos aun tan interesante y sugerente proyecto científico.

¡No faltéis a la cita con Los Bañales! Sólo con vuestro apoyo nuestro compromiso de responsabilidad social tiene algún sentido.

TVRIASO (¿Vera de Moncayo?/Tarazona)














[Vivienda celtibérica reconstruida a escala natural en el Centro de Interpretación, en Vera de Moncayo, y manzana de casas en lo alto del cerro de La Oruña, frente a Veruela]

Situación: La presencia de La Oruña en este blog consagrado a ciudades del Imperio Romano exige, desde luego, una justificación. Casi nadie duda de que la Turiaso romana, que alcanzó el estatuto municipal romano (como más adelante se detallará en este mismo post) estuvo situada en el casco urbano de la actual Tarazona, una de las más hermosas villas de la provincia de Zaragoza. No sucede lo mismo, sin embargo, con su antecesora celtibérica, de rótulo monetal turiazu (ver, también, más abajo, apartado de Tipología) y que, siguiendo una conocida propuesta de BURILLO, F.: Los Celtíberos. Etnias y estados, Barcelona, 1998, p. 327 respecto de la Bilbilis celtibérica, algunos han querido localizar en el poblado de La Oruña, en Vera de Moncayo que tendría, en cualquier caso, una perduración que no pasó del siglo I d. C. (una buena síntesis del debate, con toda la bibliografía y todas las posturas, se puede seguir desde GARCÍA SERRANO, J. Á.: "Turiaso-Turiazu, ¿dónde está la ciudad celtibérica?", Turiaso, 17, 2003-2004, pp. 119-134, descargable desde aquí). A nuestro juicio, muchos de los traslados poblacionales que se creía fueron practicados por Roma en el Nordeste peninsular en los años posteriores a la segunda mitad del siglo II a. C. se han visto -en los últimos años- progresivamente negados y, a día de hoy, todo parece indicar que -por citar también un caso conocido, vecino al de Turiaso y también abordado en este blog: ver aquí- el solar de Kaiskata debe buscarse en Cascante, el de la Bilbilis celtibérica no parece estar en Valdeherrera, el de la bolskan de los rótulos monetales ha de buscarse en Huesca y más una vez que todos los solares modernos de dichas ciudades ofrecían la geomorfología adecuada para la instalación de una ciuitas antigua (para una defensa de esta postura puede verse el trabajo de ARMENDÁRIZ, J.: De aldeas a ciudades. El poblamiento en Navarra durante el I milenio antes de Cristo, Pamplona, 2008), etcétera. Además, quienes, ubicando la Turiasu celtibérica en La Oruña entienden que se produjo un traslado de población hasta la ribera del Queiles, en el lugar hoy ocupado por la actual Tarazona encuentran el problema no sólo de la notable distancia entre ambos lugares (12 kms.) sino también el de la escasa extensión (hoy ya estimada en no superior a 3 Has.) alcanzada por el asentamiento de La Oruña, impropia de una ciudad que llegó a acuñar, en época celtibérica, moneda de plata. Seguramente -como sucede, por ejemplo, en otro ilustre caso, el de Segia/Ejea de los Caballeros- sólo las dificultades inherentes a la arqueología urbana han impedido a los arqueólogos obtener todavía datos suficientes para probar que la Turiasu celtibérica estuvo donde la Turiaso romana, es decir, en Tarazona. Roma, desde luego, acostumbró a estimular el tipo de traslados al llano al que se han aferrado los defensores de la identificación Turiasu/La Oruña (ver PINA, F.: "¿Existió una política romana de urbanización en el Nordeste de la Península Ibérica", Habis, 24, 1993, pp. 77-94 -disponible aquí-, por ejemplo, en el conocido caso de Ilurcis/Gracchurris (Alfaro), citado por Liv. Per. 41) pero sólo en circunstancias excepcionales y siempre fomentando procesos de sinecismo más o menos abarcables en lo territorial, casi nunca con traslados que implicasen tantos kilómetros y, con ellos, la ruptura de los equilibrios geoestratégicos de la zona. Encontrar la Turiasu celtibérica bajo el casco urbano de la Tarazona actual es sólo cuestión de tiempo, seguramente de poco tiempo una vez que la Comarca del Moncayo -en los años ochenta una de las más activas arqueológicamente- y gracias al empuje de un joven equipo parece comenzar a recobrar dicha actividad (ver vídeo aquí sobre nueva campaña de prospecciones arqueológicas en la zona). Ese empuje, el mérito de la instalación en Vera de Moncayo de un Centro de Interpretación sobre La Oruña (el primero sobre el mundo celtibérico en la Comarca junto con el Museo Arqueológico de Borja y el de Tarazaona, al que se aludirá más abajo) y la existencia de ese sugerente debate sobre la ubicación de la antecesora del municipium Turiaso nos parecen razones más que suficientes para dedicar a dicho municipio romano un espacio en este blog.
Acceso: Al poblado celtibérico de La Oruña se accede desde la carretera que comienza justo frente a la entrada al Monasterio de Veruela (con recomendable y visitadísimo Museo del Vino en su interior) y tras cruzar la que se dirige al Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Siguiendo todo recto por dicha carretera -que pronto se transforma en un camino ciertamente muy estrecho y no sé si muy indicado para subirlo en coche (por más que al final de él, y al pie del cerro de La Oruña se haya instalado una zona de aparcamiento)- se llega a la zona de estacionamiento y, desde allí, a pie, el viajero accede al cerro de La Oruña por su cara Sur percibiendo, claramente, la posición estratégica del enclave y, sobre todo, unas vistas del Moncayo -con la recortada silueta del castillo de Trasmoz al fondo- que, ciertamente, son parte del atractivo de dicha visita. Por su parte, el Centro de Interpretación del Poblado Celtíbero de "La Oruña" está ubicado a pie de carretera, en el interior de Vera de Moncayo, unos metros antes del Pabellón Polideportivo y casi a la salida del pueblo (entrada para quien haya visitado La Oruña en primer lugar). Tarazona de Aragón, por su parte, se encuentra a tan sólo 86 kilómetros de Zaragoza y a menos de 70 kilómetros de Soria, por tanto en una encrucijada de caminos entre el Valle del Ebro y la Meseta. El referente básico en materia arqueológica en la ciudad, el Museo del Centro de Estudios Turiasonenses se encuentra en los bajos del Palacio Arzobispal de Tarazona, en el centro de la ciudad.
Tipología: Se ubique -como algunos piensan- o no -como suscribimos nosotros, con parte de la investigación, lógicamente- en La Oruña, la ciudad romana de Turiaso (MVN(inicipium) TVRIASO en las acuñaciones hispano-latinas, ver aquí, y turiazu en los rótulos monetales celtibéricos, ver aquí, con acuñación, incluso, de plata) aparece notablemente bien representada en las fuentes clásicas. Plinio le da el estatuto de municipio de derecho romano (Plin. Nat. 3, 24), Ptolomeo (Ptol. Geog. 2, 6, 57) la adscribe a los celtíberos, seguramente lusones en función de una conocida -y ya tratada en otra ocasión en este blog, teoría del Prof. F. Burillo, pincha aquí- y los Itinerarios (It. Ant. 442, 4 y 443, 3 y Rav. Cosm. 311, 1) aluden a ella en la conocida vía que conectaba Caesaraugusta con Asturica Augusta.
Descripción: Poco puede decirse sobre los restos de la Turiaso celtibérica y aun de la romana que -como ha quedado claro más arriba- nos parece debe buscarse mejor en el casco urbano de la actual Tarazona que en el poblado de La Oruña y el visitante, para contemplar los pocos vestigios -casi todos romanos- de dicha ciuitas -que, como se ha visto, alcanzó el rango de municipio según las referencias plinianas- simplemente ha de acudir a la Exposición Arqueológica del Centro de Estudios Turiasonenses modesta pero meritoria y reducida pero de excelentes materiales. Por su parte, la visita a La Oruña -de la que existe información accesible online, precisamente, en la web de la aludida exposición arqueológica permanente del Centro de Estudios (pincha aquí para descargarlo)- supone un extraordinario acercamiento al aspecto que debieron tener siempre los poblados de la Edad del Hierro II pues, como es sabido, la vida del asentamiento se extiende desde el siglo VI a. C. hasta, al menos, mediados del siglo I d. C. A ello se añade, además, el aliciente de ese relativamente nuevo Centro de Interpretación instalado en la localidad de Vera de Moncayo y que se antoja fundamental para conocer la presencia celtibérica en la zona. Seguramente, el cerro de La Oruña -defendido notablemente bien hacia el Sur- estuvo fortificado por una muralla de adobes y madera y, al interior, las casas se organizaron aprovechando los afloramientos rocosos del terreno, cimentadas sobre muretes de sillarejo recrecidos, después, con adobes y de un aspecto semejante al de la que puede visitarse en el Centro de Interpretación instalado en Vera de Moncayo, desde luego, visita inexcusable para quien se acerque a La Oruña (ver fotos en la parte alta de este post). Como revelaron ya las excavaciones del jesuita P. Mundó durante el siglo XIX, el enclave si no fue la Turiasu celtibérica sí que está claro que debió ser un importante poblado metalúrgico relacionado con el hierro del Moncayo (como hubo otros, de hecho, en la zona, tal como se hace constar en algunos de los títulos referidos -con carácter general- en el apartado de bibliografía), una floreciente industria de la que, de hecho, hablan los autores clásicos (Iust. 44, 3, 8 y 9 -sobre el río Queiles (en Latín Chalybs) y su relación con la forja del hierro- y Plin. Nat. 34, 144 -sobre Turiasu y Bilbilis como principales ciudades productoras de hierro en las Hispanias-). De esa dedicación metalúrgica y de las formas de vida que ha revelado la investigación arqueológica en el lugar -ya de cierta tradición, aunque discontinua- da excelente cuenta el visitante que se acerca al aludido Centro de Interpretación (con un audiovisual al que, desde luego, le cabe el mérito de estar especialmente bien orientado al público infantil y juvenil al que, lógicamente, también hay que atender en este tipo de meritorios proyectos).
Bibliografía: La Oruña aparece recogida en varias obras de consulta fundamentales en la Arqueología aragonesa, así, en BONA, J., y HERNÁNDEZ VERA, J. A. (eds.): El Moncayo, diez años de investigación arqueológica, prólogo de una labor de futuro, Zaragoza, 1989, pp. 54-61 (ahora -y es una excelente noticia- disponible online gracias a las Publicaciones Digitales de la Institución Fernando el Católico); en BELTRÁN LLORIS, M.: "La Oruña, Vera de Moncayo", en Arqueología 92, Zaragoza, 1992, pp. 264-266; y en GARCÍA SERRANO, J. Á., y BIENES, J. J.: "Avance a las primeras campañas de excavación en La Oruña (Vera de Moncayo-Zaragoza)", en BURILLO, F. (ed.): Poblamiento celtibérico. III Simposio sobre Celtíberos, Zaragoza, 1995, pp. 239-244. Sobre Turiasu/Turiaso están recogidas todas las fuentes en los dos últimos títulos que se citan en esta sección bibliográfica y en el trabajo de ASENSIO, J. Á.: La ciudad en el mundo prerromano en Aragón, Zaragoza, 1995, pp. 117-120 (a la bibliografía citada en dicho estudio ha de añadirse el reciente artículo sobre sus acuñaciones monetales GOZALBES, M.: "Las monedas de Turiazu", Turiaso, 17, 2003-2004, pp. 135-154, que puedes descargar desde aquí y la monografía, del mismo autor, La ceca de Turiazu: monedas celtibéricas en la Hispania republicana, Valencia, 2009). Para la presencia celtibérica en la zona (con alusión a La Oruña y a Turiaso) son útiles los estudios de AGUILERA, I.: "El poblamiento celtibérico en el área del Moncayo", en BURILLO, F. (dir.): Poblamiento celtibérico. III Simposio sobre Celtíberos, Zaragoza, 1995, pp. 213-233 y de ANDREU, J.: "Las comarcas de Borja y del Moncayo en época celtibérica", Cuadernos de Estudios Borjanos, 41-42, 1999, pp. 111-238 (trabajo con el que quien firma estas líneas se inició en la investigación y que mereció el premio en la XVIII convocatoria de Premios a la investigación sobre Borja y su Comarca (1995), convocado por el Centro de Estudios Borjanos).
Recursos en internet: Al margen de las citadas con anterioridad, algunas webs turísticas y arqueológicas del ámbito aragonés ofrecen documentación útil sobre el mundo celtibérico (desde luego, para éste, sigue siendo una referencia la web del yacimiento arqueológico de Segeda, en Mara, cerca de Calatayud y el portal y foro de discusión Celtiberia, activísimo) y sobre la presencia romana en la zona del Moncayo. Destacaremos no sólo la síntesis que, sobre la Celtiberia, se hace en la web de Iberkeltia -de la que hablaremos más abajo- sino también la que facilita, sobre los hallazgos muebles romanos en Tarazona, la Diputación de Zaragoza (pincha aquí). Específicamente sobre La Oruña debe consultarse la voz que se recoge en la Gran Enciclopedia Aragonesa OnLine (que también dedica atención a las tribus celtibéricas de la zona: ver aquí). A nivel de vídeos, además de una excelente noticia de Moncayo Televisión sobre la inauguración, en 2009, del Centro de Interpretación de La Oruña, disponible en YouTube (pincha aquí) y que permite al visitante una "visita" previa al lugar, el Blog del Aragón Romano, en su etiqueta La Oruña (pincha aquí) ofrece varias entradas con documentación audiovisual sobre el yacimiento. Entre ellas, destaca la noticia sobre la publicación de la novela de MONTEAGUDO, J. Á.: Oruña, Tarazona, 2009, un relato histórico ambientado en la lucha entre celtíberos y romanos en esta zona (ver vídeo sobre la misma aquí) que, de hecho, es recogida por las fuentes clásicas gracias a Tito Livio que alude a la batalla del mons Chaunus (Liv, 40, 50, 2).
Recomendaciones: Uno de los principales aciertos de los últimos años en lo que a gestión y difusión del patrimonio arqueológico peninsular se refiere ha sido la consolidación de la iniciativa Iberkeltia/Paisajes de la Celtiberia, una plataforma desde la que, a la vez que poner en valor los yacimientos arqueológicos celtibéricos, promocionar los recursos culturales, turísticos y patrimoniales de las Comarcas en que éstos se ubican (necesariamente, ha de ser así siempre pues la Arqueología es sólo una parte del patrimonio cultural y éste no se entiende sin aquélla pero tampoco a la inversa). Por eso, quien visite el Centro de Interpretación del poblado celtibérico de "La Oruña" podrá hacer allí mismo acopio de notable y generosa información sobre las Comarcas de Tarazona y El Moncayo y Campo de Borja, presentada en una serie de útiles fichas que incluyen útiles recomendaciones de carácter gastronómico, hostelero, turístico y cultural. Eso -y que ya dedicásemos atención a la zona en el post referido a Bursao hace algunos meses- nos exime aquí de añadir otras. Nos quedaremos, pues, con tres, la primera es la tranquilidad del complejo hostelero El Portal del Moncayo, en Albeta, muy cerca de Borja, y al pie de la carretera que conduce, desde Zaragoza, a la capital de la Comarca del mismo nombre. La segunda, en Borja, es la del Restaurante Las Bóvedas del Mercado, en plena Plaza del Mercado de Borja. Es una recomendación que -contraviniendo lo que es costumbre y uso en este blog- no hago por mí mismo pues confieso que no he tenido oportunidad de visitar el lugar pero sí por boca de amigos borjanos de cuyo gusto gastronómico me fío plenamente. Y la tercera -pero, ni mucho menos, la menos importante- está en el recoleto pueblo de Bureta. Allí, en el antiguo palacio de la Condesa de Bureta, se ha instalado un restaurante (Casa Palacio de los Condes de Bureta) tan poco conocido como delicioso y excelente: parada obligada. Nuevamente, la Comarca de Borja y el entorno del Moncayo sigue sorprendiendo incluso a quien, como el que escribe estas líneas, iniciara allí sus primeros pasos en la investigación histórica y arqueológica. La última, por cierto -y como el propio Centro de Interpretación de "La Oruña"- muy recomendable para visitar con escolares es el pequeño parque arqueológico que, esta vez sobre la Edad del Hierro I, se ha instalado en el pequeño pueblo de Fréscano (ver página web aquí, con vídeo explicativo) y que merece ser conocido.