[Adoración de los Magos en sarcófago romano-cristiano del siglo IV d. C., hoy en el Museo Pío Cristiano de Roma. Para un paralelo hispano extraordinario, con abundantes anotaciones y material explicativo de la iconografía de este ciclo de sarcófagos, en el Museo Virtual de Los Bañales, pincha aquí]
Hace algunos días, por razón de mi trabajo investigador y docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra me tropecé con el proemio de la Biblioteca Histórica de Diodoro de Sicilia. En ella (1, 1, 4-5) se afirma, con notable rotundidad, que la adquisición del saber histórico es, sin duda, "la más úitil para todas las circunstancias de la vida". Y el propio historiador siciliano sentencia: "(la Historia) a los jóvenes les facilita el entendimiento de los viejos y, a los ancianos, les multiplica la experiencia acumulada; además, a los particulares, los hace dignos de la jefatura y, a los jefes, por la inmortalidad de la fama, les mueve a emprender las más hermosas acciones; aparte de eso, a los soldados, con los elogios de después de su muerte, los hace más dispuestos ante los peligros por la patria y, a los hombres perversos, con sus eternas imprecaciones, los aparta de su inclinación al mal". Como historiador, y como historiador de la Antigüedad, no puedo estar más de acuerdo con ese aserto que, en realidad, pone de manifiesto la creencia clásica en que la Historia es la mejor maestra para el porvenir (pincha aquí). Y pocos acontecimientos históricos han tenido, para la civilización occidental, tanta trascendencia como el que en estos días, con buenos testigos, conmemoramos: el nacimiento de Jesús de Nazareth en Belén, sobre cuyo valor como acontecimiento histórico ya nos pronunciamos, con algunos apuntes bibliográficos, en este mismo espacio de hace un par de años (pincha aquí).
A quienes somos creyentes -pero pienso que, en cierto modo, a todos- la conmemoración anual de ese acontecimiento, además, nos conmueve y, en cierta medida, como sintieron los Magos de Oriente (sobre ellos puedes escuchar este audio de hace algunos años de mis colaboraciones semanales con El Boulevard de Radio Euskadi o este excelente artículo publicado hace algún tiempo por un excelente exbecario de Los Bañales en la revista Hombre en Camino) sentimos la necesidad de venerar ese Misterio: Et intrantes domum uiderunt puerum cum Maria matre eius, et procidentes adorauerunt eum; et apertis thesauris suis obtulerunt ei munera, aurum et tus et myrrham: "y entrando en la casa vieron al Niño con María, su madre y postrándose lo adoraron y abriendo sus cofres le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra" (Math. 2, 11). Esa es la verdadera magia, y el verdadero secreto, de la Navidad. Dejarse conmover por un acontecimiento histórico que, probablemente, cualquier historiador habría deseado contemplar y que hace aflorar de nuestro corazón -a creyentes y a incrédulos- los mejores y más nobles sentimientos dando verdadero sentido -el único posible- a estas fiestas.
La felicitación navideña de Oppida Imperii Romani es casi un clásico, y este año -de tan intenso trabajo y de tantos proyectos- no podía faltar. Quienes me conocen más directamente saben que habrá también una felicitación navideña -en la mañana de Nochebuena- en las páginas de Facebook de los dos proyectos arqueológicos a los que hemos dedicado nuestra energía en este 2017 que se nos va: Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava. Y, también, quienes son ya asiduos lectores de este blog sabrán que no se felicita nunca la Navidad en él sin un detalle musical, o dos. Este año, como no, lo haré con un villancico que, tal vez por estar en Latín, siempre me ha cautivado -conmovido, sería la palabra, por seguir en esa misma línea- en este caso puesto en una voz que lo hace, además, insuperable (pincha aquí). Y, sí, espero que todos podáis estar en casa por Navidad (pincha aquí) repartiendo a vuestro alrededor la paz de Belén.
¡Feliz Navidad y excelente 2018 a todos los lectores, ocasionales o fieles, de Oppida Imperii Romani!
A quienes somos creyentes -pero pienso que, en cierto modo, a todos- la conmemoración anual de ese acontecimiento, además, nos conmueve y, en cierta medida, como sintieron los Magos de Oriente (sobre ellos puedes escuchar este audio de hace algunos años de mis colaboraciones semanales con El Boulevard de Radio Euskadi o este excelente artículo publicado hace algún tiempo por un excelente exbecario de Los Bañales en la revista Hombre en Camino) sentimos la necesidad de venerar ese Misterio: Et intrantes domum uiderunt puerum cum Maria matre eius, et procidentes adorauerunt eum; et apertis thesauris suis obtulerunt ei munera, aurum et tus et myrrham: "y entrando en la casa vieron al Niño con María, su madre y postrándose lo adoraron y abriendo sus cofres le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra" (Math. 2, 11). Esa es la verdadera magia, y el verdadero secreto, de la Navidad. Dejarse conmover por un acontecimiento histórico que, probablemente, cualquier historiador habría deseado contemplar y que hace aflorar de nuestro corazón -a creyentes y a incrédulos- los mejores y más nobles sentimientos dando verdadero sentido -el único posible- a estas fiestas.
La felicitación navideña de Oppida Imperii Romani es casi un clásico, y este año -de tan intenso trabajo y de tantos proyectos- no podía faltar. Quienes me conocen más directamente saben que habrá también una felicitación navideña -en la mañana de Nochebuena- en las páginas de Facebook de los dos proyectos arqueológicos a los que hemos dedicado nuestra energía en este 2017 que se nos va: Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava. Y, también, quienes son ya asiduos lectores de este blog sabrán que no se felicita nunca la Navidad en él sin un detalle musical, o dos. Este año, como no, lo haré con un villancico que, tal vez por estar en Latín, siempre me ha cautivado -conmovido, sería la palabra, por seguir en esa misma línea- en este caso puesto en una voz que lo hace, además, insuperable (pincha aquí). Y, sí, espero que todos podáis estar en casa por Navidad (pincha aquí) repartiendo a vuestro alrededor la paz de Belén.
¡Feliz Navidad y excelente 2018 a todos los lectores, ocasionales o fieles, de Oppida Imperii Romani!
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