Abrimos un nuevo año en Oppida Imperii Romani con el reto de alcanzar las 400.000 visitas desde que pusimos en marcha este espacio allá por el año 2008 y, como siempre, con el objetivo, fundacional en el blog, de aportar recursos para los amantes del mundo clásico en general y romano en particular, muchas veces centrados en el estudio de ciudades romanas, otras, sencillamente, en la transferencia de los resultados de nuestros proyectos de investigación, a saber los de Los Bañales de Uncastillo y Santa Criz de Eslava, intensos en los últimos años, y los más constantes sobre Vascones, ciudades víctimas de la crisis medioimperial y otras en proceso de monumentalización y, últimamente, también, el proyecto europeo Valete uos uiatores que, de hecho, cerrará en apenas unos meses y del que pronto os traeremos, aquí mismo, algunas sugerentes novedades sobre las que podéis estar también al día a través de nuestro canal en YouTube.
Echando la vista atrás, a los años 2020 y 2021, en los que, definitivamente, hemos conseguido mantener una cadencia de tres posts mensuales, la entrada inaugural de cada uno de esos años ha resultado, en cierto modo, icónica. Así, en 2020 abríamos el que luego sería el primer año de la pandemia -que también motivó una etiqueta específica en nuestro blog- con una reflexión sobre la historicidad del episodio evangélico de los Reyes Magos que llena de ilusión cada comienzo de año y que lo hará, también, en éste. En 2021, sin embargo, fue el sensacional hallazgo de nuevos grafitos en un nuevo thermopolium de la regio V de Pompeya, el que motivó esa primera entrada anual. Ambos se cuentan entre los posts que acumulan más visitas en este espacio. Había, pues, que elegir un atractivo tema para el comienzo de este 2022 en que, como en los anteriores, hemos puesto tantas esperanzas.
Teniendo eso en cuenta, amparándonos en el creciente éxito y en la utilidad que -especialmente ésta última para nuestra docencia en la asignatura "Epigrafía e instituciones romanas" que impartimos en el Diploma en Arqueología que ofrece la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra- está teniendo últimamente la etiqueta Epigraphica de nuestro blog, nos hemos propuesto traer aquí algunas de las felicitaciones de año nuevo más conocidas del mundo romano, o, al menos, las diversas materializaciones de esas felicitaciones en la documentación epigráfica del Occidente Romano aspecto, quizás, éste menos conocido para el gran público, principal destinatario de Oppida Imperii Romani que, en cualquier caso, no esconde su vocación de repositorio de materiales también para investigadores y estudiosos a los que, siempre, hacemos un llamamiento para mejorar los recursos que aquí se aportan con sus comentarios y puntualizaciones.
Una vez más, como para tantas cosas en las que la Literatura Latina nos confronta con nuestro presente -como recordábamos en un post de hace algunos meses o como ha recordado con acierto uno de los libros más vendidos del año que se ha ido- son varias evidencias literarias las que nos informan de qué deseos invadían a los Romanos ante cada año nuevo. A saber y -entre otras- a tenor de una de las cartas que Séneca escribió a Lucilio en el último lustro de la década de los 60 del siglo I d. C. (Ep. 87), de una de las que Cornelio Frontón escribió -bien en el año 148 bien en el 149 d. C.- al emperador Marco Aurelio (Ad M. Caesarem 5, 30), de una reflexión de la Naturalis Historia de Plinio el Viejo (Nat. 28, 5) o de una de las elegías de Tibulo (2, 5, 81-82) sabemos que los antiguos Romanos solían felicitar el año que comenzaba -y, a veces, también cada nueva día, como muestra Terencio (And. 5, 4, 53)- aplicándole los adjetivos de faustus, prosperus, felix e, incluso, sacer, aunque fueron, sobre todo, el primero y el tercero de los adjetivos citados los más recurrentes en las felicitaciones que constan, al menos en las literarias y, como veremos, también en las epigráficas que, finalmente, traducían la costumbre cotidiana. Cualquiera de los adjetivos citados a partir de los textos escogidos recoge los que siguen siendo, hoy, nuestros deseos al comenzar el año: faustus, "favorable" conecta, también, con "afortunado" o "feliz" -felix, por tanto- y prosperus, por su parte, se vinculaba a la esperanza -implícita en el la segunda parte del propio sustantivo a través del término spes- de una mejor "prosperidad" que nacía de todo buen omen, de todo buen "presagio". Con arreglo a ello, de hecho, podría decirse que los deseos para el nuevo año, en Roma, iban relacionados con la fortuna, con la prosperidad y con la felicidad, nada alejados, por tanto, de los que llenan nuestros saludos en los primeros días de un nuevo año como el que acabamos de inaugurar (un buen análisis complementario sobre el valor y la semántica de esos términos, sobre su uso y su atestiguación, así como sobre las costumbres del año nuevo romano pueden verse en este site de la web Antiquitatem - History of Greece and Rome y, en castellano, en un útil post del blog Hortus Hesperidum).
Teniendo esto en cuenta, como se ha dicho antes, no resulta extraño que la fórmula annum nouum faustum et felicem pasase a la documentación epigráfica, fundamentalmente sobre tres géneros de inscripciones, todos ellos -desde un punto de vista temático y material- pertenecientes a esa amplia categoría de las "inscripciones sobre soportes y objetos diversos" -muchos de ellos de naturaleza doméstica- que establecimos en una publicación de hace algunos años (ANDREU, J.: "Inscripciones sobre soportes y objetos diversos", en Fundamentos de Epigrafía Latina, Madrid, 2019, pp. 579-611). A esos tres géneros, con materializaciones muy concretas, nos atrevemos a denominarlos como [1] el epistolar; [2] el propiciatorio; y [3] el celebrativo -también con rasgos derivados del tipo anterior- tomando forma, por tanto, en tres tipos de soportes epigráficos diferentes: las tabulae ceratae, el ámbar, y lo que en los bancos de datos epigráficos digitales al uso se ha catalogado con el término opus figlinae, es decir, la cerámica, especialmente, además, y de un modo prevalente -cuando no exclusivo- las lucernas con la que, hermosa, encabeza este post.
[1] Al primer género, el epistolar, pertenece una de las singulares tablillas del fuerte romano de Vindolanda, un enclave ubicado al pie del muro de Adriano, en Bardon Mills, Reino Unido. En dicha tabilla Hostilio Flaviano, seguramente uno de los prefectos del acuartelamiento, saluda en el nuevo año a Flavio Cerial, uno de los comandantes del fuerte protagonista, en torno al año 100 d. C., de gran parte de la singular correspondencia con que nos ha obsequiado este lugar. En el texto, Hostilio Flaviano tras saludar a Cerial (Ceriali suo salutem) escribe, en letra cursiva: annum nouum faustum felicem tibi precor, "pido para ti un año nuevo próspero y feliz" (con foto y todos los datos aquí, en la ficha correspondiente en la web de las Vindolanda Writing Tablets Online o, también, con foto más amplia que rescatamos para cerrar este post, en la ficha incluida en la página del proyecto Roman Inscriptions of Britain). Hasta hoy, se trata de la única carta con este tema y esta fórmula que ha llegado a nosotros en el registro epigráfico, de ahí su singularidad y, también, su notable fama.
[2] Al segundo grupo de inscripciones, que más arriba hemos llamado propiciatorio, pertenecen casi como unicum, tres hermosas hojas de laurel en ámbar que, hoy en el Museo Archeologico Nazionale di Aquileia (CALVI, C., "Le collezioni di arti suntuarie del Museo di Aquileia", Antichità Altoadriatiche, 24, 1984, pp. 29-38, esp. p. 36, Fig. 3) formaban parte del tocador que hacía de ajuar del sarcófago de la joven romana de Aquileia Antestia Marciana -descubierto en 1937 (BRUSIN, G., "Aquileia. Ritrovamenti occcasionali", Notizie degli scavi di Antichità, 13, 1937, pp. 190-196; sobre él puede verse, como síntesis GIOVANNI, A., y FEUGÈRE, M., "Aquileia. Considerazioni sul corredo funerario di Antestia Marciana", Instrumentum, 12, 2000, pp. 36-37)- y que, por el contexto del enterramiento del que formaban parte, se fechan a comienzos del siglo II d. C. (puede verse fotografía de dos de ellas en la parte inferior izquierda de este post). En estos días su imagen se ha popularizado en las redes sociales gracias a un post de la página de Facebook Passegiando per Roma y a otro de la de Odi profanum uulgus. Para las mujeres las joyas de ámbar eran una manifestación de prosperidad y de lujo (Plin. Nat. 37, 12, 2) y materiales en dicha resina fosilizada eran regalados al inicio del año en el mundo romano en un contexto que describiremos más abajo (sobre el significado y uso del ámbar durante la Historia Romana puede verse CARTWRIGHT, M., "Amber in Antiquity", World History Encyclopedia, 2007, s. pp.). Las tres hojitas conservadas -precisamente imitando hojas de laurel que, si se quemaban en año nuevo, como nos cuenta Tibulo en el pasaje antes enlazado, eran consideradas manifestación de buen augurio- tal como han sido editadas (GIOVANNI, A., y BLASON, S., Instrumenta inscripta Latina. Sezione Aquileiese, Aquileia, 1992, p. 50, nºs 79-80, que recoge también una strena en forma de lucerna en pp. 49-50, nº 78) portan la inscripción an(num) n(ouum) f(austum) f(elicem) -con las letras del formulario separadas por hermosas vírgulas- que vuelven sobre el sentido literario arriba descrito.
[3] Sin duda, el tipo más numeroso de deseos de un año nuevo feliz en la documentación epigráfica romana lo constituyen las que hemos catalogado como inscripciones celebrativas. Constituyen este tipo lucernas en cuyo disco aparece, junto a una imagen de la Victoria, un círculo u óvalo, que, como escudo, porta esta diosa y en el que se lee, con diversas variantes y abreviaturas, annum nouum faustum et felicem mihi, es decir "año nuevo feliz y propicio para mi" -como en el caso de la que corona este post- o, en ocasiones, tibi, "para ti". La diosa lleva también una palma a la que le rodean varios frutos (con seguridad dátiles e higos secos) y algunas monedas entre las que se reconocen, al menos, un victoriato, un denario con tipo de manos entrelazadas y caduceo (ambos habituales en la amonedación en plata de la tardorepublica romana) y un as con el rostro bifronte de Jano (habitual en la primera amonedación de Roma, en bronce y que, además, alude a una divinidad muy relacionada con las transiciones y, en particular, con el mes de enero, al que da nombre, de Ianus, Ianuarius que se ha conservado en el alemán Januar o en el inglés January y que se emparenta con ianua, "puerta", en Latín). Todo ese aparato decorativo permite pensar (así en WALTERS, H. B., History of Ancient Pottery. 2, Londres, 1905, p. 413) en que este tipo de lucernas se regalarían a personas queridas en el contexto festivo y de intercambio de regalos que, como se indicó en uno de los enlaces anteriores, acompañaba las strenae, los "regalos" del año nuevo romano -en parte los que aparecen representados en la lucerna- y que se intercambiaban entre amigos y personas queridas como manifestación de buenos augurios para el nuevo tiempo que comenzaba, un término el de strenae del que deriva el castellano "estrenar" (para otros ejemplos y simbología, puede verse esta página y las piezas CIL X, 8053, 5 de Caralis, en Cerdeña; CIL XV, 8613a, de Roma o, con abundante aparato gráfico y comentarios; las lucernas CIL XVI, 6196-6209, y otras, del Ashmoleam Museum de Oxford; desde una óptica bibliográfica, el tipo fue ya descrito por WALTERS, H. B., Catalogue of the Greek and Roman lamps in the British Museum, Londres, 1914, p, 118). De Carnuntum, en Pannonia, procede un grafito sobre una lucerna en el que un tal Sextus, seguramente el fliginarius, parece firmar, en la base de la pieza, los deseos de un annum nouum faustum felicem y, añade, iucund(um), "divertido" (CIL III, 12012, 18). Ese tipo está también presente en un ejemplar de Puteoli del alfarero C. Iun(ius) Alex(us) (CIL X, 8053, 103). Por su parte, de Cedonia, en la Dacia, procede un molde de cerámica con la fórmula accipio annu(m) nouu(m) felice(m) (CIL III, 6287) semejante a la que, con la variante [annum nouu]m lucro accipio, fue hallada en Westheim, en la Raetia (CIL III, 6009, 07), algo así, en ambos casos como "recibo un año nuevo feliz" o, "recibo con ganancia un año nuevo feliz".
Recibamos, pues, así, y con la esperanza que reclamábamos en nuestra reciente felicitación de Navidad, a este recién iniciado 2022. Que traiga todo lo mejor, y resulte fausto, feliz, propicio y divertido para todos los lectores de Oppida Imperii Romani.
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